Haití No Minustah, Libre y Soberana
Declaración del Comité Venezolano de Solidaridad con Haití
Haití late y vive en el corazón del Caribe. Había sido colonizada por el imperio francés y sobre la base de la despiadada explotación esclavista se convirtió en la colonia más rentable, aportando más de un tercio del ingreso exterior francés. La riqueza francesa se creó en gran medida sobre el secuestro de la vida de cientos de miles de personas, lejos de su territorio. Y Haití supo convertirse en el corazón de la libertad de los pueblos americanos. Desde 1791, la gente esclavizada supo alzarse para hacer real una nación que encarnara la libertad y la igualdad. Sobre esa base derrotó a los ejércitos franceses, españoles y británicos y declara su independencia en 1804.
La Constitución haitiana es la primera en proclamar una igualdad plena, al abolir para siempre la esclavitud y proclamar la hermandad entre todos, sin títulos ni privilegios. Sobre la base de la libertad e igualdad, la revolución haitiana es hermana del alzamiento de José Leonardo Chirino en Venezuela; de igual manera, el gobierno de Jean Jaques Dessalines es solidario con Miranda en su incursión libertaria de 1806 y con el Libertador Simón Bolívar, a quien presta un apoyo decisivo para nuestra Independencia. Las mujeres y los hombres de Haití somos hermanos y hermanas y no podemos entendernos de otro modo, ligados por la historia y la lucha por nuestra libertad y una vida digna.
Pese a ello, Haití ha intentado ser aislada por un cerco de venganza y racismo. Los imperios y las oligarquías que mantenían su riqueza sobre la salvaje explotación esclavista y la negación de la humanidad, promovieron el bloqueo contra la nueva nación, a la que se le impuso una deuda implacable con la desvergüenza de pretender “indemnizar” a los amos que se habían apropiado por la fuerza de tierras y de gentes haitianas. La deuda impuesta por Francia a Haití es una terrible abominación que sometió al pueblo haitiano a las mayores privaciones. El gobierno haitiano tuvo que recurrir a préstamos de la banca francesa para pagar esa deuda, la cual se multiplicó en intereses durante más de 100 años.
Y al finalizar el pago de la deuda oprobiosa con Francia, apareció la banca estadounidense como demandante. Ya desde principios de siglo, banqueros estadounidenses tomaron el control financiero del Banco Nacional de Haití; y posteriormente, en 1914 infantes de Marina de Estados Unidos robaron de territorio haitiano 500,000 dólares en oro, bajo la excusa de que los intereses de Estados Unidos estaban en juego. En 1917 ocuparon Haití durante 19 años en que realizaron una sistemática represión sobre el pueblo haitiano, bajo las banderas de un racismo descarado. Todavía en 1934, cuando los marines salen de Haití se sigue ejerciendo el control sobre el comercio exterior haitiano.
La injerencia sistemática de los Estados Unidos en Haití incluye tanto la destitución y secuestro de gobernantes, como el sostenimiento y apoyo a crueles dictaduras. La descarada intervención imperialista se ha prolongado hasta nuestros días. El Core Group, creado en 2004 por las Naciones Unidas con participación de Estados Unidos, la Unión Europea y otros países, lejos de cumplir su supuesta misión de favorecer la estabilidad política y económica, ha jugado el papel de una intervención antidemocrática y grosera en los asuntos internos de Haití. La Fuerza Militar Multinacional, conocida como la MINUSTAH, sembró abusos de todo tipo; e incluso fue responsable de la propagación de una epidemia de cólera, con centenares de miles de víctimas. Las bandas criminales que actualmente azotan a la población han sido financiadas, organizadas y armadas desde Estados Unidos y surgen como aliados para reprimir las manifestaciones del pueblo haitiano contra las medidas antipopulares del gobierno de Jouvenel Moïse. El asesinato de este último presidente a manos de mercenarios de extranjeros está lejos de ser esclarecido.
Hoy por hoy, los mismos responsables extranjeros y nacionales de la crisis plantean nuevas intervenciones extranjeras, como la de la simbólica misión de efectivos que llegaron de Kenya; e incluso se ha conocido de una intervención de mercenarios estadounidenses con amplio prontuario de violación de los derechos humanos. La crisis haitiana presenta los síntomas y los ingredientes de una acción imperialista con el potencial de destruir la nación, como se ha hecho en Libia, Siria y como se intenta en otras naciones de Nuestra América y del Sur global. Haití es junto a Palestina, sin duda, una causa de la humanidad.
Haití no es pobre, sino que ha sido sistemáticamente empobrecida. Haití no es incapaz de gobernarse, sino que ha sido objeto de una sistemática y prolongada injerencia extranjera. El pueblo haitiano es uno que ha sido, y es, capaz de una enorme capacidad de resistencia y de lucha; sobre las bases de su historia, su espiritualidad, su fuerza cultural y sus arraigadas prácticas de solidaridad. Es hora de que estas firmes bases apunten a un nuevo destino de nación soberana, libre de la ilegítima influencia extranjera. Es la hora de la unidad de un pueblo hermano y bravío.
Cualquier participación de otros pueblos en el abordaje de la situación haitiana sólo es legítima bajo el principio de la solidaridad, sin intereses ocultos, sólo es valiosa en apoyo a la soberanía popular. Francia y Estados Unidos deben asumir las reparaciones que deben al pueblo haitiano por su brutal saqueo.
Nosotros, reunidos hoy en Caracas, reafirmamos nuestra voluntad de acompañar al pueblo haitiano y a su diáspora, en la forja de caminos de unidad, solidaridad y soberanía popular, rechazando toda intervención imperialista en ese territorio y contra este pueblo hermano.
Comité Venezolano de Solidaridad con Haití
28 de julio de 2025