Huelga judicial

06/08/25

Damas y caballeros: En estos momentos de difícil transición histórica por los que está atravesando la Patria, el ejemplo sin mácula de la huelga de jueces hace las funciones de faro cuya luz ilumina la trayectoria correcta al nuevo proletariado del siglo XXI, en busca de su emancipación absoluta y definitiva.

¿Qué es un juez, una jueza, sino obreros togados cuya materia prima es la ley, el orden y la justicia? Enfrentándose con valor contra los delincuentes todos los días, impertérritos ante las amenazas y el hedor a violencia característico del lumpenproletariado al que interrogan y juzgan cotidianamente. No, un juez, una jueza, no tienen miedo y no sólo por estar protegidos por los cuerpos de seguridad del Estado, sino por estar convencidos de que gracias a su imprescindible valía y a una conciencia siempre prístina y limpia protegen a la sociedad de los desmanes de quienes no creen en la Constitución y que no respetan ni ésta ni el Estado de Derecho.

Burlando con astucia que se les identificara individualmente ,han logrado un hecho insólito e histórico: que no se reduzca de su sueldo las jornadas de los días de huelga. ¿Qué les han grabado? Da igual. A  ver si la Delegación del Gobierno tiene cojones para denunciarlos. Les cae una encima que se caga la perra. Esta es la consecuencia siempre positiva del ejercicio consciente de la solidaridad.

Al grito unánime y atronador de: «IN-INDA- INDEPEN-DEN-SIA JU-DI SIAL» los y las jueces han hecho unas jornadas de huelga impoluta y determinante. Cuando los antidisturbios se acercaban y amagaban con cargar, los provocaban gritándoles: «A ver quien tiene huevos a disparar una pelota de goma, que le cae una denuncia por abuso de autoridad, agresión y vulneración del derecho de huelga y manifestación, sagrado en democracia para toda la ciudadanía, que va a pasar más tiempo con la fregona que con su mujer en todo lo que le quede de puta vida»; o el más tajante: «Idos a hacernos las puñetas». Cabizbajos y avergonzados, los antidisturbios se disolvieron pacíficamente.

«Esto sí es sindicalismo y no lo de Las Seis de La Suiza» declaraba exultante el ínclito ex-juez y ahora abogado de prestigio Gómez Bermúdez «en cuyo juicio tuve el placer de personarme representando a la acusación particular». Esta es una muestra más de la brillantez de la huelga judicial, avalada en este caso por un famoso jurista de cuya honradez e integridad personal nadie puede dudar.

El pueblo, que es callado pero sabio, reconoce en la huelga de jueces y juezas la defensa de sus propios intereses, la rebelión gloriosa de uno de los poderes del Estado en pos del bien común, la democracia y el respeto a los derechos humanos.

«¡Libertad para los pres…digo para los jueces!»

«Muchos jueces son absolutamente incorruptibles; nada puede inducirles a hacer justicia»

(Bertolt Brecht )

V.J. Rodríguez González

 

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