Fuente: Portal Libetario OACA Octavio Alberola 30 Mar 2020 10:55 AM PDT
Según las eminencias sanitarias (misóginas) de la Real Academia de la Lengua Española, la pandemia actual es una enfermedad, llamada COVID-19 por la Asociación Mundial de la Salud, y por ello lo correcto es feminizar ese nombre y no decir el sino la COVID-19. Y, según fuentes oficiales dignas de todo crédito (no todas lo son), el coronavirus que ha producido esa enfermedad, esa pandemia, es realmente un acratovirus (1).
Se ha confirmado pues la profunda preocupación de varios epidemiólogos e infectólogos (entre ellos, algunos de los más reputados mundialmente) que, ante la espectacular y por el momento imparable hecatombe de políticos contagiados, habían comenzado a preguntarse angustiados sobre la posibilidad de que el coronavirus fuese un acratovirus, por la mutación del coranovirus. Una mutación producida, pocos días después de que este virus comenzara su andadura en la ciudad de Wuhan, ante la pasividad de las autoridades “comunistas” chinas en reaccionar… Y ello porque, como lo piensan estos virólogos, los virus pueden ser también, como los humanos y otras especies vivientes, individualistas o colectivistas, creyentes, agnósticos o ateos, monárquicos o republicanos, liberales, socialistas, comunistas o anarquistas, y, por consiguiente, sensibles a las reacciones humanas, y en particular de las Autoridades …
De ahí que, según estas mismas fuentes (siempre bien informadas), la angustia de estos especialistas en virología e inmunología no fuese producto de la conspiranoia o de hipótesis surgidas de mentes calenturientas o antisistema, sino de mentes lúcidas bien informadas, y, como se ha visto, su angustia estaba plenamente justificada.
¿Cómo no estar angustiados ante una tal hecatombe que está metiendo y manteniendo en cuarentena a muchos gobiernos en el mundo? Y no solo por ser la gobernanza mundial la que está hoy en inminente peligro de parálisis y hasta de desaparición sino por estarlo también el sistema de control y dominación de los pueblos a través de las estructuras del desarrollo capitalista y de la ilusión consumidora… ¡Ese sistema que tantos sacrificios y muertos costó construir e imponer!
Afortunadamente y curiosamente, aún según esas mismas fuentes, la identificación del acratovirus, y la confirmación de que no es realmente un coronavirus se ha conseguido en los laboratorios españoles, de biotecnología, que están a punto de encontrar una vacuna, contra el coronavirus, urgidos por el gobierno de coalición progresista… Y de ahí la importancia de esta identificación, pues la urgencia hoy es encontrar una vacuna, contra el acratovirus, antes de que los estragos entre la clase dirigente sean irreparables y los pueblos se vean obligados a funcionar por si mismos, a autogobernarse y pasarse para siempre de políticos y dirigentes de toda laya y estirpe… Esa especie qué, desde siempre, no ha parado de sacrificarse -junto a esa otra especie, la capitalista- para construir -para nosotros, el resto de la humanidad- la maravillosa sociedad del consumo infinito… Aunque, afortunadamente, no para todos igual (no faltaría más), y, además, sin reparar en dejar en ruinas la biodiversidad y grandes zonas del planeta.
No seamos pues ingratos, y en estos momentos de ansiedad e incertidumbre, por esta inesperada -aunque previsible- pandemia, obedezcamos disciplinadamente y ciegamente las consignas de los que gobiernan pensando -siempre- en nosotros y para nuestro bien… Y, por consiguiente, aunque nos repitamos, evitemos de darnos la mano, dejemos de besarnos, no vayamos más a lugares frecuentados, guardemos la distancia de seguridad (dos metros, y, si podemos, cuatro o más…) para evitar el contagio. Pero, sobre todo, lavémonos las manos escrupulosamente con agua (caliente, si posible, y, si no, tibia…) y con jabón (si posible de buena marca) varias veces al día y cada vez que toquemos lo que otros han tocado.
Por eso, como ya lo dijimos hace un semana (2), no lo olvidemos, todo ello es necesario para protegernos y proteger a los otros, además de serlo también para salvar al sistema que nos ha metido en esta terrible y absurda situación de riesgo e indefensión…. Seamos pues solidarios, practiquemos el apoyo mutuo, aprovechemos este descanso obligatorio para descansar de verdad y reflexionar sobre cómo liberarnos de todo lo que nos es impuesto contra nuestra voluntad. ¡Seamos pues responsables! Sobre todo ahora, puesto que ellos (los que nos gobiernan o aspiran a gobernarnos) no paran de incitarnos a serlo. Comencemos pues a pensar y organizar responsablemente iniciativas autónomas y solidarias para autogestionar la sociedad y dar -por fin- prioridad a las cosas esenciales para nuestras vidas y la preservación de la naturaleza, nuestro hábitat…
Asumamos pues esa responsabilidad plenamente. Hagamos caso a sus llamados, a lo que nos dicen, a lo que nos ordenan, y cumplámoslo al pie de la letra… De ello depende ahora evitar el contagio, contagiar a los demás y colapsar los hospitales, provocando así más fallecimientos… Hagámoslo como un deber autoimpuesto, conscientes de su urgente necesidad y para el bien de todos… Y, sobre todo, sin lamentarnos de haber esperando tanto tiempo (años, siglos) en ser responsables, en ser conscientes de nuestra capacidad para autorganizarnos y dar a la vida un sentido más racional, solidario y sostenible que el de la acumulación de cosas que nos impusieron y no han renunciado aún a seguir imponiéndonos. Hagámoslo pues lúcidamente y sin remordimientos ni perder tiempo en batallas partidistas (las caceroladas), conscientes de que de su cumplimiento depende nuestra supervivencia y la de la humanidad.
