La lucha por los derechos de la clase trabajadora, la II República y el exilio
José Franchy y Roca, líder del republicanismo y defensor de los derechos obreros, es una figura que ha quedado relegada en la memoria histórica de Canarias. Su legado, crucial para entender las luchas sociales y políticas del archipiélago, sigue sin recibir la atención merecida, reflejo de la insuficiente presencia de la historia local en el sistema educativo.
Por ERNESTO GUTIÉRREZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
José Franchy y Roca (1871-1944) es una de esas figuras históricas de Canarias que, pese a su importancia, sigue siendo desconocida para muchos en su tierra natal.
Pese a su papel fundamental en el desarrollo del republicanismo español y en la lucha por los derechos de los trabajadores, su nombre y legado rara vez se mencionan en los programas de estudios. Un claro reflejo de la escasa atención que reciben figuras claves de la historia canaria en el sistema educativo.
Nacido en Las Palmas de Gran Canaria y formado como abogado y periodista, Franchy destacó por su compromiso con el republicanismo federal y sus esfuerzos para mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora.
Desde su activismo en Canarias hasta su rol de fiscal general y diputado en la Segunda República, Franchy y Roca defendió ideales de justicia social y autonomía regional, dejando una huella que aún resuena en la historia de España.
LOS INICIOS DE UN LÍDER COMPROMETIDO CON LA CAUSA REPUBLICANA
José Franchy y Roca se formó como abogado, aunque pronto enfocó su vida hacia la política y el periodismo. Desde su juventud, se involucró en las corrientes republicanas, impulsado por el clima de injusticia y desigualdad social que observaba en Canarias. A finales del siglo XIX, en una sociedad española con fuertes estructuras caciquiles y una monarquía alejada de los intereses populares, el republicanismo representaba una alternativa política para canalizar las demandas de una ciudadanía ansiosa de cambios.
En 1902, Franchy fundó el Partido Republicano Federal Canario, cuya misión era renovar la vida política del archipiélago y dotar a la clase obrera de un instrumento de lucha. Ese mismo año estableció la Federación Obrera Canaria, impulsando la organización gremial y defendiendo los derechos laborales de sectores vulnerables como el de los portuarios. Su compromiso también le llevó a fundar el periódico El Tribuno en 1903, un órgano que le permitió articular sus ideas y difundir los principios republicanos. Desde entonces, se consolidó como el máximo exponente del republicanismo canario y fue clave en la organización de la clase trabajadora.
LIDERAZGO REPUBLICANO Y APOYO AL MOVIMIENTO OBRERO. LA MASACRE DE LA CALLE «MOLINO DE VIENTO»
José Franchy y Roca, desde sus primeras incursiones en la política, entendió el republicanismo federal como un instrumento para defender a los trabajadores canarios y dar respuesta a las duras condiciones sociales y económicas que enfrentaban. En un contexto de explotación y desigualdad, el Partido Republicano Federal Canario, fundado por Franchy en 1902, comenzó a organizar las primeras huelgas y demandas laborales en las islas. Bajo su liderazgo, en 1910 se convocó la primera huelga en el Puerto de La Luz, un hecho histórico para el movimiento obrero de Canarias que impulsó el sindicalismo en el archipiélago y visibilizó la lucha de los trabajadores portuarios.
Conscientes de que la organización sindical era clave para la defensa de sus derechos, Franchy y otros líderes republicanos pusieron en marcha la Casa del Pueblo en La Isleta en 1913, que no solo servía como sede de reuniones, sino que ofrecía asesoría jurídica gratuita y servicios educativos. Allí, Franchy y otros intelectuales republicanos enseñaban a leer y escribir a los trabajadores y ofrecían clases para que adquirieran nuevas habilidades. La Casa del Pueblo fue un símbolo de la solidaridad republicana y del compromiso con la justicia social. Hasta que fue destruida por el franquismo en 1936, representó un espacio fundamental para la cohesión obrera y el avance del republicanismo social en Gran Canaria.
El compromiso de Franchy con los trabajadores no se limitó a crear estructuras de apoyo. Durante el proceso de consolidación del movimiento obrero, los republicanos federales de Gran Canaria, bajo su liderazgo, ayudaron a organizar diversas asociaciones gremiales y mutuas de ayuda, lo que permitió una organización más sólida y constante. Sin embargo, este activismo enfrentó una fuerte oposición de las élites locales y del Partido Liberal, que veía a Franchy y al Partido Republicano como una amenaza directa a su control político.
La represión alcanzó su punto máximo en la “Masacre del Molino de Viento” en noviembre de 1911, cuando las protestas contra el fraude electoral y el rumor de una supuesta detención de Franchy resultaron en una violenta respuesta de la Guardia Civil, que abrió fuego contra los manifestantes, causando seis muertos y decenas de heridos. Esta tragedia fue un símbolo de la resistencia obrera canaria y dejó un recuerdo imborrable en la historia del movimiento obrero del Archipiélago.
