
La victoria de Zohran Mamdani en las primarias demócratas para la alcaldía de Nueva York es señal de un nuevo impulso dentro de la izquierda estadounidense. Este impulso se basa, en particular, en el desarrollo de Democratic Socialists of America, una organización política que se reivindica explícitamente como socialista.
¿Cuáles son las particularidades del ámbito político estadounidense? ¿Qué lugar ocupa la izquierda en él?
Estados Unidos tiene muchas particularidades políticas en comparación con otros países del centro capitalista, pero hay dos que me parecen especialmente importantes para comprender tanto el trumpismo como el nuevo socialismo que se está consolidando en el país. La primera reside en el carácter colonial de este Estado que nunca ha sido descolonizado, con un carácter históricamente genocida, tanto en relación con las poblaciones indígenas como con la esclavitud y las formas de segregación que le siguieron. No se trata solo de realidades del pasado, sino que siguen siendo muy actuales. Esta dimensión es esclarecedora para comprender las formas particulares del ultraautoritarismo contemporáneo. Creo que se puede hablar de neofascismo en Estados Unidos, pero la violencia estatal retoma allí formas que han existido con más frecuencia en el interior de este país que en la historia de otras grandes potencias capitalistas.
La otra particularidad estadounidense es la derrota histórica de la izquierda de masas, que tiene consecuencias para la propia izquierda, pero que también permite comprender la dinámica global del sistema político y la diferencia con los demás Estados del centro capitalista. Esta derrota es evidente desde la Primera Guerra Mundial: a diferencia de Francia, Alemania, Gran Bretaña, etc., ningún partido de masas se consolida en ese momento. El movimiento sindical se desarrolla a gran escala, pero adopta formas apolíticas, corporativistas y, sobre todo, amordazadas por las derrotas de las batallas de masas previas que habrían abierto un espacio para la lucha sindical.
La derrota histórica de la izquierda tiene consecuencias en todo el sistema político: la forma que adoptan los partidos es muy particular, muy descentralizada. Son partidos burgueses que agrupan de forma bastante laxa a los representantes electos, que son barones políticos que reúnen enormes recursos financieros, lo que les da poder en el partido por esa vía: el Partido Demócrata no está controlado en absoluto por sus miembros. De ello se derivan muchas contradicciones ideológicas, que se reflejan en la polarización política entre la derecha y la izquierda, que no es una realidad clara en Estados Unidos.
¿Qué relación tiene una organización como Democratic Socialists of America con el Partido Demócrata?
A lo largo del siglo XX, la izquierda no logró romper el yugo para consolidarse políticamente. Ahora nos encontramos en un periodo de crisis generalizada para todas las izquierdas, tanto del centro imperialista como del resto del mundo. Tras la crisis de 2008 y sus repercusiones sociales desde el movimiento Occupy en 2011, la verdadera repercusión política se desencadena con la primera campaña de Bernie Sanders en las primarias presidenciales demócratas de 2015 -2016. Se trata de un momento decisivo, que desencadena una serie de impulsos de crecimiento de la organización Democratic Socialists of America (DSA). Impulsado por esta campaña de masas, desde entonces se observa un nuevo entusiasmo por las ideas socialistas.
Sanders encarna realmente una ruptura con los partidos burgueses, al tiempo que participa en las primarias demócratas porque el sistema las hace casi indispensables para existir electoralmente. Este entusiasmo también se refleja en las encuestas de la época, especialmente entre la gente más joven. Es difícil explicar por qué, pero es la DSA la que más se beneficia de la dinámica de las campañas de Sanders, que no forma parte de la organización. Cuando Trump ganó sus primeras elecciones presidenciales, la DSA experimentó una nueva oleada de afiliación, al igual que con la elección de Alexandria Ocasio-Cortez a la Cámara de Representantes en 2018, apoyada por la DSA a nivel nacional.
