Estados Unidos y sus laboratorios biológicos: Amenaza Mundial

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Comentarios

Los laboratorios de investigación biológica, vinculados gran parte de ellos a experimentación con agentes patógenos que devienen en armas biológicas y posibles de utilizar en conflictos (1) con rivales de Estados Unidos, funcionan en todos los continentes de nuestro planeta y especialmente en territorios de África y América Latina. Una utilización que invisibiliza el horror de este uso de armas, que tanto daño han causado cuando su utilización en conflictos bélicos se ha hecho presente, como fue el caso de la primera guerra mundial y su estela de destrucción y muerte.

Estados Unidos y sus laboratorios biológicos: Amenaza Mundial

En las regiones mencionadas, la presencia de gobiernos y elites políticas y militares carentes de soberanía permiten la instalación de centros de experimentación biológica cuyos beneficios pregonados, no quedan en el país, sino que satisface la necesidad de desarrollo tecnológico, industrial y militar de grandes corporaciones ligadas al denominado complejo militar industrial estadounidense. Allí, bajo la cubierta de realizar investigación general en aspectos de avances científicos “beneficiosos” para la humanidad se encubre la creación de armas de destrucción masiva, destinadas fundamentalmente a la conformación de grandes reservas de armas biológicas para usos militares. Una guerra biológica se constituye así, en una amenaza global. Existe un amplio espectro de acciones, desde asesinatos individuales hasta el uso a gran escala de agentes biológicos en operaciones militares como parte de un conflicto de mayor alcance. (2)

La ONU ha señalado que “los esfuerzos largamente sostenidos para eliminar estas armas de destrucción masiva en todo el planeta tuvieron su expresión documental mediante la llamada Convención sobre Armas Biológicas firmada el año 1972 en el cual se prohíbe expresamente el desarrollo, la producción, la adquisición, la transferencia, el almacenamiento y el empleo de armas biológicas y tóxicas”. Éste fue el primer tratado de desarme multilateral que prohibió toda una categoría de las llamadas armas de destrucción masiva (ADM). Cuando hablamos de armas biológicas nos referimos, fundamentalmente, a agentes patógenos del tipo Bacillus anthracis, virus de la viruela, Yersinia pestis y Clostridium botulinum, Fiebre Q, Encefalitis. Todas ellas consideradas armas biológicas clásicas, a las cuales con el paso de los años y el uso de laboratorios de investigación enmascarados como investigación puramente científica se le han hecho modificaciones genéticas. Uno de los agentes más preocupante como arma biológica es el virus de la viruela.

La producción de este tipo de armas incluye algunas consideradas armas biológicas étnicas dirigidas a grupos específicos de la población. Un informe presentado en agosto del 2019 del Centro para el Estudio del Riesgo Existencial de la Universidad de Cambridge en Inglaterra señalaba que se estaba trabajando en armas biológicas armadas con inteligencia artificial y manipulación genética, que tendrían el poder de atacar un ADN específico y potencialmente eliminar ciertos grupos humanos, en específico, sin afectar a otros, ello en función de su perfil genómico. A pesar de ser armas prohibidas en su investigación y desarrollo, estas armas han sido usadas profusamente como ha sido el caso de su utilización a manos del gobierno norteamericano a inicios de la revolución cubana con el objetivo de destruir los cultivos de caña de azúcar de la nación caribeña o afectar la salud de la población con la introducción del dengue hemorrágico. Otros ejemplos se vieron en la segunda guerra mundial cuando Japón bombardeó ciudades chinas con pulgas infectadas con la peste bubónica.

Un interesante estudio desarrollado por la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI) de la Universidad Complutense de Madrid señala que el programa estadounidense de armas biológicas comienza de forma oficial en 1943 bajo el gobierno de Franklin D. Roosevelt obteniendo parte del arsenal biológico del que dispone actualmente. Cuando el presidente Richard Nixon dio por concluido – a lo menos en el plano formal – el Programa Biológico Norteamericano – dirigido durante décadas por el microbiólogo William C. Patrick – el gasto anual ascendía a 300 millones de dólares. Dicho programa se centró en las instalaciones de Fort Detrick, un complejo en un pequeño aeropuerto de Maryland donde se realizaron importantes investigaciones sobre guerra biológica. Son numerosas las acciones que se atribuyen a las investigaciones realizadas allí y William C. Patrick III declaró a los medios de comunicación que a lo largo de sus 27 años de trabajo en el programa Biológico de Estados Unidos, se habían conseguido obtener armas biológicas con al menos siete agentes, algunas de ellas mencionadas anteriormente: Bacillus anthracis (ántrax). Francisellatularensis (turaremos); Brucella pertuis (Brucelosis). Coviella Brunetti (Fiebre Q). El virus de la encefalitis equina venezolana. La toxina botulínica extraída de clostridio botulinun y la enterotoxina estafilocócica B de Staphylococcus aureus. (3)

