La democracia comunal ha de tomar el poder para acabar con la propiedad privada

El Sudamericano                                                                                                                 Iñaki Gil de San Vicente

1.- PRESENTACIÓN Y TESIS PARA EL DEBATE

2.- DEL -III MILENIO AL SIGLO XVI

3.- DEL SIGLO XVII AL SIGLO XVIII

4.- EL SIGLO XIX

5.- EL SIGLO XX

6.- EL SIGLO XXI

*

1.- PRESENTACIÓN Y TESIS PARA EL DEBATE

«El indio es capaz de todo sacrificio cuando se trata de la recuperación de sus tierras».

Esta frase aparece en el «Informe sobre la situación en Bolivia 1929»1. Pensamos que sirve como conexión perfecta entre por un lado el objetivo histórico que anima al movimiento por la Democracia Comunal que va a celebrar su III Congreso Internacional en Barcelona entre el 24 y 25 de octubre de este año con el lema de Contra el Régimen Global de Guerra, Poder Popular, Autodeterminación Colectiva; y por otro lado la permanente resistencia de los pueblos y de las clases explotadas para defender y/o recuperar sus bienes comunales, colectivos, públicos.

Naturalmente, en este artículo breve no podemos precisar las diferencias sociales y espacio-temporales entre bienes públicos, comunales, colectivos, etc., así como sus relaciones con el cooperativismo socialista, con el control y la autogestión obrera y popular de bienes recuperados, desde industrias y parques hasta hospitales y armas para la justa defensa de las clases y naciones explotadas. Por ejemplo, tenemos el debate sobre el muy importante asunto del Estado-comuna en medio de la crisis genético-estructural del capitalismo actual y su papel en el avance al socialismo2. Damos por supuesto que nos referimos a las formas de comunidad social que se resistían al avance siempre violento cuando no criminal de la propiedad privada, incluso cuando en esas comunidades resistentes existían formas de propiedad privada menos dañina e inhumana que la que se quería imponer por la fuerza.

Las tesis que proponemos a debate son cuatro. Sostenemos que el movimiento por la democracia comunal sólo puede desarrollar su enorme potencial emancipador si, en primer lugar, integra las lecciones de la historia de las comunas en el contexto actual de lucha de clases; en segundo lugar, si se prepara contra la tendencia al alza de las represiones y del avance de la extrema derecha y del neofascismo; en tercer lugar, si plantea abiertamente que el objetivo de la democracia comunal no es otro que la destrucción del poder burgués y el desarrollo del poder comunal, del Estado-comuna, etc., sin entrar ahora en mayores precisiones; y en cuarto lugar, si a la vez no multiplica su lucha contra el militarismo imperialista que pudre toda la sociedad burguesa y prepara el salto cualitativo a una guerra mundial. Las cuatro deben profundizarse con las doce planteadas en el evento del 1 de julio de 2023 sobre democracia comunal:

Mesa 1: Democracia Comunal vs Democracia liberal y restringida

1.1 ¿Cómo se organiza la democracia (siempre restringida) en el capitalismo, y qué características (económicas, políticas, sociales) debe tener la Democracia Comunal? 

1.2 En el presente, ¿cuáles son las fortalezas y debilidades que presenta la Democracia Comunal frente al sistema capitalista? 

1.3 ¿Qué mecanismos podríamos implementar para fortalecer la Democracia Comunal?

Mesa 2: La Democracia Comunal, la vida y la construcción de una sociedad post-capitalista

2.1 ¿Cuáles son las principales formas de explotación (ej. trabajo asalariado) y dominación (ej. patriarcal, neocolonial, etc.) a las cuales se enfrentan los procesos organizativos autogestionarios?

2.2 ¿Qué alternativas a esas formas de dominación y explotación capitalista han desarrollado en el marco de las experiencias autogestionarias con las cuales se vinculan? 

2.3 Desde su propia experiencia, ¿cuáles son los retos, límites y aportes de los procesos comunales para la construcción de una sociedad post-capitalista?

Mesa 3: La Democracia Comunal y el sujeto: hacia una unidad de objetivos estratégicos dentro de la diversidad

3.1 ¿Cuáles son los diferentes sujetos de transformación que contribuyen a la construcción de una sociedad con un horizonte socialista y cómo se unifican como sujeto en el proyecto comunal?

3.2 ¿Cuáles son los enemigos que se enfrentan a la construcción de la Democracia Comunal y cómo actúan?

3.3 ¿Cuáles son los principales elementos de los sistemas múltiples de emancipación/liberación comunalizados que desarticulan el sistema capitalista dominante?

Mesa 4: Más allá de los márgenes 

4.1 ¿Cómo potenciar y ampliar los procesos de producción comunal y cómo interconectarlos entre sí (ej. encadenamiento productivo, intercambios, etc.)?

4.2 ¿Cómo construir –en el ámbito político y económico– una nueva hegemonía popular que permita la creación de nuevas instituciones liberadoras y nuevas relaciones sociales de producción? 

4.3 ¿Cómo construir, a través del internacionalismo, instancias de articulación política que potencien el desarrollo de la Democracia Comunal más allá de nuestras fronteras? 3.

2. DEL –III MILENIO AL SIGLO XVI

Por tanto, es necesario repasar muy rápidamente las lecciones de la historia de las luchas comunales leyendo a G. Caffentzis y S. Federici: «La historia nos muestra que el «bien común» es el principio según el cual los seres humanos han organizado su existencia durante miles de años. Como nos recuerda Peter Linebaugh, casi no hay sociedad que no tenga los bienes comunes en su núcleo (Linebaugh, 2012). Incluso hoy en día, los sistemas de propiedad comunal existen en muchas partes del mundo, especialmente en África y entre los pueblos indígenas de América Latina. Por lo tanto, cuando hablamos del principio de «lo común», o de los comunes, como formas imaginarias o existentes de riqueza que compartimos, no solo hablamos de experimentos a pequeña escala»4. La antigua propiedad comunal no es otra cosa que el modo de producción del comunismo primitivo. En todas las sociedades comunistas primitivas existían formas de regulación y coordinación basada en expresiones particulares y singulares de la ayuda mutua, y en amplias zonas de África el «Ubuntu» expresaba y expresa aún el principio de que «soy quien soy a través de los otros»5.

Una de las primeras referencias a las luchas en defensa de lo común nos remite a hace +/- 4400 años, a las resistencias a las invasiones contra pueblos que aún no sufrían el cáncer y la lepra de la propiedad privada, la tenemos en los misteriosos qutu «un pueblo que no toleraba control alguno»6. Según datos disponibles, parece ser que la autoorganización comunal sostenía las rebeliones esclavas en la Roma republicana como más tarde, durante la progresiva e imparable caída del imperio romano de occidente, sostenía al movimiento bagauda y a la aparición de comunas campesinas libres más o menos aliadas con las tribus mal llamadas «bárbaras» y casi siempre resistiendo a las exigencias de los nuevos poderes locales de terratenientes galo-romanos.

