Kennedy y la paz en Ucrania

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2023/06/19/opinion/014a1pol                                                                                 Jeffrey D. Sachs*

El ex presidente John F. Kennedy fue uno de los grandes pacificadores del planeta. Encabezó la búsqueda de una solución pacífica a la crisis de los misiles en Cuba y luego negoció con éxito el Tratado de Prohibición Parcial Nuclear con la Unión Soviética, en plena guerra fría. En el tiempo en que fue asesinado, daba pasos para poner fin al involucramiento estadunidense en Vietnam.

En su deslumbrante e insuperado Mensaje de Paz, pronunciado hace exactamente 60 años, el 10 de junio de 1963, Kennedy delineó su fórmula para la paz con la Unión Soviética. Su discurso hace ver que el enfoque de Joe Biden hacia Rusia y la guerra en Ucrania necesita una dramática reorientación. Hasta ahora, Biden no ha seguido los preceptos recomendados por Kennedy para alcanzar la paz. Si se apegara a los consejos de su predecesor, también él podría ser un pacificador.

Un matemático diría que el mensaje de Kennedy constituye una prueba constructiva de cómo lograr la paz, puesto que contribuyó directamente al Tratado de Prohibición Parcial Nuclear firmado por Estados Unidos y la Unión Soviética en julio de 1963. Al recibir el discurso, el líder soviético Nikita Jruschov dijo al enviado de Kennedy a Moscú, Averell Harriman, que era el mensaje más importante emitido por cualquier presidente estadunidense después de Franklin D. Roosevelt, y que él quería procurar la paz junto con Kennedy.

En el discurso, Kennedy describe la paz como el [objetivo] racional necesario de hombres racionales. Sin embargo, reconoce que alcanzar la paz no es fácil: “Me doy cuenta de que procurar la paz no es tan dramático como procurar la guerra… y con frecuencia las palabras del pacificador caen en oídos sordos. Pero no tenemos una tarea más urgente”.

La clave más profunda para alcanzar la paz, según la visión de John F. Kennedy, es el hecho de que ambos lados la desean. Es fácil caer en la trampa, advierte, de culpar del conflicto sólo al bando contrario. Es fácil caer en la trampa de insistir en que el adversario debe cambiar sus actitudes y conductas. Kennedy dice con claridad: “Debemos rexaminar nuestra propia actitud –como individuos y como nación–, porque nuestra actitud es tan esencial como la de ellos”.

Kennedy atacó la idea pesimista, prevaleciente en el momento de mayor tensión en la guerra fría, de que la paz con la Unión Soviética era imposible, de que la guerra es inevitable, de que la humanidad está condenada, de que estamos en manos de fuerzas que no podemos controlar. Necesitamos rechazar esa visión. Nuestros problemas son construcción humana; por lo tanto, pueden ser resueltos por los humanos.

Algo crucial, dijo, es que no debemos tener sólo una visión distorsionada y desesperada del otro lado. No debemos ver el conflicto como inevitable, el acuerdo como imposible, y la comunicación como otra cosa que un intercambio de amenazas. De hecho, expresó, debemos ensalzar al pueblo ruso por muchos logros: en la ciencia y el espacio, en el crecimiento industrial y económico, en la cultura y en actos de valor.

Kennedy advirtió contra arrinconar a un adversario nuclear hasta tener que tomar medidas desesperadas. “Por encima de todo, al defender nuestros intereses vitales, las potencias nucleares necesitamos evitar esas confrontaciones que llevan a un adversario a decidir entre una retirada humillante o una guerra nuclear. Adoptar ese curso de acción en la era nuclear sólo sería prueba de la bancarrota de nuestra política… o de un deseo de muerte colectiva para el mundo”.

Kennedy sabía que, puesto que la paz era un interés mutuo de Estados Unidos y la Unión Soviética, era posible alcanzar un tratado de paz. A quienes decían que la Unión Soviética no respetaría un tratado de paz, Kennedy les respondió: Tanto Estados Unidos y sus aliados como la Unión Soviética y sus aliados tienen un interés mutuo y profundo en una paz justa y genuina, y en detener la carrera armamentista. Los acuerdos hacia este fin interesan tanto a la Unión Soviética como a nosotros, y se puede confiar en que hasta las naciones más hostiles aceptarán y cumplirán aquellas obligaciones del tratado que sean de interés para ellas, y sólo esas obligaciones.

Kennedy enfatizó la importancia de las comunicaciones directas entre los dos adversarios. La paz, dijo, requerirá un mayor entendimiento entre los soviéticos y nosotros. Y un mayor entendimiento requiere mayor contacto y comunicación. Un paso en esa dirección es el arreglo que se ha propuesto para contar con una línea directa entre Moscú y Washington, para evitar peligrosos retrasos en cada lado, los malos entendidos y malas lecturas de las acciones del otro que pueden ocurrir en momentos de crisis.

En el contexto de la guerra en Ucrania, Biden ha tenido una conducta casi opuesta a la de Kennedy. Personal y repetidamente ha denigrado al presidente ruso Vladimir Putin. Su gobierno ha definido el debilitamiento de Rusia como objetivo de guerra para Estados Unidos. Ha evitado toda comunicación con Putin. En apariencia no han hablado una vez desde febrero de 2022, y Biden rechazó un encuentro bilateral con Putin en la cumbre del G-20 del año pasado en Bali, Indonesia.

Biden se ha negado incluso a reconocer, ya no digamos atender, las profundas preocupaciones rusas respecto a la seguridad. Putin expresó en reiteradas ocasiones la ardiente oposición rusa al ensanchamiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia Ucrania, país que tiene una frontera de 2 mil kilómetros con Rusia. Estados Unidos jamás toleraría una alianza militar de México con Rusia o China, en vista de la frontera de 3 mil 200 kilómetros que tiene con México. Es tiempo de que Biden negocie con Rusia respecto al ensanchamiento de la OTAN, como parte de negociaciones más amplias para poner fin a la guerra en Ucrania.

Cuando Kennedy asumió la presidencia, en enero de 1961, definió con claridad su postura respecto a las negociaciones: Jamás negociemos por miedo. Pero nunca tengamos miedo a negociar. Ambas partes debemos explorar qué problemas nos unen, en vez de insistir en los problemas que nos dividen. En su mensaje de paz, nos recordó que lo que une a Estados Unidos y Rusia es que todos habitamos este pequeño planeta. Todos respiramos el mismo aire. Todos queremos un futuro para nuestros hijos. Y todos somos mortales.

*Profesor en la Universidad Columbia y autor de To Move the World: JFK’s Quest for Peace (Mover al mundo: la búsqueda de la paz de JFK), Random House, 2013.

Traducción: Jorge Anaya

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