La batalla de Jujuy

Fuente: https://periodicogatonegro.wordpress.com/2023/07/26/la-batalla-de-jujuy/                                                                             

Lo que está sucediendo en Jujuy es lo que sucedió en Chubut hace un año y medio en el denominado “chubutazo”, así como también lo que sucedió en Mendoza hace tres años y medio.

En realidad, es lo que viene sucediendo en todo el territorio latinoamericano desde 1492 cuando el espíritu occidental llegó a América por medio del monstruo español. Este monstruo engendró muchos monstruos más pequeños pero más peligrosos.

Uno de ellos se llamó Argentina y nació hace 207 años. Desde aquel entonces no ha hecho más que la guerra. Su obsesión será siempre el desarraigo de las comunidades y la explotación de la naturaleza. Ese proceso es lo que lo mantiene vivo. Ese proceso es constante.

Tanto en Jujuy como en Chubut y Mendoza, los legisladores apuraron, a puertas cerradas, la burocracia legislativa para profundizar el extractivismo. Los actores son los mismos de siempre: UCR, PJ y Cambiemos. Básicamente la política parlamentaria en todas sus variantes. Obviamente, llevando adelante el trabajo sucio prefigurado por los gobernantes y empresarios está la policía. Tanto en Chubut como en Mendoza, la movilización de la gente logró frenar la tranza parlamentaria. En Jujuy, en cambio, la lucha aún está abierta.

La particularidad del conflicto en Jujuy es que se trata de una reforma constitucional que modifica diversos artículos legislativos.

En primer lugar, la reforma enfatiza y asegura “el pleno dominio y la titularidad exclusiva de la Provincia sobre los recursos naturales, biodiversidad, recursos genéticos y demás bienes ambientales comunes existentes en su territorio”.

La violencia ya se encuentra implícita en el propio lenguaje monstruoso: dominio, titularidad exclusiva, recursos naturales, recursos genéticos, bienes ambientales, su territorio. El Estado es un monstruo que busca devorar todo lo vivo que encuentre a su paso para convertirlo en mercancía. El Estado no puede referirse a la vida sino como una cosa que debe ser intervenida.

En el artículo 74, la reforma afirma que “la tierra es un bien de trabajo y de producción”. El lenguaje es la primera violencia dentro del espiral de la violencia, degradando la vida en la forma misma de enunciarse y referirse al mundo.

Así la tierra, en tanto que “bien de trabajo y producción”, no es ya un ecosistema vivo que se autorregula y respira por medio de ciclos de los cuales somos parte, sino una cosa salvaje, externa, ajena y hostil que debe ser domada, auditada, medida, trabajada, industrializada, explotada, violada, adulterada con sudor y sangre.

Un inciso continúa diciendo: “la ley regulará la administración, disposición y destino de las tierras fiscales susceptibles de aprovechamiento productivo, estableciendo al efecto regímenes de fomento que promuevan el desarrollo territorial y el interés socioeconómico de la Provincia”.

Ese lenguaje pomposo, críptico, especializado, suciamente pulcro que aparenta neutralidad pero propone enemistad, está diciendo que el gobierno provincial de Jujuy será quien decida qué hacer con las parcelas de tierra que se encuentran dentro de sus fronteras. Y que si se encuentran “ociosas”, es decir, no productivas, las va a poner a producir bajo sus propios términos.

Esto atenta directamente contra el derecho a la Consulta, previa, libre e informada, establecida por el Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales, que le permite a lxs habitantes nativos del territorio decidir y participar en la toma de decisiones. Las comunidades originarias están resistiendo porque muchas de esas tierras que el Estado quiere poner a producir son territorio ancestral recuperado.

La reforma, mientras que expande los tentáculos del monstruo sobre tierras aún no saqueadas, reafirma vehementemente el “derecho a la propiedad privada”. Dice: “5°.- Será considerada grave violación al derecho de propiedad la ocupación no consentida por parte de una o varias personas que impida al titular de la propiedad ejercer los derechos que le asisten según esta Constitución y la ley. Una ley especial determinará las condiciones para el desalojo, y para que el o los titulares del derecho afectado estén en condiciones de ejercer de manera inmediata sus derechos, aun cuando los autores de la ocupación no consentida se atribuyen la representación o los derechos del pueblo”.