Pero no olvidemos que nos lo impusieron (todos) pensando en nuestro bien (aunque, claro, también en el suyo) y con nuestro consentimiento muchas veces -es verdad- forzado, como es el caso ahora, ante esta hecatombe que está cuestionando y tambaleando todo: desde su sistema de dominación y explotación mundial, con la sociedad de mercado que ha convertido a los humanos en simples mercancías, hasta las creencias redentoristas con las que conseguían el consentimiento político y social (la servidumbre voluntaria) de las masas dominadas y explotadas.
No es pues de sorprender que ese cuestionamiento y tambaleamiento haya provocado ya grandes (y significativos) anuncios de medidas “por el bien común” de empresarios, de trabajadores, de propietarios e inquilinos… Inclusive para el de las personas sin techo. Ademas de moratorias en hipotecas y en facturas del suministro de luz, gas y agua para personas sin ingresos o sin trabajo. Aunque, claro, a cada uno en función de su estatus, y, sobre todo, de su función en la economía (capitalista) nacional y mundial.
Cómo lo ha bien dicho nuestro Presidente de Gobierno: se hará “lo que haga falta, donde haga falta y cuando haga falta”. Y no solo en España, también en el mundo…
La prueba de esta voluntad, de hacer lo que “haga falta”, la vemos ya en las medidas aprobadas por los gobiernos de casi todos los países del mundo, y, entre ellas, las más justas y alentadoras -por su lógica (capitalista)- son las decidas en los EE UU por la Reserva Federal, la FED, de compra de activos por 700 mil millones de dólares, y por Trump, con su paquete de estímulo de 850.000 millones de dólares, promovido para dar liquidez al mercado y salvar las fortunas de los más ricos.
¿Cómo dudar pues de las buenas y loables intenciones de los políticos y no reconocerles su actual sensibilidad social, su inteligencia y pragmatismo para adaptarse a las circunstancias y hacerles frente? Tanto tomando las medidas que las necesidades más urgentes de la sociedad requieren como en sacarles el mayor provecho posible para sus intereses y los de la clase a la que sirven?
No desperdiciemos pues la ocasión (cuando esto pase) de reconocerles (a todos) su sacrificio por nosotros (el pueblo) y despedirles («¡Que se vayan!») solemnemente con aplausos, como los que se han destinado y se siguen destinando (muy merecidamente) en muchos lugares al personal sanitario, que es el que está dando la batalla al virus en directo… Y eso a pesar de tener que hacer frente a una criminal penuria de material y equipos de protección, por la improvisación y las políticas de ajuste presupuestario de las autoridades: de las actuales, pero también de las de antes…
No lo olvidemos, como tampoco debemos olvidar lo que pasó en las crisis anteriores, en las que los mas ricos no tuvieron ningún escrúpulo en aumentar -con la complicidad de los políticos- sus fortunas, mientras los trabajadores soportaban los ajustes, resignada .y estoicamente..
No, no lo olvidemos, y aún menos que es, al acratovirus, al que deberemos (consciente o inconscientemente, ¿cómo saberlo?) esta inesperada sensibilización social (en los de arriba) y concienciación colectiva (en los de abajo).
¿Cómo, pues, no dedicarle también nuestros aplausos? Y ello pase lo que pase después, cuando lo hayamos vencido o neutralizado, cuando volvamos a la normalidad… Y ello porque, no nos engañemos, lo que ésta concienciación dé después no depende tanto de ellos como de lo que decidamos y hagamos nosotros, los de abajo: tanto en el terreno social como en el político y sanitario. Puesto que, como lo reconoce la mayoría de los epidemiólogos e infectólogos, aunque sea difícil de saber cuándo una pandemia va de nuevo a ocurrir, la preparación para hacerle frente está bien establecida, pero es cara, y cuando pase el tiempo los gobiernos volverán -si les dejamos- a sus políticas de recortes y a economizar en estas cosas, como lo han hecho hasta ahora…
De nosotros depende pues que esta concienciación -para dar primacía a la vida sobre la acumulación- se mantenga y se extienda… No solo para obligar a los gobiernos a adoptar, como norma, las medidas sociales y sanitarias, que ayer decretaban imposibles y que hoy han adoptado presionados por las circunstancias, sino también para que no haya vuelta atrás y que la norma sea -para siempre- dar prioridad a lo que permite y asegura la supervivencia colectiva sobre lo que es superfluo y nocivo para la convivencia fraternal y solidaria de la humanidad.
Seamos pues conscientes, responsables y perseverantes en la aplicación de las medidas para evitar hoy el contagio y contribuir a parar la pandemia, pero también para exigir y hacer posible mañana el cambio del modelo civilizador que ha llevado a la Humanidad a encontrarse en la terrible situación actual.
Perpignan, 26 de marzo de 2020
Octavio Alberola
(1) Le llamo acratovirus por que ha puesto en evidencia la letalidad de la civilización autoritaria,