Oriente Próximo se encuentra al borde de una guerra total siguiendo a la respuesta agresiva de Israel al asesinato de 12 niños en un bombardeo el sábado en el territorio ocupado de los Altos del Golán. En las próximas horas o días, Israel planea un ataque al sur de Líbano que el primer ministro Benjamín Netanyahu ha descrito como “potente”, poniendo en la mira a Hezbolá, una milicia patrocinada por Irán.
El régimen empapado de sangre y genocida de Netanyahu, que ha masacrado a unos 186.000 palestinos en los últimos nueve meses, afirma que las muertes del sábado fueron causadas por un cohete de fabricación iraní disparado por Hezbolá, mientras que el grupo libanés lo atribuyó a un misil de defensa antiaérea israelí. Cualquiera que sea el caso, dos cosas ya están claras. El régimen israelí de extrema derecha ha estado buscando durante mucho tiempo un pretexto para intensificar la guerra en Gaza a su frente norte. Y goza del pleno apoyo del imperialismo estadounidense para este curso imprudente, que amenaza con sumir toda la región en un baño de sangre.
Durante su discurso ante una sesión conjunta del Congreso la semana pasada, Netanyahu no ocultó sus intenciones a su entusiasta audiencia bipartidista:
…cuando Israel lucha contra Hamás, estamos luchando contra Irán. Cuando luchamos contra Hezbolá, luchamos contra Irán. Cuando luchamos contra los hutíes, luchamos contra Irán. Y cuando luchamos contra Irán, luchamos contra el enemigo más radical y asesino de los Estados Unidos de América…
Si recuerdas una cosa, una cosa de este discurso, recuerda esto: Nuestros enemigos son tus enemigos, nuestra lucha es tu lucha y nuestra victoria será tu victoria.
Netanyahu también mantuvo conversaciones con el presidente Biden y la vicepresidenta Kamala Harris para asegurar la aprobación de Estados Unidos para una expansión de la guerra en el momento apropiado. Ambos declararon su apoyo incondicional a Israel para un conflicto regional con Irán. Harris comenzó su declaración a los medios después de su reunión con el primer ministro israelí haciéndose eco del discurso de Netanyahu: “Acabo de tener una reunión franca y constructiva con el primer ministro Netanyahu. Le dije que siempre me aseguraré de que Israel pueda defenderse, incluso de Irán y de las milicias respaldadas por Irán, como Hamás y Hezbolá”.
El imperialismo estadounidense y su perro de ataque israelí están intensificando imprudentemente la guerra en una región que ya está hirviendo de tensiones. En respuesta a las declaraciones belicosas del Gobierno de Netanyahu, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan amenazó con “entrar” en Israel el domingo. “Al igual que entramos en Karabaj, al igual que entramos en Libia, podemos hacer algo similar a ellos”, dijo, refiriéndose a las intervenciones de Turquía para apoyar a Azerbaiyán en su conflicto con Armenia y en la guerra civil libia. Erdogan y la clase dominante turca temen que una guerra en el Líbano desestabilice inevitablemente a la vecina Siria, que ha estado dividida por una guerra civil instigada por Estados Unidos durante más de una década. Además de las fuerzas iraníes que respaldan al régimen de Assad en Siria, Turquía continúa patrocinando a las milicias islamistas en el norte para combatir a las fuerzas kurdas en su frontera sur.
En abril, Irán lanzó su primer ataque directo contra Israel en represalia por el provocativo bombardeo israelí del Consulado iraní en Damasco, que mató a siete miembros del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria iraní. Israel pudo interceptar la mayoría de los drones y misiles disparados con el apoyo de Estados Unidos y sus aliados regionales, incluido Jordania.
La única explicación que puede explicar la disposición de la Administración de Biden y Netanyahu para desatar una importante operación militar en el Líbano en estas condiciones es que ambos quieren una guerra total. Washington respaldó plenamente el genocidio de Israel contra los palestinos en Gaza desde el principio en octubre pasado porque Biden, Harris y compañía lo consideraron como un componente clave de sus preparativos para una guerra regional contra Irán. Enviaron dos grupos de ataque de portaaviones con hasta 15.000 efectivos y docenas de aviones de guerra a la región. Han suministrado 14.000 bombas de 2.000 libras (907 kg) a las asesinas Fuerzas de Defensa de Israel, ayudándoles a arrasar hospitales, escuelas, universidades y otras infraestructuras críticas de Gaza. Por horribles que sean estos crímenes, son solo un paso inicial hacia la devastación que el imperialismo estadounidense está dispuesto a infligir a todo Oriente Próximo para mantener su dominio sobre esta región rica en combustibles.