Esta dinámica desencadena realmente un renovación completa de la organización, que cambia su línea política al mismo tiempo que su composición y tamaño. En los congresos de la organización se decidieron una serie de rupturas estratégicas. Hasta entonces, la DSA estaba convencida de que lo único que se podía hacer en el contexto tan particular del país era trabajar pacientemente dentro del Partido Demócrata con la esperanza de realinearlo[término específico del contexto estadounidense, nota del editor] algún día y transformarlo en un partido de izquierda. Ahora, el partido ha roto con la Internacional Socialista, de la que era miembro hasta entonces, y adopta posiciones como el apoyo a la campaña BDS sobre Palestina y a una estrategia sindical radical desde la base. Por lo tanto, hay una serie de cosas que realmente marcan un renacimiento, no solo en términos de afluencia de miembros, sino también en términos de perfil político. La DSA está empezando a teorizar su estrategia, basándose en sus campañas electorales a través de las primarias demócratas para seguir creciendo como un pequeño partido de autónomo izquierda.
¿En qué medida han influido figuras como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez en el espectacular crecimiento de la DSA en la última década?
Sanders desempeña un papel bastante singular en el ámbito político estadounidense, que pocas otras figuras podrían haber desempeñado. Forma parte de la generación de la nueva izquierda de los años sesenta y setenta. Cuando esta entró en declive y llegó el neoliberalismo, no renunció a sus ideas y se refugió en Vermont, donde llegó a ser alcalde de Burlington. Así, encontró una forma de seguir siendo socialista y, al mismo tiempo, permanecer en la política e incluso entrar en la política electoral. Hay pocos, o incluso ningún, representante electo en el panorama político que reúna estas dos características.
Su campaña es una de las condiciones que hicieron posible lo que ocurrió después en la DSA. Sigue desempeñando un papel importante desde la victoria de Trump, con una gira de importantes mítines. Por un lado, está haciendo un poco el trabajo de los demócratas en su lugar para intentar derrotar a los republicanos elegidos por un estrecho margen en algunos distritos en las próximas elecciones. Pero está promoviendo de forma clara una perspectiva en la que la única alternativa al trumpismo es una u otra forma de socialismo, alejada de las figuras demócratas. Esto da pie a una resistencia política que no se encuentra fuera del campo socialista.
Alexandria Ocasio-Cortez (AOC) pertenece más bien a la generación del renacimiento de la DSA, es una de las personas que se han incorporado a la política en los últimos 10 años. Tenía poca experiencia política cuando fue elegida para el Congreso bajo una etiqueta socialista. Así, se vio impulsada en un entorno y un espacio político difíciles, que en realidad están construidos para destruir nuestras ideas. No siempre consigue salir adelante como le gustaría a la DSA, lo que plantea toda una serie de interrogantes sobre las relaciones con los representantes electos: ¿cómo evitar que los representantes electos dejen de defender realmente las ideas por las que fueron apoyados por el partido?
AOC tampoco ha renegado de sus ideas, pero en decisiones concretas, DSA se ha visto obligada a emitir comunicados para denunciar el voto de la candidata que la organización había apoyado. Además, está tratando de desarrollar su propia estrategia dentro del Partido Demócrata, lo que tal vez aclare un poco algunas de sus intenciones.
¿En qué medida la campaña de Zohran Mamdani refleja la buena dinámica general del partido?
Nueva York es uno de los puntos fuertes del partido, porque es una de las secciones más grandes del país —junto con la de Chicago— y ha llevado a cabo numerosas campañas electorales importantes, victoriosas o no, lo que ha hecho crecer a la organización mucho antes de 2025. En mi opinión, la campaña para la candidatura de Mamdani fue realmente ejemplar, sobre todo por su carácter particularmente masivo: la campaña reunió a más de 50 000 personas voluntarias en todas las calles de Nueva York, que llamaron a más de un millón de puertas para convencer a la gente de que votara en las primarias.
Es una verdadera hazaña conseguir dar una oportunidad a un candidato socialista en una ciudad especialmente importante para el capitalismo, tanto estadounidense como mundial. Entre la población, las ideas socialistas gozan de un apoyo real. Actualmente, algunos barrios de Nueva York están representados por socialistas en prácticamente todos los niveles, desde los concejales municipales hasta el Congreso, pasando por el del estado.
