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Las máscaras siguen cayendo poco a poco. El último ha sido Scholz que, en contra de sus promesas iniciales, el viernes autorizó finalmente al ejército ucraniano a utilizar el armamento suministrado contra objetivos militares en le interior de Rusia.
Durante meses Scholz ha estado advirtiendo sobre el peligro de guerra que pesa sobre Alemania. Se autodenominó a su mismo como “el canciller para la paz”, pero no ha sido capaz de soportar las presiones de Estados Unidos.
Ahora él es el peligro y en el Parlamento le piden explicaciones. “Quien hace la guerra en Rusia con armas alemanas, al final la hará en Alemania”, le ha dicho Sahra Wagenknecht al diario Berliner Morgenpost (1).
Para Rusia no se trata de ningún peligro porque los bombardeos fuera del campo de batalla son una realidad, como esta mañana, cuando la OTAN ha vuelto a atacar Belgorod, una vez más.
Los ataques a la población civil forman parte de la estrategia imperialista, al menos desde la guerra civil española, cuando se ensayaron atroces crímenes masivos, como La Desbandá (3.000 víctimas), que luego tuvieron su continuidad en el bombardeo de Dresde (30.000 muertos), Hiroshima y Nagasaki (300.000 fallecidos).
Rusia ya no sabe cómo advertir a las potencias occidentales del callejón sin salida en el que se están metiendo. Las palabras no sirven para nada y el atrevimiento de la OTAN va a más.
Dmitri Suslov ha pedido “una fuerte intensificación de la política de disuasión e intimidación por parte de Moscú” (2). Primero deberíamos decirle a Estados Unidos y a la OTAN, propone Suslov, lo que Moscú ya le dijo a Londres después de los comentarios de David Cameron sobre el derecho de Ucrania a atacar en cualquier lugar con los misiles británicos Storm Shadow.
Rusia se reserva el derecho de atacar “cualquier instalación de los países afectados, incluido Estados Unidos, en cualquier parte del mundo. Existen numerosas bases militares estadounidenses repartidas por todo el mundo”, añade Suslov.
Es importante declarar oficialmente que si Estados Unidos y la OTAN lanzan un ataque no nuclear en territorio ruso en respuesta a dicho ataque ruso, Moscú podría a su vez utilizar armas nucleares, “en pleno cumplimiento de la disuasión nuclear”.
Para que la disuasión sea creíble, continua Suslov, el ejército ruso debería “organizar ejercicios sobre el uso de fuerzas nucleares estratégicas además de los actuales ejercicios sobre el uso de armas tácticas”.
Por fin, también sería apropiado considerar una explosión nuclear de demostración, es decir, no agresiva. “El efecto político y psicológico de una nube en forma de hongo, transmitida en vivo por todos los canales de televisión del mundo”, quizá devuelva al mundo a una situación que ya está casi olvidad: el miedo a una guerra nuclear.
Si en el Pentágono están convencidos de que fueron las bombas de Hiroshima y Nagasaki las que pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial, también deberían tener en cuenta que otra explosión nuclear puede acabar con la de Ucrania. Se le llama “pagar con la misma moneda” y quizá sea el único lenguaje que entiendan en la OTAN.
(1) https://www.morgenpost.de/politik/article239841975/politik-news-deutschland-blog-aktuell-wagenknecht-scholz-waffen.html
(2) https://profile.ru/abroad/pora-podumat-o-demonstracionnom-yadernom-vzryve-1520096/
En Rusia proponen explotar una bomba nuclear ‘demostrativa’ en Ucrania