
Pablo Mayoral y María Lobo
Aurora se agarró con uñas y dientes a la vida desde ese septiembre del 75, antes de haber nacido. Pero el 1 de julio de 2025, Aurora Tristán se marchó en Sevilla, la ciudad donde vivía desde hacía 25 años, a causa de un cáncer
No pudo ser…
Por Pablo Mayoral
El pasado día 1 de julio murió Aurora Tristán, para quienes no la conozcan os diré que era hija de Concha Tristán, una de las militantes del PCE (m-l) y del FRAP que fue condenada a muerte en septiembre de 1975, cuando estaba embarazada de Aurora. Aquel verano, Franco seguía vivo, la dictadura sembraba el terror, ante el estupor y la repulsa nacional e internacional. El 27 de septiembre mataba a cinco jóvenes antifranquistas y condenaba a otros seis a cadena perpetua. Una de ellas era Concha Tristán, había otra mujer condenada a muerte, María Jesús Dasca a quien también le conmutaron la pena de muerte, dictada en un Consejo de Guerra Sumarísimo, por la de cadena perpetua.

Va a hacer ahora 50 años de esos hechos, sin duda aquellos fusilamientos fueron el principio del fin de la dictadura, pero hicieron falta muchas luchas más y otros cientos de jóvenes dejaron su vida en las calles en la conquista de las libertades democráticas. Concha Tristán y su hija salieron en libertad en aplicación de la ley de Amnistía de 1977. Concha siguió peleando toda su vida por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores desde su trabajo de enfermera. Murió también muy joven, con 55 años en 2007.
Ahora nos sobrecoge la noticia de la muerte de Aurora. Hace unos meses hablé con ella para que participara en los actos de conmemoración de los 50 años de los últimos fusilamientos de Franco el próximo 27 de septiembre, me dijo que acudiría porque estas cosas siempre le ilusionaban y más en las circunstancias en que se encontraba, me dijo que estaba enferma de cáncer. No pudo ser, pero todas y todos guardamos con cariño y emoción su participación en los actos de 2015 en el 40 aniversario del 27 de Septiembre.
Reproducimos a continuación las palabras que su amiga, la periodista María Lobo nos ha enviado para Lo Que somos:
Por María Lobo
● Aurora: El otro día me hicieron una pregunta que me hizo pensar: “¿quién serías si no fueras tú?”. Y yo dije: “una heredera”. Heredera de algo que no tenga que pensar, con paletas de dinero. Que me agobie porque se me acumula el yoga. Bueno, heredera pero consciente, no explotadora. Heredera buena.
● Yo: Eso no existe, dime una.
● Aurora: Bueno, mira, la Duquesa Roja, que se casó con la secretaria en el lecho de muerte y dejó a los hijos con un palmo de narices. A esta la conocí en persona, nos invitó a un puchero en su casa a mi madre y a mí (yo iba de rebote, claro). Tenía cartas de los Reyes Católicos en la biblioteca, y tres perritos. También conocí a la que fue su mujer, porque era su novia clarísimamente y no nos quedaron dudas en la visita. Porque la verdad íbamos un poco en plan “¿qué querrá esta mujer?”. Me acuerdo de que me preguntó a mí de política, que yo era adolescente y por tanto empanada, pero salí del paso porque me acuerdo que se quedó contenta (a saber qué le dije). ¿Qué tendría yo, 15? Estaba en lo peor…
● Yo: Pero escucha, ¿y cómo entró esa mujer en vuestras vidas?.
● Aurora: Pues porque mi madre fue presa política y la quería conocer, la duquesa a mi madre. ¿Tú no sabes lo de mi madre?.
Y así fue como conocí la historia de Concha Tristán. Su hija, Aurora, me la contó en lo que sigue a la conversación de arriba en Whatsapp: “A mi madre casi la fusilan en el 75, en los últimos fusilamientos. No lo hicieron porque estaba embarazada de aquí mi persona. Fusilaron a sus compañeros, los tres del FRAP, junto con los dos de ETA, el 27 de septiembre de 1975. Y mi madre y María Jesús entraron en prisión. Yo nací en la cárcel de Yeserías, Madrid”.

