Fracasa la maquinaria sionista de relaciones públicas

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Un término hebreo asociado a los esfuerzos de propaganda global de Israel, “hasbara”, ha fracasado en contrarrestar la narrativa propalestina en la Guerra de Gaza. Como herramienta de primera línea de la estrategia de seguridad nacional de Tel Aviv, la pérdida de la batalla publicitaria equivale a la pérdida de su ventaja militar cualitativa.

“Israel condena la decisión de Sudáfrica de actuar como abogado del diablo. La historia juzgará a Sudáfrica por su complicidad criminal en la masacre más sangrienta de judíos desde el Holocausto, y la juzgará sin piedad”. El portavoz del gobierno israelí, Eylon Levy, expresó con estas palabras su consternación ante Sudáfrica por presentar una demanda ante el Tribunal Internacional de Justicia por el genocidio que ha matado a más de 24.000 civiles en Gaza.

Mientras la guerra de Gaza entra en su cuarto mes, Israel lucha por moldear la opinión pública internacional mediante su enorme maquinaria de propaganda “hasbara” y un considerable presupuesto asignado a actividades de “diplomacia pública” a escala mundial. El Estado ocupante está perdiendo la guerra de propaganda, cediendo la imagen de “víctima” que ha cultivado durante mucho tiempo a la de autor de horribles crímenes de guerra.

Tras el 7 de octubre Israel intensificó sus esfuerzos en los medios y la diplomacia digital, junto con sus acciones militares y de seguridad. Consciente de la importancia de enmarcar estos acontecimientos para moldear la percepción pública, Israel ha hecho todo lo posible para construir narrativas imparables que etiquetan las acciones de la resistencia palestina como “terrorismo”, tanto a escala nacional como internacional.

Pero ante la escala sin precedentes del activismo propalestino en las redes sociales y sobre el terreno, en forma de protestas mundiales, Israel y sus aliados occidentales han colaborado para suprimir estas contranarrativas con el fin de crear apoyo para el ejército de Tel Aviv.

El libro de Greg Shupack, “La historia equivocada: Palestina, Israel y los medios”, destaca tres marcos centrales que forman las bases de la narrativa de Israel hacia Occidente: poner la responsabilidad en ambos lados por igual, presentar a los “extremistas” como el principal obstáculo a los esfuerzos de paz y socavar las voces moderadas, e insistir en el derecho de Israel a la “autodefensa”, incluso frente a protestas desarmadas, sin tener en cuenta los derechos de los palestinos.

Este marco guía la cobertura de los medios occidentales sobre el “conflicto israelí-palestino”. Además, Israel explota los reclamos históricos sobre tierras palestinas y las acusaciones de antisemitismo para dar forma a su narrativa y atraer la simpatía occidental.

“Hasbara” utiliza varias estrategias para influir en la narrativa de los medios occidentales. La primera es apelar a la conciencia occidental: tanto a escala oficial como popular, eso implica asociar a Hamas con el Califato Islámico (“El mundo ha derrotado al Califato Islámico y el mundo derrotará a Hamas”) y presentar el 7 de octubre como “el 11 de septiembre de Israel”. Esta táctica tiene como objetivo crear una conexión emocional para reducir lo que podemos llamar la “brecha emocional”.

En segundo lugar está la falsificación de hechos y la fabricación de mentiras. Esta estrategia juega un papel importante al aprovechar la “distorsión de anclaje”, que implica presentar una versión de los hechos que influye en la manera de percibir la información posterior, como la famosa acusación, ahora negada, de “40 bebés decapitados”. Utilizando esta estrategia, el presidente israelí Isaac Herzog, por ejemplo, afirmó que los combatientes de Hamas tenían instrucciones sobre la fabricación de armas químicas.

En tercer lugar, el uso de publicidad pagada y de personas influyentes. En poco más de una semana, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel transmitió 30 anuncios vistos más de cuatro millones de veces en X/Twitter.

En cuarto lugar, establecer la idea de diferencia cultural. Al deshumanizar a los palestinos y asimilarlos a “otros”, Israel busca enfatizar su conexión exclusiva con la civilización occidental. Las declaraciones de funcionarios israelíes, como la referencia del Ministro de Defensa, Yoav Gallant, a los “animales de lucha” y el llamamiento de Netanyahu al mundo civilizado a luchar contra los “bárbaros”, firman parte de esa técnica.

La guerra de la información da un giro dramático

La operación “Inundación de Al Aqsa” constituyó un salto cualitativo para la causa palestina en el ámbito mediático, si creemos en los resultados obtenidos gracias a la interacción masiva de la población mundial y a las grandes protestas en muchos países, elementos que poco a poco se han infiltrado en la cobertura de los medios, incluso en la de las grandes empresas.

A pesar de las grandes disparidades entre palestinos e israelíes en términos de medios, tecnologías, recursos materiales y alcance de los grandes medios de comunicación, las redes sociales se han convertido en el gran factor de paridad en esta guerra informativa, haciendo cada vez más difícil la tarea de los medios oficiales de ignorar el discurso palestino sobre los acontecimientos.

