Fuente: https://www.laverdad.es/aquihayciencia/ciencia/arquea-combatira-sarscov2-20200530024
La arquea que combatirá al SARS-CoV-2, un modelo de ciencia en abierto
A lo largo de los últimos años les he contado en LA VERDAD los principales avances científicos que se han producido en los mejores laboratorios del mundo. También he combatido la presencia de la pseudociencia en la sociedad. Pero hoy haré algo muy diferente. Les voy a presentar una investigación que acaba de empezar a dar sus primeros pasos y cuyo objetivo es, ni más ni menos, que acabar con el SARS-CoV-2, el responsable de la Covid-19. ¿Y quién va a realizar este ambicioso proyecto? Debido a su envergadura se ha creado un consorcio internacional formado por cinco países de la UE (uno de ellos España, a través de la Universidad de Murcia) en el que participan diferentes entidades públicas y privadas de los ámbitos científico, sanitario y empresarial.
Imagínense un ring de boxeo. En una esquina del cuadrilátero se encuentra Lactobacillus helveticus, un tipo de bacteria empleada para hacer derivados lácteos. En la otra esquina está Thermococcus sp. Strain B1001, una arquea que vive en ambientes extremadamente calientes. El objetivo de la lucha entre ambos microorganismos no es otro que adueñarse del almidón presente en una patata situada en el centro del hipotético ring para poder utilizarlo como fuente de energía.
A pesar de que tanto Lactobacillus como Thermococcus persiguen el mismo fin, una vez que comienza la pelea la estrategia que ambos emplean es diferente. Lactobacillus expulsa al medio de reacción extracelular en el que se encuentra el almidón un sistema formado por múltiples enzimas (un tipo de proteínas). Su idea es que dichas enzimas degraden el almidón presente en la patata para convertirlo en maltodextrinas y en maltosa. Estas moléculas serán usadas por Lactobacillus como nutrientes.
Pero la arquea Thermococcus es mucho más inteligente que Lactobacillus y usa una táctica totalmente distinta. Este microorganismo emplea sola enzima llamada ciclodextrina-glicosil-transferasa. Dicha proteína actúa sobre el almidón pero el producto de la reacción no son maltodextrinas o maltosas… sino unas moléculas denominadas ‘ciclodextrinas’ con las que las que Thermococcus gana la batalla pugilística. Las ciclodextrinas son capaces, entre otras cosas, de ‘inactivar’ a Lactobacillus y dejarlo sin fuente de alimento. Thermococcus ha ganado el combate… o eso cree él.
Para culminar su gran triunfo Thermococcus solamente tendría que introducir la ciclodextrina sintetizada en el interior de la célula y emplearla como fuente de carbono. Sin embargo, justo antes de que ‘se coma’ la ciclodextrina para obtener energía, los científicos, conocedores del maravilloso valor industrial de esta molécula, le robamos la ciclodextrina a Thermococcus. De esta forma el pobre Thermococcus, después de ganarle brillantemente la pelea pugilística a Lactobacillus, se queda también sin comida.
¿Pero qué propiedades tienen esas ciclodextrinas que tanto son deseadas por los científicos? En realidad se trata de moléculas muy simples formadas por moléculas de glucosa que se encuentran unidas cíclicamente formando una especie de donut. La peculiaridad de estas ciclodextrinas es que tienen la capacidad de encapsular en su interior (en el agujero del donut) una amplia variedad de moléculas, comúnmente denominadas moléculas huésped.
Al no ser cápsulas cerradas las moléculas que quedan atrapadas en el interior de las ciclodextrinas son liberadas poco a poco al exterior. Pues bien, ese fenómeno de liberación controlada o ‘release’ está siendo aprovechado por diferentes sectores como la industria cosmética (donde se emplean para diseñar perfumes o desodorantes cuyos aromas sean más duraderos) o la industria alimentaria (donde se usan para elaborar alimentos enriquecidos).
Espero que haya quedado claro cómo se originan las ciclodextrinas, qué estructura tienen y para qué se emplean… pero de lo que estoy seguro es que ustedes se están formulando en estos momentos la siguiente pregunta: ¿qué tienen que ver las ciclodextrinas creadas por la arquea Thermococcus con la Covid-19? Mucho. La cavidad interna que tienen estas moléculas y que les sirve para introducir sustancias en su interior puede ayudar a desestabilizar al SARS-Cov-2 mediante dos estrategias no usadas hasta ahora.
Por una parte las ciclodextrinas pueden encapsular los mismos principios activos que componen los fármacos antivirales comúnmente usados (aunque sin mucha efectividad aun) para combatir este nuevo coronavirus. Al encapsularlos en la cavidad interna de las ciclodextrinas aumentaría su estabilidad, su solubilidad y su proceso de liberación controlada. Todo ello podría aumentar la efectividad de estos principios activos contra el SARS-CoV-2.
Pero el uso de ciclodextrinas en la composición de estos nuevos fármacos permite una segunda estrategia para luchar contra la Covid-19 aun más revolucionaria. ¿Y si en lugar de introducir un principio activo en su interior y dirigirlo contra el SARS-CoV-2 empleamos las ciclodextrinas para arrancarle algo a este coronavirus y así lograr desestabilizarlo?
La capacidad de estas moléculas de introducir en su interior diferentes sustancias puede servir para encapsular los lípidos existentes en la membrana del SARS-CoV-2 y así debilitar al causante de la Covid-19. Esta segunda estrategia, con la que reduciríamos la capacidad del nuevo coronavirus para infectarnos, no es descabellada. De hecho ya se ha empleado con éxito frente a otros virus o en la propia Universidad de Murcia para mejorar la calidad de vida de niños con determinadas enfermedades raras.
Una vez comprobada la seguridad y efectividad antiviral de ambas estrategias en estudios in vitro y en diferentes modelos animales, se desarrollarán formulaciones orales e inhaladores que se testarán en personas.
Si todo sale como tenemos previsto los miembros del consorcio internacional que hay detrás de este proyecto habremos dado un paso de gigante en la lucha no solo contra el SARS-CoV-2 sino también contra otros virus… y todo gracias al conocimiento de algo tan aparentemente trivial como la forma de alimentarse de una arquea.
Estimados lectores de LA VERDAD, creo firmemente en la ciencia en abierto y en la investigación colaborativa. Por ello la investigación internacional que les he presentado hoy para luchar contra la Covid-19 no es propiedad de nadie, ni mucho menos. Cualquier institución pública o privada que tenga algo que aportar al proyecto está invitada a sumarse al mismo. Así entiendo yo el progreso científico.