Fuente: http://www.afribuku.com/guiss-guiss-bou-bess-electrosabar/ 12 febrero, 2020
Tras irrumpir con una propuesta musical completamente nueva, fusionando el sabar senegalés con los sonidos de la electrónica, GGBB presenta su álbum debut, «Set Sela» , una carta de visita para un género innovador que rompe fronteras.
Traducido como «Nueva Visión», su nombre es un verdadero manifiesto. Guiss Guiss Bou Bess son una de las grandes revelaciones en el panorama musical africano actual, fusionando la tradición del sabar senegalés con los sonidos de la electrónica con una intuición muy fina. Mara Seck y Stephane Constantini, los componentes del grupo, han bautizado su propuesta con el término electro-sabar. La madurez de su música hace pensar que les precede una larga tradición en este género, pero los franco-senegaleses son unos absolutos pioneros.
Sin haber publicado un solo álbum, GGBB ya habían pasado por grandes festivales de la talla de Womex, Transmusicales o Rototom, en España. Este verano ya han confirmado citas como el Rotskild y estos días estarán presentando su música en el conocido Sauti za Busara de Zanzíbar. Pero el dúo sigue apreciando los escenarios más familiares. Pocos días antes de esta entrevista, de hecho, ofrecían un concierto en el barrio popular de la Medina, en Dakar. Cuna del sabar, es también el lugar que vio nacer a Mara Seck, y a su padre Alla Seck, reconocido músico fallecido prematuramente y confundador, con Youssou Ndour, de la banda Super Étoile de Dakar.
Nos encontramos en Mamelles, en la casa de Mara Seck, donde se fabricaron muchos de los temas de su primer álbum, Set Sela. En este ambiente íntimo resalta el carácter sosegado de Stephane y de Mara, una tranquilidad que contrasta con la energía que irradian desde el escenario y que electrifica a los espectadores. La sincronía entre estos dos talentos musicales es manifiesta, y explica la naturalidad de esa fusión. Descubrimos, conversando con ellos, que existe una verdadera reflexión detrás esta música que integra ritmos y temáticas muy variadas. Set Sela, su más allá de la aparente superficialidad o de su carácter bailable, está habitado por espiritualidad y por respeto a la tradición. Por todas estas razones, y por su carácter innovador, fue uno de los discos elegidos por esta revista en la lista de los mejores de la pasada década.
¿Era la primera vez que dábais un concierto en la Medina?
Stephane Constantini: Habíamos tocado ya en el centro Douta Seck, que aunque está situado técnicamente en la Medina, no pertenece a ella administrativamente.
Mara Seck: Hemos tocado en muchos sitios fuera, en grandes festivales y en el extranjero, pero esta es la primera vez que presentamos a Guiss Guiss Bou Bess en el barrio donde nací y crecí. La gente ha descubierto a un Mara que no conocía. Los más viejos incluso me llamaron, para felicitarme por lo que estoy haciendo y animarme a seguir. Ha sido emocionante, y tenemos ganas de repetirlo, pero esperamos hacer algo mayor la próxima vez.
¿Fue también en la Medina donde os conocisteis?
S. C.: No, fue en el espacio Les Petites Pierres en 2016, en el barrio de Ouakam, en un concierto de Orchestra Baobab. Yo conocía ya la Medina, claro. Llevaba entonces unos 6 ó 7 meses en Dakar, y había conocido a Mod’ Boy, el patinador, que es un verdadero embajador artístico del lugar. Y sabía que era un barrio de músicos, que Youssou Ndour había pasado su infancia allí y demás. Desde que conozco a Mara, hemos ido juntos allí varias veces.
M.S.: Sí, vamos juntos a menudo a los sabars nocturnos, yo toco con mis hermanos. Es lo que yo he hecho durante años, tocar en los sabars por la noche por todo el barrio, en los bautizos y bodas, etc. Esa es la verdadera cultura de la Medina, una cultura popular y callejera, donde participa todo el mundo, incluidos los niños. Es en esa cultura musical donde he crecido, algo normal cuando vienes de una familia de griots. Recuerdo bailar en las calles con unos 12 años. La gente se acercaba y me reconocía. “Mira, ¡es el hijo de Alla Seck!”. Yo me guardaba todas las monedas que me daban dentro de un bubú amplio que tenía. Y esa noche me iba sabiendo que cenaría a lo grande [ríe].
Aparte de esos sabars con tus hermanos, también has tocado con gente de renombre desde muy temprano.
M.S.: Empecé a dedicarme a la música de manera más seria con unos 16 años. Entré en varios grupos, en bandas de mbalax y con varios cantantes conocidos aquí en Senegal, como Mbaye Dieye Faye o la Sing Sing Family. Fui percusionista, corista, y también bailé en algunas orquestas.
