Fuente: https://kaleidoskopiodegabalaui.com/2024/03/31/espana-es-racista/
Una de las características del racismo contemporáneo es su negación. Se niega ser racista aunque uno no quiera tener como vecina a una gitana. Se niega ser racista aunque se apoye la violencia desproporcionada de la policía contra personas racionalizadas, se defiendan las políticas de mano dura contra la población inmigrante africana, musulmana o asiática, se vincule la inmigración con la violencia o se justifiquen las identificaciones policiales en base al color de la piel. No es este un fenómeno actual. Nos acompaña desde hace mucho tiempo.
Vinicius, jugador del Real Madrid, negro y millonario, sufre un acoso extraordinario desde su llegada a España aunque todo salta por los aires en el partido contra el Valencia de la pasada temporada en el estadio de Mestalla. Vinicius señala a un aficionado che que se ha dirigido a él haciendo gestos de mono. Una acción inusual que rompe con el silencio habitual de los jugadores que sufren agresiones racistas. Este silencio se da dentro de un contexto que favorece pasar página, normalizar e, incluso, justificar estas agresiones, de tal forma que, cuando algún jugador ha criticado estas acciones, el entorno futbolístico se ha encargado de acallarlo. Sí, el mundo del fútbol es terreno abonado a los comportamientos racistas. Un reflejo de la sociedad, sin duda, pero amplificado por la agresividad y la masculinidad tóxica de los estadios, donde una parte de los aficionados y la prensa deportiva han normalizado el insulto y las agresiones como parte del ambiente. Desde las categorías inferiores hasta el fútbol profesional, en cualquiera de sus categorías. La reacción de parte de los aficionados y de la prensa ante las agresiones a Vinicius es un ejemplo de la permisividad y la tolerancia ante los ataques a los jugadores. Sin olvidar que ha habido y hay jugadores que han criticado con la boca pequeña los comportamientos racistas y con la boca grande el comportamiento del jugador madridista.
¿Qué ha hecho Vinicius? Romper el silencio y señalar con el dedo. Ha obligado a que los demás se tengan que retratar. El periódico deportivo valenciano, Superdeporte, ha dedicado portadas ofensivas contra el jugador acusándole de mentiroso porque han entendido que se llamaba racista a la afición valenciana. Estas portadas pueden enmarcarse dentro del contexto de acoso que vive este jugador. Y sí, la afición che se comportó de manera racista, de forma mayoritaria, en el partido que jugaron la temporada pasada en Mestalla. El hecho fue que gran parte de la afición insultó a un jugador que estaba siendo agredido por un sector de esa misma afición. Es decir, la víctima de una agresión racista es insultada por los aficionados ches y se pretende separar esos insultos de la agresión. Como si no formaran parte del acoso y la agresión contra este jugador.
La prensa deportiva, en general, es responsable de lo ocurrido. Optaron por focalizar el debate en el comportamiento de Vinicius y no en las agresiones habituales que sufría en muchos estadios españoles. El debate se centraba en si era un provocador o no. Columnas en los periódicos deportivos, tertulias en las radios y en la televisión construían un relato en el que el acoso a este jugador se podía dar porque era un provocador. Esas agresiones eran responsabilidad del jugador. Convirtieron a la víctima en agresor. Y en esas están algunos. A esta locura se unieron jugadores y entrenadores que, a la vez que criticaban o señalaban a Vinicius, se apresuraban a decir que España no es racista. Alfredo Relaño, en una columna en el periódico El País, afirmaba que en su generación «tampoco teníamos motivos para serlo [racista] o condiciones para saber si lo éramos, aquí no había más raza que la nuestra,…«. No sé, sinceramente, a qué se refiere con nuestra raza. La generación de Relaño, y la anterior, y podríamos irnos unos siglos más atrás, era racista. Igual si revisáramos la historia, no la que nos han contado en los centros educativos, llegaríamos a la gran redada de 1749 contra el pueblo gitano. Sí, este mismo pueblo convivía con la generación de Relaño. Los gitanos han sido los negros de Europa. La discriminación y las agresiones contra este pueblo se han invisibilizado constantemente y cuando han salido a la luz, como con Vinicius, los responsables son ellos.
No solo este jugador es víctima de ataques racistas. Al portero del Rayo Majadahonda, Cheikh Kane Sarr, le han llamado mono mientras ejercía su profesión, al igual que al entrenador del Sevilla, Sánchez Flores, gitano y a su jugador Acuña, sí, mono. Profesionales del fútbol han llamado a Vinicius maricón por llorar en una rueda de prensa, provocador por no callarse y un mal ejemplo para los niños. Los aficionados le han deseado la muerte, han ahorcado a un muñeco, a su imagen y semejanza, en un puente de Madrid y le han llamado mono aunque no estuviera jugando en ese momento ni en ese estadio. Pero España no es racista. El fútbol, por su notoriedad, puede dar visibilidad a una realidad que vivimos, de forma cotidiana, en nuestros trabajos, en la calle, en la relación con la alteridad. Y entonces, igual tenemos que revisitar el Tarajal, denunciar las agresiones policiales, como la sucedida en el barrio lavapiés recientemente, cerrar los centros de internamiento de extranjeros y reflexionar sobre nuestro actual modelo de convivencia con la alteridad y la diversidad multicultural. Reconocer que España es racista, que muchos tenemos pensamientos y comportamientos racistas, es el primer paso.