Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/gobierno-del-reino-lo-necesario-hoy-es-urgente-otra-vez-las-izquierdas-en-la-encrucijada Gerardo Del Val Cid 23/02/2020
Gobierno del Reino. Lo necesario hoy es urgente. Otra vez, las Izquierdas en la encrucijada.
El acuerdo de programático PSOE-Unidas Podemos y posteriormente el pacto de investidura con diversas fuerzas políticas, han posibilitado un gobierno en España con un programa de reformas sujeto a muchas limitaciones, pero con una conformación inédita (por primera vez desde 1977 con presencia de fuerzas a la izquierda del PSOE en él). Por lo pronto se está produciendo, como era de esperar, una oposición de las derechas fuertemente ideologizada, que se ve acompañada de una serie de movilizaciones de raíz diversa que, al menos, ponen de manifiesto que numerosos sectores sociales ven en el gobierno posibilidades para producir cambios y reformas. Lógicamente también en esos movimientos hay tendencias reaccionarias cuyo fin es generar inestabilidad para hacer caer cuanto antes el propio gobierno.
La ruptura entre Anticapitalistas y Podemos en Andalucía ha explicitado una preocupación por “no dejar en manos de las derechas toda la respuesta a las políticas del gobierno del PSOE”. Esa preocupación la comparto, como marxista y como militante de Izquierda Unida, fuerza política con presencia en el consejo de ministros a través de UP. Pero también soy consciente de la correlación de fuerzas de la investidura y del riesgo que hubiera supuesto dejar gobernar en solitario al PSOE. Sin embargo entiendo que la respuesta no está solo en la referencia política de la izquierda real (Anticapitalistas, Más Madrid, Podemos, Izquierda Unida o de las izquierdas soberanistas de las naciones del estado español). La correlación (a veces dialéctica) entre influencia en el gobierno desde dentro y desde fuera de él para hacer cumplir el programa e intentar ir más allá, sólo es posible si se fortalece ampliamente el insuficiente tejido crítico social.
El proyecto de Movimiento Político y Social originario de Izquierda Unida implicaba situar a la construcción del programa y la elaboración colectiva más allá de los límites de la propia IU. Es decir aspiraba a ser un vínculo entre sociedad y movimientos sociales con un programa y con un proyecto político para otro modelo de Estado, de Gobierno y de Sociedad.
Estoy convencido de que estamos a tiempo de dar un impulso a esta función histórica de nuestra organización (la elaboración colectiva o pensamiento colectivo), abandonada por las malas praxis, especialmente relacionadas con la institucionalización ( un mal siempre sobrevolando nuestras cabezas) y la evolución hacia un partido clásico (“revolucionario”o no) que implicaba reducir los espacios de debate y construcción política y de programa a grupos más o menos bien intencionados de personas y colectivos en torno a un trabajo más propio de clásicas “comisiones de trabajo” al dictado de cada dirección. Este fenómeno se ha dado por arriba y por abajo (espacio Federal y Federaciones) y nos ha privado de un arma decisiva para nuestra conexión con la realidad.
Pero a pesar de todos nuestros fracasos y nuestros errores, nuestra organización todavía (incido, todavía) puede presentarse como una organización abierta a colectivos y personas. Sólo hay que pensar la cantidad de personas y colectivos (ecosocialistas, procedentes de la izquierda anticapitalista, del cristianismo de base, del feminismo en sus diferentes ramas, también de sectores democráticos del ejército, de la intelectualidad comprometida -grupo Mientras Tanto, etc.-). que se acercaron y compartieron con IU en los 90 fundamentalmente, para revisar la potencialidad del proyecto que se intentó históricamente de superar las formas de hacer política de los partidos clásicos (todos sin excepción). Pienso yo que algo tendrá que ver con nuestro desvanecimiento como organización la incapacidad y muchas veces el oportunismo coyuntural para no haber apostado a fondo a favor de ese modelo que trascendía a la propia IU, pero que no era conveniente para los objetivos coyunturales políticos y alianzas estatales y territoriales que se han dado los últimos veinte años.
Pienso yo que no hace falta ser Marx (o Lenin, Gramsci o el Che Guevara), para darse cuenta que la burocratización, el cierre y la inflexibilidad de una organización tienen consecuencias políticas: institucionalización, empobrecimiento de ideario y pérdida de conexión con lo mejor y más avanzado de nuestra sociedad.
El surgimiento de otras izquierdas los últimos diez años, como “Podemos” y otros no han mejorado nuestra mala praxis (más bien todo lo contrario), con el inconveniente añadido de su escaso bagaje político y, si me apuráis, de su todavía escasa historia de desastres vividos que te “pueden y deben” hacer aprender a rectificar con más serenidad y perspectiva histórica.