Esta reforma busca imposibilitar la ocupación de terrenos fiscales, cortando de cuajo la resistencia de las comunidades que habitan sus territorios recuperados. Mediante la creación de una “ley especial” se busca acelerar el proceso judicial para realizar un desalojo rápido y efectivo del terreno.

La reforma también ratifica la posesión y usufructo del agua por parte del Estado nacional. Este inciso es importante porque la megaminería que se pretende profundizar necesita de cantidades enormes de agua para el saqueo del litio. Sin embargo, el peor problema de la megaminería no es el consumo de agua, el cual es brutal, sino su posterior contaminación. Acumulada en “piletas de contención”, esta agua contaminada genera un drenaje de ácido minero.

Contaminadas con cianuro, comienzan a producir una reacción espontánea por la que se produce ácido sulfúrico inorgánico, modificando el grado de acidez que propician el nacimiento de bacterias de tipo bacillus que producen una cantidad mucho mayor de ácido sulfúrico. A medida que pasa el tiempo, esas piletas de contención acumulan toneladas y toneladas de ácido sulfúrico que empieza a permear por las piedras y el suelo hasta alcanzar napas subterráneas que proveen de agua a la población.

El Estado/Capital contamina las fuentes mismas de la vida porque es un monstruo artificial. El agua, el aire, la tierra, la madera, el metal, todo es contaminado a su paso. Todo debe ser exprimido para la gloria de la patria argentina.

Contra ese avance están luchando las comunidades en resistencia. Son ellas las que habitan los territorios y observan cómo se secan los ríos por la explotación de la megaminería. Son ellas las que presencian la desaparición de los bosques, montes y montañas por el progreso capitalista. Son ellas los testigos de la destrucción del campo en favor de las ciudades.

De más está decir que estos procesos de extracción de la megaminería o de fracking y exploración sísmica de las compañías petroleras están prohibidos en los países de origen de las multinacionales. Por eso los monstruos más grandes perforan los territorios de América Latina o África.

Con la complicidad de las clases dominantes argentinas, ansiosas por realizar negociados multimillonarios que les permitirá reforzar su dominación, las multinacionales continúan profundizando el proceso iniciado en 1492. La conquista de América aún no ha terminado.

La reforma no solo afirma la apropiación de tierras fiscales reclamadas por comunidades originarias y la importancia de la propiedad privada y leyes especiales para defenderla, sino también modifica “el derecho a la protesta”. Dejando de lado la significación misma de la existencia de dicho derecho, esta modificación busca prohibir los cortes de ruta y la ocupación de espacios y edificios públicos como herramienta de lucha en el marco de los reclamos sociales y gremiales.

El plan es perfecto: profundización del control mediante la apropiación de nuevas tierras y su biodiversidad, exaltación de la propiedad privada, el trabajo y la productividad, ley especial de desalojos y legislación total sin consulta sobre el uso de la riqueza del territorio.

A su vez, se limita el “derecho a la protesta”, prohibiendo el corte de rutas y la ocupación de espacios públicos e instituciones. Ambas acciones directas fundamentales dentro de la sociedad de clases. Cortar el flujo de circulación de mercancías es siempre un golpe fuerte para el Leviatán. Sabotear los engranajes de la máquina sigue siendo el arma más fuerte. Hoy, incluso tal vez más que antes.

Plan 2030: la cárcel es el mundo

En el 2015, enmascarada bajo una supuesta “transición energética”, la ONU definió los ODS: objetivos de desarrollo sostenible. “El 25 de septiembre de 2015, los líderes mundiales adoptaron un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible. Cada objetivo tiene metas específicas que deben alcanzarse en los próximos 15 años. Para alcanzar estas metas, todo el mundo tiene que hacer su parte: los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y personas como usted”.

El Estado argentino se encuentra comprometido y alineado con esta agenda de transición hacia una nueva etapa del patriarcado capitalista. Santiago Cafiero, jefe de gabinete durante el 2015, nieto de Antonio Cafiero, ministro de economía quien firmaría los decretos de aniquilamiento durante el tercer gobierno peronista, afirmó que “El compromiso de Argentina con la Agenda 2030 es una política de Estado que está por encima de los gobiernos de turno”.