El cierre de estos centros de investigación en territorio estadounidense generó el traslado de esos estudios y desarrollo de armas biológicas a otras partes del mundo. Entre ellos, Latinoamérica, esto a la par de la exigencia de ciertos medios políticos y comunicacionales norteamericanos que han exigido el cierre de los biolaboratorios estadounidenses en el exterior. En el plano oficial las tareas oficiales de las oficinas latinoamericanas biológicas con patrocinio y financiamiento estadounidense, ya sea a través de fondos gubernamentales o indirectos  efectuados por universidades estadounidenses, se supone van encaminadas a monitorear la situación epidémica y sanitaria – de enfermedades del tipo tuberculosis, Virus de Inmunodeficiencia Humana, gripe, coronavirus entre otros agentes – y apoyar, ayudar, aportar financiamiento  a las autoridades locales para organizar, desarrollar o en otros casos formar sistemas de sanidad pública.

La información, dada a conocer por la periodista de investigación búlgara Dilyana Gaytandzhieva, dice que los científicos de la guerra biológica prueban virus creados por el hombre en los biolaboratorios del Pentágono en al menos 25 países bajo cobertura diplomática.

En apariencia los fines son aparentemente loables, positivos, gozan incluso de la simpatía de cierta parte de la población y del cuerpo de gobierno, pero la nebulosa que cubre los objetivos últimos de estas investigaciones teje un manto de duda. Proyectos que no se publican y mantienen la condición de reservados. Investigaciones que la DTRA estadounidense asigna anualmente decenas de millones de dólares como la Organización del Tratado del Atlántico Norte – OTAN – que proporciona financiamiento adicional a través del Centro Internacional de Ciencia y Tecnología (4) que posee un conjunto de actividades de investigación y tecnología que se realizan en colaboración que se realizan en la mencionada organización europea donde se promueven y gestionan líneas investigativas desde siete paneles técnicos. Cada uno de estos paneles se ocupa de un área tecnológica concreta y juntos cubren el espectro completo de tecnologías de aplicación a defensa. En específico el panel preocupado de investigar y apoyar líneas de investigación en el área de las armas biológicas es el llamado HFM (Human Factors and Medicine): Panel de Medicina y factores humanos.

No existe ningún sistema de control efectivo que garantice a la humanidad que aquellos países con capacidades tecnológicas, económicas y militares para crear armas biológicas no avancen por ese camino. Sólo Estados Unidos, según medios de ese país, dirige actividades en 336 biolaboratorios repartidos por todo el mundo. La propia Victoria Nuland, subsecretaria de Estado para asuntos político de la administración del presidente Joe Biden, reconoció ante el comité de relaciones exteriores del senado norteamericano que decenas de esos centros habían sido desarrollado en Ucrania con un treintena de estos sitios dedicados, esencialmente a crear armas biológicas de acción electiva (5). Política implementada por Washington, en general, para generar en el espacio postsoviético procesos de desestabilización dirigidos contra la federación rusa.

Durante varios años Moscú, al igual que la República Popular China y la República Islámica de Irán han planteado interrogantes y llamados a investigar las actividades biológico-militares del Pentágono y sus organismos en los laboratorios en el espacio postsoviético, pero también en territorios tanto de África como Latinoamérica. Es conocido que en el espacio sudamericano Estados Unidos financia actividades e investigación biológica en biolaboratorios establecidos en Iquitos y Puerto Maldonado. NAMRU 6 es el nombre en clave de una unidad militar que conecta el Departamento de Defensa y el Pentágono desde el lado estadounidense, con la marina peruana y el Ministerio de Defensa del país sudamericano. La misión oficial de NAMRU 6 es “identificar enfermedades infecciosas que amenazan la salud pública y militar, así como desarrollar y evaluar intervenciones y productos para mitigar estas enfermedades”. (5)

