Es falso que el Lago Chad se esté secando

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Las tesis del calentamiento van asociadas a la aridez y las sequías, de manera que es muy frecuente creer que a mayor temperatura, menos lluvias. Es falso: en algunos países cálidos llueve tanto o más que en los de clima templado.

En España se utiliza al desierto del Sáhara como amenaza recurrente para alarmar con el calentamiento, a pesar de sus importantes masas de agua. La existencia de un importante lago, como el Chad, en dicha región, ha conducido a numerosas investigaciones para demostrar que se está secando, como consecuencia -naturalmente- del calentamiento del planeta.

En las orillas del lago Chad viven 30 millones de personas que, si se seca, tendrían que emigrar, lo que causaría una de esas catástrofes humanitarias. En 2018 se convocó en Nigeria una conferencia internacional para salvar el lago. “La situación es dramática, una auténtica emergencia humanitaria a la que parece estar dándose la espalda”, decía el periódico Información el año pasado (1). Según la Wikipedia, es “uno de los mayores desastres medioambientales ocurridos en la historia reciente, semejante al del Mar de Aral en Asia” (2). El calor evapora el agua, las arenas del desierto avanzan, el ganado se muere…

Pero en Chad no hay niguna catástrofe medioambiental y en el Mar de Aral tampoco. La diferencia entre ambos es que en África el lago Chad es una frontera natural entre varios países (Nigeria, Níger, Chad y Camerún), a cada cual más inestable. Nunca ha sido fácil estudiarlo a causa de las continuas guerras, que ahuyentan a los científicos. A las imágenes de satélite disponibles les ha ocurrido otro tanto: depende de la estación del año en la que se hagan las observaciones.

Un lago no es como un vaso de agua, donde el volumen no cambia. Las masas de aguas cambian con el tiempo. El Lago Chad es un sistema hidrológico complejo, con numerosos archipiélagos, cuya masa de agua depende, entre otras cosas, del caudal de los ríos que lo alimentan.

El punto de partida de las comparaciones empieza en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, cuando el Lago se extendía sobre aproximadamente 25.000 kilómetros cuadrados. Pero esa superficie fue excepcional debido a un período de precipitaciones muy elevadas. La sequía de los años setenta y ochenta la redujo al tamaño que tenía a principios del siglo XX.

No hay datos fiables. Nunca ha habido una observación continuada que permita hacer conclusiones sobre la masa de agua que atesora y, lo que es más importante, sobre el ciclo del agua en la cuenca.

La mayor parte de los estudios se basan en las típicas fotografías satelitales, que sólo muestran su superficie, con unos colorines que resultan espectaculares. Pero el 70 por cien del agua del lago se almacena en su acuífero, que no está visible para las cámaras ópticas de los saltélites.

Las últimas observaciones indican que en los años setenta y ochenta del siglo pasado el lago Chad perdió el 90 por cien de su superficie, pero en los últimos 20 años se ha recuperado. Sus reservas han aumentado, aunque la recarga es desigual de un año a otro dependiendo de las condiciones climáticas. El agua superficial del lago aumenta y la del acuífero también (3).

En África el desierto no avanza. Desde los años noventa, las precipitaciones han aumentado en el Sahel, produciendo un reverdecimiento del Sáhara desde Mauritania hasta Chad. El cambio beneficia a los dos afluentes de la cuenca del Chad, el Logone y el Chari, y a sus aguas subterráneas, su acuífero, que sigue aumentando de volumen.

(1) https://www.informacion.es/medio-ambiente/2023/01/10/seca-lago-chad-depende-supervivencia-80955124.html
(2) https://es.wikipedia.org/wiki/Lago_Chad
(3) https://lemag.ird.fr/le-lac-tchad-ne-sasseche-pas

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