Estados Unidos frente a Europa: de la solidaridad a la rivalidad

mpr21

 

En la cabeza de Trump no hay ninguna idea propia y, aunque la tuviera, no sería capaz de llevarla a cabo desde la presidencia de Estados Unidos… si es que regresa a ella el año que viene. Trump repite, con mayor o mejor fortuna, lo que le soplan al oído.

En sus peroratas suele repetir una conversación que tuvo con el dirigente de un país miembro de la OTAN que no dedicaba el 2 por cien de su PIB al gasto militar, como se había acordado en la cumbre de la OTAN de 2014 bajo la presidencia de Obama.

Un país que no cumple sus compromisos económicos es moroso, dice Trump, y si pide a la OTAN que le ayude, él se opondría, por lo que tendrá que valerse por sí mismo. Incluso “animaré a Rusia a hacer lo que quiera con ese tipo de países”, añade en el tono macarra que acostumbra.

Si eso fuera cierto, el artículo 5 de la Carta de la OTAN quedaría en evidencia como lo que realmente es. Algunos suponen que el “todos a una” es un principio básico de la OTAN, un axioma de funcionamiento automático, cuando la historia demuestra todo lo contrario. En la OTAN todos cumplen lo que Estados Unidos pone en el orden del día.

Trump destaca otra obviedad, relacionada con lo anterior: “hay un océano entre Estados Unidos y Europa”, que es un duro adversario comercial que no puede beneficiarse gratuitamente de la protección de la OTAN mientras compite económicamente con Estados Unidos.

En resumen, si Europa quiere beneficiarse del escudo americano, debe pagar por los servicios prestados.

Digámoslo con las palabras del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos: desde la caída del Muro de Berlín en 1990 hasta el Golpe de Estado en Ucrania de 2014, Europa se ha ahorrado 1.800 millones de euros en gastos militares.

Por lo tanto, según estas corrientes políticas de Estados Unidos, Europa se ha estado aprovechando del gendarme mundial y utiliza el dinero ahorrado para hacerle la competencia.

La Guerra de Ucrania ha cambiado esa situación. Ha sido una bendición para la OTAN y, de rebote, para industria de guerra de Estados Unidos. Antes sólo ocho países de 30 dedicaban el 2 por cien de su presupuesto a los ministerios militares. Ahora son 23 países sobre 32 los que han superado la barrera del 2 por cien y durante la cumbre de Washington los socios discutirán que el gasto suba al 3 por cien.

Sobra decir que los presupuestos de defensa europeos acaban en los bolsillos de la industria de guerra de Estados Unidos (en su mayor parte). Pero esa parte de la historia en Estados Unidos no cuentan.

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