Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2023/08/14/pers-a14.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Thomas Scripps 14.08.23
El empobrecido país de Níger en África occidental es el foco de conflicto más reciente en el reparto del mundo entre las potencias imperialistas. Las mismas cuestiones involucradas en la guerra entre la OTAN y Rusia en Ucrania —una disputa territorial, recursos estratégicos y cambios de régimen— están emergiendo en todo el mundo, en China y Taiwán, y ahora en la región africana del Sahel.
Si bien la situación se encuentra paralizada, se están elaborando preparativos para la que sería una devastadora guerra encabezada por el país más poderoso de la región, Nigeria, para tumbar a los líderes golpistas en Níger y reinstaurar al presidente Mohamed Bazoum. En una reunión de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO/ECOWAS, por sus siglas en francés e inglés) en la capital nigeriana de Abuya el jueves, los líderes acordaron activar una fuerza militar de reserva y amenazó que “ninguna opción ha sido descartada”.
Acordaron a imponer una nueva ronda de sanciones contra Níger, que ha sido objeto de apagones al ser aislado de la red eléctrica y ha visto un aumento del 60 por ciento en los precios de los alimentos en medio de un bloqueo y la paralización de sus activos y comercio.
Un conflicto involucraría toda la región. Senegal, Benín y Costa de Marfil ya se han comprometido a enviar tropas para ayudar a Nigeria. Malí, Burkina Faso y Guinea se han declarado a favor de los militares golpistas de Níger.
Detrás de la acción propuesta por ECOWAS, están las potencias imperialistas, que pretenden impedir que Rusia y China sigan introduciéndose en un continente cuya importancia estratégica está creciendo rápidamente. El declive a largo plazo de la posición económica de Francia en sus antiguas colonias de África occidental, que ha culminado en los últimos tres años en un dramático colapso de su presencia militar en Malí, Burkina Faso y ahora quizás Níger, ha abierto la región del Sahel a una intensa competencia geopolítica.
Bazoum era considerado un importante aliado de Occidente. Estados Unidos y las potencias europeas han respondido al golpe recortando la ayuda a Níger supuestamente proporcionada por motivos “humanitarios” de la que depende el 40 por ciento de su presupuesto gubernamental anual. Están decididos a proteger sus intereses cueste lo que cueste.
En declaraciones el martes tras unas “difíciles” conversaciones con los golpistas, la vicesecretaria de Estado interina de EE.UU., Victoria Nuland –veterana del golpe de Estado respaldado por EE.UU. en Ucrania en 2014—, amenazó: “Estaremos atentos a la situación, pero entendemos nuestras responsabilidades legales y se las expliqué muy claramente a los responsables de esto y que no es nuestro deseo ir allí, pero pueden obligarnos a llegar a ese punto”.
La cautela ante una propuesta de intervención militar de ECOWAS se ha centrado en la preocupación de que tal acción no ha sido debidamente preparada y desataría una oposición masiva en toda la región. Una guerra mal planteada podría hacer estallar el polvorín social en Nigeria, donde Estados Unidos y Reino Unido tienen grandes inversiones políticas y económicas.
Es mucho lo que está en juego. Estados Unidos tiene actualmente 1.500 soldados de su despliegue africano oficial de 6.500 efectivos estacionados en Níger en dos bases, una de las cuales es el centro regional para misiones de aviones no tripulados. Francia cuenta con 1.100 soldados en el país, Italia con 300 y Alemania con un centenar.
Níger es un importante productor de uranio, suministra una cuarta parte del consumo europeo, planea iniciar la explotación de petróleo y desempeña un papel protagonista en vigilar la migración de África a Europa. Ha sido convertido en la primera línea de una batalla por el dominio económico y militar de África occidental y todo el continente.
Se estima que África alberga el 30 por ciento de la riqueza mineral mundial, incluido el 90 por ciento del cromo y el platino, cruciales para la transición a las energías verdes. Otro de estos minerales es el cobalto, el 70 por ciento del cual se produce en la República Democrática del Congo. A finales de siglo, África podría contar con una quinta parte del suministro mundial de litio.
El continente también produce el 65 por ciento de los diamantes del mundo y alberga el 40 por ciento de las reservas de oro, el 12 por ciento del petróleo y el 8 por ciento del gas natural, mientras que solo en Marruecos se encuentra el 75 por ciento de la roca fosfórica mundial, crucial para los fertilizantes.
En términos de mercados, se espera que el gasto de los consumidores africanos aumente de 1,4 billones de dólares en 2015 a 2,5 billones en 2030.
Estados Unidos y Europa están preocupados por no dejar que Níger sea otra pérdida ante las pretensiones de China y Rusia sobre estas riquezas y oportunidades.
El grupo ruso Wagner (dirigido por Yevgueni Prigozhin) opera en Mali, al oeste inmediato de Níger, en Libia, al noreste, en la República Centroafricana (RCA) y Sudán, proporcionando fuerzas armadas a sus Gobiernos en conflictos con grupos rebeldes locales. En la República Centroafricana y Sudán, Wagner también explota minas privadas de oro y diamantes.