¿Cuál era tu experiencia antes de venir a Dakar, Stephane? También habías tocado con varios grupos.
S.C.: Yo no vengo de una familia de griots, entré en la música algo más tarde [ríe]. Empecé en un grupo del instituto, con unos 15 ó 16 años, como mucha gente de mi generación. Vengo de Grenoble, una ciudad que ha visto pasar muchísimos grupos de reggae desde finales de los 90 hasta hoy, como Gnawa Diffusion…
Gnawa Diffusion precisamente tocaron una vez en Les Petites Pierres, donde os conocisteis.
S.C.: Sí, es verdad. Ese movimiento me pilló un poco en medio, en la adolescencia y la post-adolescencia. Al principio fui sobre todo batería y percusionista, tocaba los bongos, la conga y también el yembé. Hacía música mandingue en grupos de percusión, pero no controlaba el sabar. Y participaba en bastantes sound systems de reggae al aire libre que se hacían en aquella época, antes de 2010, cuando las leyes empezaron a ser mucho más duras. Empecé en la música electrónica con un amigo. Hacíamos remixes de ragga, hiphop, era un poco nuestro mundo. Y en realidad, es algo que nunca me abandonado: los sonidos urbanos y caribeños no están muy alejados de lo que hacemos hoy con Guiss Guiss Bou Bess.
¿Cuál es el punto en común entre el sabar y todas esas músicas? ¿La percusión?
S.C.: Sí. La importancia del ritmo, es lo que pilota njuestros singles. Aunque, por supuesto, hay mucho de melódico. Intentamos cada vez más inclinarnos por las melodías de los sabars, que tienen timbres y alturas diferentes. Tratamos tirar de esa línea conductora, porque es algo que no se suele tener en cuenta en esta música.
¿Cómo nació la idea de crear este proyecto?
M.S.: GGBB surgió de una manera natural. En 2015 yo publiqué un EP de mbalax, llamado Hommage à Alla Seck. Fue más o menos en esa época en la que nos cruzamos. Yo tenía el deseo de explorar cosas nuevas desde hacía mucho, y Stephane me había dicho que él era beatmaker. Le hice escuchar el EP, hablamos sobre hacer remixes a partir de esos temas. Así es como empezó todo. Estuvimos 3 meses detrás del estudio donde había grabado para recuperar el material sonoro, y Steph trabajó aquí en Dakar conmigo durante los meses que siguieron. El primer single fue Héritage, con ritmos de mi álbum.
S.C.: En ese single utilizamos únicamente un trocito de un tema de tu EP.
M.S.: ¡Es verdad! Después surgió la idea de añadir voces y de ir al estudio. Así que, como ves, este proyecto surgió entre nosotros naturalmente. Llegó un momento en el que nos dimos cuenta de que se podía crear algo serio y a largo plazo. Siempre he deseado llevar el sabar lejos, pues no es muy conocido en el mundo.
Es una pregunta que me hago a menudo, precisamente. ¿Cómo es posible que nunca se haya hecho esta mezcla, del sabar con la música electrónica, siendo tan orgánica?
S.C.: Ha habido algunos precedentes, que yo fui descubriendo además justo cuando grabábamos. A principios de los años 2010, por ejemplo, un productor alemán llamado Mark Ernestus sacó un par de álbumes. Creo que vino hasta aquí para grabar sabars y música mbalax, y después hizo un remix un poco dub. Sé que hicieron un mini-album de unos 8 temas.
Y dentro de la música más retro, en los años 80, está Aby Ngana Diop, que es una griot. En los años 90 sacó un EP, con un tema en particular, Jeuleul, que se podría definir como dance hall, con ella lanzando su tassou [estilo tradicional principalmente verbal, que se apare ] por encima. Tiene mucho groove. Lo reeditó el tipo de Awesome tapes from Africa. Así que, en efecto, nos hemos llegado a preguntar en el proceso de hacer nuestra música sobre por qué aquello no evolucionó más.
M.S.: Cuando escuchamos por primera vez a Aby Ngana Diop nos quedamos muy sorprendidos. Es un poco como la música que estamos haciendo hoy, con la diferencia de que aquello quedó en una idea que no tuvo continuidad. Y eso que hay muy buenos percusionistas en este país, verdaderos maestros. Quizás lo hicieron sin reflexionar mucho. Probablemente el destino quiere que seamos GGBB los que nos encarguemos de darle una solidez a ese tipo de propuestas [risas].
S.C.: Quizás lo que ocurre es que aquí, en Senegal, el electro va de la mano del hiphop. Y el mundo del hiphop se ha construido en oposición o, por decirlo de otra manera, ha creado una red paralela al mundo del mbalax. Cuando tienes una cultura y una contracultura es difícil crear puentes entre las dos.