En China los ejércitos opresores nunca cejaron en la vigilancia y represión de las resistencias campesinas que, con relativa facilidad, propugnaban ideales utópicos para la época, como fue el movimiento T’aip’ingrao surgido a raíz de los desastres causados por las inundaciones de la década de 170 que empobrecieron aún más al campesinado. Este y otros movimientos compuestos en su mayoría por campesinos pobres, soñaban con crear comunidades sin propiedad privada, sin patriarcado, en busca de una «edad de oro sin propiedad»7. La fuerza del movimiento se multiplicó desde el 184 respondiendo a la tortura y asesinato de mil dirigentes de T’aip’ingrao en Luyang. Para 188 la rebelión se había extendido hasta crear una ciudad liberada en 190 que resistió hasta 220 al ser arrasada. Pero la utopía comunitarista pervivió clandestinamente reapareciendo en 399 con la sublevación en el 400 que resistió hasta 402 cuando su ciudad más importante fue atacada por una poderosa flota imperial: «Numerosos insurgentes prefirieron suicidarse colectivamente a caer en manos de sus enemigos imperiales»8.

En la Edad Media y según G. Novack:

«Las comunas aparecieron en primer lugar en los centros comerciales de Italia, tales como Venecia, Génova y Pisa, que llegaron a ser independientes antes del siglo XI. Tenían amplios derechos de autogobierno. La comuna era una asociación de vecinos nobles y plebeyos dentro de los muros de la ciudad, juramentados para sostener sus instituciones y extender sus libertades colectivas. Al igual que las democracias griegas, surgieron, por lo general, como una organización revolucionaria que había arrancado su libertad al príncipe u obispo gobernante con métodos de insurrección».

Novack recurre al estudio de J. W. Thompson sobre la comuna de Laón durante 1112, en el norte del Estado francés:

«Un populacho siempre preparado para la lucha, obispos siempre usurpando los derechos reales por un lado y las libertades de la comuna por otro; una gran y sangrienta insurrección, una venganza más sangrienta por parte de los nobles; una gran conflagración; una gran masacre –tales son, en resumen, los anales de Laón. El obispo de Laón, Grandi, mal sucesor de una línea de malos obispos, que juró observar la carta que había vendido cara a los ciudadanos, la violó tan pronto como pudo y de todas las formas posibles, y fue degollado en recompensa»9.

Poco después y por citar un solo ejemplo de las resistencias comunales en la complejidad social de los siglos XV en adelante, asistimos a la revolución husita síntesis de lucha nacional interclasista y de lucha de clases contra la propiedad eclesiástico-feudal. Krevelev aporta un análisis más preciso entre la dialéctica de lo religioso, lo nacional y lo social, necesario para entender el contenido y el papel de la práctica comunal de la izquierda del husismo:

«El contenido nacional del movimiento consistía en la lucha de todo el pueblo checo contra la opresión del poder imperial alemán y contra el dominio de los nobles alemanes. En el sentido de clase el movimiento fue variado y contradictorio, lo que al fin y al cabo lo condujo a la derrota: los intereses de los artesanos urbanos, de los mineros y del campesinado no coincidían con los intereses de los propietarios de las tierras y de los grandes comerciantes, que encontraban una lengua común no sólo con la iglesia católica, sino también con las autoridades alemanas. Dentro de los límites en los que conservaba la unidad nacional checa actuaba también la forma religiosa anticatólica del movimiento. En las proclamaciones de Juan Zizka, que exhortaban al exterminio de los alemanes, éstos fueron considerados como el engendro y la encarnación del anticristo. Los husitas se denominaban a sí mismos pueblo de dios, a Bohemia tierra prometida y a los adversarios moabitas, edomitas y filisteos. Como se ha dicho ya, la consigna religiosa principal que unía a todas las fracciones del movimiento, fue la exigencia de comulgar bajo las dos especies»10.

Cristina Granda, tras afirmar que el husismo fue el «mayor movimiento herético de la Edad Media», sostiene que en el plano social hasta el cuarenta por ciento de la población de Praga estaba formado por «desposeídos urbanos» enfrentado a un patriciado en su mayoría alemán, así como la existencia de una frecuente oposición del campesinado contra las ciudades; un campesinado checo que aguantaba sobre sus espaldas el hecho de que el alto clero de ortodoxia romana y latina era propietario de un tercio de las tierras checas. En estas condiciones no es de sorprender que, además de la reivindicación de la lengua y cultura checas asumida incluso por los sectores más reformistas del husismo, también y sobre todo el movimiento popular y más radical, el taborita y el picardo, desarrollaran: «una organización de tipo comunal, sin propiedad privada, y subsistían de lo que tomaban a sus enemigos»11.

La parte más radical del movimiento, según Holmes, fueron los taboritas que: «también eran revolucionarios sociales […] el establecimiento de la igualdad, del comunismo incluso, y el derrocamiento del orden social establecido eran tan importantes como la reforma religiosa»12. Recordemos que el cuarto de los Cuatro artículos de Praga consistía en la reinstauración de la pobreza eclesiástica, devolviendo al pueblo sus enormes riquezas y pasando a vivir los eclesiásticos de las atribuciones voluntarias de la comunidad de los fieles, este último punto cortaba de raíz el poder de la Iglesia católica13. Aunque este movimiento, al decir de J. L. Martín, supo granjearse el apoyo nobiliario «mediante la secularización de los bienes eclesiásticos y su entrega a los nobles locales», no por ello abandonó las reivindicaciones sociales14. Uno de los factores que precipitaron su inicial unidad nacional fue que los ejércitos cruzados lanzados contra ellos por Roma y el imperio alemán asesinaban a todos los que oían hablar en checo, sin investigar si eran husitas o no15.

3. DEL SIGLO XVII AL SIGLO XVIII

La heroicidad husita y su filosofía, así como la de otros movimientos menos conocidos, no se perdieron sino fueron readaptadas posteriormente por las clases explotadas que tomaban lo mejor de las tradiciones revolucionarias y lo aplicaban a sus luchas contra el incipiente capitalismo: la consigna Omnia sunt communia, «Todo es común»16, provenía del movimiento revolucionario anabaptista, grupo político-religioso europeo del primer tercio del siglo XVI que seguía las tradiciones igualitarias del pasado, del mismo modo que en la mitad del siglo XVII los campesinos ingleses ocupaban –socializaban, en términos actuales– las tierras baldías y las volvían productivas, siendo llamados por ello «cavadores»17. Pero a la izquierda de los cavadores presionaban los «levellers» o niveladores, con ideas protosocialistas para la época: «nacionalización de los bienes del rey, del clero y de las empresas comerciales, mínimo vital, puesta de los bienes nacionalizados al servicio de la colectividad, política de grandes trabajos y explotación, bajo el control del Estado, de las tierras por cooperativas»18. Estas y otras ideas rozaban el protosocialismo aunque no podían romper con el ambiente utopista de la época, y sirvieron pese a ello para la formación posterior de los muy perseguidos ricardianos de izquierda que se acercaron al marxismo, y en el que se integraron muchos de ellos.

Ahora naveguemos al Caribe del siglo XVI en donde la explotación y opresión era tan salvaje que frecuentemente los esclavos se echaban a la mar para buscar refugio en las montañas del Departamento Oriental de Cuba, respondiendo las autoridades españolas organizando expediciones para localizar19 sus comunidades. El malestar latente había dado el salto cualitativo a acciones de resistencia ya antes de 1524, generalizándose una larga lucha de resistencia con fases de ferocidad extrema hasta 1550, cuando los indios lograron concesiones significativas. Aún y todo así quedaron algunas zonas comunales liberadas por indios y por esclavos negros sublevados. Resulta ilustrativo que los españoles utilizaran a otros indios para reprimir a sus compatriotas20. Los primeros esclavos negros fueron introducidos en 1511 y su primera sublevación reportada por escrito, es decir, constatada oficialmente, estalló en 1533 y en 1538 se dio otra sublevación en unión con indios cubanos y yucatecos, igual que otras en aquella época21.

