Fuente: https://periodicogatonegro.wordpress.com/2022/08/30/eso-lo-aprendi-en-la-lucha/
Hace un tiempo Sandra Gómez —mamá de Omar Cigarán, a quien el 15 de febrero de 2013 el oficial de la Policía bonaerense Diego Walter Flores lo mató por la espalda— le escribió una carta a una ministra de seguridad diciéndole que no espera nada de ella. No la llama a la reflexión, ni espera que recapacite: “Usted y todos los que gobiernan como usted son nuestro enemigo de clase. Eso lo aprendí en la lucha”.
Años de lucha que permiten tener presente la función histórica del Estado y sus insistentes mecanismos en vaciar de contenido la rabia e institucionalizarla. A través de la ley 26.811 el gobierno kirchnerista instaló en 2012 al 8 de mayo como “Día Nacional de la Lucha Contra la Violencia Institucional”. La fecha rememora los hechos de la “Masacre de Ingeniero Budge” pero la ley ni siquiera menciona esos detalles. La ley de “Violencia Institucional” mandó tibiamente a “promover la adopción de políticas públicas en materia de seguridad respetuosas de los Derechos Humanos”.
El Colectivo Contra el Gatillo Fácil de La Plata sostiene que “Si es institucional no es violencia, es represión estatal”, que el concepto mismo de “Violencia Institucional” esconde más de lo que explica: omite —consciente o inconscientemente— el cuestionamiento central al Estado como una forma de organización política y social que garantiza el orden existente. Un orden en el que las mercancías valen más que la vida.
Así la amplitud que se le da al concepto presenta algunas dificultades no inocentes: iguala prácticas que son esencialmente diferentes. Las violencias y exclusiones en el ámbito de la salud y la educación son cualitativamente distintas a prácticas como las causas armadas, el gatillo fácil, la desaparición forzada de personas, los asesinatos en prisión, el secuestro de pibas para su ingreso a las redes de trata.
Pero en lo estrictamente político pareciera que el concepto “Violencia Institucional” admite la legitimidad de algunas violencias estatales, buscando combatir los supuestos “excesos” de ciertas instituciones como la Policía o el Servicio Penitenciario. “Y allí está el meollo de la cuestión”, sostienen desde el Colectivo Contra el Gatillo fácil: “Las fuerzas represivas, las que ejercen el monopolio legal del uso de la fuerza tan defendido por quienes creen en la absolutización del Estado de Derecho, no cometen actos inadecuados de violencia sino que son constitutivamente violentas”.
En el texto “¿Violencia institucional o represión estatal?”, publicado en Agencia para la Libertad, Sandra sostiene que “los familiares de pibes y pibas asesinados por el Estado tenemos un lazo en común que nos une. Un sentimiento inexplicable de dolor que llevamos dentro por el resto de nuestra vida y al que tratamos de hacer menos duro compartiéndolo y organizándonos con otros. Pero muchas veces nuestro dolor intenta ser cooptado por las instituciones del Estado, para fingir un acompañamiento que no es verdadero y al que no tenemos que ceder ni un centímetro. Eso es lo que siento cuando escucho hablar del término ‘Violencia Institucional’, un término que inventó el Estado”.
Como también sostienen Familiares y Amigues de Luciano Arruga, el término Represión Estatal, por el contrario, se refiere a cuando el Estado reprime a través de distintos dispositivos y prácticas como las cárceles, el asesinato, la tortura, la desaparición forzada, las detenciones arbitrarias y las causas armadas, con el objetivo de controlar socialmente los barrios y administrar la pobreza.
Pareciera ser que para algunxs la ideología y la adhesión política pesa más que una vida. Las balas, las desapariciones y los encierros de la democracia son discriminados: el Partido del orden —no importa qué color tenga— no se mancha. En este sentido, desde el Colectivo Contra el Gatillo Fácil sostienen que es muy sugerente ver a muchos sectores políticos que se dicen populares, pero que cuando son gobierno hablan de los hechos represivos que ocurren como “Violencia Institucional”, para denunciar con todas las letras la represión solo cuando son oposición al gobierno de turno. Afirma Sandra, entonces, que la lucha contra la represión estatal “no debe ser vendida al Estado o a los intereses de los gobiernos de turno. Porque para denunciar al Estado no se puede trabajar con el Estado, tan sencillo como eso”.
Fotos: Juan Cicale
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