Fuentre: Umoya num. 88 – 3er trimestre 2017 Cristina Bayo Fernández.
Una forma de conocer África, es a través de sus joyas que presentan
una variada tipología de objetos, con un valor mágico en sí mismos:
embellecen, sirven como monedas y alejan del mal a quien las porta.
Que África es en sí misma una joya es algo innegable y su ornamentación será parte importante de esta característica debido a la singularidad y calidad artística de sus adornos. Y es que en África todas las personas llevan joyas. La decoración del cuerpo es algo habitual, bien sea con decoraciones plasmadas en la piel, como
las escarificaciones, bien a través de las joyas. En ambos casos muestran el rango social y uso en todos los momentos de la vida de las africanas y africanos.
Además cada objeto tiene un valor mágico en sí mismo, porque embellece, aleja del mal al que las porta, sirven como monedas y poseen vida propia.
Por lo tanto, las joyas presentan una variada tipología centrada en collares, cinturones, pulseras, tobilleras o anillos… basados en la naturaleza o en su reminiscencia. Los materiales son muy variados, sacados del llas; o bien llegados de los intercambios comerciales, no necesariamente africanos, como sucede con los cauris del Océano Índico, las cuentas de vidrio de Venecia o las monedas de plata thalers o tálero María-Teresa, acuñadas en 1741 en honor a esta
emperatriz de Austria y que llegaron hasta sus países colonizados, como Somalia.
Actualmente muchos adornos artísticos son creados con productos
manufacturados como botones, cazuelas, cables telefónicos, …, pero
también se pueden considerar joyas. Las cuentas de vidrio son muy conocidas gracias a los Masai y los Samburu, que decoran su cuerpo con llamativos collares de colores pero que también se aplican en utensilios cotidianos. De hecho las mujeres llegan a realizar 40 formas decorativas diferentes de joyería.
Son muy utilizadas por los pueblos nómadas que no funden metales, por una cuestión práctica: debido a su gran pesadez prefieren las
cuentas de vidrio más ligeras pero que realizan la misma función.
El caurí, es un material – joya muy conocido y usado porque no necesita ningún tipo de modificación. Estos crustáceos, originarios de las Islas Maldivas, poseen un significado de fertilidad pues su forma imita al sexo femenino y su uso se remonta a los egipcios.
También con el marfil se realizan joyas. En el Antiguo Reino de Benín, su uso se reservaba al oba, con el que se obtenían objetos a partir del
cuerno del elefante. Pero además el barro y la madera se convierten en joyas, basadas principalmente en deformaciones corporales. Así sucede con los adornos de oreja de los Surma-Mursi de Etiopía donde en el interior se colocan discos con motivos geométricos. Cuanto más grande sea la perforación más importancia y belleza tendrá el integrante de la etnia. Lo mismo ocurre con los famosos adornos labiales o birgui.
Respecto a las piedras preciosas, las más codiciadas para la elaboración de joyas son la piedra azul, el cuarzo, la coralina, el ámbar amarillo que simboliza el sol, el coral por ser protector y generador de vida, el ámbar gris que tiene un sentido afrodisíaco y las inigualables perlas que el oba del Antiguo Reino de Benín se colocaba en collares y tocados.
Dejamos en último lugar al metal por su variedad de aplicaciones, el prestigio para el que lo porta y el gran desarrollo técnico conseguido
desde tiempos ancestrales. Así, por ejemplo, en Zaire se utilizan pesados collares que dificultan la vida y trabajo diario, pero les compensa por el poder social que significa sostener con esfuerzo el adorno, además de alejar a los malos espíritus. Su decoración se completa con motivos geométricos grabados a buril.
El bronce, muy frecuente en Camerún, desarrolla numerosos collares con forma de cabeza de búfalo para los dignatarios, como símbolo de fuerza y astucia. El cobre llegó a ser más valorado que el oro por la belleza de su color rojizo, a modo de prestigio para la realeza.
La plata se reservará a pueblos nómadas como los bereberes, pues simbolizan pureza y honestidad.
El oro es el material más valioso en África, porsu historia, valor, carga simbólica y la alta capacidad técnica lograda. Luminoso y brillante, la tradición oral cuenta que posee vida propia, capaz de matar y resucitar, de multiplicarse y crecer. Los árabes dieron a conocer en el siglo VII a los subsaharianos su valor comercial.
Cuando los portugueses en el siglo XV, llegan a las costas de Ghana denominaron a esta tierra como la Costa del Oro, ya que al establecer contacto con los Akan observaron como los líderes iban recubiertos con joyas de este material. La visión debió ser simplemente impresionante.
Actualmente el latón, a pesar de ser un metal muy pobre, es usado debido a su moldeabilidad. Con él se realizan hilos y se dan múltiples
formas a la joyería. A veces estas piezas son recubiertas de oro o pintura de oro.
Las técnicas más utilizadas serán los moldes abiertos donde las joyas se realizan a base de golpes de martillo terminándose por cincelar con un buril; y, por otro lado, la laboriosa fundición a la cera perdida, con resultados sencillamente espectaculares. Los anillos y collares de los Bamum de Camerún, portados por ancianos como símbolo de su sabiduría, inteligencia, poder y protección de los antepasados, son un fantástico ejemplo. Además este conocimiento se transmite de generación en generación, siendo muy tradicional y hermético.
El joyero es un personaje especial dentro del grupo y sólo él posee este conocimiento.
No debemos olvidar los importantes bronces de los Reinos de Ifé y Edo. Podemos concluir que la realización de ornamentos se caracterizará por su técnica, material utilizado, localización o
cultura, generando un mundo mágico, con un sinfín de formas, elegancia y vistosidad, que se ha transmitido a través de los siglos, como un tesoro que no se ha de perder en el tiempo y que el africano ha sabido mantener adaptándose a los nuevos tiempos. Porque en África no se puede vivir sin joyas, al fin y al cabo África es en sí misma una joya.