En este punto, modestamente, debiéramos considerar estas cuestiones, normalmente poco debatidas pero de espina dorsal, para prestarles la debida atención en el proceso asambleario de IU a celebrar en junio de este años. Los últimos años nos hemos enfrascado en debates en que para la mayoría de la dirección la solución a nuestros problemas y los de la izquierda era la “superación de IU como sujeto político”, y para la minoría era reafirmarnos en IU cuyo abandono nos había llevado a todos los desastres. Es muy probable que, al calor de la presencia en el gobierno de IU y de una mayor visibilización pública -o mejor dicho publicada- se opte por “pacificar” el debate y apostar por “fortalecer” IU y “fortalecer” Unidas Podemos, que, hoy por hoy, es la marca electoral con la que nos presentamos a las elecciones. Desde la modestia, creo que nos equivocaremos si no aprovechamos precisamente esta coyuntura para hacer una reflexión colectiva acerca, no sólo del papel de IU (que nadie en sus cabales puede negar) ni en lo que representa políticamente hoy en el Estado español Unidas Podemos, por su fuerza electoral y por su presencia decisiva en el gobierno del Reino.
La principal pregunta que debemos hacernos es si nuestra presencia en un gobierno y una buena labor institucional en los próximos años (¡ojala así sea!) serán suficientes para producir cambios políticos, económicos y sociales suficientes e invertir el proceso de derrotas en la lucha de clases los últimos 30 años, al menos. Si la respuesta es negativa, la siguiente pregunta es si Izquierda Unida, Podemos y demás fuerzas con presencia parlamentaria están en condiciones de blindar este proceso en interés de las generaciones presentes y futuras de la trabajadora y todas las demás clases subalternas. Nuevamente, para mí, la respuesta es negativa.
Por ello, me permito apuntar hacia una mirada más amplia, más profunda, más enraizada en la dinámica real de la lucha de clases y las diferentes luchas sociales, para intentar concebir la presencia en un gobierno con limitaciones como una parte de un proceso, pero no como el vértice y la referencia del proceso de cambio social. Este proceso requiere de boletín oficial del Estado, pero, sobre todo, requiere de una sociedad en proceso crítico, una sociedad movilizada a favor de un cambio profundo en nuestra sociedad. Quiero compartir no sólo con mis compañeras de IU esta reflexión, porque entiendo que el objeto de la misma es patrimonio de todo el espacio crítico que nos es común desde la socialdemocracia hasta el espacio libertario, pasando por todos los colores de las respuestas plurales de las izquierdas. Y para ello sugiero algunos elementos.
El primero de ellos es intentar que la Asamblea de Izquierda Unida rebase ese cortoplacismo histórico y, a la vez que se engrasa una organización en la que debieran empoderarse las asambleas de base, seamos capaces de pensar con el “conjunto del movimiento en la cabeza”, un movimiento que está por construir.
El objetivo es contribuir a la construcción de un potente movimiento crítico social y político, por abajo, que aúne lo mejor del pensamiento creativo de nuestro país, y que nos permita ser capaces de analizar con tino las grandes transformaciones que ha vivido nuestro país en los últimos cuarenta años, mutando nuestra inconsistente economía terciarizada, nuestra forma de vivir o de malvivir, y nuestra cultura convertida en apología de lo efímero, entre otros efectos. Y a partir de todas las voces y de las tradiciones críticas ayudar a construir un entramado que no debe “superar” ninguna fuerza política o social, sino al propio neoliberalismo.
La realidad de un programa de gobierno de España con deficiencias y construido como se ha podido en medio de las muchas carencias de nuestras izquierdas, nos deben empeñar más aún en plantear este reto. Hay que hablar sin miedos, e intentar que se pierdan los miedos a juntarse, hablar y comprometerse en intentar pensar nuestra sociedad y nuestra vida, y, a partir de ahí, organizar el reto de la propuesta, del programa. Pero esta vez asentado y organizado, no para tener ninguna dirección ni ganar ningún concurso de liderazgos. Esta vez debiera ir en serio (¡más nos vale!), y se trata de diseñar, con la gente trabajadora de todas las procedencias culturales, religiosas y de ideario, una red de redes para la transformación de nuestra praxis y de nuestro País, combatiendo a la reacción de la única forma que fue y es posible: crear la base social organizada de un verdadero bloque de masas de clases subalternas, en la compleja realidad social de nuestro disperso mundo de los años veinte de nuestro siglo XXI. Sería, por tanto, un error defender sin más un gobierno que tiene unas limitaciones sistémicas nacionales e internacionales evidentes. En última instancia, el “apoyo” devendrá de la crítica y del cumplimento del acuerdo programático.
