mpr21 Redacción
Dos días después del ataque del 7 de octubre del año pasado Netanyahu prometió “cambiar Oriente Medio”, una tarea que ha emprendido a sangre y fuego en Gaza, en Cisjordania, en Siria, en Líbano y en Yemen.
Los sionistas nunca tienen bastante. Necesitan levantarse de las mesas de negociaciones y acabar con la más mínima intención de alcanzar un alto el fuego en alguno de los frentes que tienen abiertos. No se escucha otro lenguaje que el de la guerra y el rearme.
El mundo asiste a la eventialidad de que Israel lance bombas nucleares o ataque las centrales nucleares iraníes y debería saber algo sin lo cual no hay manera de comprender lo que está ocurriendo: para alcanzar a los sitios iraníes en profundidad, la aviación israelí necesita bombas antibúnker GBU 57-A, las únicas capaces de alcanzar los 60 metros de profundidad. Sólo Estados Unidos dispone de ellas.
El lunes, en el primer aniversario del ataque palestino contra Israel, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, anunció en una declaración: “Estamos profundamente comprometidos a seguir tomando todas las medidas necesarias para derrotar a nuestros enemigos y defender nuestra patria”. Por su parte, el presidente israelí Isaac Herzog llamó al mundo entero a “apoyar a Israel en su lucha contra sus enemigos”.
De cara a la galería Macron llama a suspender las entregas de armas a Tel Aviv, pero acto seguido su ministro de Asuntos Exteriores, Jean Noel Barrot, destaca el inquebrantable apego de Francia a Israel y acusa a Hezbollah de ser responsable de la guerra que actualmente destruye Líbano.
Tradicionalmente implicada en muchas mediaciones en Oriente Medio, la ONU ni siquiera intenta establecer algún tipo de diálogo, al tiempo que salta al vacío cuando pretende que el gobierno libanés imponga su jurisdicción en su territorio.
En cuanto la situación se complicó, los soldados de la FINUL, la Fuerza Interina de las Naciones Unidas en Líbano, incluidos los españoles, se metieron en una cueva, de la que no salen nunca para que todos comprueben que ese tipo de tinglados internacionales no sirven absolutamente para nada.
Al maravilloso “derecho internacional humanitario” le ha pasado lo mismo y ha quedado enterrado para siempre en Gaza, junto a los cadáveres, los desaparecidos y los escombros.
Las negociaciones internacionales no se inventaron para prevenir la guerra sino para sentenciar sus consecuencias. Mientras Gaza quedaba arrasado por las bombas, todos se llenaron la boca con buenas frases, llamamientos y declaraciones, especialmente los países árabes.
Es un ejercicio de hipocresía. Lo que les interesa no es la guerra sino el día después de su finalización.
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