Fuente:https://www.wsws.org/es/articles/2023/04/04/pers-a04.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Andre Damon 04.04.23
El viernes, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunció que Finlandia se convertirá en el miembro 31 de la alianza militar encabezada por EE.UU. en cuestión de días, después de su ratificación en Turquía, que fue el último miembro cuya aprobación era requerida.
Stoltenberg presumió que fue “el proceso de ratificación más rápido en la historia moderna de la OTAN” y que ocurrió “en cuestión de días”. La velocidad de la incorporación finlandesa no es un accidente. Está estrechamente vinculada a los planes de EE.UU. para una ofensiva en Ucrania durante la primavera, que irá acompañada de una importante acumulación militar a lo largo de la frontera rusa.
Estados Unidos, Alemania y otros miembros de la OTAN están aumentando los envíos al conflicto de tanques, otros vehículos acorazados y miles de tropas ucranianas entrenadas en los países de la OTAN, incluso cuando planean desplegar decenas de miles de tropas de la OTAN cerca de la frontera rusa.
Actualmente, hay cinco Estados miembros de la OTAN aledaños a Rusia: Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y Noruega. El ingreso de Finlandia prácticamente duplicará la frontera de la OTAN con Rusia. El país tiene la frontera terrestre más larga con Rusia en Europa, de 1.300 km.
La frontera finlandesa se encuentra a tan solo 160 km de San Petersburgo, uno de los centros económicos y políticos más importantes de Rusia. Finlandia controla pasos navales vitales de comunicación utilizados por Rusia y tiene gran relevancia en la disputa por el dominio del mar Báltico y el Ártico.
La frontera terrestre de la OTAN con Rusia está siendo fuertemente militarizada. El 18 de marzo, Politico reportó, “En los próximos meses, la alianza acelerará su acumulación de equipamiento a lo largo del extremo oriental de la alianza y designará a decenas de miles de efectivos que podrán asistir a aliados con breve aviso”.
El flanco oriental se parece cada vez más a las líneas de batalla del frente oriental durante la Segunda Guerra Mundial, que se extendía de Finlandia a Ucrania. La decisión de incorporar a Finlandia en la Alianza Atlántica tiene una gran importancia histórica, dado que el país fue un aliado clave de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial y desempeñó un papel protagónico en la guerra de exterminio contra la Unión Soviética, incluyendo en el sitio de Leningrado, ahora San Petersburgo.
La decisión de expandir aún más la OTAN también desmiente las afirmaciones promovidas por el Gobierno de Biden y la prensa de que es una “guerra no provocada”. Según el relato desgastado de la Casa Blanca, la guerra en Ucrania es una “guerra elegida” que fue iniciada por un solo hombre en febrero de 2022. Putin inició la guerra y solo Putin puede ponerle fin, retirando las tropas rusas a donde estaban el año pasado, como repite incansablemente la Casa Blanca.
Pero, si bien este conflicto de EE.UU. y la OTAN con Rusia estalló en la frontera ucraniana, es realmente el resultado de una campaña de décadas del imperialismo estadounidense para cercar, debilitar y, en última instancia desmembrar y desmantelar Rusia como parte de la preparación para un conflicto con China.
Durante y después de la disolución de la Unión Soviética, Estados Unidos se dispuso a incorporar los Estados de Europa oriental en la OTAN, mientras fomentaba los movimientos nacionalistas dentro de Rusia para crear inestabilidad y fragmentar el país.
Desde 1990, se han unido 13 países a la OTAN, efectivamente duplicando su número de miembros. Durante ese periodo, la frontera de la OTAN se trasladó 1.300 km hacia el este.
En 1998, el Senado estadounidense votó a favor de expandir la OTAN para incluir Polonia, Hungría y la República Checa. “Este es el comienzo, de hecho, de otros 50 años de paz”, dijo el entonces senador Joe Biden. El 15 de junio de 2001, en un discurso en Varsovia, Polonia, el presidente estadounidense George W. Bush declaró su “plan para expandir la OTAN”, incluyendo un anillo de países “del mar Báltico al mar Negro”.
