Varios de los miles de trabajadores gazatíes devueltos este viernes por Israel a la Franja de Gaza, tras permanecer detenidos durante días desde el inicio de la escalada sionista el 7 de octubre, han denunciado  «torturas psicológicas» y privación de alimentos.

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Se trata de cientos de trabajadores palestinos que se encontraban en Israel cuando la resistencia desplegó la operación Diluvio de Al-Aqsa, y que durante las últimas horas fueron enviados de vuelta a Gaza.

Un total de 18.500 gazatíes con permiso de trabajo en Israel ejercían de trabajadores transfronterizos el pasado 7 de octubre cuando se produjo la ofensiva de la Resistencia Palestina en Gaza, que sirvió de pretexto para la nueva escalada sionista.

Al menos 700 de ellos regresaron a la Franja este viernes a través del paso fronterizo de Kerem Shalom, en el extremo sur, muy cerca de Egipto.

«Israel está cortando todo contacto con Gaza», anunció el jueves el Gabinete de Seguridad de Israel a través de un comunicado. «No habrá más trabajadores palestinos de Gaza. Los trabajadores de Gaza que estaban en Israel el día del estallido de la guerra serán devueltos a Gaza», dice la nota.

Los trabajadores denunciaron a su vez cómo a lo largo de estas cuatro semanas en manos israelíes habrían sido maltratados y humillados. Muchos fueron trasladados a la Cisjordania ocupada, mientras que otros, al menos 4.000, fueron detenidos por las autoridades israelíes y sometidos a interrogatorios.

En testimonios brindados a los medios, se refirieron al uso de perros por los ocupantes para aterrorizarlos. Contaron que los insultaban, los acusaban de pertenecer a Hamás, les preguntaban dónde vivían, por sus vecinos y si conocían a determinadas personas. Estas prácticas han sido habituales por parte del Ejército israelí.

Un palestino contó que solo les daban de comer un trozo de pan y un tarro de mermelada para diez personas. Otros denunciaron que les quitaron el dinero y los teléfonos, por lo que nada más llegar a Gaza, muchos buscan un móvil prestado para poder conocer el paradero de sus familias.

Según organizaciones humanitarias, estos miles de gazatíes vieron sus permisos revocados y fueron recluidos entre la prisión de Ofer, en Cisjordania ocupada, y bases militares, lo que consideraron «un acto ilegal de venganza».

Por ejemplo, desde el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos no dudan en mostrar su «profunda preocupación» por esta devolución.

«No creo que necesite explicar la gravedad de la situación», dijo la portavoz de la Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Liz Throssell. «Estas personas están siendo devueltas en esta situación increíblemente difícil y peligrosa, y no sabemos adónde o si todavía tienen un vivienda a la que ir».