Diógenes Izquierdo Jueves 26 de diciembre 08:03
Una barcaza con cientos de migrantes naufraga cuando viajaba entre Libia e Italia en mayo de 2016. Imagen de archivo.
Se trata de una cifra récord desde que esta ONG comenzó a investigar las desapariciones de migrantes en el mar de camino a España, informa la agencia EFE. Una cifra que refleja el notable aumento de los fallecidos en los últimos años, pues ya en 2023 los 6.618 muertos casi triplicaban los registrados un año antes.
Respecto a 2024, Caminando Fronteras subraya que del total de personas que perdieron la vida, 421 eran mujeres y 1.538 niños o adolescentes, y recalca que la ruta Atlántica hacia las Islas Canarias «se mantiene como la más letal a nivel mundial», con 9.757 víctimas, es decir, el 93% del total. Mientras, 517 muertes se produjeron en la ruta Argelina, 110 en el Estrecho y 72 en la ruta de Alborán.
131 embarcaciones desaparecidas sin dejar rastro
El informe Monitoreo Derecho a la Vida 2024, cerrado a 15 de diciembre y que detalla 293 tragedias ocurridas en las diferentes rutas migratorias, ofrece también otro dato: 131 embarcaciones desaparecieron sin dejar rastro, con todos los migrantes que llevaba a bordo.
También recalca el «notable aumento» en este año de salidas desde Mauritania, un país que «se ha consolidado como principal punto de cruce migratorio» hacia las Islas Canarias. En ella se produjeron 6.829 muertes.
Además, recuerda que la ruta argelina hacia Balears también está considerada como una de las «más peligrosas» debido a su longitud y la dificultad del trayecto, como lo es igualmente, dentro de la ruta atlántica, la que acaba en la isla canaria de El Hierro. Por meses, abril fue el que registró más muertes, con 1.284, por delante de mayo (1.103) y de febrero (1.093).
Los 10.457 fallecidos que Caminando Fronteras ha contabilizado pertenecían a 28 nacionalidades diferentes: Argelia, Bangladesh, Burundi, Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil, Egipto, Etiopía, Gabón, Gambia, Ghana, Guinea Bissau, Guinea Conakry, Irak, Islas Comores, Mali, Marruecos, Mauritania, Nigeria, Pakistán, República del Congo, Somalia, Senegal, Sierra Leona, Siria, Sudán, Túnez y Yemen.
Las políticas xenófobas del Gobierno español y la UE son responsables
Todos los gobiernos de la UE han incrementado la persecución y represión por tierra, mar y aire. Una política reaccionaria que en los hechos no se diferencia en nada de la agenda de la extrema derecha, a pesar de los discursos hipócritas sobre la “Europa democrática” y los derechos humanos. Un buen ejemplo ha sido el tradicional discurso de Navidad de Felipe VI, en el que ha enfatizado que las migraciones pueden derivar “en tensiones que erosionen la cohesión social”, la “firmeza que requiere la lucha contra las redes y las mafias que trafican con personas” y que “abordar la inmigración” implica “una buena coordinación con nuestros socios europeos, así como con los países de origen y tránsito”. Es decir, una reivindicación implícita del Pacto Migratorio de la UE, que “a la vez que blinda fronteras y endurece los requisitos para acceder al asilo, subcontrata con dictaduras y otros regímenes cipayos como Libia, Marruecos o Egipto, para que establezcan verdaderos campos de concentración de migrantes en sus territorios”.
El Estado español, ya sea con los gobiernos del PP o con los Gobiernos «progresistas» (del PSOE y Podemos primero, y el PSOE y Sumar después), se ha convertido en ejemplo de política anti migratoria a base de políticas reaccionarias que nada tienen que envidiar a las que reclama la extrema derecha: proliferación de cárceles para migrantes como son los CIEs, militarización de las fronteras, vallas con concertinas, asesinato de migrantes en la valla de Melilla, devoluciones en caliente, externalización de las fronteras, deportación de activistas saharauis hace pocas semanas y, por supuesto, sostenimiento de la reaccionaria Ley de Extranjería, a pesar de la ultima reforma cosmética del Gobierno.
No por casualidad Pedro Sánchez le ha concedido a la ultraderechista Giorgia Meloni, primera ministra de Italia, la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, que “distingue los méritos extraordinarios de carácter civil” por “contribuir al fomento de las relaciones de amistad con España y con la comunidad internacional en general”. Dejar morir en el mar a personas migrantes es una de esas “contribuciones”.
Para terminar con este escalofriante crimen social generado por las políticas xenófobas, la militarización de las fronteras y el endurecimiento de las políticas represivas contra los migrantes, es necesario imponer mediante la lucha la derogación del Pacto de migración y Asilo de la UE, el cierre de los CIEs y la represión a los que migran, y la libertad de movimiento y derechos plenos de ciudadanía y trabajo para todas. ¡Nativa o extranjera, la misma clase obrera!
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