Reconocer la eficacia de la narrativa palestina en la guerra de la información es igualmente importante para el fracaso de “hasbara”.

Los israelíes ahora se ven obligados a perseguir a sus aliados clave para ayudar a salvar su narrativa, como cuando el presidente Herzog se quejó ante el Primer Ministro británico Rishi Sunak por no definir a Hamas como una organización terrorista. El grupo de noticias más grande de Europa, Upday, había pedido a su personal que priorizara el punto de vista israelí, minimizara la cobertura de las muertes palestinas, evitara titulares propalestinos y formulara comentarios de los políticos israelíes de una manera que deshumanizara a sus oponentes. Este tipo de revelaciones han hecho que los espectadores de todo el mundo tomen a sus medios con cautela.

Aún más instructivo es el creciente número de periodistas y figuras políticas que han abandonado sus organizaciones en protesta contra el discurso forzado a favor de Israel y que muchos famosos han sido despedidos por posturas públicas que favorecen el punto de vista palestino.

Las interpretaciones de los medios de comunicación occidentales e israelíes han debilitado la confianza del público en el discurso israelí-occidental a escala mundial, particularmente después de acusaciones descabelladas y sin fundamento que ahora se ha demostrado que son falsas. Según ellas, supuestamente Hamas “decapitó a 40 bebés” y dirige sus operaciones desde un centro de comando ubicado debajo del hospital Shifa y quiere adquirir armas químicas. La confirmación por parte de Biden de que los bebés habían sido decapitados, basándose en “fotos auténticas”, también influyó en el cambio.

Los profesionales de los medios y los políticos están socavando cada vez más el discurso israelí al utilizar el término “genocidio” en lugar de “autodefensa”, en gran medida porque las organizaciones internacionales han intervenido para proporcionar hechos y cifras que demuestran que Tel Aviv está matando civiles indiscriminadamente, en cantidades mucho mayores en número y con mayor poder de fuego que en cualquier otro conflicto de este siglo.

Incluso han comenzado a refutar su propio y trillado argumento de que el “antisionismo” es “antisemitismo”, y los dirigentes políticos occidentales se apresuran a diferenciar la coalición de Netanyahu del resto del cuerpo político israelí, aunque principalmente es para deshacerse de esa coalición para rehabilitar la imagen de un Israel en la posguerra.

Los propalestinos alcanzan 4.800 millones de visitas

Al mismo tiempo, la narrativa palestina enfatiza la resistencia a la implacable opresión de Israel y ha logrado contextualizar los acontecimientos del 7 de octubre como una resistencia justificable de Gaza, “la prisión al aire libre más grande del mundo”, contra 75 años ininterrumpidos de opresión inhumana –una opresión que el mundo ha llegado a comprender mejor a través de tres desgarradores meses de genocidio en X/Twitter, Instagram, TikTok y Facebook.

Debido a que los principales medios de comunicación han tenido que restablecer cierto “equilibrio” frente a las noticias más importantes del momento, el contexto histórico palestino se ha extendido a las noticias, como lo demuestran innumerables entrevistas, como la del embajador palestino en Gran Bretaña, Husam Zomlot, que ayudan a ampliar la comprensión pública más allá de los acontecimientos recientes.

A pesar de los denodados esfuerzos de Israel por suprimir la narrativa palestina en los países occidentales, las protestas propalestinas han aumentado y etiquetas como #StandWithPalestine continúan dominando las plataformas de redes sociales. La etiqueta alcanzó más de 4.800 millones de visitas, superando a #StandWithIsrael en TikTok, a pesar de las numerosas restricciones vigentes.

Al intentar preservar la simpatía mundial basada en los acontecimientos del 7 de octubre, las tácticas de desinformación y mentiras de Israel a través de su aparato mundial “hasbara” sufrieron considerables reveses y reacciones violentas, que podrían haberse evitado por completo si no hubiera destrozado la Franja de Gaza.

El asesinato y la mutilación de decenas de miles de civiles palestinos –principalmente mujeres, niños y refugiados– durante la casi alegre demostración de furia de Tel Aviv, ha trastocado permanentemente la narrativa israelí de “David contra Goliat”. Sus aliados occidentales sufrieron la misma suerte en el mundo de las redes sociales, ya que cada historia refutada por Israel se repitió palabra por palabra en las principales capitales occidentales.

Sin duda, Gaza ha vuelto a poner la causa palestina en el centro de atención, obteniendo un apoyo popular que rara vez se logra a escala mundial, aumentando la presión sobre los gobiernos, las ONG y los medios de comunicación para que reconozcan y combatan el genocidio israelí en curso.

Dadas las ahora evidentes dificultades que enfrenta Tel Aviv para lograr sus objetivos militares declarados, ni siquiera una victoria nominal de Netanyahu puede compensar el colapso de “hasbara” en el país. Es un desastre de seguridad nacional que supera con creces las pérdidas militares. Para Israel, esta guerra se perdió en el momento en que arrojó bombas sobre los habitantes de la Franja de Gaza.

—Ali Choukeir https://new.thecradle.co/articles/israels-well-oiled-pr-machine-collapses

 

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