La labor sindical y política de Franchy y Roca fortaleció el republicanismo en Canarias y consolidó una base de apoyo popular que defendía la justicia social.
Franchy fue un líder que vivió los principios de solidaridad obrera y federalismo desde un compromiso genuino, siendo recordado como uno de los pioneros en la defensa de los derechos de la clase trabajadora en Canarias y de la autonomía insular
CARRERA EN LA PENÍNSULA Y PARTICIPACIÓN EN LA SEGUNDA REPÚBLICA
A partir de 1915, las dificultades económicas y la presión política en Canarias llevaron a José Franchy y Roca a trasladarse a la península. Allí, comenzó trabajando como secretario de gobierno en la Audiencia de Sevilla y luego desempeñó la misma función en las audiencias de Cáceres y La Coruña, donde se mantuvo hasta el estallido de la Segunda República en 1931. Su participación en el republicanismo federal fue constante, y este compromiso le permitió ganar relevancia política en un momento clave para España, lo que le llevó a ser elegido diputado por Las Palmas en las Cortes Constituyentes de 1931. A partir de ahí, su carrera estuvo marcada por un enfoque orientado a reformas profundas y un modelo federalista que respondiera a la diversidad regional del país.
Durante el proceso constituyente de 1931, Franchy y Roca defendió apasionadamente una estructura de “República Federal” en lugar del “Estado integral” que propuso el proyecto oficial. Para Franchy, el concepto de Estado integral resultaba ambiguo y, a su juicio, no aseguraba una autonomía real para las regiones. Sin embargo, con pragmatismo, reconoció que, dada la falta de desarrollo previo de las autonomías regionales en España, no era posible implementar de inmediato una estructura plenamente federal.
Argumentó que una verdadera federación debía construirse “de abajo hacia arriba,” una visión que reflejaba su respeto por los procesos democráticos y participativos. También fue un defensor de la bicameralidad, proponiendo un Senado representativo de las distintas regiones que mediara en conflictos territoriales y acogiera la representación de sindicatos y federaciones profesionales. Su enfoque buscaba que la Constitución no solo respondiera al Estado central sino también a las aspiraciones locales, lo que fue especialmente bien recibido en Cataluña, que ya había avanzado en su propio estatuto autonómico
Franchy también asumió en agosto de 1931 el cargo de Fiscal General de la República, donde impulsó un enfoque legal y judicial orientado hacia la defensa de los derechos civiles. Sin embargo, dimitió de este cargo en señal de desacuerdo cuando el gobierno republicano aprobó la Ley de Defensa de la República, que permitía medidas restrictivas que Franchy consideraba autoritarias.
Su compromiso con la justicia y los derechos sociales lo llevó a asumir, aunque brevemente, el Ministerio de Industria y Comercio en 1933 bajo el liderazgo de Manuel Azaña. En este breve tiempo en el Ministerio, Franchy centró sus esfuerzos en intentar establecer una estructura económica más justa y favorable para los trabajadores, pero las circunstancias políticas y su salida prematura le impidieron consolidar estas reformas. Aun así, este paso subrayó su lealtad hacia los principios republicanos y su voluntad de aplicar cambios en beneficio de la clase trabajadora, como ya había intentado años antes en Canarias.
EXILIO Y LEGADO
Con el estallido de la Guerra Civil en 1936 y el triunfo de las fuerzas franquistas, Franchy fue perseguido y, como muchos republicanos, se exilió en México, donde permaneció hasta su muerte en 1944.
Durante sus años de exilio, continuó defendiendo los ideales republicanos y mantuvo contactos con la diáspora española en México, donde se reunió con intelectuales y otros políticos exiliados, todos ellos comprometidos con la causa de la República y con la lucha antifascista.
En 1976, un año después de la muerte del dictador Francisco Franco, sus restos fueron trasladados a Las Palmas de Gran Canaria.
En su honor, se renombró una calle de su ciudad natal, un acto que reconocía su esfuerzo por la justicia social y su incansable lucha por los derechos de la clase trabajadora y la autonomía de las regiones.
Hoy, su figura representa no solo a un político comprometido, sino a un visionario que abogó por un modelo de República justa y solidaria.
FUENTES:
-Real Academia de la Historia sobre José Franchy y Roca
-«José Franchy y Roca. Un republicano en los orígenes del sindicalismo palmense». Bienmesabe
-El Cultural de Canarias: «José Franchy Roca, realismo y compromiso político isleño».
–Casa de Velázquez: «Historiografía sobre el republicanismo histórico en Canarias».
–Diario de Gran Canaria: «15 de noviembre de 1911, masacre obrera en Gran Canaria».
– El País Canario: «La voladura franquista de la Casa del Pueblo de La Isleta» Elpaiscanario.com