Jeremy Scahill: Israel está haciendo una “campaña de propaganda deliberada” para justificar su brutal ataque a Gaza

Fuente: https://www.democracynow.org/es/2024/2/7/israel_propaganda_gaza                                                              07/02/24

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Recientemente, el Gobierno de Israel acusó a un puñado de trabajadores de la UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina, de participar en el ataque de Hamás el 7 de octubre. Estados Unidos y más de una docena de otros países se apuraron a suspender el financiamiento que aportan a esta agencia, cuyo trabajo humanitario es vital para millones de personas en Gaza. Sin embargo, la emisora británica Channel 4 obtuvo el expediente de inteligencia sobre la UNRWA que Israel compartió con sus países aliados y no encontró “ninguna evidencia que apoye su explosiva acusación”. El periódico Financial Times y el canal de televisión Sky News también revisaron el material y llegaron a la misma conclusión. Las afirmaciones de Israel sobre la UNRWA son solo el último ejemplo de lo que el periodista Jeremy Scahill llama una “campaña de propaganda deliberada” para justificar su brutal ataque a Gaza. “Este es uno de los mayores fraudes de la historia moderna, que trae reminiscencias de las mentiras con las que se justificó la invasión y ocupación de Irak”, dice Scahill, reportero y corresponsal del portal periodístico The Intercept.

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Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

NERMEEN SHAIKH: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Nermeen Shaikh, con Amy Goodman. Un documento clave de la inteligencia israelí que fue utilizado por más de una docena de países, incluyendo Estados Unidos, para justificar el desfinanciamiento de UNRWA, la principal agencia de ayuda para los refugiados palestinos, no contiene pruebas que respalden las acusaciones de Israel, según varios informes de prensa. Las acusaciones formuladas en el documento israelí incluyen denuncias de que varios empleados de la UNRWA participaron en el ataque de Hamás del 7 de octubre. El canal británico Channel 4 obtuvo el documento y encontró que este “no proporciona ninguna prueba que respalde su explosiva acusación de que trabajadores de la UNRWA participaron en ataques terroristas contra Israel”. The Financial Times, que también analizó el material, llegó a la misma conclusión, al igual que Sky News. Ahora esta agencia de ayuda de la ONU, que es fundamental para proporcionar asistencia humanitaria en Gaza, dice que se quedará sin fondos antes de marzo como resultado de los recortes de financiamiento.

Las alegaciones hechas por Israel son solo el ejemplo más reciente de lo que el periodista Jeremy Scahill llama una “guerra de información que Israel está librando”, con el objetivo de “inundar el discurso público con una serie de acusaciones falsas, infundadas y no verificables”. En su artículo más reciente, publicado el 7 de febrero en The Intercept, Scahill escribe: “Casi todas las semanas, a veces todos los días, el Gobierno y el Ejército israelíes ha estado diseminando nuevos aluviones de acusaciones con la intención de justificar la matanza en curso”. Scahill añade: “La táctica es efectiva, particularmente porque Estados Unidos y otros aliados importantes han blanqueado sistemáticamente las acusaciones no verificadas de Israel como pruebas de que su causa es justa”. Jeremy Scahill es uno de los principales periodistas y corresponsales de The Intercept. Su artículo más reciente se titula “La guerra de Netanyahu contra la verdad: la despiadada campaña de propaganda de Israel para deshumanizar a los palestinos”. Nos acompaña desde Alemania.

Bienvenido de nuevo a Democracy Now!, Jeremy. Para empezar, ¿puede exponer los argumentos que plantea en su más reciente artículo?

JEREMY SCAHILL: En las primeras horas de la mañana del 7 de octubre, miembros de las Brigadas Al-Qassam de Hamás, de la Nukhba, sus fuerzas especiales de élite, así como miembros de la Yihad Islámica Palestina, lideraron un ataque múltiple en Israel. Todo el mundo está familiarizado con esto. Los objetivos iniciales que atacaron constituían casi la totalidad de la infraestructura israelí en lo que Tel Aviv llama “la envoltura de Gaza”. Y fueron capaces de dominar con bastante rapidez a la División de Gaza, la principal entidad del Estado israelí responsable de imponer las condiciones carcelarias que rigen sobre la población de Gaza, de llevar a cabo ataques con drones, de librar guerras, de llevar a cabo todo tipo de actos de guerra contra el pueblo de Gaza. Y luego, los combatientes palestinos se abrieron paso por una serie de asentamientos en la zona.

