Decenas de miles de transportistas españoles continúan desafiando al gobierno del Partido Socialista (PSOE) y Podemos ante sus demandas de que estos pongan fin a la huelga en el nombre de ‘la lucha contra Putin’. Los camioneros han mantenido un paro nacional indefinido durante 18 días, protestando por el aumento de los precios del combustible en medio de la campaña militar de la OTAN dirigida contra Rusia y sus exportaciones de energía a consecuencia de la guerra en Ucrania.

La huelga provoca efectos en cadena: bloqueando puertos, causando atascos de tráfico y produciendo escasez de combustible, materiales de construcción y productos alimenticios en los supermercados.

El gobierno español, aunque sigue afirmando que la huelga está teniendo un impacto mínimo, ha autorizado a los supermercados a racionar las compras de los consumidores en virtud de una nueva ley emitida el miércoles. La leche, la harina, el arroz y otros productos básicos ahora están racionados, en escenas no vistas desde la década de 1940.

La Plataforma para la Defensa del Transporte de Mercancías por Carretera, la asociación de pequeñas empresas de camioneras y conductores autónomos que lidera la huelga, afirmó ayer que ‘no renunciarán a la lucha’. Van a Celebrar una Asamblea Nacional el sábado en Madrid para ‘decidir los próximos pasos’. La Plataforma ha rechazado como insuficientes las medidas propuestas por PSOE y Podemos: una subvención de 20 céntimos por litro de combustible, con 15 céntimos de la reducción financiados por el Estado y 5 céntimos por las petroleras.

Sin embargo, el precio medio del combustible sigue aumentando. Esta semana, el precio medio del diésel, del cual Rusia es uno de los principales exportadores, superó al de la gasolina por primera vez, estableciendo un nuevo récord histórico. El precio medio del litro de gasolina ha subido hasta los 1,818 euros en España, mientras que los precios medios del gasóleo se situaron en 1,837 euros, según datos del Boletín del Petróleo de la Unión Europea. Durante todo el año 2022 hasta ahora, los precios del diésel han aumentado un 36.29 por ciento y los de la gasolina un 22.97 por ciento.

Ayer, camioneros de Cataluña bloquearon la carretera principal hacia el área industrial y logística de la Zona Franca de Barcelona. Al sur en Andalucía cerca de 200 transportistas hicieron piquetes frente al puerto de Algeciras. El Puerto de Bilbao, el principal puerto del norte de España, sigue bloqueado por piquetes. En Baleares, más de 100 camioneros de la recién creada Asociación Balear de Transporte de Mercancías, anunciaron nuevas movilizaciones del 11 al 13 de abril en Mallorca para protestar por la situación ‘insostenible’ del sector.

Hay algunos indicios de que la huelga está empezando a perder fuerza después de que el gobierno del PSOE y Podemos desplegara 23.000 policías contra la misma. Los dos sindicatos más grandes de España, Comisiones Obreras (CCOO), vinculada a Podemos, y la Unión General de Trabajadores (UGT), próxima al PSOE, han denunciado y aislado la huelga, incluso después de que los policías arrestaran a docenas de camioneros e incluso dispararan e hirieran a uno.

Algunas asociaciones y sindicatos regionales de camioneros están aceptando las concesiones temporales del gobierno. El Sindicato Vasco de Transportistas Autónomos de Hiru, formado por más de 700 conductores autónomos, ha votado a favor de poner fin a la huelga. El sindicato celebró una asamblea en la que la propuesta de volver al trabajo fue apoyada por 50 votos, mientras que 31 votaron a favor de continuar la huelga y ocho se abstuvieron.

Asemtrasam en Cantabria, asociación que agrupa a 500 camioneros, desconvocó la huelga. Al igual que con Hiru en el País Vasco, la votación fue muy reñida y dejó fuera a un gran número de miembros de la asociación, con 132 votos a favor de poner fin a la huelga y 117 en contra.

La Federación Gallega de Transporte de Mercancías (Fegatramer) y la Asociación Navarra de Transportistas (Tradisna) de 212 camioneros, decidieron dejar de apoyar el paro, sin dar a conocer el resultado de la votación. En Asturias, Cesintra, una de las dos asociaciones de transportistas que ha apoyado las huelgas en Asturias junto con la Unión Independiente de Transportistas Autónomos (UITA) ha desconvocado la huelga.

