Fuente: https://mpr21.info/hacia-una-nueva-carrera-de-armamentos-nucleares-el-fin-del-tratado-startt/ Redacción
En 2001 Bush anunció que Estados Unidos se retiraba del histórico Tratado sobre Misiles Antibalísticos (ABM) de 1972, que prohibía (con algunas excepciones) el despliegue de sistemas de defensa antimisiles diseñados para derribar los misiles balísticos intercontinentales (ICBM) del adversario.
El Tratado ABM consolidó la doctrina de la Guerra Fría de Destrucción Mutua Asegurada: ninguna parte que poseyera armas nucleares las utilizaría contra otra potencia nuclear porque hacerlo conduciría a su propia desaparición, a través de represalias nucleares garantizadas.
La doctrina de la Destrucción Mutua Asegurada allanó el camino para los acuerdos posteriores de control de armamentos, desde las Conversaciones sobre Reducción de Armas Estratégicas (SALT) hasta el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) y los posteriores Tratados de Reducción de Armas Estratégicas (Start).
Putin condenó la decisión estadounidense de retirarse del Tratado ABM. En aquel momento, tanto los arsenales nucleares estratégicos estadounidenses como los rusos estaban sujetos a las limitaciones impuestas por el tratado Start de 1991. Los esfuerzos para reducir aún más las armas nucleares estadounidenses y rusas se emprendieron en virtud del Start II.
Pero la Guerra Fría no acabó con el desmantelamiento la URSS. Al abandonar el Tratado ABM, Estados Unidos lo anuló, y lo mismo ocurrió con el tratado Start III. El Tratado de Reducción de Armas Estratégicas Ofensivas (SORT), firmado en 2002, comprometía a Estados Unidos y Rusia a realizar reducciones adicionales a las previstas en el Start I, pero no contenía ningún mecanismo de verificación o cumplimiento.
El tratado Start I expiró en 2009 y el SORT en 2012. El nuevo tratado Start pretendía sustituir a ambos.
La defensa antimisiles
El punto de discordia es la defensa antimisiles. Bajo la presidencia de Putin, Rusia se negó a firmar ningún nuevo tratado sustantivo de control de armamento (el SORT era más informal que un tratado en cuanto a estructura y sustancia) que no abordara la defensa antimisiles.
Pero en 2008 Dmitry Medvedev sustituyó a Putin, que se convirtió en Primer Ministro.
Mientras el gobierno de Bush intentaba negociar un tratado de seguimiento del Start I, que pronto expiraría, Medvedev era reacio a alcanzar un acuerdo con Estados Unidos que no incluyera limitaciones a la defensa antimisiles, que el presidente Bush no aceptaba.
Al final, el problema de negociar un nuevo tratado quedó en manos de Obama, que tomó posesión de su cargo en 2009.
En su primera reunión, celebrada en Londres a finales de marzo de 2009, Medvedev y Obama emitieron una declaración en la que acordaban “proseguir las reducciones verificables de nuestros arsenales ofensivos estratégicos en un proceso escalonado, empezando por la sustitución del Programa de Reducción de Armas Estratégicas”.
En cuanto a la defensa antimisiles, Medvedev y Obama acordaron tratarla como una cuestión aparte. “Aun reconociendo que persisten las diferencias sobre los objetivos del despliegue de medios de defensa antimisiles en Europa”, dice el comunicado, “hemos debatido nuevas oportunidades de cooperación internacional mutua en el ámbito de la defensa antimisiles”.
Aunque el nuevo tratado Start que negociaron Rusia y Estados Unidos se centraba en la reducción de los arsenales nucleares ofensivos, se suponía que iría seguido de un esfuerzo por parte de Estados Unidos para abordar la preocupación de Rusia por la defensa antimisiles.
Así se reflejó en el intercambio de declaraciones unilaterales no vinculantes adjuntas al nuevo tratado Start. La declaración de Rusia sobre Defensa Antimisiles establece que el nuevo tratado Start “sólo puede ser efectivo y viable” en condiciones en las que no se produzca una mejora cualitativa o cuantitativa de las capacidades del sistema de defensa antimisiles estadounidense.