La intención era bastante clara: estaban tratando de tomar rehenes para poder así negociar la liberación de prisioneros palestinos. Pero lo que hicieron ese día fue nada menos que romper el paradigma, enviar un mensaje de que la gran mentira promovida por Israel —no solo bajo Netanyahu, pero ciertamente bajo Netanyahu— de que los israelíes podrían vivir en paz de alguna manera a pocos metros de lo que es de facto un campo de concentración con 2,3 millones de personas que han sido privadas de cualquier cosa que semeje una existencia humana, no es algo sostenible.

Entonces a Israel lo sorprendieron, en todo sentido, con la guardia baja, a pesar de que sus propios analistas de inteligencia habían estado advirtiendo que al parecer Hamás se estaba preparando y entrenando para algo que era bastante impactante y no solo algunos pequeños intentos aislados de disparar cohetes o incluso llevar a cabo una incursión menor en territorio israelí. En todos los sentidos, esas advertencias fueron pasadas por alto y descartadas.

Lo que vimos entonces, mientras los combatientes palestinos se dispersaban por estas diversas comunidades israelíes y doblegaban a la División de Gaza y tomaban muchos militares como prisioneros y se los llevaban a Gaza, fue que el Gobierno israelí tomó la vía de una contraofensiva sostenida, que incluyó helicópteros de ataque Apache y drones. Cuando los militares finalmente llegaron a algunas de estas comunidades, —eso sí, pasaron horas y horas antes de que cualquier unidad oficial de las fuerzas de seguridad israelíes respondiera en algunas de estas zonas civiles— iniciaron enfrentamientos armados de manera generalizada. En el kibutz Be’eri, sabemos que los testigos oculares han dicho que las fuerzas israelíes bombardearon una casa, probablemente matando al menos a una docena de israelíes que los combatientes palestinos tenían cautivos. Entonces el Gobierno israelí estaba sobresaltado por el hecho de tener estas bases militares cruciales invadidas y comunidades inundadas de combatientes palestinos.

A las pocas horas de que ocurrieran estos ataques, el Gobierno de Netanyahu comenzó a elaborar una campaña de propaganda muy deliberada para venderle a Estados Unidos, a otros líderes occidentales y a la opinión pública mundial una guerra de aniquilación con tácticas de tierra arrasada contra Gaza. Esa campaña fue puesta en marcha inmediatamente. Y lo que hicieron, lo cual fue fundamental para esto, fue que los israelíes comenzaron a mostrarle al presidente Biden, al secretario de Estado Blinken, a los jefes de Estado de los países de la OTAN y de otros países de Occidente imágenes y vídeos que a su vez estos usaron para contar una historia no verificada de lo que ese material representaba. Y la caracterización por parte de Netanyahu y del ministro de Defensa, Yoav Gallant, era que esto había sido el mayor acto de violencia contra el pueblo judío desde el Holocausto, que las tácticas que Hamás usó incluían violaciones, decapitación de bebés, mutilación de cuerpos, tortura de familias, amarrar niños en grupos, incluyendo en una guardería en uno de los kibutz, para luego perpetrar ejecuciones masivas de niños pequeños, prender fuego a los niños. Y el presidente Biden, el secretario Blinken y muchos líderes occidentales comenzaron a repetir estas afirmaciones.

Pero lo que ocurrió fue que cuando la agencia de seguridad social israelí comenzó el 11 de octubre a documentar realmente las muertes, registraron 1.139 muertes; 695 de las cuales eran civiles. Y empezamos a revisar la documentación pública de las muertes. Y resultó que solo hubo una bebé que fue asesinada en todos los ataques combinados del 7 de octubre, una bebé de 9 meses llamada Mila Cohen, quien recibió un impacto de bala durante un tiroteo mientras estaba en brazos de su madre. También hubo… Creo que hubo 36 niños menores de 19 años que murieron ese día. Catorce de ellos en realidad muertos en ataques con cohetes de Hamás. Entonces, cuando los periodistas comenzamos a mirar la cifra oficial de muertos, —y puedes verlo, los israelíes han publicado las historias, las fotos de muchas, muchas, muchas de las víctimas— nos pudimos dar cuenta de que todo esto eran mentiras. Fue un enorme fraude cometido ante el mundo, particularmente el tema de la decapitación masiva de bebés. Y Joe Biden, en numerosas ocasiones, dijo que vio pruebas fotográficas reales de los bebés decapitados y de las familias enteras que fueron amarradas y quemadas vivas con queroseno.

