Fuente: https://elsudamericano.wordpress.com/2022/11/25/la-paz-total-una-total-falacia/
“Les di una definición extremadamente simple. No comprendía más que los puntos particulares en discusión y, partiendo de la comunidad de bienes, excluía la actitud pacífica, tierna o considerada para con la burguesía (…) Por ello definí los fines de los comunistas de esta manera: 1) Hacer triunfar los intereses del proletariado en oposición a los de la burguesía; 2) Hacer esto por medio de la abolición de la propiedad privada y su sustitución por la comunidad de bienes; 3) No reconocer otro medio de lograr estos objetivos que una revolución democrática por la fuerza.”
F. Engels . Carta n.º 3 del Comité. París, 23 de octubre de 1846
C. Marx y F. Engels, Correspondencia, Ediciones Política, La Habana, s.f.
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“nadie sabe qué cosa es el comunismo,
y eso puede ser pasto de la aventura…”
Silvio Rodríguez
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La “paz total” en el capitalismo es y solo puede ser, una total y absoluta falacia. El ejemplo boliviano de los últimos años y el actual contexto son dramáticamente explicativos a este respecto.
La “pax americana”, y el cacareado “monopolio del uso de la violencia” llamada siempre “legítima”, (como “legítimos” sus torturadores y sus cárceles clandestinas), a la que rinden honores los colaboracionistas latinoamericanos y sus pseudo dirigentes y tecnócratas desclasados –siempre con semblante de comerciante de almacén al por menor y discurso de vendedor de autos de segunda mano–, señores y señoras como Mujica, Bachelet, Kirchner, Correa, López Obrador, Boric, Petro… son (y siempre lo han sido) en Nuestra América y en todo el mundo, la representación teatresca; la prueba más evidente del verdadero rol que cumplen en el terreno de la lucha de clases los gerentes-políticos-pequeñoburgueses al servicio de las burguesías locales dependientes y vendepatrias; verdaderos cómplices y participes necesarios de la superexplotación, el saqueo y el crimen burgués-imperialista continuado. [EE.UU. lleva a cabo programas militares en 149 países.]
Las democracias pacificadas al servicio de las corporaciones transnacionales y los ejércitos neocoloniales de ocupación, –en las que los criminales que saquean los territorios y destruyen las vidas de cientos de millones de personas, a los que les son negados y conculcados permanentemente sus derechos a la plena participación política y a la justicia formal, gozan siempre de impunidad absoluta–, reclaman siempre la rendición de los revolucionarios como precondición para la “normalización”, a cuentas de prebenda y sustucionismo.
“Alternancia” y “gradualidad”, conveniencia, y convivencia con el sionismo genocida y el nazismo reciclable. “Paz” con los artífices de todas las dictaduras pasadas y presentes, civiles y militares.
Lo que reina es la confusión. La incertidumbre, las “verdades a medias”, el chisme y las descalificaciones ad hominen. La fantasía neurótica y sadomasoquista, la ignorancia más presuntuosa y cínica.
La democracia y la revolución según son entendidas y practicadas, de las que habla el “progresismo” posmoderno –siempre seguidas de algún calificativo publicitario eufemísticamente utilizado como “cultural”, pluridescompuesto, anti-algo, multicolor, plus, mega, súper…, significan ante los hechos consumados, una rendición sin combate en toda la linea. Significan la naturalización del fascismo, su “democratización”.
No ha existido y no podrá existir nunca, como afirmaba el comandante Ernesto Che Guevara, un antimperialismo verdadero sin un programa de lucha permanente y prolongada por el socialismo.
Esto es lo que nos enseña la lucha de la repúblicas populares del Dombass. Esto es lo que nos enseña la lucha permanente de los pueblos del mundo, que han elegido el camino difícil pero certero de la revolución social y la soberanía popular. Para conquistarlo, para conquistar el derecho a su libre autodeterminación y a la justicia verdadera, todos los hombres y mujeres dignos en todos los tiempos de la historia humana conocida han ejercido el derecho a defenderse por todos los medios a su alcance.
Como solía decir el camarada Fidel Castro: no son los pueblos los que declaran las guerras, y, frente a tales circunstancias solo obra ante ellos la elección de luchar o rendirse ante las amenazas.
La “unidad” y el consenso que se nos reclama, con el neopopulismo “progre”, (sobrino nieto del stalinismo burocrático, de la “convivencia pacífica”, y primo hermano de la izquierda socialdemócrata pro israelí, también conocida como “trotskismo”) que pacta con el Opus Dei y el Jesuitismo, con el evangelismo apocalíptico, con las burguesías fascistas y las oligarquías criminales del agronegocio y el militarismo; o que le hace de coro en la cantina y que pretende culpar a las guerrillas colombianas, a los campesinos paraguayos, a los weichafes del pueblo nación mapuche, a las comunidades indígenas del sur de México y el norte de Guatemala, de las consecuencias sociales del narcotráfico organizado financiado y sostenido por la CIA, la DEA, y sus propias mafias gobernamentales… digamos la simbiosis con la demagogia pequeñoburguesa que pretenda garantizar estabilidad e impunidad sin limites ni condiciones a la rapiña burguesa, es una fantasía de personas que no entienden, no saben y no quieren saber, y tampoco han sufrido nunca en carne propia, –por edad biológica o por suerte, o quién sabe…– las represalias y las verdaderas secuelas que deja en el cuerpo y en la conciencia de los hombres del pueblo, la guerra de clases.