Esa es la razón por la cual es indistinto quién gobierne: sea quien sea, radicales, peronistas, liberales, la agenda política ya se encuentra definida de antemano por la misma lógica del sistema. Dentro del capitalismo, el sujeto es la mercancía. Si bien los humanos toman las decisiones, las toman en tanto que agentes de una lógica mercantil históricamente internalizada.

Mientras existan monstruos jerarquizados caminando por el planeta, no habrá montaña, océano, bosque o tierra que estén libres de la explotación. Indistintamente de quiénes gobiernen la máquina, la compulsión industrial les llevará, como si fuese una fatalidad ineludible, a ponerlas a producir mediante el trabajo humano.

Los políticos no son más que una de las personificaciones del Capital. El márgen de decisión que existe entre las distintas fracciones parlamentarias se remiten a proponer distintas formas de administración de la plusvalía general producida por el trabajo. Sean del color que sean no son más que soportes de una forma social que les precede, sucede y excede.

Esta nueva etapa del capitalismo, cuyos comienzos podríamos ubicar en los 70 con la reestructuración neoliberal, está generando muchos cambios geopolíticos. Hoy el capitalismo es mundial y cada Estado es un pilar fundamental del mismo sistema. Los tentáculos de los distintos leviatanes, algunos más grandes, otros menos, se han extendido a tal nivel que es difícil distinguir cada tentáculo en particular.

La globalización del Estado nación como forma dominante de organización social está llevando hacia la negación misma de la autonomía de cada país. Si bien esta autonomía siempre ha sido relativa, en tanto que los Estados más monstruosos no dejan nunca de intervenir en los asuntos políticos de los distintos países, Plan Cóndor como un ejemplo reciente, actualmente está siendo pronunciado en voz alta.

Si los años 1500 al 1900 fueron los que vieron el nacimiento de los Estados modernos como formas primarias de expansión capitalista, a partir del 1900-2000 hemos asistido hacia una nueva etapa no ya de expansión, sino de consolidación-profundización. Los distintos países no tienen ya tanta autonomía política para tomar decisiones. Los problemas del siglo XXI no son los mismos que los de los siglos XIX/XX.

Sobrepoblación, calentamiento global, epidemias, catástrofes ecológicas, contaminación, ausencia de trabajo, pobreza incontrolable son los problemas estructurales a nivel mundial que está enfrentando el sistema capitalista. Por primera vez en la historia de la humanidad, la población urbana supera a la rural. La ONU estimaba en 2017 que 1.000 millones de personas en el mundo viven en asentamientos urbanos informales.

Las clases dominantes son muy conscientes de estos problemas contemporáneos y ya hace tiempo que vienen tomando acción. De allí, por ejemplo, la Agenda 2030 de la que estamos hablando. La globalización informatizada de la forma social capitalista, la imposibilidad de pensar sin Estado y sin capitalismo están comenzando a producir una nueva etapa unificadora de los distintos Estados supuestamente soberanos e independientes.

Actualmente, una especie de supra-Estado expresado en organizaciones como la ONU, la OMS, el FMI, la OEA, la UE, el Foro Económico Mundial, la Organización Mundial del Comercio, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Club de París, la UNESCO, La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos​, el Banco Mundial, el G20, el Consenso de Washington actúan como árbitros generales del mundo capitalista.

Si bien estas organizaciones no son nuevas, la profundización de las relaciones sociales capitalistas por todo el planeta, sumado a la hipertecnologización de la vida, les está permitiendo promover decisiones políticas casi sin importar las fronteras. Vivimos todes en un mismo país llamado capitalismo.

El ejemplo más concreto y reciente es la pandemia covid 2020. La vocera oficial de la misma fue la OMS, encargada de catalogar y promover las políticas mundiales para la gestión de la pandemia. Nunca antes el mundo entero se había detenido al mismo tiempo. Nunca antes las decisiones de unas pocas personas determinaron las vidas de tantas personas. Nunca antes existió una decisión unánime global obedecida por todos los patriarcados para gestionar de un mismo modo la pandemia.

