Fuente: https://www.jornada.com.mx/2024/03/17/opinion/017a1mun Arundhati Roy 17/03/24
La franja de Gaza está transformada en un campo de concentración. Aquellos que no fueron asesinados, se están muriendo de hambre. Casi toda la población de Gaza está desplazada. Sus hogares, hospitales, universidades, museos, infraestructura de todo tipo, fue reducida a escombros. Sus hijos fueron asesinados. Su pasado se ha vaporizado. Es difícil ver su futuro.
A pesar de que la mayor corte en el mundo cree que casi todos los indicadores parecen cumplir con la definición legal de genocidio, los soldados de las fuerzas de defensa de Israel (FDI) siguen publicando sus burlones videos de victoria
en los que celebran lo que parecen casi diabólicos rituales. Creen que no hay poder en el mundo que los haga rendir cuentas. Pero se equivocan. Ellos y los hijos de sus hijos serán perseguidos por lo que han hecho. Tendrán que vivir con el odio que el mundo siente hacia ellos.
Y ojalá que un día todos (en todos los lados de este conflicto) los que han cometido crímenes de guerra sean juzgados y castigados, teniendo claro que no hay equivalencia entre los crímenes cometidos mientras se resiste al apartheid y la ocupación, y los crímenes cometidos mientras se impone.
El racismo es, claro, la clave de cualquier acción de genocidio. La retórica de los más altos funcionarios del Estado israelí, desde que existe Israel, deshumaniza a los palestinos y los compara con plagas e insectos, así como los nazis alguna vez deshumanizaron a los judíos. Es como si ese malvado suero nunca se hubiera ido y ahora simplemente circula de nuevo. El Nunca
fue extirpado de ese poderoso eslogan Nunca más
. Y nos quedamos sólo con el Más
(N de la T: O De Nuevo
).
Nunca más.
El presidente Joe Biden, jefe de Estado del país más rico y más poderoso del mundo, no puede hacer nada frente a Israel, a pesar de que Israel no existiría sin los fondos estadunidenses. Como si el dependiente hubiera tomado control del benefactor.
Así se percibe. Como un niño geriátrico, Joe Biden aparece ante las cámaras lamiendo un helado y confusamente balbuceando acerca de un cese al fuego, mientras el gobierno israelí y los funcionarios militares abiertamente lo desafían y juran terminar lo que empezaron.
Para intentar frenar la hemorragia de votos de millones de jóvenes estadunidenses que se oponen a que se haga esta masacre en su nombre, encargaron a Kamala Harris, la vicepresidenta estadunidense, hacer un llamado al cese el fuego, mientras miles de millones de dólares estadunidenses siguen fluyendo para hacer posible el genocidio.
¿Y nuestro país (N de la T: Se refiere a India)?
Es bien conocido que nuestro primer ministro es amigo íntimo de Benjamin Netanyahu y no queda duda de dónde están sus simpatías. India ya no es amigo de Palestina. Cuando comenzaron los bombardeos, miles de simpatizantes de (Narendra Damodardas) Modi publicaron la bandera israelí como su imagen de perfil en redes sociales. Ayudaron a difundir la desinformación más vil, en beneficio de Israel y las FDI.
A pesar de que el gobierno de India ya retrocedió hacia una posición más neutral (nuestro triunfo en política exterior es que logramos estar en todos los lados al mismo tiempo, podemos ser pro y antigenocidio), el gobierno ha dejado claro que actuará con firmeza en contra de los manifestantes pro Palestina.
Y ahora, mientras Estados Unidos exporta lo que tiene en abundante excedente –armas y dinero para apoyar al genocidio de Israel– India también exporta lo que nuestro país tiene en abundante excedente: desempleados pobres, para remplazar a los trabajadores palestinos a los que ya no les darán permisos de trabajo para ingresar a Israel. (Me imagino que no habrá musulmanes entre los nuevos reclutas.) Personas que están lo suficientemente desesperadas para arriesgar sus vidas en una zona de guerra. Personas lo suficientemente desesperadas como para tolerar el abierto racismo israelí contra la gente de India.
Se puede ver en redes sociales, si tienes ganas de buscar. El dinero de Estados Unidos y la pobreza de India se combinan para aceitar la maquinaria de guerra genocida de Israel. Qué terrible, impensable vergüenza.
Los palestinos, enfrentados a los más poderosos países del mundo, prácticamente abandonados hasta por sus aliados, sufren inmensurablemente. Pero ganaron la guerra. Ellos, sus periodistas, sus doctores, sus equipos de rescate, sus poetas, académicos, voceros, y hasta sus hijos, actúan con una valentía y dignidad que inspiran al resto del mundo. La generación joven en el mundo occidental, particularmente la nueva generación de judíos jóvenes en Estados Unidos, no se deja engañar por el lavado de cerebros y la propaganda, y reconocen el apartheid y el genocidio.
Los gobiernos de los países más poderosos en el mundo occidental han perdido la dignidad y el respeto que quizá aún despertaban. De nuevo. Pero los millones de manifestantes en las calles de Europa y de Estados Unidos son la esperanza para el futuro del mundo.
Palestina será libre.
Discurso pronunciado en la reunión de Trabajadores contra el Apartheid y el Genocidio en Gaza, en el Club de Prensa, en Nueva Delhi, el 7 de marzo de 2024.
Arundhati Roy es autora de El Dios de las Pequeñas Cosas y El Ministerio de la Felicidad Suprema, entre otras obras.
Traducción: Tania Molina Ramírez