Además, la declaración añade que cualquier mejora de las capacidades de defensa antimisiles de Estados Unidos que diera lugar a una amenaza para el potencial de fuerza nuclear estratégica de Rusia, se consideraría uno de los “acontecimientos extraordinarios” mencionados en el artículo XIV del tratado y podría llevar a Rusia a ejercer su derecho a retirarse del tratado.
Por su parte, Estados Unidos emitió su propio comunicado en el que afirmaba que la defensa antimisiles estadounidense “no pretende afectar al equilibrio estratégico con Rusia”, al tiempo que declaraba su intención de “seguir mejorando y desplegando sus sistemas de defensa antimisiles para defenderse de ataques limitados”.
Putin no acepta el acuerdo alcanzado entre Medvedev y Obama
Putin no aceptó el acuerdo alcanzado entre Medvedev y Obama. Según Rose Gottemoeller, la negociadora estadounidense del nuevo tratado, estuvo a punto de impedir las conversaciones cuando, en diciembre de 2009, volvió a plantear la cuestión de la defensa antimisiles.
Putin viajó a Vladivostok, donde pronunció un discurso en el que denunció el tratado como “totalmente inadecuado”, criticando a los equipos negociadores estadounidense y ruso por “centrarse únicamente en limitar las fuerzas estratégicas ofensivas”, señalando que “no limitan la defensa antimisiles”. El tratado es una pérdida de tiempo, dijo. “Deberíamos abandonar las negociaciones”. Según Gottemoeller, Medvedev se enfrentó a Putin y le dijo: “No, continuaremos estas negociaciones y las llevaremos a buen puerto”.
Anatoly Antonov era el negociador ruso del nuevo tratado Start y siguió las instrucciones del Kremlin de elaborar un tratado centrado en la reducción de las armas estratégicas ofensivas, dando por sentado que Estados Unidos cumpliría su palabra cuando se tratara de entablar negociaciones significativas sobre la defensa antimisiles.
Sin embargo, menos de un año después de la entrada en vigor del nuevo tratado, Estados Unidos demostró que no tenía intención de cumplir sus promesas. En una entrevista concedida al periódico ruso Kommersant, Antonov dijo que las conversaciones con la OTAN sobre un sistema de defensa antimisiles propuesto en Europa Occidental habían llegado a “un punto muerto”, añadiendo que las propuestas de la OTAN eran “vagas” y que la prometida participación de Rusia en el sistema propuesto “ni siquiera es objeto de discusión”.
Antonov advirtió entonces que la “falta de buena fe” de Estados Unidos en materia de defensa antimisiles podría llevar a Rusia a retirarse por completo del nuevo tratado Start.
Estados Unidos ofreció a Rusia que observara la prueba de un interceptor de misiles estadounidense, pero la oferta nunca llegó a buen puerto, y Estados Unidos restó importancia a la capacidad del misil SM-3 para interceptar misiles rusos, señalando que carecía del alcance necesario para ser eficaz contra misiles rusos.
Siguen las promesas y la política de buenas palabras
Ellen Tauscher, Subsecretaria de Estado para el Control de Armamentos y la Seguridad Internacional, ofreció entonces a Antonov garantías por escrito de que el sistema Aegis Ashore Mk 41, que utilizaba el interceptor de misiles SM-3, no estaba dirigido contra Rusia. Sin embargo, declaró: “No podemos ofrecer compromisos jurídicamente vinculantes, ni podemos aceptar limitaciones en la defensa antimisiles, que necesariamente debe seguir el ritmo de la amenaza cambiante”.
Estados Unidos pasó inmediatamente de las palabras a los hechos: en 2015 comenzó a probar el interceptor SM-3 Block IIA contra objetivos de misiles balísticos intercontinentales. En realidad, el SM-3 tenía alcance para derribar misiles rusos de alcance intermedio e intercontinental. Esos misiles se iban a estacionar en las bases construidas por la OTAN en Polonia y Rumanía, que estaban más cerca de la frontera con Rusia de lo que nunca habían estado las fuerzas de la OTAN.
