Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2023/07/07/pers-j07.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Patrick Martin
Un importante editorial publicado el miércoles en el New York Times bajo el título “Estados Unidos está viviendo con dinero prestado” representa un aviso de la principal publicación patronal alineada con el Partido Demócrata de una ofensiva a plena escala contra las prestaciones sociales de los trabajadores, particularmente el seguro social y Medicare, los dos programas sociales más grandes.
El editorial es completamente deshonesto, fingiendo preocupación por el aumento en los pagos de intereses a los inversores, declarando, “En vez de recolectar impuestos de los ricos, el Gobierno está pagándoles para tomar prestado su dinero”. Luego lamenta la negativa de los republicanos a aumentar los impuestos a los ricos.
Pero después de sus pretensiones populistas, inserta el verdadero argumento al final:
Los demócratas deben reconocer que deberían considerar cambios al seguro social y Medicare, las principales causas del aumento en el gasto federal en el futuro. Cualquier paso más corto será fiscalmente insostenible. Eso exigirá decisiones difíciles.
No cabe duda de que el único propósito del editorial es plantear la necesidad de lo que los centros de pensamiento que estudian las opciones sociales de la élite gobernante estadounidense describen con el eufemismo “reforma a las garantías sociales”. En idioma claro, significa eviscerar los dos principales programas en los que dependen decenas de millones de adultos mayores y jubilados como apoyo social y seguro médico.
La referencia al seguro social y Medicare como “las principales causas del aumento en el gasto federal en el futuro ” es especialmente cínica. Es un reconocimiento indirecto de que estos programas no son la causa del aumento masivo de la deuda federal en los últimos 25 años, mientras que alega que tendrán ese papel en el futuro. El editorial nunca menciona los repetidos rescates a Wall Street y al sistema bancario ni a los gastos enormes en las guerras de las últimas tres décadas. Tampoco se refiere, al advertir sobre el aumento del déficit futuro, sobre la promesa del presidente Biden de financiar la guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia en Ucrania “por el tiempo que sea necesario”.
El editorial se contradice así un instructivo análisis publicado por el propio Times hace solo seis meses, cuando el Gobierno federal agotó por primera vez su autoridad de tomar préstamos, lo que condujo a una crisis inventada sobre el techo de la deuda. Este estudio, publicado el 22 de enero y titulado “Cómo fue que el Gobierno estadounidense acumuló una deuda de $31 billones” ofrece un resumen preciso sobre el verdadero origen de los déficits acumulados.
La deuda del Gobierno federal aumentó aproximadamente de 5 billones de dólares cuando George W. Bush asumió el poder en enero de 2001 a 31,4 billones de dólares en enero de 2023, unos 22 años luego, un promedio de 1,2 billones de dólares al año. Los contribuyentes a este aumento de la deuda se pueden resumir brevemente:
Las guerras en Irak, Siria y Afganistán y otras operaciones vinculadas a la “guerra contra el terrorismo” costaron 6 billones de dólares. Esto no incluye los costes de la guerra contra Rusia en Ucrania, el cerco militar contra China en el Asia-Pacífico, o el gasto continuo de mantener la vasta maquinaria militar estadounidense en todo el mundo, que ahora asciende a 1 billón de dólares al año.
Los recortes fiscales, principalmente a los ricos, han costado más de 7 billones de dólares. Un estudio reveló que los recortes fiscales de Bush, aprobados en 2001 y 2003, redujeron en 5,6 billones de dólares los ingresos entre 2001 y 2018. Continúan en vigor en virtud de un acuerdo bipartidista entre la Administración de Obama y los republicanos de la Cámara de Representantes en 2012, que preservó la mayor parte del paquete original, por lo que ha habido pérdidas adicionales en los ingresos. Los recortes fiscales de Trump, promulgados a finales de 2017, han añadido otros 1,2 billones de dólares y continúan en vigor bajo la Administración de Biden.
Los rescates de Wall Street y del sistema financiero en su conjunto han costado 5,7 billones de dólares: 800.000 millones en el derrumbe de 2008, promulgados por un Congreso demócrata bajo la Administración de Obama; 3 billones en 2020 en la Ley CARES aprobada de forma bipartidista y promulgada por Trump; y 1,9 billones en la Ley de Recuperación Estadounidense de Biden, la segunda ronda de rescates vinculada a la pandemia del COVID-19.
El análisis del Times de enero concluía “Los mayores -y a menudo bipartidistas- impulsores de la deuda han sido las respuestas federales a dos agudas recesiones económicas: la crisis financiera de 2008 y la recesión pandémica de 2020”.
Pero el miércoles no hay ninguna referencia por parte de los mentirosos del Consejo Editorial del Times a los rescates de la aristocracia financiera. A esto hay que añadir al menos 5 billones de dólares en costes de intereses durante ese periodo, lo que el editorial del Times denomina “pagar a los ricos para tomar prestado su dinero”.