Lo que descubrí en mi investigación fue que estas historias parecen haber encontrado lugar en las cabezas de Biden y Blinken y otros teniendo como base una versión totalmente fraudulenta de los hechos del 7 de octubre, presentada por servicios de rescate privados, ortodoxos, —el más famoso de ellos es Zaka— que contaban historias, ya saben, sobre una mujer embarazada a la que le sacaron el feto de su cuerpo, para luego decapitarlo delante de la mujer y sus dos hijos. No hay ninguna prueba que indique que eso sucedió. De hecho, no hay registro de que ninguna mujer embarazada haya muerto el 7 de octubre. Hubo una mujer embarazada que recibió un disparo mientras iba en su coche camino de dar a luz a su bebé. Era una mujer beduina. Y los médicos pudieron salvar su vida. Intentaron salvar al bebé, pero murió unas horas más tarde. Pero en ese caso no fue Hamás quien sacó a un bebé del estómago. Y sin embargo, estas mentiras se diseminaron. Y algunas de las cosas más obscenas que Israel dijo, que ahora sabemos que son falsas, fueron repetidas por Antony Blinken, el secretario de Estado de Estados Unidos, en su testimonio frente al Senado, y por el propio Joe Biden. Y esto ha continuado. Lo que acabo de explicar son dos de los ejemplos más gráficos de esto.

Pero lo que está claro es que el Gobierno israelí entendió que necesitaban vender esto como el peor crimen contra la humanidad en los tiempos modernos, para justificar un asedio largamente planeado a Gaza que Benjamín Netanyahu… Él representa la versión más extrema y violenta del proyecto estatal israelí. Y está muy, muy claro que vendieron este fraude y la Casa Blanca lo avaló, y es por eso que hemos visto… y creo que la cifra de 27.000 personas muertas en Gaza es una estimación conservadora. Creo que la cifra real es mucho mayor, porque se estima que hay 7.000 u 8.000 palestinos desaparecidos, muchos de ellos enterrados bajo los escombros de sus antiguas casas. Entonces, este es uno de los mayores fraudes en la historia moderna, que recuerda a las mentiras contadas para justificar la invasión y ocupación estadounidense de Irak.

AMY GOODMAN: Jeremy, me pregunto si podemos volver por un momento al comienzo de este segmento, del 7 de octubre a lo ocurrido con la UNRWA, con la alegación del Gobierno israelí de que 12, aunque ese número luego aumentó, miembros de la UNRWA, que tiene algo así como 13.000 trabajadores en Gaza, estuvieron involucrados en el ataque del 7 de octubre. Hable sobre eso, de la forma en que lo hizo en su artículo, desmontando, como hizo Channel 4, y como lo han hecho varias organizaciones de noticias, las evidencias de esto, que ha sido utilizado por casi 20 países para retirar la financiación a esta organización esencial que da apoyo a los hospitales y a las escuelas de Gaza para más de dos millones de habitantes.

JEREMY SCAHILL: La UNRWA es la organización humanitaria más importante que opera en Gaza. De hecho, se estableció expresamente en 1949, durante la Nakba, donde más de 750.000 palestinos fueron obligados a abandonar sus hogares en una campaña de exterminio o aniquilación que allanó el camino para el establecimiento del Estado de Israel tras la Segunda Guerra Mundial. Y el mandato de la UNRWA era cuidar de esos palestinos y garantizar que su derecho a regresar a sus hogares y a su tierra fuera protegido. Entonces, el Gobierno israelí, ciertamente con Netanyahu, pero también con otros jefes de Estado, siempre ha querido que la UNRWA sea eliminada, porque esto representa un problema muy grave para la agenda israelí que busca eliminar el territorio palestino en su totalidad. Lo digo solo para dar ese contexto.

Pero luego, los israelíes deciden que… Inmediatamente después de que la Corte Internacional de Justicia fallara a favor de Sudáfrica y ordenara imponer medidas provisionales que incluyan la prevención de actos genocidas, el cese de la masacre de palestinos, que el tribunal reconoció como grupo protegido, y permitir, con efecto inmediato, la entrada de ayuda suficiente para hacer frente a la catástrofe humanitaria causada por el ataque israelí a Gaza, tras lo cual, los israelíes decidieron abrir un nuevo frente y acribillar a la sociedad y los oídos de los líderes occidentales con una campaña de propaganda destinada a lograr que se unan a la cruzada para eliminar la UNRWA. Israel preparó entonces su llamado dossier de inteligencia con alegaciones sobre 12 empleados de la UNRWA, que tiene unos 13.000 empleados en Gaza y 30.000 empleados repartidos en todo Oriente Medio en los lugares donde residen los palestinos desplazados.