Putin tenía razón frente a Medvedev. Lo mismo que en los Acuerdos de Minsk, no había engaño ni mala fe. Estados Unidos nunca se ata las manos con ningún acuerdo internacional, y menos con Rusia. Sin embargo, también Putin cedió finalmente, como cuenta Gottemoeller: “Putin, desde que se firmó el tratado, ha adoptado una postura muy positiva en esta cuestión. Desde que el tratado entró en vigor, lo ha calificado públicamente en repetidas ocasiones como el ‘patrón oro’ de los tratados nucleares y lo ha apoyado… Sé que está comprometido con el tratado y con los esfuerzos que se están realizando ahora mismo en este diálogo de estabilidad estratégica para lanzar nuevas negociaciones”.
Sin embargo, Putin siguió preocupado por la amenaza de la defensa antimisiles estadounidense. El 1 de marzo de 2018 pronunció un discurso ante la Duma: “Quiero decir a todos aquellos que han alimentado la carrera armamentística durante los últimos 15 años, han buscado ventajas unilaterales sobre Rusia y han introducido sanciones ilegales destinadas a contener el desarrollo de nuestro país: todo lo que queríais evitar con vuestras políticas ya ha sucedido. Han fracasado en su intento de contener a Rusia”.
Putin se refería al desarrollo de varias armas estratégicas rusas nuevas, como el ICBM pesado Sarmat y el vehículo hipersónico Avangard, que eran la respuesta directa a la retirada de Estados Unidos del Tratado ABM. Putin añadió que Rusia había advertido a Estados Unidos de que tomaría tales medidas en 2004. “Nadie nos escuchó entonces”, dijo Putin. “Así que escúchennos ahora”.
Una de las personas que escuchaba era Gottemoeller. “La gente está preocupada por […] los llamados nuevos sistemas de armas exóticas que el presidente Putin desplegó en marzo de 2018”, dijo en 2021. “Ya están bajo los límites del nuevo tratado Start, el llamado [ICBM] pesado Sarmat y también el Avangard, que es su primer vehículo planeador hipersónico de alcance estratégico que se están preparando para desplegar. Ya han dicho que lo incluirán en el nuevo tratado Start”.
Cualquier futuro acuerdo de control de armamento buscaría limitaciones para estos sistemas, añadió Gottemoeller. Es la ley del embudo: lo ancho para mí y lo estrecho para los demás.
Tras la pandemia, la Guerra de Ucrania
En febrero de 2021 el nuevo tratado Start se prorrogó por cinco años más, aunque los rusos esperaban que las divergencias se pudieran resolver utilizando a la Comisión Consultiva Bilateral, exigida por el tratado, que se reúne dos veces al año para dirimir las disputas sobre la interpretación de las cláusulas.
A principios de 2020, con la pandemia, ambas partes acordaron suspender las inspecciones in situ y las reuniones de la Comisión Consultiva Bilateral. A mediados de año los negociadores estadounidenses y rusos empezaron a discutir la creación de protocolos conjuntos que pudieran implementar tanto las inspecciones como las consultas de la Comisión, a pesar de la pandemia.
Pero entonces comenzó la Guerra de Ucrania y, con ella, las sanciones, que prohibían a los aviones rusos sobrevolar el territorio de Estados Unidos e imponían restricciones de visado a los rusos que transitaran por la Unión Europea o Reino Unido de camino a Estados Unidos. Las sanciones también prohibieron el envío de equipos de inspección de armamento a Estados Unidos utilizando los protocolos de inspección de corto plazo del nuevo tratado Start, que tienen plazos estrictos de aplicación.
En junio del año pasado Estados Unidos declaró unilateralmente que la moratoria de las inspecciones impuesta por la pandemia ya no estaba en vigor. El 8 de agosto intentó enviar a Rusia un equipo de inspección con poca antelación para realizar las tareas de inspección exigidas por el tratado. Rusia rechazó la entrada del equipo y acusó a Estados Unidos de intentar obtener una ventaja unilateral realizando inspecciones in situ cuando Rusia no podía hacerlo. Era una vuelta a la ley del embudo. El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso afirmó que “no existen obstáculos similares a la llegada de inspectores estadounidenses a Rusia”.