El presidente ruso, Vladímir Putin, inauguró una cumbre Rusia-África en 2019 prometiendo ayudar a hacer frente a “una serie de países occidentales [que] están recurriendo a la presión, la intimidación y el chantaje de los Gobiernos africanos soberanos”. La segunda cumbre, que contó con mucha menos asistencia, se celebró el mes pasado en un contexto de sanciones antirrusas y de la guerra en Ucrania, y en ella se hizo un esfuerzo especial por cortejar al “líder interino” de Burkina Faso, el coronel Ibrahim Traoré.
Rusia ha tratado de aprovechar sus relativamente escasos recursos para conseguir aliados y alguna que otra empresa lucrativa, pero China está lanzando su enorme peso económico para hacerse del control de los mercados de recursos naturales de África. Posee participaciones en amplias franjas de la industria minera del continente, incluida la mayor parte de las minas de uranio de Níger, además de su industria petrolera- que en 2020 formaba parte de un stock total de IED (inversión extranjera directa) de 43.400 millones de dólares, un aumento de 100 veces en 17 años.
China es el mayor prestamista bilateral de África, con 153.000 millones de dólares en préstamos en las dos décadas anteriores a 2019, y su segundo socio comercial después de la Unión Europea, mayor que cualquier otro país.
Tanto Rusia como China son también importantes proveedores de armas del África subsahariana, representando un 26 y un 18 por ciento de las ventas respectivamente en los últimos cinco años, por encima de Francia, en tercer lugar con un 8 por ciento, y de Estados Unidos con un 5 por ciento.
En 2019, el Comando de África de EE.UU. (AFRICOM) lanzó un plan quinquenal para “disuadir” lo que llamó “acciones malignas chinas y rusas”. El exjefe de AFRICOM, el general del Cuerpo de Marines Thomas Waldhauser, dijo al Congreso ese año que ambos países buscaban “acceso e influencia en detrimento nuestro” y que, en la década, China podría adquirir la capacidad de inhibir el acceso y las operaciones militares estadounidenses. La política no ha cambiado desde que los republicanos de Trump fueron sustituidos por los demócratas de Biden.
Colin P. Clarke, antiguo analista de RAND y actual director de investigación de la consultora de inteligencia y seguridad global The Soufan Group, explicó sin rodeos a Newsweek las implicaciones de la situación nigerina.
“Esto podría adquirir las dimensiones de una guerra por delegación regional, con los países occidentales apoyando a ECOWAS y Rusia apoyando a Níger –y a Burkina Faso y Mali, si se unieran— con el músculo del Grupo Wagner.
“Lo que está ocurriendo en el Sahel no es un espectáculo secundario de la competición entre grandes potencias, sino directamente una competición entre grandes potencias. Los acontecimientos no se están desarrollando en el vacío. Estados Unidos, Francia, China y Rusia tienen cada uno sus propios intereses en los países del Sahel”.
Los trabajadores y los pobres rurales de Níger y África occidental se enfrentan a la catástrofe de la que advirtió el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) en su Conferencia de Trabajadores contra la Guerra Imperialista y el Colonialismo de 1991 en Berlín, celebrada en respuesta a la guerra del golfo Pérsico.
El manifiesto que anunciaba esa conferencia explicaba: “Esta partición en curso y de facto de Irak señala el comienzo de un nuevo reparto del mundo por parte de los imperialistas. Las colonias de ayer volverán a ser subyugadas. Las conquistas y anexiones que, según los apologistas oportunistas del imperialismo, pertenecían a una época pasada están de nuevo a la orden del día”.
Basándose en la teoría de la revolución permanente de Trotsky, la declaración advertía que la lucha “contra la opresión imperialista no puede librarse con éxito mientras la clase obrera permanezca bajo la dominación política de cualquier ala de la burguesía nacional”. Esta lucha es inseparable de una lucha contra las clases dominantes nacionales que han supervisado la continua y penosa explotación de las masas africanas, y que se han aferrado al poder gracias a militares entrenados y financiados por los imperialistas.
Níger debe servir sobre todo de advertencia a la clase obrera de todo el mundo sobre la urgente necesidad de oponerse a los objetivos bélicos depredadores de las potencias imperialistas. Como insistieron el CICI y los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social al llamar a la construcción de un movimiento mundial contra la guerra entre la OTAN y Rusia:
La guerra en Ucrania no es un episodio que se resolverá pronto y al que seguirá una vuelta a la ‘normalidad’. Es el comienzo de una violenta erupción de una crisis global que solo puede resolverse de una de estas dos maneras. La solución capitalista conduce a la guerra nuclear, aunque la palabra ‘solución’ difícilmente puede aplicarse racionalmente a lo que equivaldría a un suicidio planetario. Así pues, la única respuesta viable, desde el punto de vista de asegurar el futuro de la humanidad, es la revolución socialista mundial.
(Publicado originalmente en inglés el 11 de agosto de 2023)