Unión Palestina de América Latina – UPAL                                                     https://republicpalestine.com                                                                                23/08/25

Gaza, esa franja de tierra pequeña pero estratégica, ha sido desde antes de Cristo un punto codiciado por imperios, reinos y ejércitos de todo el mundo antiguo y moderno. Su posición como puerta entre África y Asia, cruce de caravanas comerciales y puerto hacia el Mediterráneo, la convirtió en un objetivo recurrente. Pero, a pesar de la sucesión de campañas militares, Gaza ha demostrado una capacidad única de resistir, renacer y seguir en pie.
Ya en la Antigüedad, los egipcios intentaron dominarla por su valor como enclave comercial, mientras los filisteos la convirtieron en su bastión principal frente a los hebreos. Alejandro Magno, en su expansión hacia Oriente, sitió Gaza durante dos meses en el 332 a.C., y aunque finalmente logró entrar, la resistencia gazatí fue recordada como una de las más tenaces que enfrentó en su campaña.

Más adelante, los romanos, los bizantinos y los cruzados quisieron someterla, pero Gaza siempre reapareció como símbolo de rebeldía y de permanencia. Incluso en tiempos medievales, las luchas entre mamelucos y mongoles marcaron otra página de resistencia en este pequeño territorio que se negaba a ser borrado.
En la época moderna, el Imperio Otomano la controló durante siglos, pero en la Primera Guerra Mundial los británicos necesitaron tres ofensivas consecutivas (1917) para quebrar la defensa de Gaza, considerada en su momento “la llave de Palestina”. La primera y segunda batalla fueron fracasos totales para las tropas británicas frente a una ciudad que no se rendía fácilmente.
Y hoy, en pleno siglo XXI, Gaza sigue siendo codiciada por el sionismo, que a través del asedio, la ocupación y la violencia intenta someterla. Sin embargo, cada intento de “conquista” fracasa moralmente: Gaza sigue siendo un símbolo de dignidad y resistencia, un recordatorio de que los pueblos pueden ser sitiados, destruidos y bombardeados, pero no eliminados de la historia.
La lección de Gaza, desde antes de Cristo hasta nuestros días, es clara: los imperios pasan, las armas cambian, las potencias se desgastan… pero Gaza permanece. Y en esa permanencia está su victoria