Aurora se agarró con uñas y dientes a la vida desde ese septiembre del 75, antes de haber nacido. Pero el 1 de julio de 2025, Aurora Tristán se marchó en Sevilla, la ciudad donde vivía desde hacía 25 años, a causa de un cáncer. Desde que se lo diagnosticaron, Aurora siguió agarrándose a la vida como en el 75, y no solo participando en todo tipo de tratamientos, ensayos o terapias que le proponían, sino visitando amigas, saliendo a tomar algo, viajando, pintando, buscando linces en Doñana, cocinando torrijas… Pasando tiempo con la gente a la que quería, sobre todo, con Araceli, su compañera, su mujer.
Fue Araceli la que dijo algo como “el mundo ahora es menos interesante y divertido”. En el funeral de Aurora había mucha gente, muchísima, y solo una de ellas era familia biológica: Carmen, la hermana de Concha. Todas las personas que estábamos allí éramos su familia, pero éramos eso que llaman “la familia elegida”: estuvimos allí porque queríamos a Aurora. Allí no había nadie por compromiso, sino por amor incondicional a una de las personas más especiales que ha conocido y conocerá el mundo.
Aurora estudió Bellas Artes, pintaba y era ilustradora. Aunque tenía algo de daltonismo y no diferenciaba bien algunos colores. Era divertida, inteligentísima, y la persona con mejor corazón que he conocido nunca. Esto lo sabemos todas las que la conocimos, que era muy buena gente. Tenía un montón de buenas amigas y amigos de toda su vida, y casi todas estábamos con ella en su cumpleaños. Aurora nació el 25 de abril de 1976, en el aniversario de la Revolución de los Claveles; ese mismo día en 2025, nos reunimos unas 50 personas, en la plaza del Pelícano, en Sevilla. Aurora se sentó en un sillón rojo de polipiel, se colocó la boa de plumas que alguien le había regalado y unas gafas de sol. Y allí, durante unas 12h, cantamos, bailamos y brindamos la familia de Aurora, algunas ni nos conocíamos personalmente pero sí que sabíamos quiénes éramos. Porque ella nos hablaba de sus amigas, y allí estábamos todas, quienes son parte de su infancia en Cádiz, de sus años en Granada y de su vida en Sevilla.
A mí me quedaron muchas cosas pendientes por hacer con ella. La más importante: buscar información sobre su madre, sobre Concha Tristán, su historia en el FRAP, en prisión, la vuelta a Ciudad Real y el refugio en Cádiz. Queríamos contar esta historia para hacer visible y para honrar la memoria de Concha, la de María Jesús, la de todas las mujeres que pasaron por Yeserías y otras prisiones, la de quienes tuvieron que sobrevivir a la tortura, la discriminación, el miedo, la soledad, a un castigo que perduraría más allá de la amnistía en el 78.
Aurora fue un hueco en el muro, una piedra en el zapato del fascismo, porque a pesar de las torturas infligidas a Concha mientras estaba embarazada, ambas salieron adelante, salieron libres, vivieron juntas. Concha la llamó Aurora por su abuela, pero que eligiese justo este nombre tiene un gran valor simbólico.
Yo me re-encuentro con ella en los animalitos, que le encantaban, en la música, en las series de brujas. La encuentro en los cómics, en los dibujos de tigres y en las conversaciones largas sobre política, derechos humanos, justicia social, en las que siempre se colaban uno o dos mil chistes de humor absurdo.
En los últimos días, nos fue más complicado hablar. Le dije que me llamase a cualquier hora, que dejaba el móvil encendido, y me respondió: “Dont worry que haré lo posible para comunicarme contigo, no sé, quemar contenedores, nacionalizar los medios de producción, cosas sencillas”.
Así era Aurora, la hija de Concha Tristán, la que nació en la cárcel de Yeserías un 25 de abril y se marchó en Sevilla el pasado 1 de julio. Fuimos a despedirnos desde diferentes pueblos y ciudades, la celebramos, la recordamos, y nos miramos unas a otras para reconocer, en cada una de nosotras, un cachito de Aurora. Te echo mucho de menos, pero sé que siempre vendrás conmigo.
Hasta siempre, amiga.
Notas relacionadas:
● Las últimas mujeres condenadas a muerte por Franco.
● Ellas, las condenadas a muerte: 27-sep-75.
● Muere Concha Tristán. Última mujer condenada a muerte por el franquismo.
● 27-9-1975: Prohibido olvidar.