El Gobierno español también afirma que el tráfico de vehículos pesados se ha ido recuperando y que ayer fue un 35 por ciento superior al registrado durante el pico de la huelga, el pasado lunes.

A medida que aumenta la represión de la huelga, queda claro que las causas subyacentes de la inflación en España y el mundo continúan: los rescates bancarios que degradan la moneda al inyectar billones de euros en los bolsillos de los superricos y las sanciones de la OTAN contra las exportaciones rusas de petróleo y cereales. El miércoles, el Instituto Nacional de Estadística de España informó que la inflación está en un 10 por ciento. Este nivel no se veía desde 1985, en medio de las salvajes políticas de austeridad impulsadas por el gobierno del PSOE hace 37 años.

Según la consultora Kantar, durante las dos semanas posteriores a la invasión rusa de Ucrania, los precios de los productos de consumo sufrieron una subida generalizada del 5 por ciento. No obstante, el consumo aumentó un 13 por ciento, ya que muchos compradores se abastecieron en medio del temor a la escasez producida por la guerra y la huelga de camioneros. Los precios se han disparado: el aceite de cocina era un 303 por ciento más caro en marzo que hace un año, la pasta el 183 por ciento, el arroz el 181 por ciento y la leche el 145 por ciento.

El diario pro-PSOE El País escribió: ‘Ante esa situación, los consumidores adoptan estrategias distintas. En general, las tácticas se resumen en tres: tirar de ahorro o crédito, buscar marcas más baratas o comprar menos. Los datos de marzo sugieren que hasta ahora se ha utilizado el ahorro familiar, que había alcanzado un récord durante la pandemia cuando era imposible consumir’.

Según la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (Aecoc), el 15 por ciento de los consumidores en España, o más de uno de cada siete, ya se están viendo obligados a comprar y comer menos alimentos.

La inflación es el resultado de la política de guerra de clases que lleva a cabo la élite gobernante. Durante la pandemia, los gobiernos capitalistas se negaron a adoptar una estrategia científica de COVID Cero, permitiendo que la pandemia continuara y desorganizara las cadenas de suministro, incluso cuando los bancos centrales imprimieron billones de euros para rescatar a los súper ricos. La política de la OTAN de eliminar el petróleo, el gas y el grano rusos de los mercados mundiales en medio de la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania está acelerando aún más el aumento subyacente de los precios.

La clase capitalista está aprovechando la huelga de camioneros y los problemas de la cadena de suministro para despedir a masas de trabajadores, imponiendo miles de expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). Los ERTEs permiten que los empresarios dejen de pagar salarios a los trabajadores despedidos, que en su lugar reciben subsidios de desempleo, lo que equivale a un recorte salarial del 30 por ciento.

Se han negociado o se están negociando ERTEs con los sindicatos en los fabricantes de automóviles Seat, Ford y Renault, la compañía aérea Air Europa, el fabricante de acero inoxidable Acerinox, la productora de alimentos Ingapan, la empresa química Asturquimia, las empresas del metal de Cádiz y las empresas cerámicas de Castellón.

Las grandes asociaciones empresariales exigen poder bajar unilateralmente los salarios. Según El Confidencial Digital, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) ha exigido ‘tener total libertad para poder bajar los sueldos en tiempos de crisis ‘.

Los camioneros no pueden confiar en las promesas del PSOE y del partido pseudoizquierdista Podemos, cuyos policías los están atacando en sus piquetes. A medida que la OTAN intensifica las amenazas contra Rusia, estas promesas no valen el papel en el que están impresas. Se requiere una nueva estrategia política para la huelga.

La huelga de los transportistas españoles forma parte de una oleada creciente de lucha de clases a nivel internacional a medida que los trabajadores ferroviarios estadounidenses y canadienses luchan contra los cierres patronales y las medidas cautelares contra la huelga, una ola de huelgas salvajes sacude a Turquía y decenas de millones de trabajadores indios se declaran en huelga contra las políticas de austeridad estatal. Hay una oposición masiva en todo el mundo del trabajo contra las políticas de guerra, inflación e infección masiva por COVID-19. El tema crítico para los camioneros es luchar por la más amplia movilización de los trabajadores, en España y otros países, contra los gobiernos capitalistas que están empobreciendo a la clase obrera.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 31 de marzo de 2022)