G. La Rosa ha estudiado los complejos y efectivos sistemas de lucha y resistencia, de una verdadera guerra de guerrillas de los esclavos organizados en palenques muchas veces contando con el apoyo indio, en grupos relativamente reducidos de entre 20 y 50 hombres y mujeres, casi nunca más. El sistema era tan efectivo que fracasaban reiteradamente las operaciones represivas llevadas a cabo por fuerzas especialmente preparadas. El poder español era consciente de que para vencer a la democracia comunal de los y las insurrectas en armas necesitaba un salto cualitativo en su doctrina militar, de modo que en 1599 el capitán Bernardo de Vargas Machuca22 publica la primera doctrina de contrainsurgencia conocida, en la que analiza los métodos y tácticas posibles integradas en la estrategia recomendada por la doctrina contrarrevolucionaria, planificación imprescindible viendo la efectividad de las resistencias comuneras insurrectas. En un texto al que volveremos, M. Fernández Pereira resume muy bien esa «lucha popular de resistencia»23.

Aun así, y avanzando en el tiempo, alrededor de 1875 las fuerzas especiales sólo pudieron certificar como destruidos el 17% del total de palenques entonces descubiertos y señalados, lo que indica que, primero, la resistencia de los palenques fue lo suficientemente fuerte y eficaz como para vencer en el 83% de los enfrentamientos; y que, segundo, existían otros palenques no localizados24. Además, los esclavos libres eran muy conscientes del papel colaboracionista de otros esclavos, no de todos, que no se atrevían a escaparse prefiriendo vivir en la opresión, y sobre todo del papel de algunos libertos que incluso participaban en las ofensivas militares contra los palenques a cambio de un sueldo25. Las contradicciones dentro de los pueblos explotados eran parte de la dialéctica de la guerra.

Cuando los esclavos libres atacaban las haciendas blancas no dudaban en provocar, denunciar y amenazar a los «esclavos obedientes»26, pero también tenían relaciones secretas con estos esclavos y con los libertos para organizar sublevaciones y aumentar el número de los liberados, si bien muchas de éstas eran descubiertas con antelación por los amos gracias a alguna delación, como fue el caso del intento de agosto de 1837 en la hacienda Ojo de Agua del partido de Tiguabos27. Es decir, dentro de la lucha de liberación de los indios y esclavos existía una especie de «guerra civil» entre ellos y ellas mismas, entre los libres y los colaboracionistas: por un lado, quienes luchaban por la libertad, por el contrario, quienes luchaban por mantener la opresión, la explotación.

4. EL SIGLO XIX

Como se ve, nos saltamos una inabarcable lista de resistencias y rebeliones más o menos sostenidas en organizaciones comunales de diversos tipos. Tampoco hace falta que citemos a Marx cuando ya en sus primeros textos defiende decididamente tanto el derecho consuetudinario en defensa de la propiedad comunal como los métodos ilegales –«el robo de leña»– para recuperarlos luchando contra la represión. Mientras Marx defendía el derecho de los pueblos a recuperar los bienes comunales con cualesquiera métodos, incluidos los «ilegales», en lo que hoy es EE.UU. se endurecían las guerras de las naciones indias contra las sucesivas invasiones blancas que llevaban una arma de destrucción masiva desconocidas por los aborígenes, el dinero y la mercancía:

R. Wright explica que:

«Los valores religiosos de los indios empezaron a corroerse desde el momento mismo en que comenzaron a cazar para conseguir moneda extranjera en vez de sustento. Si existía el pecado en las creencias nativas era precisamente éste, tal como había advertido el Dueño de la Vida al profeta delaware: No vendan lo que he colocado en la tierra como alimento»28.

Prácticamente casi todos los pueblos que empezaban a sufrir el envenenamiento moral y socioeconómico producido por el dinero –y por el alcohol adulterado– llevado por los europeos, reaccionaron de forma parecida. Muchas de las utopías sociales europeas que surgieron desde el siglo XVI en adelante y que fueron la base del socialismo utópico posterior, se alimentaron en parte de estas y otras prácticas antimercantiles y comunalistas de los pueblos que no europeos.

No es sorprendente entonces que para finales del siglo XVIII los indios experimentaran el poder destructor del dinero y se negaran a usarlo, proponiendo a los blancos que se lo ofrecían como dádivas y regalos de buena voluntad en las negociaciones sobre las tierras, que en vez de gastarlo de esa manera, en vez de gastarlo masivamente en armas poderosos ejércitos para atacar a los indios, en vez de todo eso, repartieran ese dinero entre los blancos pobres para que pudieran comer ya que según los propios indios:

«Para nosotros el dinero no sirve y para la mayor parte de nosotros es desconocido. Y como ninguna consideración puede inducirnos a vender las tierras en las que logramos el sustento para nuestras mujeres y nuestros hijos […] Dividid por tanto esa gran suma de dinero que nos habéis ofrecido, entre esas gentes»29.

En el debate sostenido entre un predicador cristiano de Massachusset y Chaqueta Roja en 1805, éste le respondió al cristiano:

«Les dimos maíz y carne; ellos nos dieron veneno a cambio […] También trajeron licor para utilizarlo contra nosotros. Era fuerte y poderoso y ha matado a miles. […] Decís que habéis sido enviados aquí para instruirnos sobre cómo adorar al Gran Espíritu de manera agradable para él, y que si no hacemos nuestra la religión que vosotros, los blancos, nos enseñáis, seremos desdichados para siempre. ¿Cómo sabremos que es verdad? Nosotros… sólo sabemos lo que vosotros nos decís acerca de ella. ¿Cómo sabremos qué es lo que hay que creer al ser tan a menudo engañados por el pueblo blanco? […] Decís que no hay más que una forma de adorar y de servir al Gran Espíritu. Si no hay más que una religión, ¿por qué vosotros los blancos no os ponéis de acuerdo sobre ella?… […] Nunca disputamos por la religión»30.

Este debate tuvo lugar en 1805 pero setenta años más tarde, en 1876 varias naciones indias derrotaron al ejército yanqui en la batalla de Little Big Horn, en tierras sagradas para los nativos porque corrió la voz entre los invasores había oro en ellas. Rápidamente aumentó la riada de mineros, colonos, cazadores, predicadores, comerciantes de armas y alcohol, proxenetas y fugitivos de la ley, en síntesis: «El oro había atraído desde hacía mucho tiempo a los mineros y los colonos hacia Colorado y había encolerizado a los cheyennes […] Las diferencias tradiciones que separaban a las diferentes tribus indias se desvanecieron ante el sentimiento de injusticia e ira compartido»31. Tras la derrota yanqui, la venganza del colonialismo fue estremecedora. Comprendemos entonces que en la década de 1880, en una gira por Europa el jefe de los sioux hunkpapa, Toro Sentado, declararse que «El hombre blanco sabe hacerlo todo, pero no sabe cómo distribuirlo»32.

Simultáneamente se producían en Asia una serie de revueltas y guerras populares de las que sólo vamos a citar tres: la revolución de los T’aip’ing de 1851 en la que las masas «confiscan y reparten tierras de modo igualitario y colectivo inspirándose en el sistema antiguo de campos repartidos en nueve proporciones iguales […] Las mujeres reciben una parte igual a la de los hombres. La proclama de la ley agraria refleja el colectivismo»33.