Incluso si hablamos de hiphop, prácticamente son inexistentes los proyectos que aúnan el rap con el sabar. Creo haber visto algo medio improvisado en la calle.
M.S.: Algo se ha hecho. Un estadounidense creó un grupo de sabar, pero no siguieron con el proyecto, aunque era una buena idea. Los ritmos del sabar hablan constantemente, así que casa bien con el hiphop. Alguna vez hemos pensado en hacer un álbum con colaboraciones de raperos. De hecho, en el Set Sela tenemos un featuring con el rapero ISS814, en el título introductorio, Sunu Gal. Pero creo que lo llegaremos a desarrollar algún día.
Hablemos del álbum. ¿Qué quiere decir “Set Sela”?
M.S.: Es exactamente lo que estás haciendo aquí y ahora: “Visitar a alguien”. Se dice que Senegal es el país de la “teranga” [un término que podría traducirse como “hospitalidad”], y aquí hay gente de todas partes del mundo. Es un concepto que habla de lo que hacemos: nuestra música viaja y visita a otra gente por el mundo.
S.C.: El sonido es volátil. La contrapartida de la “teranga” es visitar a la gente, y los senegaleses no insisten mucho en esto, porque cuando llegas aquí son ellos quienes te reciben. Pero queríamos resaltar la importancia de la visita, de llegar aportando noticias, etc. Es también una de las funciones de los griot.
M.S.: En la carátula hemos puesto el dibujo de un cordero con gafas. La gente se sorprende bastante cuando la ve. Cuando llegas a Senegal, puedes tener la certeza de que en poco tiempo te toparás con uno, considérate bienvenido entonces. La idea, si recuerdo bien, partió de Bec Stupack, [videasta que colabora con el grupo]. Por las calles de la Medina hay siempre muchos corderos, y un día mientras ella se paseaba por el barrio, vio a uno salir la puerta de una casa y quedarse asomado, como si esperase la llegada de alguien [risas].
S.C.: Lo fotografió. Solo se ve la cabeza del cordero saliendo por la puerta, y las palabras “visitar” dibujadas encima. Matthieu Agnus nos hizo la propuesta de ilustrarlo. Nos hizo mucha gracia.
Tengo la impresión de que el tema del homenaje está muy presente en el álbum. Está el tributo a tu padre, Mara, la canción Lamp dedicada a Cheikh Ibrahim Fall, Majorettes…
M.S.: Sí, es verdad. Los dos temas Majorettes 1 y 2 están dedicados a Feu Doudou Ndiaye Rose, que fue un verdadero maestro del sabar y que llevó a decenas y decenas de percusionistas por Estados Unidos y Europa, haciendo viajar así esta música. Para un primer álbum, creo que era importante mostrarle nuestro reconocimiento. Fue él quien compuso la música para las majorettes que desfilan en la fiesta de la Independencia, cada año. Aquí, cuando la gente escucha esa parte del tema, lo reconoce al instante. Al final, el tema incluye un ritmo serer. Y al principio se escucha a una de las mujeres de Doudou Ndiaye Rose, realizando un testimonio muy bonito sobre su marido. Steph sampleó su voz.
S.C.: La mujer de Doudou es una griot, y eso se nota en su manera de hablar. Escuché esa entrevista, muy emotiva, y decidí samplearla, porque además estoy bastante obsesionado con la musicalidad del wolof, incluso cuando no va acompañado de ningún ritmo.
También hay un homenaje a tu padre, Alla Seck.
M.S.: Sí, el tema Barka Baye. Retomamos una canción de mi padre de los años 70, en la época en la que tocaba con la Star Band de Dakar, con Youssou Ndour. Es su voz la que oyes en el tema. Para mí fue una canción complicada, la última en la que trabajamos de hecho. Estuve varios mese preguntándome qué iba a poner, no me llegaba la inspiración. Pero un día, sentado en un coche, empecé a escuchar la voz de mi padre cantando y las letras llegaron. Las apunté rápidamente en el teléfono, y así conseguimos hacerlo al final. La gente aquí, cuando escucha el tema, reconoce inmediatemente la voz de Alla Seck. Él sigue siendo recordado. Y yo siento algo muy intenso cuando la tocamos en directo, siento que mi padre está aquí, y eso que hace más de 30 años que se fue.
S.C.: El tema original es extremadamente alegre, y eso se escucha en la base. Es una cosa muy híbrida: es próximo a la salsa, se parece un poco al ska, y también a una especie de rock steady acelerado, los bajos están muy adelante y hay un talmbat por encima [uno de los tambores que forman parte del conjunto de percusiones también denominadas «sabar»]. Todo eso animado por la voz de Alla Seck, que tiene una tesitura vocal muy particular, en una época en la que este era bastante joven además. En el momento de la composición intentamos retomar esa energía, trasladándola a otro género.
Otro de los temas que más me gustan es Lamp.
