Fuente: https://www.grupotortuga.com/ISDEFE-huele-a-podrido Juan Carlos Rois
Tortuga. Miércoles.24 de agosto de 2022Un cuento sobre jetas, aprovechados y anomalías en la contratación militar.
Aprovechando la canícula veraniega, les voy a contar un cuento que tiene que ver con nuestro ínclito ministerio de Defensa y sus mejunjes.
Como supondrán, Defensa es el malo del cuento. No pasa como en el poema de Goytisolo, que el lobito es el bueno y la bruja hermosa. Pero no el más malo, que en esto de malos y jetas hay también, como en el propio ejército y su comparsa civil, gradaciones y jerarquías.
En el primer ciclo de rearme de la «democracia»
Nos remontamos a tiempos oscuros, allá por los inicios de los años 80.
El gobierno de aquel entones había encargado nuestro primer gran programa de rearme de la «democracia», el programa FACA (con el que llegaron a España los aviones de combate F 18 de patente de EE. UU. y que inicialmente tenía presupuestado un coste de 170.000 millones de pesetas, pero alcanzó más del doble).
Al ministro de Defensa del presidente Felipe González, el exalcalde de Barcelona Narcís Serra y a su equipo de trabajo les rondaba por la cabeza crear una empresa estatal para «apoyar» a los programas tecnológicos militares que calculaban que se iban a desarrollar para expandir nuestro militarismo intervencionista.
La empresa que se quería crear era una especie de imitación de otras que ya existían en EEUU (la corporación auspiciada por el Departamento de Estado de EE. UU. «Massachussetts Institute of Technology Research Establishment», de la Universidad de Harvard) y en Alemania, donde los programas de rearme, en plena carrera de armamentos, estaban a la orden del día frente al Pacto de Varsovia. En estos países se acudía a empresas especializadas para proporcionar servicios de consultoría, ingeniería avanzada y experticias en nuevas tecnologías a los militares de cara a sus programas de armas.
Entonces estos pájaros olímpicos del ministerio de defensa pensaron hacer una empresa estilo «Made in Spain» a imitación de las de fuera, pero con algunas particularidades, dado que no se trataba de una empresa independiente, sino de una empresa dependiente del propio del ministerio de defensa (juez y parte) y nutrida con los ingenieros que tenía el Estado en el INI, que, por cierto, no eran expertos en tecnologías avanzadas y menos aún en armamentos.
La constitución de ISDEFE y las maniobras de los Serra y su grupo de apoyo
Estamos en que se decidió constituir la nueva empresa (septiembre de 1985), que se llamó «Ingeniería de Sistemas para la Defensa SA» (en adelante ISDEFE). El por entonces secretario de Estado de Defensa, Eduardo Serra (luego ministro de defensa tanto con el PSOE como con el PP y más tarde un destacado impulsor del negocio de las industrias militares) ordenó a los cuarteles generales de los tres ejércitos, a los demás departamentos del ministerio de defensa y al ministerio de Transportes que transfirieran todos los programas tecnológicos a la nueva empresa creada por él.
También ordeno al Instituto Nacional de Industria (INI) transferir a esta empresa los expertos en nuevas tecnologías que tenía y casi todos sus ingenieros, que, dicho sea de paso, eran pocos y no tan expertos ni en nuevas tecnologías ni, mucho menos aún, en tecnología militar y programas de armas.
Bien, pues con tales apoyos el ISDEFE se constituyó como una empresa mercantil pero adscrita al ministerio de Defensa que estaba presidida por el propio secretario de Estado de Defensa, Eduardo Serra, lo que ya hacía prever para qué iba a servir el asunto.
La empresa tenía como grandes impulsores a un tal Alberto Llobet, amigo personal del ministro de Defensa Narcís Serra y personaje peculiar que sin tener nombramiento oficial alguno, actuaba como si fuera el director general de Armamento y Material del Ministerio de Defensa, y a un tal Víctor Aguado, subdirector de industrias de la defensa, al parecer otro tipo para no perder de vista.