La rebelión del pueblo santal en la India de 1855 contra la alianza de los ocupantes británicos con los terratenientes que «podían apoderarse de las tierras comunales […] Además de ser una democracia directa e igualitaria, los santal no era invasores, no tenían ambiciones de más tierras y no conocían casta sacerdotal pues eran animistas. Estos valores parecía que eran generales a todas las comunidades Adivasis (las originarias antes de la llegada de los primeros invasores vedas), a las que pertenecen los santal»34. Y la conocida como rebelión de los cipayos en la India de 1857 sobre la que Marx opinó muy duramente contra la atroz brutalidad represiva británica.

Los escritos sobre el colonialismo de Marx y Engels reflejan la radicalización de sus ideas anticoloniales conforme acceden a más información fidedigna que actualiza la importancia de lo comunal en las fuertes resistencias populares, lo que K. B. Anderson define como «el “otro” no occidental: India, China, Rusia»35. Podemos decir que una de las fuerzas objetivas que más ha impulsado el desarrollo del pensamiento de Marx y Engels, ha sido el conjunto de rebeliones anticoloniales relacionadas con la autoorganización comunal: ¿cómo comprender si no la importancia teórica de su concepto de «modos nacionales de producción precapitalista» centrados en buena medida en la propiedad comunal de la tierra, de la pequeña agricultura, del artesanado, etc., empleado en el Vol. III de El Capital36 para estudiar los efectos anticapitalistas de las duras resistencias anticoloniales?

No hace falta insistir en que la importancia que da Marx a la resistencia de las sociedades comunales en este Vol. III es exactamente la misma que les da en el Vol. I cuando expone la acumulación originaria del capital y entre muchos ejemplos cita el del papel del ejército carolingio para imponer la servidumbre y el vasallaje a los campesinos anteriormente libres37, así como el proceso de privatización burguesa de los «bienes comunales», en cursivas por el propio autor que insiste en que son diferentes a los «bienes de dominio público». Marx aclara que: «El progreso aportado por el siglo XVIII consiste en que ahora la propia ley se convierte en vehículo de esta depredación de los bienes del pueblo»38, también en cursivas de Marx. Lo que se define un poco abstractamente como «lo común» está muy bien analizado en este Vol. I como lo explica Ch. Fajardo39.

Pero para el objetivo de este artículo, la tesis más radical y decisiva de Marx sobre la propiedad comunal es esta: «Ni la sociedad en su conjunto, ni la nación ni todas las sociedades que coexistan en un momento dado, son propietarias de la tierra. Son, simplemente, sus poseedoras, sus usufructuarias, llamadas a usarla como boni patres familias y a transmitirla mejorada a las futuras generaciones»40. O sea, para Marx y el marxismo los bienes comunales son los bienes del pueblo en cursivas nuestras, pero no en un sentido limitadamente presentista, no de las generaciones actuales, sino como propiedad comunal permanente de las generaciones futurasLa carga radical, ética y política, es decir, comunista, de esta tesis fundamental es inaceptable para el ecologismo reformista. Si la naturaleza es un bien común permanente de la humanidad, que las generaciones actuales debemos mantener y mejorar para las futuras, y éstas para las siguientes, y así siempre, entonces ¿no tenemos que organizarnos comunalmente para defender y mejorar lo común, que es lo definitorio de nuestra especie: la naturaleza? ¿Qué es y qué significa para los pueblos trabajadores el eco-comunismo?41

¿Cómo ignorar entonces los textos de Marx y Engels sobre la Comuna de París de 1871, y algo más tarde la autocrítica de Engels al reconocer su error y el de Marx abusando del término Estado cuando debían haber utilizado el de Comuna? Las tesis de Marx sobre el valor de las cooperativas para el avance al socialismo fueron confirmadas por su gran papel en la Comuna, como indica P. Marcuse42, tesis que venían precedidas por la tarea inmensa de Marx, Engels y otros y otras muchas revolucionarias en la lucha teórica y política contra el cooperativismo interclasista y reformista en la I Internacional43. ¿Y qué decir de sus reflexiones últimas sobre las formas de propiedad en las sociedades antiguas y sobre el papel de las comunas campesinas rusas como posibles fuerzas aceleradoras del tránsito al socialismo según fuera rápida o lenta la evolución del capitalismo? En 1882 Marx viaja a Argelia y queda impresionado por la cultura societaria e igualitaria argelina.

Un año después, justo cuando fallece Marx, se produce un potente movimiento musulmán al sur de Sahara. Según Pilar Lacuna, el Islam sufí era una cultura ligada a los modos populares de acción política regida por el principio de igualdad, de resistencia al poder, de recuperación de los lazos de solidaridad social de modo que «el resultado de esta concepción del mundo y de lo político produce un sentido comunitario muy fuerte, donde el hombre forma parte de un todo, del que se nutre y del que es responsable»44. Recordemos que para el Islam la tierra es propiedad de Allah, la imagen idealizada y abstracta del bien colectivo.

5. EL SIGLO XX

Mientras tanto, en una amplia zona del sur de África no islámica la dura invasión holandesa de la segunda mitad del siglo XVII empezaba a generar lo que sería la resistencia bosquimana. Esta nación de pueblos varios, es tenida como la directa heredera de los primeros homo sapiens en África, y ha vivido en tierras comunales codiciadas por todas las burguesías. Siempre han rechazado la privatización de su tierra y recursos, sobre todo de los diamantes. Las mujeres han tenido y tienen un poder muy sólido en las comunidades. Desde 2002 se multiplicaron los ataques para expulsarlos, pero para 2006 su resistencia empezaba a ser conocida en el mundo a raíz de una victoria en los juzgados de Botsuana, lo que provocó un endurecimiento de la represión que llegó a prohibir en 2022 el enterramiento de un anciano en las tierras comunales ancestrales45, lo que no hace sino ampliar su resistencia.

La ley del desarrollo desigual y combinado explica por qué un pueblo que vivía en el paleolítico hasta hace menos de un siglo, ahora es capaz de utilizar en su defensa las leyes represivas de los invasores. Esta lección histórica es más frecuente de lo que creemos como se comprueba en las resistencias de los pueblos campesinos que se enfrentaban al colonialismo que les introduce a la fuerza en la barbarie capitalista lo que hará que una y otra vez se actualice el debate sobre las formas de organización obrero-campesina en especial durante el tránsito del colonialismo al imperialismo. Las mutuas, cooperativas, asociaciones y clubs, etc., de las «clases laboriosas» tan bien estudiadas por E.P. Thomson en el caso inglés, van dando forma a la «cultura radical»46 que será una de las bases sobre la que se irán formando junto con otras experiencias, el socialismo y el comunismo utópicos, el anarquismo y por fin el comunismo marxista, desembocando desde inicios del siglo XX en comunas, consejos, soviets, etc., que siempre tienen como eje la Comuna de 1871 y la memoria campesina, como se vio en la revolución rusa de 1905.

Llegados a este punto es necesario citar la carta a su familia de un campesino ruso escrita en las trincheras de la I GM poco antes de la revolución de 1917:

«Querido compadre, seguramente también allí han oído hablar de bolcheviques, de mencheviques, de social-revolucionarios. Bueno, compadre, le explicaré que son los bolcheviques. Los bolcheviques, compadre, somos nosotros, el proletariado más explotado, simplemente nosotros, los obreros y los campesinos más pobres. Éste es su programa: todo el poder hay que dárselo a los diputados obreros, campesinos y soldados; mandar a todos los burgueses al servicio militar; todas las fábricas y las tierras al pueblo. Así es que nosotros, nuestro pelotón, estamos por este programa»47.

