«¿Entonces no hay esperanza para nosotros?»» El Eternauta: Una alegoría porteña

El Sudamericano

El Eternauta es una alegoría de la guerra fría, y evoca el clima de la dictadura que derrocó al gobierno de Juan Perón en 1955. En sus páginas laten la lucha guerrillera de la Europa ocupada por los nazis, la de la Sierra Maestra cubana (1957-1959) la resistencia peronista (1955-1958), el «bogotazo», las milicias de Jacobo Arbenz en Guatemala y las amenazas de guerra nuclear entre Estados Unidos y la URSS… (y mucho más). Los «Cascarudos» son «los milicos», los «Gurbos» son los tanques de los «ejércitos de ocupación». Los «Manos» son los Generales y los políticos vendepatria, y los Ellos son los dueños del mundo, la amenaza oculta y permanente que condena a la humanidad a la guerra por la sobrevivencia. Los «hombres (y mujeres) robots» son los colaboracionistas y los desclasados. La obra original fue revisada por el guionista en 1969 dando como resultado las viñetas que pueden verse arriba, y que son en buena medida un reflejo del mayo del 68 y del «Cordobazo» argentino de mayo del 69.

Mucho más puede escribirse, y es bueno que así sea, sobre la obra de Héctor Oesterheld, secuestrado en una isla de Tigre, a las afueras de Buenos Aires. La obra para la televisión en la adaptación de Bruno Stagnaro elige el camino de  una crítica al neoliberalismo, Juan Salvo en el personaje de Darín es un Eternauta con Perramus, un antihéroe nostálgico y atormentado que lucha por encontrar respuestas en un presente-continuo plagado de amenazas y violencia constantes. De tal modo que el mensaje implícito en la alegoría original y en las nuevas subtramas alcanza de manera notable un carácter universal. Un verdadero acontecimiento cultural en Argentina, que rinde homenaje a la memoria de la resistencia y a la lucha de los pueblos contra el Imperialismo genocida.

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