Karl Marx escribía en Bruselas en 1846, que para algunos revolucionarios el comunismo se asemeja a un cuartel…, podríamos decir aquí y ahora que para algunos comentaristas de noticias mainstream el “cuartel” es su propia cabeza.
Pasar a “otro nivel de coordinación y acción conjunta”, cosas por el estilo, escuchamos decir a algun@s person@s desde los Comités Centrales virtuales de las redes digitales, aunque, y en traducción simultanea resulta que lo de “pasar” significa desenterrar de su tumba a Josef Stalin… y o/a también, (de paso por los cementerios de la mala memoria), al viejo Trotsky, –cruel y cobardemente asesinado a cuenta y nombre de los más altos ideales de la revolución y el socialismo– y volver a poner sobre la mesa las fórmulas del “marxismo progresista”, también conocido como “estructuralismo” desarrollista: Oportunismo, derrotismo, charlataneria senil e impotente, o como usted prefiera…
O sea qué del asunto de “pasar”, nada, sino más bien inventarse un futuro a la medida de un pasado imaginario y nostálgicamente impostado.
No saben o no quieren saber esas personas confundidas y aisladas, –digamos cualquiera de nosotr@s–, que ese tipo de mecanismo de autoengaño y falsificación histórico-cultural según el cual se hace abstracción, se resumen y simplifican realidades y entidades tan disimiles y complejas como País, Nación, Estado, Gobierno, Población, y Pueblo, es territorio fértil para la mistificación y la propaganda de guerra burguesa. Discusiones en ese terreno, nunca pueden resolverse favorablemente para los fines revolucionarios.
Bertolt Brecht escribía en 1934:
“¿Reconocen la verdad los que por ejemplo, exigen en voz alta la lucha despiadada contra Alemania: “porque es la verdadera patria del mal en nuestra época, la sucursal del infierno, la morada del anticristo”? Cabe decir que se trata de gente tonta, impotente y nociva. La conclusión de tales discursos banales sería, en realidad, exterminar a Alemania. A todo el país, con todos sus hombres, ya que el gas, cuando mata, no escoge inocentes y culpables.
Las personas superficiales, que no conocen la verdad, se expresan en forma genérica, retórica e imprecisa. Estúpidamente acusan a «los» alemanes, se lamentan «del» mal, y, en el mejor de los casos, el que los escucha no sabe que hacer. ¿Decidir, quizá, no ser alemán? ¿El infierno desaparecería si fuese bueno?”
Hubo una vez en que cualquiera podía ser acusado, condenado y –cosa también bastante habitual–, absuelto después de muerto, como lo fueron más de 960.000 personas durante la década del los años treinta en la URSS, (números oficiales) solo por ser sospechosos de “disidentes”. Ahora, aquí o allá, y según la geografía, el término “disidente”, puede referirse en el idioma del “sentido común” a una persona que no reconoce la autoridad del Estado burgués, o a una persona que practica la sodomía. En todos los usos, el orden burgués sale victorioso. El sentido común enajenado profesa la unilateralidad, custodia sus intereses ajustando el lenguaje, obvia la complejidad, la rechaza, la anula.
Mientras los enemigos de los pueblos y los pobres del mundo, y los nuevos patriarcas de la política de nuestros feudos latinoamericanos ocupan cada resquicio; cada ámbito de poder; los pobres no tienen Partido. Se dice, o eso parecen querer decir: tu “partido” no es necesario. Tu “programa de transición” es tu cuenta de swinger, fachobook, prostitube… ¿qué otra cosa puede necesitar el esclavo moderno?
Todo pretende resumirse al show y el relato. Un cuento paranoico. Con suerte: ritmo y ruido, y a eso le llaman música. Más aún, y mejor, es más seguro y más cómodo renunciar a la participación y la acción política.
La melodía desapareció en combate, a las viejas canciones de Schostakowitsch, las de antes, cuando los nazis eran nazis y los revolucionarios no se disfrazaban de payasos, esas ya nadie las escucha, ahora los “hits” los escriben las ametralladoras dirigidas por inteligencia “artificial”.
Artificial, como los universos imaginarios, en los que “La Paz” no es en Bolivia ni en la selva colombiana, sino un lugar al que habrán de llegar alguna vez, con suerte, los sobrevivientes de la guerra permanente.
Oficina Internacional – HIJOS Red Mundial