Comprendemos así la brutalidad de la contrarrevolución capitalista para destruir la URSS, pero la entendemos aún mejor al leer las dos siguientes citas: en la primera Lenin hace un muy detallado listado de bienes comunes que la insurrecta República de los Consejos de Baviera de 1918 ha de recuperar urgentemente para asegurar la victoria revolucionaria. Lenin pregunta a los y las comuneras:

«…si han formado los Consejos de los obreros y sirvientes por sectores de la ciudad, si han armado a los obreros, si han desarmado a la burguesía, si han aprovechado los almacenes de ropa y de otros artículos y productos para ayudar inmediata y ampliamente a los obreros, sobre todo a los braceros y a los campesinos pobres, si han expropiado las fábricas y las riquezas a los capitalistas en Munich, asimismo las haciendas agrícolas capitalistas de sus alrededores, si han abolido las hipotecas y el pago de arriendo para los pequeños campesinos, si han duplicado o triplicado los salarios a los braceros y a los peones, si han confiscado todo el papel y todas las imprentas con el objeto de editar octavillas populares y periódicos para las masas, si han implantado la jornada de seis horas para que los obreros dediquen otras dos o tres a la gestión pública, si han estrechado a la burguesía de Munich para alojar inmediatamente a los obreros en casas ricas, si han tomado en sus manos todos los bancos, si han tomado rehenes de la burguesía, si han fijado una ración de comestibles más elevada para los obreros que para la burguesía, si han movilizado totalmente a los obreros para la defensa y para hacer propaganda ideológica por las aldeas de los contornos. La aplicación, con la mayor prontitud posible y en la mayor escala, de estas y otras medidas semejantes, conservando los Consejos de los obreros y de los braceros, y, en organismos aparte, los de los pequeños campesinos, su iniciativa propia, deben reforzar la situación de ustedes. Es necesario establecer un impuesto extraordinario para la burguesía y conceder a los obreros, a los braceros y a los pequeños campesinos, en seguida y a toda costa, una mejoría real de su situación»48.

Si impresiona por su exhaustividad esta visión totalizante de los bienes comunes desde la perspectiva marxista, también es impresionante esta sucinta definición de lo común hecha por Trotsky en otro momento crítico, poco antes de una batalla decisiva en la que el Ejército Rojo podría recuperar o perder para siempre una amplia zona geoestratégica, la del Volga y el Ural: «…se trata de saber a quién pertenecerán las casas, los palacios, las ciudades, el sol, el cielo: si pertenecerán a las gentes del trabajo, a los obreros, a los campesinos, los pobres, o a la burguesía y los terratenientes, los cuales han intentado de nuevo, dominando el Volga y el Ural, dominar al pueblo obrero»49. En el fondo, este era el mismo ideal de otras muchas luchas, como la de la Comuna de Helsinki de 1918, las de Asturias y Viena de 1934, de Donostia de 1936, etcétera.

Para ir concluyendo, Ho Chi Min siempre se preocupó por cuidar el trato que los comunistas debían tener con el campesinado. En Doce recomendaciones escribe seis prohibiciones y seis recomendaciones, sobre cómo relacionarse con un campesinado que en 1948 defendía sus tierras y bienes comunes codiciados por franceses, japoneses, de nuevo franceses y por fin norteamericanos, por sus aliados y colaboracionista vietnamita:

«1. No hacer nada que pueda dañar las tierras o las cosechas de la población, ni sus casas o pertenencias […] 4. No faltar jamás a nuestra palabra. 5. No cometer ofensas contra las costumbres y creencias populares. 6. No hacer ni decir nada que pueda hacer pensar a la población que la menospreciamos. […] 1. Ayudar activamente a la población en sus trabajos cotidianos… 2. Cuando sea posible, hacerle la compra a la gente que vive lejos de los mercados… […] 4. Enseñar el alfabeto y las nociones de higiene cotidiana. 5. Estudiar las costumbres regionales para comprenderlas bien y ganarnos la simpatía de los pobladores […] erradicando poco a poco de sus mentes las supersticiones. 6. Mostrar al pueblo que somos correctos, trabajadores y disciplinados»50.

Las y los campesinos vietnamitas pusieron sus vidas y bienes comunales al servicio de la liberación logrando que la guerrilla se moviera por la jungla como el pez en el agua. No fueron las únicas medidas comunistas: Ho decretó que las empresas que destilaban alcohol de arroz cedieran la mayor parte de su arroz para la alimentación del pueblo, reduciendo mucho la producción de licor; también decretó que los ricos debían ceder las habitaciones más amplias, limpias y luminosas de las mansiones para educar en ellas al pueblo sometido a la ignorancia, etc. Desde la concepción materialista y científica la salud y la educación que en sí van unidas, son bienes comunes básicos inconciliables con el derecho burgués a sus borracheras en sus grandes mansiones.

La experiencia no sólo del siglo XX en todo lo relacionado con la autoorganización de las clases y naciones explotadas para avanzar hacia la destrucción de la propiedad privada y la instauración de la propiedad comunal, comunista, sino de toda la historia de la lucha de clases y también de lo que va del siglo XXI, es que las llamadas «estructuras populares»51 son decisivas para avanzar en la revolución, como se aprecia estudiando el muy necesario artículo que acabamos de citar. Arriba nos hemos referido al primer texto de contrainsurgencia elaborado en 1599 por un invasor español en Nuestramérica, pues bien, uno de sus objetivos era el de acabar con esas «retaguardias populares» como lo sigue siendo hasta hoy día en todas las mejoras de las doctrinas contrarrevolucionarias.

6. EL SIGLO XXI

En verano de 2005 la situación social en Bolivia había llegado a un punto límite desde que en 2000 el movimiento popular crecía luchando por la recuperación de dos de los bienes comunes básicos: el agua y el gas en proceso de privatización y venta a empresas extranjeras. En una de las asambleas populares tan frecuente durante las dos semanas de huelga general que paralizaron La Paz, un representante en una de ellas apuntó directamente al nudo gordiano: «El pueblo debe ser gobierno. Hay que unirnos todos para ser gobierno». Las «juntas vecinales», especie de soviets de barriada que representan a hombres y a mujeres obreras, artesanas, campesinas e indígenas, convocan a la autoorganización de asambleas populares representadas por cargos elegidos para momentos concretos y revocables destinados a «ejercer el poder en sus respectivos territorios, organizar el suministro de alimentos y preparar a los hombres y las mujeres, jóvenes y niños en la autodefensa y la previsible lucha contra el ejército y la policía»52.

La preparación para la justa violencia defensiva es siempre una necesidad crítica de la democracia comunal, al margen ahora de sus niveles y formas. Su olvido o negación sólo trae desgracias además de que refuerza el nefasto pacifismo con el que la burguesía paraliza e idiotiza a las clases explotadas. Algo tan imprescindible para la democracia comunal como la recuperación de bienes, locales, fábricas, campos, hospitales, armas, etc., depende en buena medida de la demostración de fuerza material y moral que haga el pueblo trabajador en todo momento, demostración muy relacionada con la certidumbre que tenga el pueblo de su propia capacidad de resistir y vencer a la violencia injusta de la clase dominante, a la represión y a sus ejércitos. La experiencia venezolana en los momentos simultáneos al 2005 boliviano que acabamos de ver, así lo confirma53, entre otras cosas porque el desarrollo del capitalismo a comienzos del siglo XXI demostraba que las clases y naciones explotadas entienden los bienes comunales de manera antagónica a la burguesa.

