Génesis sumaria de un golpe frustrado

Aunque la jornada electoral transcurrió con normalidad y gran afluencia de votantes, se registró una intensa actividad maligna de bots a favor del candidato opositor Edmundo González. Foto: Radio Florida


Tras ser proclamado Maduro vencedor por el CNE, entraron en acción los llamados “comanditos” de María Corina Machado con actos de violencia racista y clasista contra el “enemigo interno”, identificado como el chavista.

A casi dos semanas de los comicios presidenciales del pasado 28 de julio en Venezuela, la nueva intentona golpista orquestada por el Departamento de Estado, el Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos parece haber naufragado. En la etapa, el golpe de Estado continuado de Washington contra el Gobierno constitucional y legítimo de Nicolás Maduro −quien resultó reelecto para un nuevo período de seis años− se dio en el marco de una guerra híbrida de espectro completo que combinó ataques cibernéticos de saturación tipo enjambre con operaciones encubiertas y la guerra urbana paramilitar, junto con una vasta campaña de intoxicación (des)informativa en los medios hegemónicos y las llamadas redes sociales, propia de la guerra cognitiva comunicacional, y que tuvo en los magnates Elon Musk (X, antes Twitter) y Mark Zuckerberg (Meta, a la que pertenecen WhatsApp, Facebook e Instagram), como nuevos actores emergentes del complejo digital-financiero-militar-industrial de Estados Unidos, a dos de sus principales protagonistas.

La secuencia golpista, que se intensificó en junio pasado con sabotajes contra el sistema eléctrico y la infraestructura crítica venezolana; intentos de magnicidio; un blackout (apagón) informativo sobre la campaña electoral de Maduro y la fabricación de una metarealidad mediante la difusión de rumores y noticias falsas (fake news) que colocaban a Edmundo González como seguro vencedor de los comicios, incluyó un intento de sabotaje la madrugada del 27 de julio en la subestación eléctrica de Ureña, que de haber sido “volada” por sus perpetradores, hubiese generado un apagón eléctrico en los estados Zulia, Mérida, Yaracuy, Barinas, Apure, Trujillo y Táchira a horas de abrir los centros de votación automatizados, afectando el proceso comicial.
Aunque la jornada electoral transcurrió con normalidad y gran afluencia de votantes, se registró una intensa actividad maligna de bots a favor del candidato opositor Edmundo González, seguido de un ataque cibernético masivo y múltiple contra el sistema de transmisión de datos del Consejo Nacional Electoral (CNE), lo que ralentizó el envío de votos y del proceso de totalización de los mismos. Cerradas las casillas poco después de las 6:00 pm, CNBC (propiedad de NBC Universal) y la agencia británica Reuters viralizaron resultados a “boca de urna” de la encuestadora Edison Research (ligada a la CIA según
WikiLeaks), que daban ganador a González 35 puntos porcentuales arriba de Maduro, lo que fue replicado por los diarios The Washington Post, The New York Times y The Wall Street Journal y el magnate Elon Musk, quien en 2020, a raíz del putsch en Bolivia, declaró: “Daremos un golpe de Estado a quien queramos. Lidiad con eso”. (Su firma SpaceX está construyendo una red de cientos de satélites espía con la Oficina Nacional de Reconocimiento de EU).
Asimismo, la madrugada del 29 de julio, tras ser proclamado Maduro vencedor por el CNE, entraron en acción los llamados “comanditos” de María Corina Machado, fuerza paramilitar integrada por grupos de extrema derecha, bandas criminales locales y narcotraficantes colombianos, que siguiendo el manual de guerra no convencional y el esquema táctico operacional de guerra urbana del Pentágono, desarrollaron actos de violencia racista y clasista contra el “enemigo interno”, identificado como el chavista, incendiando alcaldías, sedes del Poder Electoral, del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), almacenes CLAP (que operan como un sistema paralelo de distribución de alimentos del gobierno) y espacios comunitarios, y derribando estatuas con fuerte carga simbólica, como las del indio Coromoto y del comandante Hugo Chávez en varias partes del país.
Ya entonces, María Corina Machado había proclamado la victoria de su testaferro González, alegando tener pruebas pero sin mostrarlas. Lo que fue respaldado por el secretario de Estado, Antony Blinken, quien envió la señal para que las cancillerías de Argentina, Chile, Perú, Costa Rica, Panamá, República Dominicana y Uruguay se sumaran a la ofensiva comunicacional teledirigida desde Washington, igual que el secretario general de la OEA, el inefable Luis Almagro.
Sin embargo, el 3 de agosto Maduro aseguró que las guarimbas habían sido desarticuladas y no habría en Venezuela un Guaidó 2.0. Y el día 5, motivado tal vez por factores geopolíticos, el interés en el petróleo venezolano o puro pragmatismo, el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, subordinado de Blinken, aclaró que EU no reconocía aún a Edmundo González como presidente, y trabajaba con sus “socios” regionales, Brasil, Colombia y México, para “encontrar una salida” negociada. Todo indica, pues, que el golpe fracasó y no habrá cambio de régimen ni gobierno títere por ahora; lo
que no impide que Washington siga jugando rudo.
El 6 de agosto, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, catalogó a Machado y González como fascistas sediciosos, solidificando así la alianza cívico-militar-policial del proceso revolucionario bolivariano, que ante un hipotético intento de intervención militar del Pentágono, según Maduro, respondería al invasor con una guerra de todo el pueblo inspirada en la doctrina vietnamita.

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