Bueno, sigamos el cuento: ISDEFE, entidad que nace «sin ánimo de lucro», ve la luz mediante una aportación de 150.000 pesetas que salieron del presupuesto de defensa, con 80 trabajadores que sacaron del INE y del Ministerio de Transportes principalmente y con un presidente que era nada menos que el secretario de estado de defensa y un secretario general que era el amigo personal de Serra, Alberto Llovet, quien a la vez tenía un anómalo papel de director general de armamento y material oficioso (dado que nadie le había nombrado como tal).
¿Era necesario crear ISDEFE?
¿Era necesaria esta empresa tan pintoresca? Depende de lo que entendamos por necesario: Si se precisaba para certificar sistemas de armas a comprar por Defensa, no era necesaria, porque ya tenía Defensa otro engendro propio, el organismo autónomo INTA que se encargaba (y encarga) de ello. Si de asesorar en los procesos de compra de armas, era ineficaz, dado que los ingenieros de ISDEFE nada sabían de armas . Tampoco era necesaria para certificar los programas de armas corrientes de España, a no ser que se tuviera pensado potenciar un ciclo de rearme significativo o pasar del «OTAN de entrada no» al engaño de meternos la OTAN por el mismísimo orto.
Entonces, ¿tenía otros fines el invento de ISDEFE? Pues si hacemos caso de la opinión del coronel Antonio J. Candil (quien fue el encargado español de negociar el programa de carros de combate Leopard por parte de España) en su libro «Los militares en la democracia española. Lo político y lo militar en la España contemporánea» (Almuzara, 2021) tenía otra finalidad no explicitada: la de forrarse una cuadrilla de jetas.
Bueno, volvamos al asunto, que me lío.
El mejunje de la Gerencia de Cooperación Industrial y el mamoneo de las compensaciones industriales de los programas de armas españolas.
Los Serras (ministro y secretario de Estado) y su cuadrilla de amiguetes además de crear esta empresa (dicho sea de paso, actualmente cuenta con más de 1.600 empleados y unos resultados de más de 9 millones de euros al año y un patrimonio también considerable) crearon otra cosa: un departamento ministerial llamado Oficina de Cooperación Industrial (después Gerencia de Cooperación Industrial) que también dependía, casualidades de la vida, del Secretario de Estado Eduardo Serra y que debería encargarse de las «compensaciones» que se suponía que, como transferencia de tecnología que se pactaba en los contratos de compra de armas, iba a tener España.
Dicha gerencia fue dirigida hasta 2007 por un tal Antonio Rodríguez, un ingeniero que a veces se presentaba en las negociaciones de los programas de armas en el extranjero como General Rodríguez, a pesar de no ser militar, y que decidía en la práctica toda la política de armamento del ministerio sin mayores cortapisas ni supervisiones.
Dice El coronel Candil al respecto que este personaje era digno de la saga de Rinconetes y Cortadillos de nuestra tradición, lo cual da idea del elemento. Por cierto, este individuo en 2007, siendo ministro de Defensa José Antonio Alonso, se marchó (al parecer porque Alonso se cabreó por sus extralimitaciones) como asesor a General Dynamics, un ejemplo más de puertas giratorias característico de nuestro ministerio de Defensa, donde de ministro para abajo casi todos dan ejemplo al respecto.
Pero volvamos a lo de las compensaciones. Este es un capítulo importante, porque el entramado de los pájaros referidos impuso, a partir de 1985, que cada contrato de armas que España firmara llevaría como condición un pacto de compensaciones (autorizaciones de los fabricantes de armas para transferir los avances industriales y tecnológicos de los programas de defensa a desarrollos tecnológicos españoles, tanto civiles como militares). La Dirección General de Armamento y Material del Ministerio, a través de la Gerencia de Cooperación Industrial dirigida por Antonio Rodríguez en realidad suponía un tapón y quien no pasaba por el aro, no conseguía contratos de armas con España.