Nunca antes el entramado Estado/Capital se había mostrado tan burdamente como lo hizo durante los dos años que duró el experimento social llamado pandemia.

Litio: el oro blanco

El objetivo número siete de los Objetivos de Desarrollo Sostenible propuestos por la ONU consiste en avanzar hacia la producción de “energía asequible y no contaminante”. Fundamentalmente, busca mejorar la infraestructura eléctrica de todos los Estados para profundizar la homogeneización de formas de vida y su administración, primordialmente en los países “subdesarrollados”, y hacer una transición hacia energías renovables.

Como podemos imaginar, esta transición no es gratuita, sino que necesita de un mineral en particular: el litio. Con el mismo, entre otras cosas, se pueden fabricar baterías de buena calidad que permiten almacenar mucha energía eléctrica.

La producción de autos eléctricos, los celulares, las computadoras, los paneles solares necesitan del litio para sus baterías. El capitalismo verde que nos venden se continúa sustentando sobre la destrucción de la naturaleza. No existe tal cosa como un capitalismo responsable porque su propia dinámica interna lo empuja hacia la irresponsabilidad generalizada.

El territorio dominado por el Estado argentino es el segundo país con mayor cantidad de litio del mundo, superado solamente por Bolivia. De hecho, ambos países junto a Chile, conforman lo que se llama el triángulo del litio, donde se concentra el 68 % del litio del mundo. Salta, Jujuy y Catamarca hace rato se encuentran bajo la mira de los depredadores. Allkem, Livent y Gangfeng Lithium son algunas de las empresas que se agazapan, junto a su socio el Estado argentino, para la profundización extractivista.

El pasado 24 de marzo del corriente año, el jefe del Estado Mayor Conjunto, Juan Martín Paleo, anunció «ocho planes de campaña» que implican la militarización de áreas de «recursos naturales y espacios soberanos» del país, como Vaca Muerta, el Atlántico sur y zonas de extracción de litio. Este es el contexto en el cual se desarrollarán las próximas luchas en el territorio dominado por el Estado argentino: zonas de extractivismo militarizadas para disciplinar y controlar a las poblaciones afectadas por el saqueo maquínico.

A su vez, Laura Richardson, la Titular del Comando Sur de Estados Unidos, estructura militar encargada de velar por la ”seguridad” de 31 países de América Latina, ha estado visitando frecuentemente Argentina y otros países de la región como Chile. Recibida por Taiana, y también por Cristina Fernández de Kirchner, las reuniones se enmarcaron bajo el pretexto de mejorar la “cooperación en seguridad” (¿para quién?, podríamos preguntar). Obviamente, el litio fue parte de la agenda, calificado como uno de los recursos que forman parte de la «estrategia de seguridad» estadounidense en la región.

El julio pasado, en una charla en Miami, la misma titular se refirió a América Latina de la siguiente forma: “Esta región es tan rica en recursos, elementos de tierras raras, el litio, el triángulo del litio está en la región, hay muchas cosas que esta región tiene que ofrecer pero necesitamos una estrategia, no podemos estar por aquí o por allá, tenemos una serie de elecciones importantes que se vienen o que acaban de celebrarse y tenemos que continuar estando pendientes de esta región”.

Las clases dominantes nacionales e internacionales saben que los recursos naturales del territorio son una clave para relanzar una nueva etapa de acumulación capitalista mundial y por eso tanto en Chubut, como en Mendoza y ahora en Jujuy, se está buscando avanzar con reformas legislativas y represión.

Los recursos son tan importantes que han anunciado la militarización de dichas zonas: “Vamos a poner en práctica nuestra capacidad de desplazar medios militares para disuadir, y en el caso necesario defender, nuestros objetivos de valor estratégico». En el fondo, nada nuevo bajo el sol, el Estado capitalista brindando soporte y apoyo a los grandes capitales internacionales que lo vieron nacer y por los cuales se desvive.