En 2004, la OTAN se volvió a expandir, añadiendo siete países más: Estonia, Letonia, Lituania, Eslovaquia, Eslovenia, Bulgaria y Rumanía. Estos países del este de Europa todos formaban parte de la Unión Soviética o eran satélites de ella durante la guerra fría.
Croacia y Albania se unieron a la OTAN en 2009. Montenegro se incorporó en 2017 y Macedonia del Norte lo hizo en 2020.
La guerra en Ucrania fue en sí instigada por la negativa del Gobierno de Biden a negociar la demanda rusa de que Ucrania no se convierta en miembro de la OTAN. La invasión fue la respuesta reaccionaria y temeraria del Gobierno de Putin, que representa a una facción de la oligarquía rusa, al cerco imperialista.
En 1997, cuando el Gobierno de Clinton inició su campaña para incluir a la República Checa, Hungría y Polonia en la OTAN, George F. Kennan, el estratega de la guerra fría y autor de la teoría de “contención” reconoció que “se decidió de alguna manera y en algún momento que se expandiría la OTAN hasta las fronteras de Rusia”. Advirtió que “expandir la OTAN sería el error más aciago de la política estadounidense en todo el periodo posterior a la guerra fría”.
En las dos décadas siguientes, toda la élite política estadounidense y la prensa han apoyado la expansión de la OTAN y los esfuerzos para provocar un conflicto con Rusia. Este militarismo febril estuvo acompañado por la declaración de que cualquier oposición a la expansión de la OTAN era “propaganda rusa”.
Comentando sobre el conflicto que estalló el año pasado, el científico político John Mearsheimer escribió que “el punto de vista prevalente en Occidente es que [Putin] es un agresor irracional y alejado de la realidad que está decidido a expandir Rusia según el molde de la antigua Unión Soviética. Consecuentemente, él es el único responsable de la crisis ucraniana”.
“Pero —añadió— esa historia es incorrecta. Occidente y especialmente EE.UU. son los principales responsables de la crisis que comenzó en febrero de 2014. Ahora es una guerra que no solo amenaza con destruir Ucrania, sino que tiene el potencial de intensificarse y convertirse en una guerra nuclear entre Rusia y la OTAN”.
Todo el relato de la prensa estadounidense sobre la guerra hace caso omiso a la historia que la precedió. Su intención es excluir cualquier enfoque racional a la guerra por medio de una avalancha de propaganda proguerra.
En el prefacio de Un cuarto de siglo de guerra: la ofensiva de Estados Unidos por la hegemonía mundial 1990-2016, David North, presidente del Consejo Editorial Internacional del World Socialist Web Site, escribió sobre el significado de la declaración del entonces presidente Barack Obama de que EE.UU. emprendería una guerra para defender a Estonia, un miembro de la OTAN:
¿Cuántos estadounidenses saben —ni hablar de entender las implicancias— del compromiso del Gobierno de Obama con el Gobierno derechista y políticamente inestable e imprudente en Estonia? La distancia entre Tallin en Estonia y San Petersburgo en Rusia es de tan solo 370 km, 16 km menos que la distancia entre la ciudad de Nueva York y Washington D.C.
La expansión de la OTAN a Finlandia aumenta a otro nivel el peligro de una guerra directa entre Estados Unidos y Rusia, las dos mayores potencias nucleares.
A pesar de que cientos de miles de personas ya perdieron la vida en la guerra ucraniana, Estados Unidos está decidido a expandir masivamente el conflicto, amenazando con sumir toda Europa y toda la humanidad en una catástrofe. Es necesario detener esta guerra. Es urgente la construcción de un movimiento internacional de masas contra la guerra, orientado a las crecientes luchas de la clase trabajadora y armado con un programa socialista.
(Publicado originalmente en inglés el 2 de abril de 2023)