Fuente: Umoya num. 89 – 1er trimestre 2018 R.M.
L a época de lluvias en el cinturón tropical del continente africano va desde finales de mayo hasta principios de noviembre. El cambio
climático cada año provoca más estragos en los países africanos que, a pesar de ser los que menos contribuyen al cambio climático por su escasa industrialización, están mal preparados para hacer frente a los desastres naturales. Este año, (2018) por ejemplo Sierra Leona registró un 300% más de lluvia que los años anteriores, solo entre el 1 de julio y el 14 de agosto.
Ese día se produjo un corrimiento de tierra en la montaña conocida como Loaf of Bread de la capital, que se llevó por delante a un número indeterminado de viviendas y que causó más de mil muertos y desaparecidos y que unas 5.000 personas perdieran todas sus posesiones. Chema Caballero, autor muy ligado personalmente a aquél país, escribía entonces: «La desidia del Gobierno, la corrupción de los funcionarios, la deforestación, la falta de planificación, la necesidad de vivienda, la
superpoblación… y todo lo que queramos añadir, han causado esta catástrofe que seguramente el próximo año será peor como consecuencia de la falta de acciones y las consecuencias
agudizadas del cambio climático. Una vez más, los más necesitados han sido las principales víctimas.»
Por esas fechas, del 17 de agosto al 3 de septiembre, el huracán Harvey tocó tierra en Estados Unidos, en Texas y Luisiana,
provocando la muerte de 50 personas. A nivel mundial se produjo una amplia cobertura mediática, con calificativos como “devastador”, “el más fuerte y que más daños ha causado”, el que “pone a prueba al gobierno de Estados Unidos”. Mientras, las inundaciones en África, siempre observada bajo una lente catastrofista, no han ocupado lugar en los medios, a pesar de haber sido un 25% más mortíferas que el Harvey.
Sólo en Sierra Leona los muertos por los efectos de laslluvias han superado de largo las mil personas, y los que lo han perdido todo, casa, negocios, cultivos, ganado… han sido muchos miles más.
En Níger, país asolado por una sequía recurrente, las lluvias de este año no han servido de solución sino que han agravado el sufrimiento de los nigerinos. Decenas de miles de personas se han visto desplazadas por las inundaciones y 44 han muerto.
En la República Democrática del Congo, en Ituri, más de 200 personas perdieron la vida a causa de las inundaciones y miles más perdieron todo lo que tenían.
Por último, el estado de Benue en el centro de Nigeria registró
violentas lluvias torrenciales que se cobraron la vida de tres personas y desplazaron a más de 110.000, con decenas de miles
perdiendo todo lo que tenían. ¡Y lo peor es que se sabe con certeza, que el año que viene todo esto se repetirá!