Es un imperativo de nuestros días y nuestras horas. Es necesario una apuesta de todas las fuerzas con, al menos, algún componente crítico con el sistema capitalista, y un gran esfuerzo de relaciones políticas y sociales no limitado a “consensuar una hoja de ruta o algo parecido”. Eso no sirve para nada, por la experiencia de recientes procesos programáticos electorales vividos y todavía recientes. Hay que trabajar en serio por que los raquíticos espacios de encuentro de pensamiento y elaboración, y los instrumentos válidos de todas las fuerzas y colectivos que haya por ahí pongan en pié un entramado que articule sin cauces clásicos preestablecidos las luchas y sus expresiones más o menos coyunturales que conecte con ese número cada vez más importante de gente que está desilusionada con la izquierda real pero sigue votando para impedir males mayores o que, incluso, ha dejado de hacerlo porque no se ven representados en lo que entienden repetición de las viejas políticas . Me refiero en el fondo a la mejor tradición del movimiento obrero, del movimiento vecinal y el desfondado 15 M y de mareas, que no podemos de nuevo abandonar (como a principios de los años 80) en pos de nuestras urgencias institucionales y las limitaciones que el sistema nos impone.
Dicho esto, no se trata (al menos para mí) de enmendar la plana a nuestras ministras y ministros y al gobierno para irnos a una crítica izquierdista ilustrada, sino lograr con nuestras acciones que los logros del programa de gobierno no sean efímeros, sino sustentados en una acción política y social por la base que cree las condiciones para su superación, con paciencia y vinculados a la realidad, sin ilusiones idealistas. En otras palabras, se trata de construir, sobre la base de una valoración crítica y constructiva del programa de gobierno, un instrumento de organización social que articule y dote de sentido el proceso histórico concreto para comprenderlo en el contexto de la lucha política principal que hoy se libra en el mundo entre el nuevo autoritarismo del capitalismo salvaje de apariencia en mutación y con un componente cada vez más autoritario y belicista; y una perspectiva global alternativa de sociedades abiertas, solidarias y de economías interconectadas, con estados sociales al servicio del género humano y el planeta, que no podemos entender como un bloque todavía alternativo al capitalismo mundial pero que es hoy el movimiento que apunta a la superación de la realidad existente (…. en otras palabras el “comunismo” en el sentido de movimiento que Marx expresaba en el Manifiesto al posicionarse en las luchas de entonces).
En nuestro país la lucha se da entre el capitalismo salvaje, adobado de autoritarismo y nacionalismo español neofascista, representante de las familias y empresas dominantes, el capital financiero, los grandes propietarios capitalistas de tierras, etc.), en su alianza con el capital transnacional más depredador y especulativo, por un lado. Y ante ello (aunque no articulado ni política ni socialmente) un conglomerado de intereses interclasista, en el que el peso de la clase trabajadora sobrefragmentada no es determinante. Y ahí están también las nuevas pequeñas burguesías urbanas, clase trabajadora tradicional formada y funcionarios de servicios públicos, autónomos precarios, empresas tecnológicas que empiezan a percibir su antagonismo con los grandes empresas , cooperativas y pequeños propietarios agroindustriales del campo, y un largo y diverso mosaico social, que se expresa estos días en las calles de nuestra ciudades y pueblos. Por tanto, todo tipo de movimientos sociales clásicos, nuevos y de coyuntura, incluidos sindicatos, movimientos contra el cambio climático y, especialmente por sus experiencias positivas unitarias, del movimiento feminista en todas su pluralidad rica y contradictoria.
Todos ellos tienen en común, al menos, la percepción del riesgo del capitalismo desregulado y de una sociedad sin derechos sociales básicos ni servicios públicos garantizados desde el nacimiento hasta la muerte. Y lógicamente, somos muchas las personas y colectivos, que lucharemos porque lo común abarque a no mucho tardar al cuestionamiento del capitalismo y, por tanto, a explorar con la lectura crítica de nuestras experiencias históricas, caminos alternativos…
Tenemos que lograr que el espacio crítico que forma parte del gobierno, de buena parte del arco parlamentario de investidura forme parte del mismo todo con un movimiento de base amplio que se inserte en todas y cada una de las movilizaciones y que influya en ellas, pero que, sobre todo, se deje influir de la propia vida de las luchas, para que esta praxis se convierta en el motor de cambios más profundos y fuerce lucha a lucha al cumplimiento del programa de gobierno, a ir mucho más allá, y a ser la punta de lanza del movimiento de transformaciones profundas en el Reino, para que, entre otras cosas, deje de serlo.
Si no lo logramos, la articulación de la respuesta a las contradicciones y decepciones del gobierno la realizará la derecha y los sectores sociales reaccionarios que la sustentan. Y entonces podremos seguir tranquilamente con nuestros rituales internos de izquierda decadente.
Estamos a tiempo. Pero tampoco tenemos mucho. La reacción acecha y la sociedad nos mira.
Pelayos de la Presa, Febrero de 2020