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Desde 2019 Huawei se enfrenta a una ofensiva sin precedentes por parte de Estados Unidos. Con Trump el gigante chino de las telecomunicaciones fue incluido en la lista negra, negándole acceso a tecnologías estadounidenses cruciales. Luego Biden reforzó las medidas, bloqueando el acceso de Huawei a los chips avanzados de Intel y Qualcomm, esenciales para el desarrollo de la inteligencia artificial.
Esta guerra tecnológica, una extensión de una creciente rivalidad política entre Washington y Pekín, tenía como objetivo frenar el acceso de Huawei al mercado internacional.
Ante lo que parecía un golpe fatal, Huawei logró recuperarse espectacularmente. Como un fénix que resurge de las cenizas, la empresa supo transformar el bloqueo en una oportunidad. Su estrategia se estructura en torno a tres ejes principales: innovación forzosa, diversificación estratégica y retirada táctica a su mercado interno.
La innovación bajo restricciones se ha convertido en la fuerza impulsora del renacimiento de Huawei. Privada de sus socios tecnológicos estadounidenses, la empresa ha redoblado sus esfuerzos en investigación y desarrollo. Con una inversión faraónica de 23.000 millones de dólares el año pasado, Huawei ha ascendido al rango de privilegio mundial en investigación y desarrollo. Este enfoque les permitió desarrollar soluciones internas para reemplazar las tecnologías estadounidenses de las que se vio privado.
El ejemplo más llamativo de la capacidad de adaptación es el desarrollo del sistema operativo HarmonyOS. Ante la imposibilidad de utilizar Android, Huawei creó su propia plataforma en un tiempo récord. Hoy en día HarmonyOS tiene una importante cuota de mercado en China, rivalizando con el iOS de Apple en su propio territorio. Aunque la adopción sigue siendo limitada a escala mundial, el éxito local habla de la capacidad de la empresa para innovar bajo presión.
La diversificación empresarial también ha demostrado ser una estrategia ganadora para Huawei. La empresa ha redirigido inteligentemente sus recursos hacia sectores prometedores menos afectados por las sanciones. Se ha posicionado como un actor clave en la revolución de la movilidad inteligente, ofreciendo soluciones tecnológicas avanzadas a los fabricantes de automóviles chinos. Este enfoque le permite capitalizar su experiencia en telecomunicaciones e inteligencia artificial, evitando al mismo tiempo los obstáculos de la producción directa de vehículos.
Al mismo tiempo, Huawei ha reforzado su presencia en el campo de la computación en la nube y apuesta por el mercado de la transición energética. Estas nuevas direcciones permiten a la empresa diversificar sus fuentes de ingresos y reducir su dependencia del mercado de teléfonos inteligentes, particularmente afectado por las sanciones estadounidenses.
La retirada estratégica al mercado chino ha desempeñado un papel crucial en la supervivencia y el renacimiento de Huawei, que se ha convertido en el estandarte mismo del nacionalismo chino. La empresa ha aprovechado el agravio para consolidar su mercado.
El lanzamiento del Mate 60, equipado con un chip 5G de diseño chino ha marcado un punto de inflexión. Este teléfono inteligente se ha convertido en el emblema de la resistencia tecnológica frente a las presiones estadounidenses.
Este espectacular éxito no está exento de desafíos. La mayor dependencia del mercado chino y las persistentes dificultades internacionales plantean dudas sobre la sostenibilidad a largo plazo de esta estrategia. El bloqueo tecnológico de China en el mercado mundial, del que Huawei se ha convertido en símbolo, podría tener profundas repercusiones en la economía mundial.
La reactividad de Huawei frente a las sanciones occidentales es uno de las mejores muestras de fracaso e impotencia de los grandes frente a los emergentes. Huawei sigue navegando sobre aguas turbulentas. Deberá mantener su ritmo de innovación y al mismo tiempo intentar recuperar su lugar en el mercado internacional.
Pero la capacidad de adaptación que ha demostrado hasta ahora indica que no ha dicho su última palabra.