Y la respuesta del Gobierno de Biden fue anunciar inmediatamente que suspendía toda su financiación a la UNRWA. Y el secretario de Estado Antony Blinken admitió públicamente que Estados Unidos ni siquiera había hecho su propia revisión o investigación de estas afirmaciones de que 12 miembros, de los 30.000 que tiene la organización, tenían algún vínculo con los ataques del 7 de octubre.

¿Y luego qué pasó? Y esto recuerda mucho a Judy Miller, The New York Times, la nube en forma de hongo, Dick Cheney, todo el periodo previo a la Guerra en Irak. Fueron a The Wall Street Journal, y los israelíes le proporcionaron a The Wall Street Journal lo que ese periódico entonces anunció como un dossier, un dossier de inteligencia. Y van más allá de los 12 miembros. Dicen que un 10% del personal de la UNRWA en Gaza, 1.200 empleados, tienen conexiones con Hamás y la Yihad Islámica Palestina, y dicen que esto no es cosa de unas pocas manzanas podridas.

Bueno, esta campaña de propaganda israelí en forma de artículo en un importante periódico estadounidense fue… La autora principal de ese artículo fue Carrie Keller-Lynn. Es una nueva colaboradora de The Wall Street Journal. Empecé a indagar quién es esta persona, porque ella no tenía una biografía completa en la web de The Wall Street Journal. Y bueno, resulta que es una veterana de las Fuerzas de Defensa de Israel. Era una abierta opositora al movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones cuando estaba en la universidad en Estados Unidos. Y una amiga suya cercana, con quien hizo una entrevista conjunta para una organización que lleva a estudiantes de posgrado estadounidenses a Israel, le atribuye la creación, durante la guerra de Gaza de 2009, de la estrategia en las redes sociales de las Fuerzas de Defensa de Israel. Esta reportera fue quien lideró el trabajo para este artículo sobre la UNRWA en The Wall Street Journal.

Y una vez que empezamos a llamar la atención sobre eso y a poner fotos de ella en su uniforme militar israelí y a hablar de sus lazos con alguien que dijo que ella ayudó a crear la estrategia para las redes sociales del Ejército de Israel durante una guerra anterior en Gaza, entonces estas organizaciones con las que estaba afiliada eliminaron todos estos artículos y fotos de Internet. The Wall Street Journal ha bloqueado su cuenta de Twitter.

Está muy claro que esto fue una sofisticada campaña de propaganda, y sabían a qué periodistas acudir y qué Gobiernos comprarían esa historia. Y lo que lograron es que ahora el Gobierno de Biden sea un cómplice activo en la violación de las órdenes de la Corte Internacional de Justicia que tiene a Israel bajo vigilancia por posibles acciones genocidas en Gaza.

AMY GOODMAN: Por último, Jeremy, sobre la investigación del 7 de octubre, ¿no fue suficiente para Israel con decir que más de mil israelíes y personas de otros países, la mayoría de ellos civiles, murieron en el ataque de Hamás, eso no era suficiente justificación para entrar en Gaza y multiplicar eso más de 27.000 [sic] veces, 27 veces, hasta matar a más de 27.000 personas en este momento?

JEREMY SCAHILL: Los israelíes, en particular los civiles que murieron ese día, merecen la verdad sobre lo que sucedió. El Gobierno israelí respondió con una potencia de fuego muy pesada. Hay indicios de que la Directiva Hannibal pudo haber sido invocada y dice que es mejor herir y posiblemente incluso matar a israelíes que dejar que sean tomados como rehenes. También hicieron acusaciones generalizadas sobre actos de violencia sexual cometidos sistemáticamente por Hamás, y no han aportado ninguna prueba de que una campaña sistemática de ese tipo se llevara a cabo. Las víctimas en Israel merecen la verdad. Y los más de 30.000 palestinos que han sido asesinados con bombas estadounidenses, cuyas muertes han sido justificadas por el asesinato de esos israelíes, posiblemente asesinados por su propio Gobierno, también merecen la verdad, y merecen justicia.

NERMEEN SHAIKH: Jeremy, mis disculpas, siento decir que vamos a tener que dejarlo aquí. Jeremy Scahill es uno de los principales periodistas y corresponsales de The Intercept. Su último artículo, que se publica hoy, se titula “La guerra de Netanyahu contra la verdad: la despiadada campaña de propaganda de Israel para deshumanizar a los palestinos”. Y así terminamos el programa de hoy. Soy Nermeen Shaikh, con Amy Goodman. Gracias por acompañarnos.

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Traducido y editado por Igor Moreno Unanua e Iván HIncapié.

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