Según todo los expuesto hasta aquí: no sólo es que «Los bienes comunales no pueden entenderse ya en el sentido restringido de bienes agrarios, sino que deben englobar bienes tales como el medio ambiente, el aire puro, los espacios públicos en las ciudades, el patrimonio histórico o el conocimiento»54, lo cual es cierto, sino que además deben incluir los medios de autodefensa contra la represión y contra la violencia injusta de los ejércitos de las clases dominantes creados para privatizar y mercantilizar la vida y el mundo entero. Una democracia comunal sin poder comunal de autodefensa está condenada a la muerte a manos de la violencia estructural capitalista e imperialista.

Debemos empezar caracterizando el contexto militarizado hacia una guerra mundial que se agudiza en esta «gran recesión» de la llamada por algunos «quinta fase de Kondratiev»55 en una economía de la «inseguridad» y del imparable empobrecimiento social. La tendencia al incremento de represiones, guerras, derechización, fascismo, gasto incontenible en armas, etc. también es argumentada por otros autores56. De las múltiples experiencias actuales a las que podemos acudir, hemos escogido la venezolana porque este heroico pueblo es el que más pretende avanzar al socialismo mediante la democracia y el poder comunales, a pesar de la impresionante serie de agresiones imperialistas y sin entrar a cuestiones como las de la política económica57 reciente porque no es el objeto de este texto, aunque sí debemos insistir en que el «espíritu de la comuna»58 es imprescindible para el avance al socialismo, tanto en Venezuela como en el mundo.

Estamos de acuerdo en lo exacto que es decir que Venezuela está sometida por el imperialismo a un «golpe de Estado permanente»59 y derrotar este golpe permanente exige fortalecer al máximo el poder y la democracia comunal, el Estado-comuna si lo queremos llamar así, como multiplicador de la fuerza para asegurar el camino al socialismo. Además, este multiplicador se vuelve exponencial con la alianza estratégica cívico-militar-policial, con su Doctrina de defensa integral en una guerra popular de resistencia60. La «defensa integral» es la respuesta necesaria a la doctrina imperialista de «guerra integral»61 tan bien descrita por autores venezolanos y en la que no podemos extendernos aquí. A su vez, la alianza cívico-militar-policial, la milicia bolivariana así como la fuerza del pueblo comunero, organismos en los que es muy importante la participación de la mujer62, no hubieran podido desarrollarse si Venezuela no se hubiese independizado de las cadenas militares que le esclavizaban al Pentágono expulsando a la Misión Militar de Estados Unidos63 tras el fallido golpe de Estado de 2002, el sabotaje petrolero y el paro empresarial de 2002-2003.

Nunca se valorará en su cualitativa trascendencia la expulsión de la Misión Militar yanqui y la conquista de la independencia político-militar sin la cual la revolución bolivariana habría sido exterminada en sangre, como lo fue la rebelión popular llamada del Caracazo en 1989 contra el salvaje neoliberalismo impuesto por EE.UU. con el apoyo de la burguesía venezolana. Las dramáticas lecciones que extrajo el pueblo trabajador de aquella masacre así como del fracaso del intento militar de 1992, abrieron el camino para la derrota de la contrarrevolución de 2002-2003. El posterior desarrollo del poder y de la democracia comunal aprendió de esas luchas de masas y fue una de las fuerzas centrales en la derrota de las guarimbas fascistas de 2013, 2014, 2017 y 201964, así como de la rápida derrota de la débil guarimba de 2024, aunque no por ello menos criminal.

En febrero de 2019 «The Economist», el diario vocero del sector más duro del imperialismo, advertía inquieto que cada vez más franjas de la juventud norteamericana empezaban a preguntarse sobre el socialismo lo que era un indicio sobre la tendencia al alza de dos procesos: uno, las reformismos llamados «duros» comenzaban a hacerse oír dentro del Partido Demócrata como anzuelo para atar en corto la radicación revolucionaria de sectores de base del partido; y otro el fortalecimiento de jóvenes izquierdas varias enfrentadas al Partido Demócrata, en las entrañas del imperialismo65. El bajón en las movilizaciones impuesto por la pandemia en 2020 y comienzos de 2021 no ha detenido la recuperación de la lucha de clases: a finales de 2023 se hablaba del «regreso de la huelga»66 y del futuro previsible en EE.UU. de esa herramienta de lucha. En lo que va de 2024 la tendencia no se ha detenido e incluso se ha expandido a las ocupaciones de universidades protestando contra el genocidio sionazi contra Palestina.

Repasemos muy rápidamente la importancia para la humanidad de las luchas en tres continentes decisivos en la defensa de la propiedad y democracia comunal y en las lecciones que nos aportan a la clase obrera de los Estados imperialistas: África, India y Nuestramérica. En muchas partes de África, el malestar antioccidental creciente se refuerza con las movilizaciones de masas que, en muchos países, exigen mejoras sociales urgentes. El caso de Kenia67 es muy ilustrativo porque ejemplariza una dinámica muy amplia que desborda a África, tal como lo reconoce el propio FMI al aceptar que aumentan las protestas68, contra esta cueva de vampiros en muchos lugares. Pero lo más importante es que resurge entre las masas africanas la memoria de líderes asesinados por el imperialismo, como Sankara69.

En el subcontinente indio las muchas acciones populares se intensificaron desde 2020 en adelante cuando una gigantesca huelga general a comienzos de 2020 movilizó a alrededor de 250 millones de personas según algunas estimaciones70, siendo las luchas de decenas de millones de campesinas71 el eje sobre el que gira la «revolución masiva de los agricultores»72 indios que va coordinándose con otras facciones de las clases trabajadoras del país. Recordemos que el campesinado indio conserva aún hábitos comunales que han mantenido a pesar de las presiones de la agroindustria para privatizarlos. Para aplastar al pueblo y su cultura, y privatizar lo que queda de propiedad comunal, la burguesía india, reaccionaria e islamófoba, intensificó desde 2023 los ataques a la democracia, la austeridad en los ya parcos gastos públicos y ayudas sociales, a la vez que multiplicaba los gastos militares y represivos73. Pues bien, pese a las resistencias, el endurecimiento de la represión y del militarismo ha empobrecido a las masas trabajadoras tanto que ahora viven peor que en los momentos de gloria del intenso saqueo británico, del Raj74.

Se notará que no estamos haciendo ninguna referencia a los Estados que ahora transitan de algún modo al socialismo, con más o menos dificultades pero con logros innegables. No lo hacemos porque desbordaríamos los estrechos límites de esta ponencia, pero si debemos reivindicar la superioridad cualitativa del socialismo chino sobre India. Nos queda, por último, Nuestramérica. Según C. Katz puede que estemos saboreando la fase de «la nueva resistencia popular»75 que parece que levanta cabeza en muchos pueblos y Estados. Ahora bien, esta esperanza ha de estar preparada para vencer a la reacción del imperialismo que llegará a ser salvaje conforme vaya perdiendo una a una las riquezas que explota fuera de Nuestramérica, por lo que es fundamental extraer las lecciones terroríficas de las derrotas impuestas por los golpes de Estado76 al menos desde 1954.

