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Muy a su pesar, Argentina, que hasta ahora era el paraíso de la carne asada, se está convirtiendo en un país vegetariano. La población no gana lo suficiente para comprar carne.
Tomando como base el precio de la cesta diaria de alimentos para un adulto en junio de este año, fijado en 3,2 dólares diarios, se duplicó respecto al primer trimestre del año pasado.
El instituto de estadística de la ciudad de Buenos Aires acaba de revelar que el índice de pobreza extrema alcanzó su nivel más alto desde 2015, año en que comenzó a aumentar.
Cuatro personas sin hogar han muerto de hipotermia en las últimas semanas en la capital, que padece una inusual ola de frío con temperaturas bajo cero en todo el país.
El gobierno ha rechazado una orden judicial para distribuir toneladas de alimentos a cientos de comedores sociales sometidos a auditoría y el mes pasado los estudiantes relanzaron un mecanismo solidario de distribución de alimentos desarrollado por la Universidad Nacional de Quilmes durante la crisis de 2002.
Ofrece a los más necesitados una “supersopa”, un plato compuesto de proteínas baratas en un país ganadero donde la carne se ha convertido en un articulo de lujo.
“Estamos en una situación de emergencia alimentaria con casi seis de cada diez argentinos viviendo por debajo del umbral de la pobreza, lo que significa que unos 27 millones se acuestan con hambre”, explica Anahí Cuellas. Se ha iniciado la preparación de 75.000 raciones a 680 pesos la unidad (unos 0,60 dólares).
A escala general, la pobreza afectó a un 41,7 por cien de la población argentina en el segundo semestre del año pasado, según el organismo público Indec, que sitúa el listón por debajo de los 217 dólares de ingreso mensual. En la capital, Buenos Aires, el 16 por cien de los residentes viven en pobreza extrema (menos de 2,15 dólares al día), un récord.
Según proyecciones de la Universidad Católica Argentina (UCA), el porcentaje debería llegar al 55 por cien, un récord de pobreza que Argentina ya atravesó durante la crisis económica de 2002, la peor de su historia reciente.
La crisis actual, en una economía en recesión, con una inflación superior al 270 por cien interanual en junio, ha empujado a los trabajadores y a amplios sectores de la población a una pobreza severa, según la UCA.
“Hay una degradación de los hogares, no sólo por el poder adquisitivo de los asalariados, sino también por el desempleo de los cabezas de familia”, explica un investigador del Observatorio de la Deuda Social de la UCA.
“Tenemos una pobreza estructural en Argentina”, que se mantiene por encima del 20 por cien desde hace más de dos décadas, “con una tercera generación de niños nacidos en exclusión”, precisa.