Fuente: https://canarias-semanal.org//art/34128/kim-philby-el-espia-britanico-que-frustro-los-planes-de-churchill-para-borrar-del-mapa-a-la-urss Domingo, 26 de Marzo de 2023
El Primer ministro británico preparó un plan militar, que denominó «Operacion Impensable», con el que pretendió EEUU, junto a Gran Bretaña, bombardearan con artefactos nucleares la URSS y luego la invadieran
Al final de la Segunda Guerra Mundial, – escribe nuestro colaborador Manuel Medina-, Winston Churchill, el entonces Primer Ministro británico, urdió un plan ultrasecreto para atacar a la Unión Soviética, el país que no solo había sido su propio aliado durante la II Guerra Mundial, sino que había aportado el sacrificio de 25 millones de muertos durante la guerra contra los alemanes, que hicieron imposible que el III Reich se atreviera a abrir un nuevo frente de guerra occidental e intentar ocupar la Gran Bretaña (…).
Por MANUEL MEDINA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Al final de la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill, el entonces Primer Ministro británico, urdió un plan ultrasecreto para atacar a la Unión Soviética, el país que no sólo había sido su propio aliado durante la II Guerra Mundial, sino que había aportado el sacrificio de 25 millones de muertos durante la guerra contra los alemanes, que hicieron imposible que el III Reich se atreviera a abrir un nuevo frente de guerra occidental e intentar ocupar la Gran Bretaña.
Partiendo de estas premisas, Churchill y un estrecho círculo de militares británicos allegados a su persona, no tuvieron el más mínimo escrúpulo en comenzar a idear un plan al que denominaron «Operación Impensable» («Unthinkable Operation»). En ese Plan de carácter militar se preveía la utilización no sólo de tropas británicas y estadounidenses, sino también de unidades alemanas y de otros países europeos, como Hungría y Polonia, para enfrentarse a los soviéticos. Posiblemente, la vehemencia con la que Churchill se opuso a las propuestas de Stalin durante la Conferencia de Yalta, quien defendía que los aliados vencedores aplicarán un bloqueo total al Régimen del general Franco, comprometido por su colaboración y participación en la guerra con los países del Eje, y que se facilitara un decidido apoyo material a la oposición democrática antifranquista, tuviera mucho que ver con sus planes de reclutar también a unidades españolas en una renovada invasión de la URSS.
La idea de Churchill consistía en lograr derrotar a los soviéticos, primero dentro de la misma Alemania ya ocupada y, después, proceder a una invasión de la Unión Soviética. En los planes previstos en la «Operación Impensable», Churchill había incluido, igualmente, el uso de armas nucleares con las que se pensaba destruir las principales ciudades de la URSS desde el aire. Ciudades de la categoría de Moscú, Murmansk, Vladivostok y Leningrado deberían de ser a abatidas nuclearmente usando los conocidos bombarderos B-29 estadounidenses.
ACABAR CON UNA URSS DEBILITADA
En los círculos militares y políticos, estrechamente allegados al premier británico, se tenía la convicción de que la Unión Soviética, al ser la potencia sobre la que recayó el peso principal de la II Guerra Mundial, había quedado sensiblemente incapacitada para poder afrontar un nuevo conflicto bélico.
La URSS, en efecto, sufrió nada menos que 25 millones de muertos y sus infraestructuras industriales, urbanas y agrícolas resultaron también terriblemente dañadas por la acción de los Ejércitos invasores.
En cambio, durante los seis años que duró la guerra, Inglaterra apenas sufrió 370.000 bajas militares y 43.000 civiles. En el caso de los Estados Unidos sus pérdidas fueron todavía menores: sólo 170.000 estadounidenses murieron en combate en el curso de toda la guerra. Se trataba de países que habían salido prácticamente indemnes de la conflagración mundial. Mientras la URSS había quedado severamente devastada por los Ejércitos hitlerianos, Reino Unido y EEUU, apenas habían llegado sufrir dentro de sus respectivos territorios los efectos de los ataques militares del Tercer Reich.
Desde el punto de vista del premier británico, aquel era el momento idóneo no sólo para acabar con un enemigo que podría resultar poderoso en un futuro próximo, sino también para tratar de poner coto a lo que el estimaba como una ideología “peligrosa” que, con el triunfo y el prestigio arrollador obtenido en su batalla contra Alemania, se iba a ver notoriamente fortalecida ante los pueblos colonizados, que en 1945 todavía permanecían bajo la égida del Imperio británico. Para Winston Churchill aquel era el momento del «ahora, o nunca».
Churchill, que a lo largo de toda su vida había sido un recalcitrante anticomunista, pensaba, con toda la razón, que la difusión de las ideas marxistas entre los pueblos subyugados por el colonialismo británico podrían servir para alentar la difusión de ideas subversivas entre sus súbditos y provocar el desmoronamiento del mismo sistema colonial. Churchill no se equivocó. Y eso fue lo que, efectivamente, terminaría sucediendo.
