Fuente: https://elsudamericano.wordpress.com/2023/06/03/imperialismo-por-karl-liebknecht/ JUNIO 3, 2023
(Septiembre de 1912)
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Karl Liebknecht, “Imperialismo”, actas de las negociaciones del congreso del partido del Partido Socialdemócrata de Alemania celebrado en Chemnitz del 15 al 21 de septiembre de 1912 , Berlín: Buchhandlung Forward, 1912, pp. 425-427, en Karl Liebknecht, Lecturas seleccionadas y escritos, ed. y presentado por Helmut Böhme, Frankfurt: Europäische Verlagsanstalt, 1969, Vol. I, pp. 25-38.
Marxist Archive
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Sin ser inmodesto, me permito recordar que en dos conferencias internacionales de la juventud –en 1907 y 1910– se discutió ampliamente la cuestión que nos ocupa y, creo, exhaustivamente, todos los puntos de vista expuestos aquí y anteriormente en los debates de prensa. Existe, sin duda, una contradicción entre los puntos de vista de los camaradas Lensch-Pannekoek y Kautsky y otros. Pero no me parece que sea un conflicto tan trágico como para arrancarnos los pelos. (Risas.) Creo que Pannekoek y Lensch simplemente no siguen el criterio que el pensamiento nos señala. Se detienen a medio camino y quedan atrapados en una visión un tanto mecanicista de la sociedad y su desarrollo. (Enérgico “¡Muy cierto!”)
Es bastante peculiar que Lensch, quien por lo demás es un celoso confesor del carácter antagónico de nuestro orden social, fracase tan completamente aquí, y es asombroso que no reconozca que ciertamente hay tendencias necesarias en la sociedad capitalista, pero no necesidades absolutas en ninguna dirección, y cómo las tendencias necesarias son contrarrestadas en todas partes por contratendencias igualmente necesarias. Y cuando Lensch declara que tenemos que captar el capitalismo tal como es, debemos decir, retomando una palabra de Lensch, que tampoco debemos tomar el capitalismo aisladamente, no considerarlo como si estuviera bajo una campana de cristal, separado de las fuerzas y pulsiones anticapitalistas contemporáneas simultáneas. Una de las tendencias del período de desarrollo capitalista es que todo es temporalmente necesario y no todo es permanentemente necesario. Bastará recordar la competencia capitalista –no hablaré de la competencia internacional–, ya que asume un carácter muy diferente en los distintos períodos. Lo que una vez existe es necesario sólo en la medida en que no se desarrollen contratendencias que provoquen modificaciones y cambios. […]
Las resoluciones de las conferencias internacionales de la juventud lo han tratado a fondo. Y fue Bebel quien, el año pasado en el congreso del partido en Jena, señaló con frases llamativas e impactantes las conexiones internacionales que, incluso desde el punto de vista del capitalismo, hablan contra la locura de la guerra. […]
Lensch ha construido una oposición esencial entre desarme y milicia. Niego que esta exista esta contradicción. En la Conferencia de la Juventud de Copenhague de 1910 – permítanme que hable un poco de esto, puede que se sonrían, pero me parece importante– habíamos definido la milicia: el armamento general del pueblo, como uno de los objetivos del movimiento antimilitarista, de acuerdo con el programa del partido alemán. Pero encontramos una enérgica oposición por parte de los escandinavos, que ven en la milicia un deterioro de su condición actual. La cuestión es ésta: no aspiramos a la milicia por sí misma; no queremos armar al pueblo a menos que sea necesario para la defensa contra los poderes internos dominantes y opresores y contra los enemigos extranjeros. La milicia no es en todos los casos mejor que el estado de cosas existente; en determinadas circunstancias puede ser también un empeoramiento del mismo; es sólo el mal menor en comparación con el mayor, sobre todo con el ejército permanente, en relación con el cual es menos peligrosa en lo que respecta a los conflictos políticos tanto internacionales como internos. Por esta razón tampoco existe una contradicción fundamental entre milicia y desarme.
El imperialismo, bien puede decirse sucintamente, es un negocio capitalista, y por serlo la esencia de la lucha contra el imperialismo puede también plasmarse en una fórmula comercial. (“¡Muy bien!”) Desde una perspectiva empresarial, la misión histórica del proletariado en relación con el imperialismo consiste en aumentar el riesgo social, político y también económico de la forma bélica de la competencia internacional para las clases dominantes de los países implicados, a través de la política de lucha de clases, hasta tal punto que incluso por ejemplo en términos de confianza en sus propias fuerzas, les imponga el entendimiento pacífico, como lo más conveniente desde el punto de vista comercial. Al interpretar el problema de esta manera, no hemos renunciado a ningún aspecto de ninguna idea marxista fundamental. […]
La más importante de las tendencias contra el imperialismo es la de la solidaridad de todos los pueblos llevada adelante por el proletariado, la lucha de clases librada por la clase obrera dentro de cada uno de los países y en la internacional contra los círculos cuyo negocio es el imperialismo. Aquí debemos seguir trabajando precisamente en la dirección en la que la socialdemocracia y los congresos socialistas internacionales han trabajado hasta ahora; no tenemos que quitar ni una letra a lo que hemos dicho y hecho hasta ahora. Y si la socialdemocracia de todos los países sigue trabajando en esta dirección, haciendo acopio de la energía más despiadada, hará todo lo posible para desencadenar el poder humanamente posible, para impedir que el imperialismo se embarque en aventuras bélicas. Seguir formando y consolidando la solidaridad proletaria internacional, hacer cada vez más intensa y apasionada la lucha de clases, estar cada vez más dispuestos a oponerse al imperialismo por todos los medios, cueste lo que cueste, esto es, estoy convencido, un buen y seguro muro de defensa contra el discurso de odio de las clases dominantes, y no podemos hacer nada mejor contra el peligro de guerra que no dejar ninguna duda en la mente de las clases dominantes sobre los enormes peligros económicos, políticos y sociales que están trayendo sobre sí mismos al encender una conflagración mundial, en virtud del alto desarrollo intelectual del proletariado y en virtud de la determinación implacable del proletariado para librar la lucha de clases. […]
De hecho, el viejo dicho se aplica a nosotros: si vis pacem, para bellum, si quieres la paz, prepárate para la guerra. Podemos decir que si queremos la paz internacional, debemos prepararnos para la guerra de clases, librarla y fomentarla cada vez más internacionalmente. Hoy no es posible desviarse de los lineamientos trazados en nuestros congresos anteriores, y sólo es necesario una cosa, que nos unamos una vez más en una manifestación unánime y entusiasta contra el imperialismo, por la solidaridad internacional y por el reconocimiento del importante y significativo papel del poder proletario contra las potencias del capitalismo imperialista. En una época repleta de material incendiario como la actual, es imposible que un congreso socialista pase por alto este tema. Y es igualmente imposible que pueda surgir ningún desacuerdo serio sobre el hecho de que gritemos al proletariado de todo el mundo: “¡Seamos un pueblo unido de hermanos, sin necesidades y peligros que nos separen!” (Grandes aplausos.)