mpr21 Redacción
El nuevo gobierno francés es otro ejemplo de los motivos por los que los adictos a las elecciones no deberían votar a la “ultraderecha” sino a los “centristas”: está garantizado que son tan racistas y xenófobos como los otros.
En Francia la “izquierda” ganó las últimas elecciones, pero el gobierno lo ha elegido Macron entre lo que ha podido reclutar por un lado y por otro, como el ministro de Interior, Bruno Retailleau, a quien ha puesto en el cargo por sus conocidas posiciones acerca de lo que llama “el desorden migratorio”.
En Francia la ley de emigración y asilo cambió en enero y ahora ha cambiado el ministro. Nada más asumir el cargo, Retailleau presentó su programa en el único centro político importante que existe en el mundo ahora mismo: la televisión.
Su propuesta es más simplista que simple: hay que aumentar las salidas (expulsiones) y reducir las entradas. Pero hay un par de cosas más. La primera es que el nuevo ministro amenaza con ordenar a los prefectos de los diez departamentos más afectados por la emigración que limiten las regularizaciones.
Si la policía no regulariza el estado de los emigrantes significa que aumenta la cifra de irregulares, lo que a su vez justifica las expulsiones. Por lo tanto, no van a reducir el número de irregulares sino que los van a aumentar porque esa es la vía para luego expulsarlos.
La segunda complicaciones que tiene el ministro es que Francia arrastra el viejo lastre colonial, sobre todo con Argelia, un país con el que en 1968 firmó un acuerdo bilateral que regula las condiciones de entrada y estancia de los argelinos.
El gobierno francés lleva tiempo amenazando con anular aquel acuerdo y lo utiliza como mecanismo de chantaje frente a su antigua colonia. Quien mejor lo ha explicado es el propio ministro, que se mostró partidario de la anulación unilateral cuando era senador. Ahora matiza su postura de una manera definitiva: sigue siendo partidario de la anulación “pero no soy ministro de Asuntos Exteriores”, dice.
No se puede ser más claro. Lo mismo que los visados, la emigración es un instrumento de presión diplomática. Los acuerdos se firman o se anulan en función del momento. Si las malas relaciones con Argelia siguen tensando la situación, el acuerdo de 1968 se romperá y muchos miles de argelinos empezarán a quedar en situación irregular en Francia y, coo consecuencia de ello, empezarán a ser expulsados.
En otras palabras, Francia quiere romper un acuerdo con Argelia para firmar otro distinto: que es el que ahora mismo les conviene a ellos. Queda por ver la reacción de Argel.
El nuevo ministro del Interior es el típico oportunista que utiliza la emigración como un trampolín para avanzar en su carrera política. Formalmente pertenece al partido Los Republicanos desde 2010, pero en sus inicios formó parte de la llamada “ultraderecha”.
Lo mismo que Feijoo, tiene a la fascista Moloni por modelo, por lo menos en materia de emigración, y propone firmar acuerdos con los países del Magreb para frenar las llegadas antes de que intenten cruzar el Mediterráneo.
El “éxito” de Meloni al que se ha referido Feijoo durante su visita a Roma, ha consistido en reducir las llegadas a las costas italianas, reorientando el flujo migratorio hacia otros países, como España. Es el modelo Meloni.
Los fascistas reconocidos, como Meloni, no sólo son un ejemplo para Feijoo, sino para toda Europa. Como ya hemos comentado su modelo migratorio consiste en secar los flujos migratorios en su origen, creando una zona de amortiguamiento en el norte de África. Bruselas ya se ha puesto a ello y ha firmado un acuerdo con Egipto y otro con Túnez que servirán de fundamento para los que vendrán después.