En estas condiciones la militarización vuelve a ser la solución última, o primera y única77, que tienen EEUU y las burguesías fascistas para someter a Nuestramérica, pero también allí donde el imperialismo lo necesite. El aumento de las luchas por proyectos comunales plantea la esencia política de la «cuestión de la propiedad»78. La dialéctica de la praxis va de la clase-en-sí a la clase-para-si: la lucha por reformas salariales, sociales, democráticas, etc., puede ser derrotada o desactivada por la burguesía; pero la cosa empieza a ponerse mal cuando las reivindicaciones saltan a objetivos políticos y en especial a la creación del poder comunal y la destrucción del Estado, aparato vital para la dictadura de la propiedad privada. Esto es su condena a muerte y por eso jamás ha cedido pacíficamente su poder al proletariado, nunca lo ha hecho ni lo hará.

La «cuestión de la propiedad» anida en cualquier pequeña reivindicación aunque no se la vea a simple vista, va saliendo a la luz según se encorajina la lucha y toman cuerpo teórico y político los objetivos y pasos para destruir la propiedad privada que ata esa lucha al orden explotador. Una vez que se plantea acabar con el Estado burgués se acelera la urgencia de acabar con la propiedad capitalista: es inevitable. Entonces llega el momento en el que la democracia comunal se juega su destino: ¿destruirá la propiedad burguesa y su Estado o sólo lo reformará dando un descanso de oro al capital para que se recupere y contraataque aniquilándolo todo mediante el espanto y el terror?

IÑAKI GIL DE SAN VICENTE

EUSKAL HERRIA 17 de octubre de 2024

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NOTAS:

1 “El Problema de las Razas en América Latina”, Bs. As. 8 de Junio, 1929 (escrito por Mariátegui). «Informe sobre la situación en Bolivia 1929», Marxismo militante. Edit. Europa. La Paz. Bolivia. Nº 35 Abril 2005, pp. 102-107.

2 Entrevista con Tatuy-Tv: «Construcción del Estado Comunal y vía comunal al socialismo». 19 de septiembre de 2022. https://rebelion.org/construccion-del-estado-comunal-y-via-comunal-hacia-el-socialismo/

3 Democracia Comunal: Pensando la democracia comunal. Síntesis de los debates. Julio de 2023 https://pakitoarriaran.org/articulos/pensando-la-democracia-comunal-sintesis-de-los-debates

4 George Caffentzis y Silvia Federici: «Los bienes comunes contra y más allá del capitalismo». 7 de septiembre de 2024 https://www.lahaine.org/mundo.php/los-bienes-comunes-contra-y

5 Pedro Pierre: «Ubuntu es ser yo a través de los demás». 24 de marzo de 2023 https://rebelion.org/ubuntu-es-ser-yo-a-traves-de-los-demas/

6 F. Lara Peinado: «Mesopotamia». Historia de la Humanidad. Arlanza Ediciones. Madrid 2000. Tomo 3, p: 31.

7 Dionisio R. Gonzalo: «Utopía libertaria y movimientos campesinos». Días rebeldes. Octaedro. Barcelona. 2009, pp. 30-32.

8 D. R. Gonzalo: «Utopía libertaria y movimientos campesinos». Días rebeldes. Crónicas de insumisión. Octaedro. Barcelona 2009, p. 32.

9 George Novack: Democracia y revolución. Fontamara. Barcelona 1977, p. 49.

10 A. Kryvelev: “Historia atea de las religiones”. Júcar. Madrid 1982. Tomo I. Pág.: 315.

11 Cristina Granda Gallego: «El movimiento husita». Las herejías medievales. Historia 16. Madrid 1985. nº 66, pp. 26-31.

12 George Holmes: Europa: jerarquía y revuelta 1320-1450. Siglo XXI. Madrid 1984, p. 252.

13 Josef Macek: ¿Herejía o RevoluciónEl movimiento husita. Edit. Ciencia Nueva 1967, pp. 44-45.

14 José Luis Martín: Conflictos sociales en la E. Media. Historia 16. Madrid 1985. nº 158, p. 18.

15 Josef Macek: ¿Herejía o Revolución? El movimiento husita. Edit. Ciencia Nueva 1967, p. 47.

16 Espai en Blanc (Coord.) Luchas autónomas en los años sesenta. Traficantes de Sueños, 2008, p.8.

17 A. I. Volodin y E. G. Plimak, Las ideas revolucionarias de los siglos XVIII y XIX, Ed. Nacional de Cuba, 1968, p.35.

18 Jacques Droz: «Las utopías socialistas al albur de los tiempos modernos» Historia General del Socialismo. Destino. Barcelona 1976. Tomo I, p. 98.

19 Olga Portuondo Zúñiga: Entre esclavos y libres en Cuba Colonial. Edit. Oriente. Santiago de Cuba. 2003. P. 58.

20 Ramiro Guerra: Manual de Historia de Cuba. Ciencias Sociales. La Habana 1985, pp. 62-65.

21 Rafael L. López Valdés: Componentes africanos en el etnos cubano. Ciencias Sociales. La Habana. 1985. Pp. 19-21.

22 Mark Neocleous: Poder de la guerra, poder policial. Katakrak, Iruña 2023 pp. 70 y ss.

23 Menry Fernández Pereira: Guerra popular de resistencia. CESDI, Caracas, 2019, p. 69 y ss.

24 Gabino La Rosa Corzo: «Los palenques en Cuba: Elementos para su reconstrucción histórica». La esclavitud en Cuba. AA.VV. AC de Cuba. La Habana 1986, pp. 86-123.

25 Olga Portuondo Zúñiga: Entre esclavos y libres en Cuba Colonial. Edit. Oriente. Santiago de Cuba. 2003, pp. 159.

26 Olga Portuondo Zúñiga: Entre esclavos y libres en Cuba Colonial. Edit. Oriente. Santiago de Cuba. 2003., p. 170

27 Olga Portuondo Zúñiga: Entre esclavos y libres en Cuba Colonial. Edit. Oriente. Santiago de Cuba. 2003, p172.

28 Ronald Wright: Continentes robados. Anaya&Muchnik, Madrid. 1994, p. 278.

29 Wilburg R. Jacobs: El expolio del indio norteamericano. Alianza Editorial. Madrid 1973, p. 106.

30 Ronald Wright: Continentes robados. Anaya&Muchnik Madrid 1994, pp. 276-277.

31 AA.VV.: Técnicas bélicas de la época colonial 1776-1914. LIBSA, Madrid, 2012, pp. 91-93.

32 Ronald Wright: Continentes robados. Anaya & Muchnik Madrid 1994, p. 363.

33 Abel Rebollo: «La Revolución de los T’aip’ing». Días rebeldes. Octaedro. Barcelona 2009, p. 145.

34 Abel Rebollo: «La Rebelión o el Hool Santal». Días rebeldes. Octaedro. Barcelona 2009, p. 148.

35 Kevin B. Anderson: «No sólo el capital y la clase: Marx sobre las sociedades no occidentales, el nacionalismo y la etnicidad». De regreso a Marx. Bellaterra Edicions. Manresa, 2020, pp. 39-57.

36 Marx: El Capital. FCE. México 1973. Vol. III, p. 322-323.

37 Marx: El Capital. FCE. México 1973, Vol. I. p. 619.

38 Marx: El Capital. FCE. México 1973, Vol. I. p. 616.

39 Christian Fajardo: Lo común en el primer volumen de El Capital de Karl Marx. Revista Izquierdas. México. n.º 49, abril 2020, pp. 3005-3023 https://www.scielo.cl/pdf/izquierdas/v50/0718-5049-izquierdas-50-43.pdf

40 Marx: El Capital. FCE. México 1973. Vol. III. p. 720.

41 Petri Rekabarren: «Eco-comunismo e independencia». 22 de mayo de 2023 https://www.boltxe.eus/2023/05/eco-comunismo-e-independencia/

42 Peter Marcuse: «Cooperativas, ¿en la senda hacia el socialismo?» Monthly Review. Selecciones en castellano, 3ª época, nº 2, julio de 2016. Edición online.