M.S.: Lamp quiere decir “luz”, y es el apodo que se le da a Cheikh Ibrahim Fall, fundador del muridismo y de la comunidad Baye Fall. Yo mismo soy bayefall, como también lo fue mi padre. Así que es un tema con el que comunican muchos senegaleses; la prueba fue la reacción del público el otro día, en el concierto de la Medina. Aunque también tiene un efecto muy poderoso entre occidentales, como tú misma pudiste ver en el festival Rototom.
Es un tema muy místico. Incluso yo, sin ser religiosa, me siento transportada por toda esa espiritualidad. Está sin duda tu base, Mara, como músico y bayefall, pero en este caso felicito especialmente a Stephane por haber conseguido arropar tan bien tu canto con toda esa atmósfera, y la melodía in crescendo…
S.C.: Gracias. Fue un tema que compusimos en esta misma casa, en el cuarto contiguo. Mara comenzó con el canto, la melodía tenía que envolver sus rimas, un poco como ocurre en los rituales de los bayefall, a los que he podido asistir. Ellos hacen unas especies de psalmos, que repiten. De una manera inconsciente, compuse una melodía también bastante repetitiva.
M.S.: Cuando tocamos este tema en directo, Aba (Babacar Diop, segundo percusionista del grupo) tiene siempre la impresión de que es demasiado lento. Pero en realidad está a unos 140 ó 145 bpm.
S.C.: La mayoría de los temas del álbum están a ese tempo. En el caso de Lamp, es el tempo del dubstep, 140 bpm. Algunos instrumentos ahí se tocan a la mitad, a 70 bpm, y en el momento que se le añade algo se siente el doble de rápido, sin que esa parte más lenta se vaya, así que es bastante agradable de escuchar. Es un desfase que se encuentra a menudo en el sabar también, sobre todo cuando se utiliza el tambor khine.
Tenéis otros temas que son mucho más rápidos, como Thieb bou dub, que salía en vuestro EP.
M.S.: Sí, ese tiene una atmósfera completamente diferente, va al ritmo del thieb bou djen senegalés [uno de los platos más típicos de Senegal]. En este caso, compusimos sobre la base del sabar. Steph añadió el sonido por encima de las percusiones. En directo tenemos una versión diferente: por una parte, le hemos añadido instrumentos y, pensando también en el público, la versión live es más acelerada, porque la gente quiere mucha más potencia. Lo ponemos a 150 o 155 bpm. Lo estuvimos trabajando aquí hace poco con un músico senegalés, para darle una nueva forma… ¡y añadir más picante al plato!.
¡Y más sal! Ahora caigo en que solo habíais publicado solo ese EP cuando empezásteis a girar por el mundo.
M.S.: Hemos tenido mucha suerte. ¡Mash’allah!. Imagina que Womex nos seleccionó para su showcase cuando apenas teníamos dos títulos publicados. Pero esas experiencias nos han servido para conocernos y para comprender mejor al público.
¿Habéis utilizado esas experiencias en directo a la hora de grabar ?
S.C.: Sí, mucho. Es algo que no se suele hacer en la música electrónica. El directo suele ser un Dj set, y se trae lo que se ha hecho previamente en el estudio. Es una lógica de difusión, principalmente, las cosas no se suelen modificar después, una vez que el sonido ya ha salido, y las únicas transformaciones que hay son los remixes. Pero aquí la idea era grabar, utilizar eso en directo y ver cómo lo recibe el público, ver si lo comprende o no. Y en el momento de la mezcla, tenemos en cuenta eso.
M.S.: Esa es la base de GGBB, porque empezamos a dar conciertos en directo antes incluso de tener algo grabado.
¿Cuál es vuestra sensación respecto a los diferentes públicos que habéis encontrado?
M.S.: Nos encontramos con energías muy diferentes, claro, pero en general es positiva. En el Rototom, en España, por ejemplo, yo tenía bastantes dudas, por ser un festival de reggae, pero la reacción de la gente fue increíble. Ahora también llevamos bailarines, es importante su presencia en el sabar, inyectan una energía impresionante en el público. Antes de eso, era común encontrarnos con espectadores senegaleses, y ocurre que suben al escenario y aquello acaba siendo una fiesta.
Vais a participar en el Sauti za Busara de Zanzíbar. ¿Os vais a encontrar con mucho público senegaleses? Allí hay un universo musical completamente diferente.
M.S.: ¡Yo creo que hay senegaleses en todos los países!
S.C.: Ellos tienen una música electrónica muy rápida, el singeli. Es el tempo de la hard tech, un poco con los ritmos del coupé décalé, pero ultrarrápido.
¿Os esperamos pronto en España?
M.S.: A partir de marzo estaremos en Europa. Esperamos estar en España pronto, la experiencia allí fue fantástica.