Recientemente, Estados Unidos ha terminado de construir una base militar en Neuquén, cercana al mayor centro de hidrocarburos del territorio: Vaca Muerta. Con la excusa de brindar “solidaridad y ayuda humanitaria” para prevenir y mitigar catástrofes naturales, la presencia militarizada de los monstruos más poderosos sigue aumentando. Estados Unidos ya acumula alrededor de 76 bases militares en América Latina

También el leviatán chino ha estado avanzando militarmente en la región, instalando una nueva base en Neuquén. Habilitada por Cristina Kirchner en el 2014, la base ya se encuentra lista para operaciones. Escudada bajo “la exploración espacial y el lanzamiento de satélites”, las otras potencias militares han acusado que la base será utilizada para intervenir satélites de EE. UU. y la Unión Europea. Estas sospechas no son infundadas, ya que la agencia encargada de la base depende directamente del Departamento General de Armamentos del Ejército Popular de Liberación Chino.

Estamos asistiendo a una imagen muy clara del mundo capitalista globalizado que se viene: militarización del territorio, extractivismo y depredación de la naturaleza como matriz fundamental donde se sustentará el resto de la economía espectacular. Represión, tortura, planes sociales, ofrecimiento de cargos estatales y cárcel para disuadir a quienes se opongan; tecnología, entretenimiento, democracia, adoctrinamiento y pastillas para la gran mayoría aún distraída

El espectáculo de los antagonismos

Mientras tanto, el espectáculo democrático de la clase política se desarrolla en la virtualidad. Por twitter, los distintos caudillos se echan la culpa mutuamente, mientras que puertas adentro se dan las manos firmando las distintas leyes. Los gobiernos pasan pero las leyes quedan. Las personas pasan pero el Estado queda. Todo avance represivo y extractivo queda disponible para el siguiente gobierno.

No olvidamos que la ley antiterrorista promovida por el gobierno estadounidense, por ejemplo, fue decretada por el gobierno nacional y popular de Cristina Kirchner. Ley que posteriormente sería profundizada por Mauricio Macri. Tampoco ignoramos el hecho de que aún existen 417 leyes vigentes que fueron escritas y aprobadas durante los 7 años que duró la última dictadura militar argentina.

El verdadero antagonismo entre las personas que reivindican la vida y un sistema distópico que busca continuar devorando el mundo es ocultado por el espectáculo de los antagonismos políticos. Diferenciados en base a las distintas ideologías del Capital (fascismo, liberalismo, socialdemocracia, radicalismo, izquierda/derecha), estas falsas oposiciones no son más que el monólogo del espectáculo mercantil.

Las distintas opciones políticas presentadas por la democracia no son para nada diferentes a las opciones presentadas en las góndolas de los comercios. La diferencia sustancial radica en que durante las elecciones lo que se consume es ideología pura. Vote lo que se vote, el ciudadano solamente se realiza en tanto participa del ritual sagrado (y abstracto) de la democracia capitalista: votar cada cuatro años. Una vez terminado, ya puede volver, con la conciencia tranquila y en silencio, al lugar que le corresponde: trabajar y consumir. La casa siempre gana.

El ciudadano promedio, cansado por el esfuerzo diario que conlleva reproducir su existencia y la de sus familias, alienado y asustado, se rinde ante la elección de las falsas alternativas propuestas por el espectáculo. En última instancia, el objetivo es uno: continuar promoviendo la contemplación pasiva de imágenes predefinidas.

A todes aquelles que pueden oler el tufo de lo que se está cocinando detrás de la pantalla democrática, a aquelles que aún son capaces de sentir que algo anda mal, muy mal y se animan a mirar más allá de la superficie, a todes aquelles que se niegan a aceptar la mutilación del cuerpo y los territorios a cambio de “paz social” y “progreso”, les mandamos un gran abrazo y alientos para seguir reconstruyendo nuestra historia.

Hoy, en Jujuy, se está dando una lucha muy importante que debe ser apoyada por todos los medios posibles. Todo sirve, ningún acto de solidaridad es en vano.

Es importante entender que lo que está sucediendo en Jujuy no es un hecho aislado, sino que es un momento más del largo proceso de apropiación de la vida comenzado en 1492 con la llegada del monstruo español, y continuado por el monstruo argentino a partir de 1816.

Poder hilvanar una historia que contenga todas las masacres del patriarcado en todas sus formas es una tarea primordial para poder descubrirnos como nueva comunidad animal-humana, como habitantes de la tierra de la cual somos parte.

Susi Maresca

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