43 Diego Farpón: «El cooperativismo en los textos de la I Internacional» (I y II) 16 y 17 de diciembre de 2020 https://loquesomos.org/el-cooperativismo-en-los-textos-de-la-primera-internacional-2a-parte/

44 Pilar Lacuna: «¿Y si la rebelión es Islámica? Jihad e Islam sufí al sur del Sáhara». Días rebeldes. Octaedro. Barcelona 2009, p.157-160.

45 SURVIVAL: «Botsuana: un juez se niega a permitir el entierro de un anciano bosquimano en su tierra ancestral en la RCKC». 15 de abril de 2022 https://www.survival.es/noticias/12881

46 E.P. Thomson: La formación histórica de la clase obrera. LAIA, Barcelona 1977, t. III, pp. 365 y ss.

47 Giuseppe Boffa: La revolución rusa. Era. México 1976. Volumen 2, p. 28.

48 Lenin: Saludo a la República de los Consejos de BavieraObras Completas. Progreso, Moscú 1984 Tomo 38, pp. 343-344.

49 Trotsky: «Los significados en la toma de Kazán en el curso de la guerra civil» Escritos Militares. Ruedo Ibérico. París. 1976. Tomo 1, p. 253.

50 Ho Chi Minh: “Doce recomendaciones”Escritos políticos. Ciencias Sociales. La Habana 1973, pp. 140-141.

51 Oficina Popular de Vivienda: «Estructuras populares: la retaguardia de la revolución». 4 de diciembre de 2020 https://www.lahaine.org/est_espanol.php/estructuras-populares-nla-retaguardia-de

52 Luís Ayada: «La revolución de las asambleas populares». Días rebeldes. Octaedro. Barcelona 2009, p. 311.

53 AA.VV: “Hegemonía y emancipación. Fábricas recuperadas, movimientos sociales y poder bolivariano”, Milenio Libre. Caracas 2006, pp. 101-128.

54 César Roa Llamazares: Historias de la lucha por el común. Catarata. Madrid 2016, p. 166.

55 AA.VV.: El capitalismo del quinto Kondratiev. FCE. México 2023, pp. 260-304.

57 Pascualina Curcio: «Las contradicciones económicas en la revolución bolivariana». Debate sobre la economía venezolana. Universidad Simón Bolívar. IAEAL. Editorial Trinchera. Caracas. 2023. Pp. 221-248.

58 Miguel Mazzeo: «El espíritu de la comuna y la transición al socialismo. Reflexiones sobre la revolución bolivariana», 11 de septiembre de 2015.

59 Mario Sanoja Obediente / Iraida Vargas-Arenas: Del rentismo al socialismo comunal bolivariano. Prólogo de Pascualina Curcio. El perro y la rana, Caracas 2019, pp. 85-94.

60 Menry Fernández Pereira: Guerra popular de resistencia. CESDI, Caracas, 2019, pp. 155-165.

61 Pascualino Angiolillo Fernández y Astolfo Sangroniz Godoy: Intervencionismo y guerra integral.

62 Concepción Cruz Rojo: «Venezuela: mucho más que un pueblo en pie contra el fascismo». 7 de agosto de 2024. https://arborea-andaluza.org/venezuela-mucho-mas-que-un-pueblo-en-pie-contra-el-fascismo

63 Menry Fernández Pereira: El pensamiento estratégico del comandante supremo Hugo Chávez Frías. Prólogo de Adán Chávez Frías. Editorial Trinchera, Caracas 2023, pp. 139 y ss.

64 Movimiento Futuro: Guerra Cognitiva: un ataque a la paz de los venezolanos. Caracas. Septiembre 2024. Pp. 24-31.

65 Diego Sacchi: «“El ascenso del socialismo millennial”». 15 de febrero de 2019. https://www.izquierdadiario.es/El-ascenso-del-socialismo-millennial

66 Sharon Smith: «EEUU: El regreso de la huelga como herramienta de lucha y las perspectivas de futuro». 25 de noviembre de 2023. https://www.sinpermiso.info/textos/eeuu-el-regreso-de-la-huelga-como-herramienta-de-lucha-y-las-perspectivas-de-futuro

67 Agencias: «Kenia: Estallido social contra el aumento de impuestos para pagar al FMI» 2 de julio de 2024. https://www.lahaine.org/mundo.php/kenia-estallido-social-contra-el

68 Redacción: «The Economist alerta sobre las protestas contra el FMI en todo el mundo»19 de septiembre de 2024. https://rebelion.org/the-economist-alerta-sobre-protestas-contra-el-fmi-en-todo-el-mundo/

69 Iñurri Gorria: «Un fantasma recorre el continente africano: el fantasma de Thomas Sankara y del socialismo africano». 5 de octubre de 2024 https://www.boltxe.eus/2024/08/un-fantasma-recorre-el-continente-africano-el-fantasma-de-thomas-sankara

70 Juana Cobo: «India: Huelga general histórica contra la política reaccionaria del Gobierno de BJP». 15 de enero de 2020. https://www.izquierdarevolucionaria.net/index.php/internacional/asia/11928-india-huelga-general-historica-contra-la-politica-reaccionaria-del-gobierno-del-bjp

71 Capire: «Campesinas de la India: un año de intensas luchas». 7 de abril de 2022. https://viacampesina.org/es/campesinas-de-la-india-un-ano-de-intensa-lucha/

72 Joanna Giménez i García: «La revolución masiva de los agricultores indios». 8 de abril de 2023. https://www.elsaltodiario.com/india/revolucion-masiva-agricultores-indios

73 Keith Jones: «El presupuesto indio intensifica la austeridad para los trabajadores y aumenta el gasto militar». 6 de febrero de 2023. https://www.wsws.org/es/articles/2023/02/06/indi-f06.html

74 Washanta Rupasinghe: «La desigualdad en India es mayor hoy que en el apogeo del Raj británico». 30 de abril de 2024. https://www.wsws.org/es/articles/2024/04/30/edfb-a30.html

75 Claudio Katz: América Latina en la encrucijada global. Ciencias Sociales. La Habana 2024, pp. 275-289.

76 Jorge Molina Araneda: «La Derecha y los golpes de Estado en América Latina: Una Historia de Terror, Poder y Represión». 9 de agosto de 2024. https://kaosenlared.net/la-derecha-y-los-golpes-de-estado-en-america-latina-una-historia-de-terror-poder-y-represion/

77 Pablo Ruíz: «Análisis: EEUU y la Militarización de América Latina» 17 de noviembre de 2023. https://liberacion.cl/2023/11/17/analisis-eeuu-y-la-militarizacion-en-america-latina/

78 Hugo de Camps Mora: «Entrevista a César Rendueles: «“Los proyectos comunales vuelven a poner en el centro de la disputa política la cuestión de la propiedad”». 12 abril de 2024 https://ctxt.es/es/20240401/Politica/46144/cesar-rendueles-entrevista-hugo-de-camps-mora-ecosocial-proyectos-comunales-capitalismo-comuntopia.html

LA DEMOCRACIA COMUNAL HA DE TOMAR EL PODER PARA ACABAR CON LA PROPIEDAD PRIVADA por Iñaki Gil de San Vicente

 

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