La defensa civil libanesa dijo que el ataque derrumbó dos edificios en el barrio Jamous del sur de Beirut. Según el ministerio de salud del Líbano, al menos 12 personas murieron y casi 60 resultaron heridas.

Un periodista en la escena le dijo a MEE que Hezbolá no estaba permitiendo a nadie cerca del lugar de la explosión y que las partes del cuerpo estaban siendo recuperadas de los escombros. Algunos especadores buscaban a familiares, exhibindo fotografías de niños desaparecidos.

En respuesta al ataque, Hezbolá dijo que tenía un ataque con cohetes a la principal sede de la inteligencia en el norte de Israel, diciendo que era «responsable de los asesinatos».

El primer ministro libanés, Najib Mikati, dijo que el ataque a Beirut muestra que Israel «no da ningún peso a ninguna consideración humanitaria, legal o moral».

Estados Unidos había puesto una recompensa de 7 millones de dólares a Aqil, acusándolo de estar involucrado en el bombardeo de 1983 de la embajada de Estados Unidos en Beirut, que mató a 63 personas, y al ataque contra el cuartel de la Marina estadounidense en Líbano ese mismo año, que mató a otras 241.

Randa Slim, analista de Middle East Institue, describió a Aqil como un «comandante de élite» que ha estado con el partido durante mucho tiempo.

«Y él, por supuesto, muy cercano al líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah», dijo al MEE, agregando que Aqil jugó un papel importante en la intervención de Hezbolá en la guerra siria, donde apoyó al presidente Bashar al-Assad.

Israel va tras todos los comandantes uno por uno, y al hacerlo definitivamente está debilitando la infraestructura de la organización, debilitando la estructura de mando y control», agregó.

«Pero no va a matar a Hezbolá, no va a obligarlos a capitular.

El conflicto de casi un año de Israel y Hezbolá alcanzó nuevas alturas esta semana cuando miles de buscapersonas y radios portátiles fueron detonados en dos impactantes ataques israelíes.

Las explosiones mataron a 37 personas, entre ellas dos niños, e hirieron a miles más, muchas de ellas de gravedad.

El jueves, aviones de guerra israelíes golpearon el sur y el este del Líbano con ataques aéreos mientras Nasrallah daba un discurso prometiendo venganza e insistiendo en que su movimiento no abandonaría a los palestinos en Gaza.

Este último conflicto entre Israel y Hezbolá, un movimiento nacido de la resistencia a la ocupación israelí del sur del Líbano 1982-2000, comenzó al día siguiente del ataque liderado por Hamas el 7 de octubre contra las comunidades israelíes cerca de Gaza.

Hezbolá ha dicho que no busca una guerra a gran escala con Israel y que detendrá sus ataques con cohetes y artillería, que según dice se llevan a cabo en solidaridad con el pueblo bajo fuego en Gaza, una vez que se acuerde un alto el fuego entre Hamas y el gobierno israelí.

Los combates han causado cientos de muertos libaneses, entre ellos civiles y combatientes de Hezbolá, así como a decenas de israelíes. Decenas de miles de personas a ambos lados de la frontera han sido desplazadas. En Gaza, las fuerzas israelíes han matado a más de 41.000 palestinos.

Rusia, Jordania y Egipto han dicho que los ataques de Israel esta semana son un intento de arrastrar a Medio Oriente a una guerra regional más amplia.

El asesinato de Aqil, así como los ataques de raquetas y radiofónicos, han sacudido al Líbano y han planteado serias preguntas sobre la seguridad interna de Hezbolá y la medida en que sus cuadros pueden ser infiltrados.

Una fuente cercana a Hezbolá dijo el jueves al MEE que el movimiento ha reconocido internamente la existencia de una grieta en su red cerrada y ahora está investigando el alcance de la brecha de seguridad.

Hezbolá sospecha que el nivel de infiltración dentro de sus filas, incluso en su círculo cerrado de liderazgo, es probablemente significativo, de lo contrario este ataque no habría tenido lugar, dijo la fuente de los ataques de la fuente y la radio.

Slim dijo que el asesinato de Aqil demuestra que está «muy claro que están profundamente infiltrados».

Señaló que el líder de Hamas, Yahyia Sinwar, pasó mucho tiempo antes del 7 de octubre purgando las filas del grupo palestino de espías israelíes.

«Hezbolá ahora se ve obligado a hacer el mismo tipo de trabajo de purgar sus filas de espías israelíes en medio de una guerra, en medio de la batalla. Eso va a ser muy difícil de hacer, dijo.