EL AGENTE “X”
El hermetismo que rodeó la “Operación Impensable” fue absoluto. Ni siquiera muchos de los altos mandos militares aliados llegaron a estar al corriente de aquellos planes clandestinos ideados por Winston Churchill y parte de la oligarquía británica.
Sin embargo, tal y como suele describir Hollywood en sus narraciones fílmicas, fue un espía con el enigmático nombre clave de “X”, infiltrado en la propia Inteligencia británica y en los cenáculos de las elites políticas y militares conservadoras ese país, el que se encargó de informar a la jefatura de la Inteligencia militar soviética sobre el Plan ingeniado por Churchill y sus asesores.
Aunque aún hoy los Servicios secretos del Gobierno de Putin no hayan revelado de manera oficial la identidad el agente “X”, en el Reino Unido, sin embargo, ya ha sido reconocido de forma más o menos oficiosa que el espía británico que informó a los soviéticos sobre los agresivos planes de Churchill contra la URSS habia sido un agente de la propia Inteligencia británica, que trabajó para la URSS como agente doble, desde la década de los 30 hasta el año 1960.
Su nombre era Kim Phliby. Philby formaba parte de un círculo de jóvenes intelectuales marxistas británicos, posteriormente conocidos como “los cinco de Cambridge”, que habían establecido entre ellos relaciones políticas y de amistad mientras fueron estudiantes de esa elitista Universidad. Una vez que concluyeron sus respectivas carreras, movidos por sus convicciones ideológicas, se pusieron a disposición de los movimientos políticos internacionales que en aquellos años luchaban no sólo contra la existencia del propio Imperio británico sino también en contra del orden capitalista occidental.
Algunas de las facetas biográficas que hoy han llegado a
conocerse sobre el papel desempeñado por Philby como agente de los Servicios de la Inteligencia soviética en la Gran Bretaña resultan tan novelescas como apasionantes.
Philby no sólo fue un agente al servicio de la URSS, sino que también logró convertirse en un cualificado alto cargo entre los cuadros de la Inteligencia británica. Desempeñando el papel de agente de dos Servicios de Inteligencia contrapuestos, Philby se limitó a servir realmente sólo a uno de ellos.
Philby permaneció durante décadas suministrando información al espionaje soviético, manteniéndolo puntualmente al corriente de cuanto se maquinaba en la cúpula del todavía hegemónico y poderoso Imperio británico.
Finalmente, en 1960, Kim Philby tuvo que huir de la Gran Bretaña al ser descubierta su relación con la Union Sovietica, país donde se refugió y fue reconocido oficialmente el trabajo desempeñado para la causa en la que nunca dejó de creer. Murió en Moscú en el año 1987.
EL AGENTE «X» EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Pero la actividad de espionaje de Kim Philby no se limitó al
territorio británico, sino que también se desplegó en otras partes del mundo. Curiosamente, durante la Guerra Civil española, Philby fue nombrado nada menos que corresponsal de guerra del periódico conservador británico “The Times” en los territorios ocupados por los rebeldes franquistas. Desde esa privilegiada atalaya, Philby no sólo se encargaba de enviar cumplidamente sus crónicas al rotativo “The Times”, simulando en ellas tener simpatía política por los rebeldes, sino que, además, de forma simultánea, suministraba la información que recogíaen los frentes de batalla a la Inteligencia soviética, poniéndolos al corriente de los movimientos estratégicos del Ejército franquista, así como de cuál era el estado de ánimo y la moral en el bando rebelde.
La inserción que Philby logró en los ámbitos oficiales de los rebeldes franquistas llegó a ser prodigiosa. Durante su estancia en España, el automóvil donde viajaba Philby y otros corresponsales de guerra extranjeros fue alcanzado por una bomba. Todos los que iban en el automóvil fallecieron, menos Kim Philby. Ello motivó que mando militar de los insurrectos le concediera una condecoración que, – ¡ironías del destino! -, fue el mismísimo en general Francisco Franco el que se encargó de colocársela en el pecho.
En relación con la «Operación impensable”, el agente “X” informó al mando militar soviético que Churchill tenía previstas como premisas fundamentales los aspectos siguientes :
1º) Que el ataque anglosajón a las tropas soviéticas debería realizarse el 1 de julio de 1945, sin previo aviso y con la máxima sorpresa.
2º) Que la moral de las fuerzas británicas y estadounidenses y de la opinión pública deberían ser “100% fiables”.
3º) Que las capacidades del derrotado ejército alemán y de sus aliados deberían ser utilizadas con la máxima energía y fuerza en contra de los soviéticos.
