Esto necesita concretarse

Fuente: https://periodicogatonegro.wordpress.com/2021/03/12/esto-necesita-concretarse/                                                      

Úrsula Bahillo, de 18 años, fue asesinada ayer por su ex pareja, Matías Ezequiel Martínez, de la maldita policía bonaerense. La movilización y ataque con dolor, impotencia, furia y piedras a la comisaría donde trabajaba el femicida fue reprimida con balas de goma, una de ellas disparada directamente a los ojos de una de sus amigas a la que le ocasionó un trauma ocular.

¿Acaso hace pocas semanas el bufón de turno, Alberto Fernández, no anunció “Estoy feliz de ponerle fin al patriarcado”? Hasta el día que escribimos esto, en el territorio dominado por el Estado argentino, hubieron 36 intentos de asesinato y 66 femicidios (uno cada 27 horas aproximadamente). Cifras obviamente más altas ya que no todos los casos son denunciados y registrados. Muchas de las caras de las mujeres asesinadas han circulado por distintos medios masivos de desinformación, no así los nombres y rostros de las trans y travestis atacadas y asesinadas. La cara de los asesinos casi nunca las conocemos, los protegen tapándoselas. El patriarcado les sale por los poros tanto como la sangre les chorrea por las manos. No les importa ni lo que dicen ni cómo lo dicen.

¿No estamos gritando Ni una menos desde el 3 de junio de 2015? ¿Cuántos gritos más? ¿Cómo podemos tolerar estas cifras y que el “mayor representante de los argentinos” se nos ría así en la cara atribuyéndose el fin del patriarcado? ¿Cuántos asesinatos más? ¿Cuántos asesinatos más necesitamos para reaccionar?

Úrsula había denunciado al femicida en 18 ocasiones. ¡En 18 ocasiones!, y dejó asentado en sus redes sociales y le dijo a sus amigas “Si un día no vuelvo, hagan mierda todo”. Hace unos años, un familiar que sabe de pérdidas y de luchas, nos decía que “¡Hay veces que hay que romper el mundo para volver a hacerlo!”, cuando lxs cuerpxs se cansan de tanto reciclaje político garantizado por el Estado. Hace pocos días, una familiar que también sabe de pérdidas y de luchas (¡y ya son tantos!), nos decía que “va a estar bien prender fuego comisarías”, cuando lxs cuerpxs se cansan de tanta injusticia y obsecuencia en este entramado político-judicial.

Ahora nos enteramos de la advertencia y del deseo de Úrsula, otra joven asesinada. Advertencia y deseo que se escuchan y resuenan una vez y miles de veces, que son replicados en la virtualidad, pero, ¿no necesitamos ya que se concreten para que se les acabe esa maldita costumbre de matar? Ya hicimos montones de marchas, ya lloramos montones de vidas, ya nos atragantamos con montones de rabia. Parece que es lo que nos queda, luchar hasta que cada comisaría sea incendiada. Hasta que no quede ni un yuta ni un femicida vivo.

En tierras muy cercanas, las del otro lado de la cordillera, el incendio de comisarías ha empezado a ser una práctica necesaria. También al norte, en los Estados Unidos. ¿Qué es lo que nos detiene de desplegar nuestro potencial social para responder?

¿Cuántas vidas vale el respeto a las instituciones?

¿Cuántas vidas vale nuestro pacifismo?

¿Cuántas vidas vale gobernar?


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