El pacto de compensaciones que encarecía los programas de defensa en al menos un 30% de su precio, precisamente por la cesión de tecnología que implicaban estas.
¿Qué ha hecho España con las famosas compensaciones?
Pues bien, ¿qué ha hecho España con las compensaciones? Se lo voy a decir en cuatro palabras: N-A-D-A. No las ha empleado hasta la fecha.
¿Les parece normal? ¿Más de 45.000 millones de euros en programas de armamentos de los que puede que un 30% sea consecuencia de pactos de compensaciones, y no se han usado los avances tecnológicos para nada? ¿A que mola?
Y entonces, ¿para qué esas compensaciones? Si hacemos caso del susodicho comandante Candil, alguien se llevaba una comisión de alguien, proporcional al coste de los programas de armamento pactados, aunque ambos saben que esas compensaciones son papel mojado. Y no es lo mismo, pongamos por ejemplo, llevarse una comisión del 1% de 1.000 millones que de 1.300 millones.
Dice el susodicho coronel Candil que «ISDEFE y la Gerencia de Cooperación no sólo entorpecían la labor de los ejércitos, sino que encarecían su gestión y perjudicaban sus planes y dotaciones y adquisiciones, pero al mismo tiempo eran herramientas sumamente útiles para atenazar y subyugar lo militar».
¿Protestó la cúpula militar por este latrocinio? Parece que no. Y añadamos que a lo que parece estos grandes y abnegados servidores de lo público llevan mirando para otro lado desde entonces hasta hoy, incluyendo directores de armamento, JEMAD y el sunsuncorda, tanto con el PSOE como con el PP, lo que incluye también al intachable general de Podemos, que fue tanto director de armamento como JUJEM en su momento.
La citada gerencia además sirvió para alimentar el negocio de ISDEFE, empresa innecesaria desde el punto de vista de la eficacia técnica, pero bien lucrativa (a pesar de nacer sin ánimo de lucro). Cualquier programa que supusiera dotación de material, gestión logística, comunicaciones o programas de armas, obligaban a contar con ISDEFE, fuera o no necesario.
En época del ministro Suárez Pertierra, ISDEFE acabó de integrarse en la Dirección General de Armamento y la anterior Gerencia de Cooperación pasó a formar parte del organigrama de ISDEFE, una nueva vuelta de tuerca para que unos cuantos controlaran el botín. Antonio Rodríguez pasó a ser consejero delegado de ISDEFE, junto con otro pájaro que surge de la nada, José Vicente Cebrián, el hermano del Cebrián de El País y del grupo PRISA, miren qué casualidad.
El PP y los amiguetes
En tiempos del PP, ISDEFE siguió siendo un engendro al servicio del poder y de los jetas, incluidos al parecer varios enchufados del Opus Dei, que en habiendo sustancia no podía faltar. Por ejemplo, el ministro Federico Trillo impuso el contrato de la novia de su hermano, de quien no se conocía una cualificación ni merecimiento especial para ello. Más tarde también trabajó en dicho ente la esposa de Julio Rodríguez. Hoy ex-JEMAD, y otros caprichos que vinculan al General Benjamín Michavila (padre del ministro del mismo apellido) o del Almirante Beltrán, jefe de gabinete del secretario de estado de defensa, así como a otros generales vinculados al Opus Dei, así como una legión de hijos de políticos y militares. Lógicamente todo ello por pura casualidad, no seamos malpensados.
Pero, además del uso político y sospechas de nepotismo con el que se ha conducido esta empresa, tiene otro aspecto de interés.