El agente “X” transmitió también al alto mando soviético, entonces encabezado Stalin, que la «Operación Impensable» preveía la ejecución de un “movimiento de pinza” y por sorpresa por parte de dos grupos de Ejército. Un grupo se movería desde el norte de Alemania, y el otro desde la zona de Leipzig, desplazándose tan rápido como fuera posible hacia el centro de Polonia.
Esas operaciones irían acompañadas de ataques aéreos contra de Centros de comunicaciones, puentes ferroviarios o barreras fluviales. Asimismo, se lanzaría una ofensiva sobre Austria a lo largo de la línea Linz-Viena, al tiempo que fuerzas especiales aéreas serían redesplegadas sobre el Mar Negro para proceder al bombardeo de los campos petrolíferos y las refinerías de petróleo soviéticas. Igualmente se previó una drástica actuación marítimo-terrestre sobre la ciudad de Leningrado.
No obstante, apenas un par de meses antes del previsto ataque a la URSS, el premier Winston Churchill se había permitido enviarle un hipócrita mensaje a Stalin, en el que en nombre del pueblo británico le transmitía
“un sincero saludo por la brillante victoria protagonizada por el Ejército Rojo y los pueblos de la URSS, que habían logrado expulsar a los invasores de su tierra y derrotar a los ejércitos de la Wehrmacht.
EL LIBRO
La denominada «Operación Impensable», por circunstancias que relataremos más adelante, nunca pudo llevarse a cabo, pero estuvo a punto de desencadenar una Tercera Guerra Mundial, apenas transcurridos unos meses o, como mucho, un par de años después, del final de la Segunda conflagración.
Transcurridas más de siete décadas del final de la II
Guerra Mundial, hemos tenido acceso al conocimiento de un sinfín de circunstancias que rodearon el proyecto de Winston Churchill, destinado a desencadenar una nueva guerra mundial, gracias a la investigación realizada por el periodista británico Thomas Mayer, titulado «When the Lions Grow», en cuyo trabajo pudo descubrir y comparar un número documentos de inmenso valor, ahora desclasificados por el FBI.
El libro pone al descubierto, entre otras cosas, un documento tambien desclasificado por el FBI estadounidense, en el que el ex Primer ministro británico Winston Churchill solicitaba al senador norteamericano Samuel Bridges, apenas un año y medio después de concluida la Guerra, que utilizara toda la influencia que podía ejercer sobre el presidente Harry Truman, para que este se decidiera lanzar la bomba atómica sobre Moscú y, al mismo tiempo, sometiera a un bombardeo nuclear a los centros industriales soviéticos que no había logrado destruir el ejército alemán durante su invasión.
El libro de Thomas Mayer nos pone igualmente al corriente de cómo otro senador estadounidense, Styles Bridges, de New Hampshire, caracterizado por su acendrado conservadurismo radical, confesó al FBI que Churchill le había manifestado que
“si se lanzaba una bomba atómica sobre el Kremlin aniquilándolo se podría manejar fácilmente la situación en Rusia, ya que esta se encontraría carente de dirección política alguna”.
LA «OPERACIÓN IMPENSABLE» QUE NUNCA LLEGÓ A SER
Pese a las gestiones políticas que Churchill no paraba de realizar, cuando dentro de los mismos círculos de poder británicos se empezó a conocer en qué consistía su “Plan Impensable“ de atacar por sorpresa a la URSS, el proyecto no fue bien acogido por las élites hegemónicas del Imperio. Posiblemente, no porque no desearan quitarse de encima el temor estremecedor que les infundía el “peligro comunista” sino, fundamentalmente, porque el mando militar británico, después de estudiar concienzudamente el Plan de Churchill, y analizar cuál era la correlación de fuerzas entre los países aliados que habían quedado vencedores en la guerra contra Alemania, llegó a la conclusión de que la Operación prevista por el premier británico se encontraba predestinada a un rotundo fracaso, debido a la abrumadora superioridad de las fuerzas militares soviéticas que permanecían asentadas tanto en la propia Alemania, como en Polonia.
La idea de Churchill de atacar sorpresivamente a las tropas soviéticas recibió, pues, una contundente desaprobación por parte de la cúpula militar y las clases dirigentes británicas. En una reunión celebrada por el Gabinete de Guerra británico, el general Sinclair, perteneciente a la cúpula de la Inteligencia británica, expresó que la “Operación Impensable” no era más que “un mero disparate que no podía estimarse seriamente” .
El propio general Sinclair manifestó en esa misma sesión que:
“la situación de la propia Alemania, con su problema de comunicaciones, los millones de refugiados, el problema de los alimentos y el estado de la industria, hace imposible librar una gran guerra a través de Alemania y Polonia”.
Con ello, el descabellado «Plan Impensable» ideado por la imaginación guerrerista del político anticomunista británico, pasó a mejor vida y los habitantes de nuestro planeta se libraron de lo que hubiera podido ser la Tercera y, quizá, última conflagración mundial.