ACABADO EL DERECHO INTERNACIONAL SÓLO QUEDA LA GUERRA
La globalización unilateral implosiona en pro de un mundo regionalizado con tres grandes áreas destacadas que responden de alguna manera al “desacoplamiento” civilizacional chino: América del Norte, China-Rusia sureste asiático-pacífico y un espacio europeo en franca decadencia en cuanto a su peso económico y político mundial.
Con esa fragmentación se disuelve también todo el entramado socio-político-institucional que conocimos desde la Segunda Postguerra Mundial y el fin de la Guerra Fría. El largo siglo XX llega a su fin, aunque pueda hacerlo de la manera más dramática. Con ello, las instituciones heredadas de ese siglo pierden también su protagonismo.
Sólo desde 2017 hasta el final del mandato de Trump en enero de 2021, EE.UU. ha desmontado diferentes pactos o espera romperlos. Para empezar, con el ascenso económico chino, tanto la entidad estatal norteamericana como sus subordinados “occidentales” decidieron dar una patada a la Organización Mundial de Comercio, para dejarla en coma profundo (las reglas del “libre mercado” ya no son tan queridas cuando no son quienes las impusieron históricamente los que ganan con ellas).
Pero la secuencia es larga. El 1 de junio de 2017, EE.UU. anunció la retirada de su país del acuerdo climático de París, firmado en 2016. El 23 de enero de 2017 se retiró del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés); un pacto suscrito en febrero de 2016 por 12 países que, juntos, representan el 40 % de la economía mundial y casi un tercio de todo el flujo del comercio internacional. EE.UU. (que es el segundo país que menos resoluciones de la ONU cumple, tras el ente sionista implantado en Palestina) también ha salido del Pacto Mundial de la Organización de las Naciones Unidas sobre Migración y Refugiados, así como de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Además ha modificado unilateralmente el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), un acuerdo comercial entre este país, Canadá y México (y aun así, impone aranceles a las importaciones mexicanas).
27 años antes, en 1994, el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, firmó un acuerdo con Corea del Norte para desmantelar el programa nuclear de este país asiático. Casi una década más tarde, al cambiar el mandato, el presidente George W. Bush, calificó a Pyongyang de “eje de mal” y preparó el terreno para romper el acuerdo. Después de eso ha tenido lugar la profundización del desconocimiento y hasta el repudio norteamericano de las decisiones de Naciones Unidas (y del Consejo de Seguridad) que constituyen la legalidad internacional.
En un proceso lento pero seguro de desconstrucción del derecho internacional y de la propia ONU, EE.UU. reconoció a Jerusalén como capital de Israel (otro país que se jacta de no cumplir las resoluciones de la ONU). Seguidamente, anunció que se retiraba del Plan Integral de Acción Conjunta firmado con Irán, así como también del Tratado sobre armas nucleares con Rusia. Además, el 25 de marzo de 2019, Estados Unidos reconoció la “soberanía” de Israel sobre el Golán ocupado, lo cual equivale a aceptar la adquisición de territorios mediante la guerra. Tampoco se detiene el hegemón en decadencia ante la manifiesta violación de embajadas, como la norcoreana en Madrid o la de Venezuela en Washington; lo que ha servido de ejemplo para que otros hagan lo mismo, como sucedió con el gobierno de Noboa violando la embajada mexicana en Ecuador.
Un trabajo de demolición sistemática de las instituciones internacionales, del sistema de relaciones y compromisos multilaterales, que ha ido preparando el terreno para la Guerra Total en la cual ya estamos sumidos.
Quizás ni aun así estábamos preparados ni preparadas para comprobar hasta dónde puede llegar en ese camino el Imperio Occidental, con su líder estadounidense, al desatar la barbarie nazi en Ucrania y la masacre del Dombás. Y sobre todo con el papel de su “brazo loco” sionista, que liberado de cualquier atadura legal internacional, ni consideración humana, se comporta cual fiera rabiosa descontrolada en Asia occidental para incendiar ese frente de batalla de la Guerra Total. “Fiera rabiosa”, puede ser, pero en realidad está bien controlada por su amo norteamericano y secundada por la cada vez más subalternizada Europa.
https://odysee.com/@ahilesva (aquí se indica bien)
Y es ella, la entidad sionista, la que perpetra atrocidades sin nombre, haciendo descender a la humanidad varios peldaños de un golpe en la escala evolutiva y sumiéndola más y más en el pozo de la barbarie. La falta de reacción y el doble rasero para medir sus acciones frente a las de otros, fulmina también la legalidad internacional y sus Tribunales, así como, en general, la legitimidad del Sistema impuesto al mundo por el Imperio Occidental y sus “democracias”.
La entidad sionista lleva asesinando por cientos al personal de ONU en Gaza desde hace años, pero ahora quiere dar un paso más y dispara ya también directamente a los cascos azules de la ONU, ordenando a esa institución -de la que incomprensiblemente continúa formando parte a pesar de no cumplir ni una sola de sus resoluciones y de declarar “persona non grata” a su secretario general-, que se quite de en medio.
Es decir, EE.UU. y su bestia salvaje están ya asesinando definitivamente a la ONU, y con ella a todo el entramado internacional levantado durante el último siglo para intentar mantener un mínimo de cordura en las relaciones internacionales.
Eso quiere decir que el todavía hegemón se ha decantado de verdad más allá de todo atisbo humano, pero también de toda inteligencia, por la GUERRA.
Debería quedar claro para todo el mundo.
(Publicado en el blog del autor, el 18 de octubre de 2024)
Estados Unidos y su fiera sionista asesinan a la ONU. Andrés Piqueras