Dado que se condicionan los contratos de armas al asesoramiento a Defensa de ISDEFE, la contratación de programas militares por parte de Defensa es su principal fuente de ingresos. De hecho, hay contratos que no tienen en sí una finalidad militar (lo dijo en el congreso nada menos que un secretario de estado de defensa en tiempos de la ministra de defensa Carme Chacón), sino que se otorgan por motivos industriales y . . . ¿tal vez para dar negocio a ISDEFE?
La vuelta de tuerca de Aznar: las encomiendas de gestión
Con Aznar inventaron una fórmula más para dotar de ingresos diversificados a ISDEFE y no tener que competir con otras empresas. Se trata de la figura jurídica de «encomienda de gestión», un método administrativo de contratación directa sin publicidad del que ISDEFE se ha beneficiado con distintas administraciones (no sólo la militar) desde entonces.
ISDEFE abusa de este tipo de contratación a dedo para «prestar servicios» a cualquier administración pública, aunque a veces no contara con especialización en los temas encomendados.
Llama la atención además que en las encomiendas de ISDEFE el importe de las adjudicaciones casi siempre coincide con el de la licitación, lo que no suele ocurrir cuando el Estado licita servicios en régimen de contratos con las administraciones públicas.
Este tipo de actuación de ISDEFE ha motivado que el propio Tribunal de Cuentas (informe 1155) se queje de la irregularidad de la figura, de la generalización de este tipo de contratación a ISDEFE y de la falta de especialización de ISDEFE para este tipo de contratación.
¿por dónde piensan que se han pasado el Ministerio de Defensa e ISDEFE el informe del Tribunal de Cuentas? En efeto, precisamente por donde se sospechan.
ISDEFE es un juguete en manos de Defensa que sirve muy bien para engrosar y disfrazar una parte del gasto militar, para colocar amiguetes y hacer negocios.
¿Y con el gobierno más progresista de la historia?
Juzguen ustedes. Leemos en el Boletín Oficial de la Defensa de 20 de julio de 2022,página 21.420, la Resolución 334/38288/2022, de 8 de julio, de la Subdirección General de Gestión Económica, por la que se publica el Encargo de la Dirección General de Asuntos Económicos a la Sociedad Mercantil Estatal Ingeniería de Sistemas para la Defensa de España, SA, para el análisis de costes y precios, el desarrollo del Plan general para la organización de la contratación y sus procedimientos, la contabilidad analítica y la planificación financiera de la Dirección General de Asuntos Económicos del Ministerio de Defensa.
Porque se supone que la Dirección General de Asuntos Económicos del Ministerio de Defensa no tiene capacidad técnica para analizar costes y precios y desarrollar el plan de contabilidad del Ministerio.
¿A que mola? Una unidad económica que no tiene pajolera idea ni personal adecuado para su trabajo propio y tiene que acudir a una entidad de ingeniería para que lo haga por ella.
¿Y cuánto le va a soplar ISDEFE a Defensa por hacer su trabajo?
Pues no se sabe. Se dice que de forma orientativa serán 5.256.897,96 euros), IVA no sujeto.
Este importe se hará efectivo con cargo a la aplicación presupuestaria 14 03 121M2 22706 de los presupuestos de gastos correspondientes a los ejercicios 2022 y 2023, con la siguiente distribución de anualidades: 2022: 2.171.598,54 euros (previsión servicios desde el 1 de agosto hasta el 31 de diciembre). 2023: 3.085.299,42 euros (previsión servicios desde el 1 de enero al 31 de julio). En el caso de que concurran circunstancias extraordinarias no previsibles en el momento de la firma del encargo, podrá modificarse el mismo, previa la tramitación del oportuno expediente.
Estamos ante una encomienda de gestión firmada en julio de 2022, pero que compromete ya gasto para el presupuesto del estado de 2023.
No es el único servicio en encomienda de gestión que se lleva ISDEFE desde que gobierna Sánchez Castejón, lo que nos hace verificar que tampoco éste le hace ascos al engendro.
Y es que en materia de defensa son siempre los mismos perros con distintos collares.
Y nosotros mirando