El trabajo investigativo llevado a cabo por la analista e investigadora Melissa Rubio Castillo y publicado en diversos medios y hecho llegar incluso al comité de defensa nacional del Congreso del Perú (6) señala, igualmente, que NAMRU tiene instalaciones en la ciudad capital peruana, Lima, que incluye instalaciones de Bioseguridad Nivel 3 (BSL-3), mientras que los otros dos laboratorios son de Bioseguridad 2 nominal. La instalación en la capital peruana también contiene un vivero para la investigación animal. Dos de sus objetivos en Perú son realizar investigación de agentes profilácticos como vacunas y fármacos contra enfermedades infecciosas tropicales, que causan mortalidad o morbilidad grave a militares estadounidenses y, en general, el foco de estudio es enfermedades “huérfanas”, con poca o ninguna inversión por las principales compañías farmacéuticas, incluyendo infecciones parasitarias como la malaria, enfermedades virales, como el dengue y enfermedades bacterianas. El segundo objetivo público es “aumentar la salud pública y la infraestructura médica militar de las naciones anfitrionas, asociadas a ayudar en la vigilancia de los brotes y proporcionando la capacidad de reacción de laboratorio durante las pandemias”. La gravedad de esta situación radica en que las actividades e NAMRU 6 escapan al control del Estado peruano y de sus autoridades, más aún en momentos de crisis política en el país latinoamericano, que tiende a tejer un manto de mayor opacidad en aquellas áreas donde Estados Unidos transita.

En un artículo reciente (7) sostuve que la presencia de especialistas estadounidenses en la fabricación de armas biológicas, sobre todo en territorio postsoviético, es parte de la evidencia respecto a los objetivos de las administraciones norteamericanas de llevar a cabo una política de máxima presión contra la Federación Rusa. Política que se une a la diseminación de estos centros por países africanos y latinoamericanos, que suelen tener biolaboratorios financiados en forma nebulosa, combinando convenios intergubernamentales, presencia de centros académicos estadounidenses y hasta mecenas multimillonarios que esconden el origen principal de estos fondos destinados a investigaciones poco claras. En estas instalaciones, las agencias estadounidenses trabajan en crear y modificar patógenos de enfermedades mortales, para su probable uso, ya sea en el campo militar o acciones de sabotaje dentro del amplio campo de las denominadas guerras híbridas. Tanto la ONU, como distintas convenciones internacionales, conscientes de la capacidad y la facilidad de destrucción de estos, han establecido convenios de regulación, para evitar su uso y proliferación. Sin embargo, dicha decisión no impide que Washington haya plagado el mundo de centros de investigación destinados a crear armas de destrucción masiva.

1. Las armas biológicas, también conocida como biomasa (pueden ser virus, bacterias, parásitos u hongos, según la Organización de Naciones Unidas -ONU- difunden organismos o toxinas patógenos con los cuales se pretende provocar daños a seres humanos, animales o plantas, y pueden ser mortales, además de altamente contagiosos. Pero lo más peligroso de estas armas es que las enfermedades que causan no se podrían restringir a frontera alguna, por lo que se difundirían rápidamente por todo el planeta. La liberación intencionada de agentes o toxinas biológicas por parte de actores estatales, o no estatales, podría tener unas consecuencias dramáticas. Además de la trágica pérdida de vidas, los ataques con armas biológicas podrían provocar escasez de alimentos, catástrofes medioambientales, devastadoras pérdidas económicas y la difusión de enfermedades, así como temor y desconfianza entre la sociedad civil. https://acortar.link/vyqxx0

2. https://acortar.link/Ltrfsv

3. La STO (Science and Technology Organization) es la principal organización de Investigación en Ciencia y Tecnología de la OTAN. Su objetivo es satisfacer, obteniendo el máximo beneficio posible, las necesidades colectivas de la OTAN y de las Naciones en el ámbito de Ciencia y Tecnología. La STO, establecida formalmente el 1 de Julio de 2012 como resultado del proceso de reforma de las agencias de la OTAN, ha asumido las funciones y actividades en ciencia y tecnología que hasta esta fecha eran responsabilidad de la RTO (Research and Technology Organization), organización que ha estado operativa desde el año 1998 hasta la fecha citada anteriormente.La STO constituye la mayor organización internacional dedicada a la cooperación en I+T de defensa, cuenta con más de 5000 expertos pertenecientes a los países OTAN y a las naciones aliadas y en su seno se realiza una media de 175 actividades al año.

4. https://acortar.link/ao8xAB

5. Artículo en resumen latinoamericano. Año 2022. Perú. ¿Qué estudian los biolaboratorios de EE. UU. en Perú, Ucrania y el mundo? https://acortar.link/GPOdOu

6. https://acortar.link/M7ALir

7. https://www.telesurtv.net/bloggers/Washington-y-sus-laboratorios-de-investigaciones-biologicas-20221005-0001.html

Articulo publicado en Hispantv.

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