Las inspecciones entraron en un punto muerto. Los diplomáticos de ambas partes iniciaron consultas para convocar una reunión de la Comisión Consultiva y finalmente pudieron acordar la fecha del 29 de noviembre del año pasado en El Cairo. Sin embargo, cuatro días antes de la fecha prevista, Rusia anunció la cancelación de la reunión.
En declaraciones al periódico Kommersant, el viceministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Ryabkov, dijo que la Guerra de Ucrania estaba en el centro de la decisión. “Existe, por supuesto, el efecto de lo que está sucediendo en Ucrania y sus alrededores”, dijo Ryabkov. “No lo voy a negar. El control de armamentos y el diálogo en este ámbito no pueden ser inmunes a lo que ocurre a su alrededor.
Rusia: una concesión detrás de otra
A principios de este año el Departamento de Estado envió un informe al Congreso sobre el cumplimiento por parte de Rusia del nuevo tratado Start, en el que acusaba a Rusia de violarlo, al negar a los inspectores estadounidenses el acceso a emplazamientos en el interior de Rusia.
Rusia, dijo un portavoz del Departamento de Estado, “no está cumpliendo con su obligación en virtud del nuevo tratado Start de facilitar las actividades de inspección en su territorio”, señalando que “la negativa de Rusia a facilitar las actividades de inspección impide a Estados Unidos ejercer importantes derechos en virtud del tratado y amenaza la viabilidad del control de armas nucleares ruso-estadounidense”.
En su discurso de 21 de febrero del año pasado Putin destacó el papel de Estados Unidos y la OTAN en facilitar el uso por parte de Ucrania de aviones no tripulados de la era soviética para llevar a cabo un ataque contra una base cerca de Engels (Rusia), que albergaba los activos aéreos estratégicos de Rusia, incluidos bombarderos con capacidad nuclear. También dijo que acababa de firmar las órdenes para que los sistemas Sarmat y Avangard estuvieran operativos y, como tales, inspeccionables en virtud del nuevo tratado Start.
“Estados Unidos y la OTAN están diciendo directamente que su objetivo es infligir una derrota estratégica a Rusia”, declaró Putin. “¿Van a inspeccionar nuestras instalaciones de defensa, incluidas las más nuevas, como si no hubiera pasado nada? ¿De verdad creen que les dejaremos entrar así fácilmente?”
Rose Gottemoeller comentó que Estados Unidos “no va a cambiar su política hacia Ucrania porque él [Putin] esté enfadado por el nuevo tratado Start. Eso no va a ocurrir”.
La posición de Putin se basa en principios y nace de la retirada de Estados Unidos del tratado ABM. Estados Unidos, y Gottemoeller personalmente, se aprovecharon de las concesiones realizadas por Medvedev sobre la defensa antimisiles durante las negociaciones del nuevo tratado Start y, evidentemente, no están dispuestos a cumplir con las garantías ofrecidas a Rusia.
Las concesiones de Medvedev llevaron a Rusia a desplegar nuevas clases de armas nucleares estratégicas -el Sarmat y el Avangard- para derrotar a los sistemas de defensa antimisiles estadounidenses, incluidos los desplegados en Europa.
Estados Unidos pretende apoyarse en el nuevo tratado Start para acceder a los nuevos sistemas de armas rusos, al tiempo que niega a Rusia sus derechos recíprocos de inspección en virtud del tratado.
El nuevo tratado Start permanecerá en el limbo durante un futuro indefinido y expira en febrero de 2026. Eso significa que existe la posibilidad de que el control de armamento entre Estados Unidos y Rusia haya acabado.
Aunque Estados Unidos y Rusia se habían comprometido previamente a firmar un tratado que sustituyera al nuevo tratado Start, la Guerra de Ucrania representa un obstáculo casi insuperable para cualquiera que pretenda tener dicho tratado listo para su firma y ratificación antes de que expire el anterior.
Existe la posibilidad de que, dentro de dos años, Estados Unidos y Rusia se encuentren sin ningún mecanismo verificable para hacer frente a los temores e incertidumbres que rodean a los respectivos arsenales nucleares de ambas partes, por lo que es posible que ambos se enzarcen en una carrera armamentista desenfrenada, alimentada por la ignorancia de lo que hace el otro, que muy bien podría conducir a malentendidos y errores de cálculo de consecuencias incalculables.