El gasto social, por el contrario, solo contribuyó marginalmente al aumento. El análisis del Times de enero señalaba que el gasto de Medicare aumentó un máximo de 100.000 millones de dólares al año debido a la adición por parte de Bush de un beneficio de medicamentos recetados, al tiempo que sugería que la Ley de Asistencia Asequible de Obama en realidad redujo el gasto de Medicare en comparación con las proyecciones anteriores.
En cuanto al gasto social discrecional (en educación, transporte, vivienda, medio ambiente y programas similares), se trata de un componente tan pequeño del presupuesto global que el análisis del Times ni siquiera lo menciona. Esta categoría de gasto ha disminuido sustancialmente bajo los términos del acuerdo de 2012 entre Obama y los republicanos.
Los cuatro motores principales de los déficits presupuestarios –las guerras, los recortes fiscales, los rescates y los pagos de intereses— representan casi 24 billones de dólares del aumento de 26 billones de dólares de la deuda federal total desde 2000. La clase dominante ha estado manejando el presupuesto federal con dos propósitos: financiar la agresión imperialista y llenar sus propios bolsillos con riquezas incalculables.
Sin embargo, considera los modestos ingresos de los jubilados y discapacitados como extravagantes e insoportables, un sentimiento sin duda exacerbado por el significativo aumento de los pagos del seguro social este año debido a la aceleración de la inflación. Las empresas, con la colaboración de los sindicatos, han eliminado los incrementos por el coste de la vida para la mayoría de los trabajadores, pero los jubilados que cobran el seguro social siguen recibiendo un aumento anual que compensa en parte la subida de los precios.
El análisis del Times publicado hace seis meses sugiere un plan para que la clase trabajadora responde a los gemidos del Gobierno federal sobre una bancarrota. Los trabajadores deberían responder a las exigencias de que deben aceptar sacrificios declarando que quienes han hundido financieramente a Estados Unidos deberían pagar las consecuencias, no los trabajadores.
Los parásitos de la clase dominante deben ser expropiados, mediante la nacionalización de los bancos, los fondos de cobertura y el sistema financiero en su conjunto, así como la confiscación de las fortunas personales de los multimillonarios y milmillonarios. El sistema financiero debe ser reorganizado bajo el control democrático de la clase trabajadora, con los libros abiertos para que todas sus operaciones sean transparentes y comprensibles, poniendo fin a la corrupción endémica y a la manipulación criminal por parte de los superricos.
La maquinaria de guerra del Pentágono debe ser desmantelada, junto con el fin de todas las operaciones militares de EE.UU. en el extranjero y el cese de la ayuda militar y el apoyo económico de EE.UU. a las dictaduras y regímenes de derecha en Ucrania, Israel, Egipto, las monarquías del golfo Pérsico y similares.
Existe una notable similitud entre la actual bancarrota del Gobierno estadounidense y la crisis de la monarquía en Francia en vísperas de la gran Revolución de 1789. El rey Luis XVI se vio obligado a convocar los Estados Generales para obtener ingresos adicionales porque su régimen había quedado en bancarrota por las interminables guerras y el despilfarro y la mala gestión de la nobleza gobernante. Pronto perdió la cabeza y los aristócratas perdieron sus propiedades.
También hay un punto de referencia más contemporáneo. Durante el apogeo del reformismo social liberal, a mediados de la década de 1960, se produjo un feroz debate en la clase política estadounidense sobre el presupuesto federal. El gasto en la guerra de Vietnam estaba limitando la capacidad de la Administración de Lyndon Johnson para financiar los programas de la “Gran Sociedad” como los recién introducidos programas de Medicare y Medicaid, junto con todo el edificio de la supuesta “Guerra contra la Pobreza” de Johnson.
El debate se planteó en términos de “armas contra mantequilla”, y Johnson intentó inicialmente tenerlo todo, gastando sumas cada vez mayores en la guerra genocida contra la revolución vietnamita, al tiempo que ampliaba el Estado del bienestar en casa. Pero la contradicción desbarató sus promesas reformistas y, en última instancia, todo su Gobierno.
Hoy ya no hay debates en el seno de la élite dirigente. Se ha volcado decididamente a favor del militarismo y la guerra, contra Rusia en Ucrania y, en el horizonte, contra China en la vasta región del Indo-Pacífico, donde vive más de la mitad de la humanidad. El editorial del Times demuestra que ningún sector de la clase dominante puede ofrecer una solución progresista a esta crisis.
Es una tarea que corresponde a la clase obrera, mediante la construcción de un movimiento revolucionario de masas basado en un programa socialista.
(Publicado originalmente en inglés el 5 de julio de 2023)