Fuente: https://www.resumenlatinoamericano.org/2023/02/12/iran-la-revolucion-islamica-y-su-vertiente-cultural-y-espiritual/
La Revolución Islámica de Irán tuvo una vertiente espiritual y cultural que le distingue de otras revoluciones ocurridas en el mundo, que si bien quisieron cambiar realidades de tipo económico o social no produjeron cambios que llevaran a transformar esos países en el ámbito cultural, lo que en última instancia llevó al fracaso de estas revoluciones, que no supieron llevar a cabo un perfeccionamiento cultural y espiritual del individuo y que al final fracasaron también en el ámbito político.
Por el contrario, la Revolución Islámica elevó de forma espectacular los criterios de espiritualidad en el espacio público en un esfuerzo para mejorar no solo la situación social colectiva de los iraníes, sino también su perfil espiritual y de conocimiento. Esto supuso también una gran transformación en el ámbito cultural.
Este importante fenómeno fue impulsado sobre todo por el comportamiento y modo de vida del Imam Jomeini, fundador de la República Islámica, tanto durante la etapa de la lucha como después del triunfo de la Revolución. Aquella figura espiritual, mística y piadosa se colocó a la cabeza de un país cuyo pueblo estaba dotado de una fe profundamente arraigada.
A pesar de que la propaganda de la corrupción y el libertinaje durante la era de los Pahlavi había asestado duros golpes a esa fe, afectando a las vidas de la población de clase media y especialmente de los jóvenes y arrastrándolos al lodazal de la contaminación moral, el planteamiento de desarrollo cultural y espiritual de la República Islámica atrajo a los corazones bien dispuestos, especialmente de la juventud, y transformó el espacio haciéndolo favorable para la religión y la moral.
En todas partes, especialmente entre los jóvenes, se multiplicaron los rezos y las peregrinaciones a La Meca y a los santuarios de los Imames, los ayunos y las ceremonias religiosas de distintos tipos, así como los actos de devoción y caridad, tanto los obligatorios como los voluntarios, creciendo y mejorando en calidad hasta el día de hoy.
La espiritualidad y moralidad se traduce en fortalecer valores espirituales, como la sinceridad, el sacrificio, la generosidad, la honradez, la valentía, la modestia y la autoconfianza, entre otros.
La espiritualidad y la moralidad orientan todos los movimientos y todas las actividades del individuo y de la comunidad, además de ser una necesidad primordial de toda sociedad. La presencia de estos dos factores transforma la vida en un paraíso, pese a las necesidades materiales, mientras que su ausencia convierte la vida en un infierno, pese a la riqueza material existente.
Mientras en una sociedad se desarrollen más la conciencia moral y la inteligencia espiritual, mayores serán los logros que se consigan. Alcanzar esta meta, sin duda alguna, requiere de un yihad y de un gran esfuerzo, sobre todo en el terreno de la educación. No obstante, estos esfuerzos no resultarán muy fructíferos si los gobiernos no cooperan. La espiritualidad y la moralidad, sin embargo, tampoco se alcanzan a través de decretos o ejerciendo una fuerza mayor por parte de los gobiernos. Las autoridades deben, desde un principio, desarrollar estas virtudes por sí mismas y luego allanar el camino para su divulgación en la sociedad, y ayudar a las entidades sociales en este sentido. Y deben combatir con lógica a los entes e individuos que tratan de apartar a la sociedad de estos valores.
Los medios de comunicación de masas e influyentes suponen buenos instrumentos para los centros antiespiritualidad y antimoralidad. Hoy en día, se ve cómo aumentan las agresiones de los enemigos contra menores y jóvenes, recurriendo al empleo de tales herramientas. En los sectores gubernamentales recae la mayor responsabilidad en este sentido y es por ello que deben tratar tal cuestión de forma inteligente y juiciosa. Eso, no obstante, no libera a los individuos ni a las entidades no gubernamentales de sus responsabilidades al respecto. En este sentido, Irán ha desarrollado programas a largo plazo en el terreno mediático para defender sus propios valores y sistema cultural y espiritual, lo cual incide también a largo plazo en la soberanía del país.
Los esfuerzos de Occidente para expandir su estilo de vida en Irán han ocasionado daños en los ámbitos moral, económico, religioso y político. Para hacer frente a este fenómeno se necesita librar una batalla inteligente y desde múltiples frentes, en la que también se requiere la participación de los jóvenes.
Irán ha promovido también en el exterior su visión mediante la diplomacia cultural, que incluye la publicación de obras de importantes pensadores iraníes en varios idiomas y actividades tales como seminarios y congresos, donde se explican la ideología y principios de la Revolución Islámica al mismo tiempo que se difunde la cultura propia de la nación iraní. Hay que destacar la notable asistencia de millones de personas en todo el mundo a estas actividades, que han servido también para contrarrestar las campañas en contra de Irán y su revolución.
Fuente: Al Manar en Español