Fuente: Portal Libertario OACA/
07 Oct 2020 02:17 AM PDT
Todos los focos apuntando, escenario dispuesto con tropecientas banderas y sendos atriles. Entran los protagonistas principales de la representación y, nuevamente, asistimos a la reproducción de la enésima patochada del poder político.
A partir de ahí, corre como la pólvora (gracias a los medios de desinformación masivos) la idea de que estamos ante la imagen de un Estado fallido.
Me llega el mensaje, no vivo ajeno al mundo dentro de una burbuja de cristal. Me ilusiono, ¿y si fuera verdad? Tanto tiempo esperando a que aparezca esa ventana, esa grieta por donde entrar como elefante en cacharrería. No, no puede ser. Digo yo que algo hubiera notado. No sé si el mundo descomponiéndose a mi alrededor, pero algo sí.
En lo cercano, lo que se nota es más bien otra cosa. Sobre todo, miedo y resignación.
Mucha gente viviendo con mucho miedo. Miedo a la muerte retransmitida 24/7 por los medios. Haciendo imposible desplazarla de la mente de la población. Sobre todo, gente mayor que ha acabado por renunciar a casi todo lo que mantenía viva la llama (familia, amigos, actividades varias…) Miedo a lo queda por detrás de la omnipotente pandemia. Paro, hambre, vidas derruidas… Pero también veo resignación, mucha. Y ésta por parte de todos. La jodida resignación que parece acompañarnos durante toda nuestra vida pero con un matiz especial. Algo que la hace diferente. Tal vez sea que mucha gente de la que se creía a salvo, invencible en su status autoproclamado de clase media se siente amenazada por primera vez. Unos ven como han tenido que renunciar a las chucherías consumistas (viajes baratos revestidos de experiencias vitales, ocio nocturno de consumo sin fin…) O tal vez sea que, además, han empezado a verle las orejas al lobo y se están dando cuenta del lugar que ocupa cada uno en la lista de los prescindibles del sistema. Muchos se han dado cuenta que son carne de sacrificio si la oportunidad política lo requiere. O mejor dicho, si el beneficio económico así lo indica. Porque, nuevamente, la economía (la suya claro) está por encima de todo, incluso de la vida. Todas las medidas que se toman, se hace en base a criterios económicos, en base al beneficio de unos pocos. Sucede siempre. Hay que salvar la economía como sea, si por el camino mueren unos miles que más da, que así sea. Así ha sido siempre.
Estado fallido dicen. Menudos caraduras (o que grandes profesionales según como quieras verlo) El Estado funciona a toda máquina. Sigue legislando en beneficio de los suyos (un pequeño ejemplo aquí) y machacando al pobre, al trabajador (aquí, aquí)Sigue ostentando el monopolio absoluto de la violencia y no reparando en gastos ni acciones porque ya sabemos todos que al virus se le derrota a cañonazos con el ejército en la calle y la policía en plan comando. Por si fuera poco, mientras mantiene al personal preocupadísimo con sus disparates diarios, también en lo judicial van haciendo lo suyo (aquí y aquí) El Estado se mantiene en forma. Se siente tan fuerte que ya no se esfuerza en mantener la mascarada de social y de derecho. Es en estos momentos cuando se muestra sin reparos, sin fisuras. Mientras se suceden las payasadas políticas, el verdadero Estado, el que funciona sin distinción de quienes sean sus caras visibles, se mantiene con gran fortaleza y puño de hierro. Pese a lo que pueda parecer nada está fallando.
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