En una declaración publicada el 9 de octubre de 2023, solo dos días después de que Israel lanzara su sangrienta embestida, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional advirtió:
Los líderes imperialistas y sus cámaras de eco mediáticas no se oponen al “terrorismo” sino a la oposición masiva a la ocupación y al terror infligido diariamente por Israel. Y esto involucrará incluso el apoyo a un genocidio contra los palestinos y la extensión de esto a una guerra regional contra Irán, Siria y Líbano.
La determinación del imperialismo estadounidense de librar una guerra en todo Oriente Próximo tiene sus raíces en su precipitado declive económico, que lo ha obligado a participar en más de tres décadas de guerras ininterrumpidas. Aprovechó la disolución estalinista de la Unión Soviética para intentar compensar su relativa pérdida de hegemonía económica desplegando su fuerza militar, que no tiene par, en una serie de conflictos catastróficos, comenzando con la primera guerra del golfo Pérsico en Irak y continuando a Serbia, Afganistán, la segunda guerra de Irak, Libia y la guerra civil en curso en Siria. Estas guerras han matado a millones en Oriente Próximo, África del Norte y Asia Central y han obligado a millones más a huir de sus hogares.
Estos conflictos no lograron el resultado previsto. La crisis económica de los Estados Unidos ha seguido profundizándose, con niveles crecientes de deuda y desigualdad social vinculados a los gastos masivos para financiar aventuras militares globales y el enriquecimiento de los multimillonarios. La clase dominante estadounidense ha recurrido a formas de gobierno cada vez más abiertamente dictatoriales para imponer su agenda de guerra imperialista a una población abrumadoramente hostil. Impulsadas por la misma crisis intratable del capitalismo mundial, las otras potencias imperialistas en Europa y Japón se han armado hasta los dientes para perseguir sus propios intereses en un nuevo reparto del mundo que planean lograr por medio de una guerra mundial.
Oriente Próximo es un frente para el imperialismo estadounidense en esta conflagración global. Los otros incluyen Ucrania y Europa del este, donde el eje de Estados Unidos y la OTAN está librando una guerra contra Rusia con el objetivo de subyugar al país al estatus de una semicolonia y apoderarse de sus recursos naturales, y la región de Asia-Pacífico, donde Washington y sus aliados regionales están preparando el escenario para una guerra con China para evitar que se convierta en su principal competidor económico y geopolítico. A ello se debe que el discurso de Netanyahu en defensa del genocidio y de una guerra regional haya recibido una respuesta tan entusiasta de los representantes de la clase dominante estadounidense.
Mientras Netanyahu presentaba su plan para la guerra con Irán al Congreso, el Partido Socialista por la Igualdad (SEP, sigla en inglés) presentó en un mitin cercano la única forma viable para que la clase trabajadora en los Estados Unidos y en todo el mundo la detenga. Las mismas contradicciones capitalistas que llevan a los imperialistas hacia una guerra mundial están radicalizando a millones de trabajadores a nivel internacional y conduciéndolos a luchas con implicaciones revolucionarias. La concentración del SEP dio expresión consciente a este proceso, al haber sido organizada bajo los siguientes principios:
· La causa esencial de la guerra radica en el sistema capitalista de Estados nación, los intereses financieros globales de las grandes corporaciones y el implacable impulso de la clase dominante estadounidense por la hegemonía mundial.
· La lucha contra la guerra requiere la movilización del inmenso poder de la clase obrera estadounidense y su independencia política de los demócratas y republicanos, los partidos que la clase gobernante utiliza para emprender sus guerras imperialistas.
· El movimiento contra el genocidio y la guerra debe ser internacional, uniendo a los trabajadores a nivel mundial en función de sus intereses de clase comunes.
Los últimos acontecimientos en Oriente Próximo subrayan una vez más la enorme urgencia de la lucha por construir un movimiento global contra la guerra liderado por la clase trabajadora sobre estos principios. Instamos a todos aquellos que están de acuerdo en tomar la decisión hoy a unirse y construir la oposición socialista a la guerra imperialista.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 30 de julio de 2024)
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