La campaña logró abrirse paso, con un carácter masivo, convenciendo a mucha gente de que votara en las primarias. La participación en las primarias ha aumentado considerablemente entre las clases populares, lo que ha supuesto una victoria indiscutible frente a los demás candidatos demócratas oficiales. Esta campaña también es ejemplar en términos de línea política, en la lucha contra el encarecimiento de la vida o sobre Palestina. Por lo general, ganar las primarias demócratas para la alcaldía de Nueva York garantiza prácticamente la victoria final. Esta vez, Mamdani tendrá en contra a las clases dirigentes, que aún no han dicho su última palabra y que intentarán derrotarlo, contando con el apoyo de Trump, entre otros. Aquí se refleja la oposición entre el trumpismo y el socialismo en estas elecciones, que han adquirido un carácter nacional.
¿Se puede decir que la DSA representa una nueva izquierda de masas en Estados Unidos?
Hablar de movimiento de masas en relación con la DSA me remite a dos cosas. Por un lado, consiste en diferenciarse de las pequeñas organizaciones de izquierda radical existentes, que nunca podrían adquirir un carácter de masas con las tácticas que emplean actualmente. Por otro lado, debemos tener en cuenta el período en el que nos encontramos: la idea misma de una izquierda ha desaparecido entre las masas. Construir una izquierda de masas es sinónimo de reconstruir un horizonte como el del socialismo como uno de los futuros posibles de la humanidad.
La DSA es una organización controlada por sus miembros, como otras de la izquierda radical, pero su crecimiento, sus éxitos electorales y sus debates y experimentos para lograr una mayor implantación popular le dan las mejores posibilidades de ampliar su base. Este socialismo renacido aún no está implantado en las clases populares, ni siquiera allí donde obtiene sus votos. Por el momento, su composición sociológica sigue siendo de clase media, jóvenes estudiantes, personas esencialmente blancas, etc. Por lo tanto, el objetivo de la masificación no se ha alcanzado, ¡pero DSA se está dotando de los medios para ello!
¿Qué vínculos mantiene el partido con las movilizaciones masivas de los últimos años?
En los últimos años, las manifestaciones masivas han vuelto a ser un modo de acción frecuentemente utilizado en Estados Unidos. A veces se trata de disturbios o situaciones un tanto híbridas. Los recientes movimientos sociales del país, como Black Lives Matter, han tenido muchas dificultades para traducirse en avances organizativos a largo plazo. Más concretamente, existen tradiciones organizativas que no son respaldadas por el movimiento de masas, así como movimientos de masas que no se inclinan mucho por lo organizativo.
Las organizaciones sindicales, en particular, no se basan en ese modelo. Su transformación es muy difícil, aunque existe cierta voluntad de volver a un modelo de masas. Por su parte, los nuevos movimientos suelen ser muy reacios a la idea de participar en los partidos. Quienes participan en ellos son cada vez más conscientes de que el sistema electoral del país no es en absoluto democrático.
Sin embargo, todo esto no significa que no haya repercusiones adicionales por defecto. Los demócratas estaban acostumbrados a llevarse todo el pastel, pero cada vez funciona menos. Dado que no es realmente una organización en la que se pueda entrar para militar, el Partido Demócrata no cuenta con el apoyo de los militantes de los movimientos sociales, salvo durante las campañas electorales. De estas movilizaciones han surgido algunas organizaciones, pero no son estructuras orientadas a una política de masas y de confrontación. Por sí solas, no son capaces de sacar a la gente a la calle contra Trump.
Sin embargo, quienes quieren detener a Trump –y son millones de personas– y ven que las estructuras existentes desempeñan un papel muy limitado tendrán que intentar inventar nuevas vías de lucha para renovar y ampliar el movimiento sindical, organizar otros sectores de lucha a largo plazo, etc. Creo que podrán contar con la nueva izquierda política para participar en esta lucha. El bando de la igualdad y la justicia social no ha dicho su última palabra.
29/8/2025
Traducción: viento sur