Israel no está luchando contra Hamás. Está aniquilando una población con apoyo de EEUU y la cobarde complicidad mundial.

Editorial de la Unión Palestina de América Latina – UPAL              UPAL                                                                                                                                    17/09/25

Israel no está luchando contra Hamás. Está aniquilando a toda una población con el apoyo de Estados Unidos y la cobarde complicidad del mundo.

250.000 personas fueron expulsadas de sus hogares en Gaza. 1.500 edificios residenciales fueron arrasados ​​en un mes. Una cuarta parte de la población fue exterminada.
Lo que ocurre en Gaza trasciende la idea de una operación militar dirigida exclusivamente contra un grupo armado. No hablamos de un enfrentamiento entre ejércitos con reglas; hablamos de la destrucción deliberada de una población civil, la destrucción sistemática de barrios, hospitales, escuelas y vidas, mientras los poderes y gobiernos hacen la vista gorda o brindan el apoyo necesario para que esta destrucción continúe.


Seamos claros: Israel no está luchando contra Hamás. Lo que presenciamos es una política de aniquilación que devasta la vida cotidiana, desarraiga hogares y esperanzas, y busca convertir el territorio palestino en inhabitable. Bombardeos que no distinguen entre combatientes y civiles; bloqueos que asfixian y condenan a la población a la hambruna; tácticas que desplazan a cientos de miles y reducen ciudades enteras a montones de escombros. Las cifras no son abstracciones: son cuerpos, niños, barrios, memoria colectiva.
El papel de Estados Unidos en este proceso es innegable. Con armas, apoyo diplomático y protección política en foros internacionales, Washington legitima y facilita la maquinaria que destruye Gaza. Europa y otras potencias occidentales, a su vez, emiten tibias condenas, imponen sanciones lentas o pactan acuerdos diplomáticos secretos que no logran cambiar la realidad sobre el terreno. Esta conducta no es neutralidad: es complicidad.
La comunidad internacional árabe e islámica tampoco está exenta de críticas. Las cumbres producen comunicados retóricos, declaraciones que se repiten en los titulares y gestos simbólicos que no logran detener los bombardeos ni garantizar una asistencia efectiva. Mientras tanto, la dignidad del pueblo palestino se expresa en su resistencia diaria: en la solidaridad popular, en la memoria que se resiste a ser borrada y en el esfuerzo por sobrevivir frente a una política que busca borrar su presencia.
La narrativa oficial que intenta presentar esta acción como una legítima «lucha contra el terrorismo» no refleja la magnitud del daño infligido ni la evidente desproporción de los medios y métodos. La decapitación de barrios enteros o la eliminación masiva de civiles no pueden justificarse apelando a la amenaza que representa un grupo específico. El derecho internacional, los principios de humanidad y los estándares mínimos de proporcionalidad exigen respuestas diferentes a las que hemos visto.
La historia registrará a quienes decidieron que la política era más valiosa que la vida. Registrará a quienes vendieron armas incondicionalmente y a quienes hicieron la vista gorda ante las súplicas desesperadas. También registrará cómo las organizaciones internacionales incumplieron su obligación de proteger a la población civil. Pero la historia no es solo castigo: es memoria y el testimonio de quienes resistieron.
Desde la Unión Palestina de América Latina (UPAL), alzamos la voz para denunciar con firmeza lo que está sucediendo: no puede haber normalidad ni complicidad ante el exterminio de un pueblo. Exigimos que la comunidad internacional actúe con decisión: suspenda la ayuda militar a los agresores, establezca mecanismos efectivos de ayuda humanitaria bajo supervisión internacional independiente y abra de inmediato vías de acceso seguras para la población civil. También exigimos que los responsables de crímenes de lesa humanidad sean identificados y llevados ante los tribunales competentes.
Gaza no es un número. Gaza es un pueblo que ama, trabaja, educa, sueña y resiste. Mientras el mundo flaquea, esta resistencia se convierte en el último escudo de la dignidad humana. No podemos permitir que el silencio, la hipocresía ni los intereses geopolíticos entierren el derecho fundamental a la vida.
La causa palestina es, ante todo, una cuestión de humanidad. Defenderla significa defender los principios que afirman que ninguna nación, por poderosa que sea, puede arrebatarle la vida y los derechos a otra. UPAL mantendrá su solidaridad activa, su firme denuncia y su inquebrantable compromiso con la verdad y la justicia.
Unión Palestina de América Latina – UPAL
17 de septiembre de 2025
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