Elogio y lectura de lo breve: sin excusas para llenar tu maleta

Fuente: https://literafricas.com/2022/07/26/elogio-y-lectura-de-lo-breve-sin-excusas-para-llenar-tu-maleta/

Lo breve jamás ha estado reñido con la calidad. Si bien parece que la tendencia general es preferir libros que contengan historias de largo aliento, tener siempre a mano obras que pueden ser leídas en ratos de espera, ya sea en aeropuertos, estaciones de autobuses o en las colas a los lugares que queremos visitar, nunca está de más ni de menos.

Aquí os dejo una pequeña selección, una más, con obras que no superan las 150 páginas, de algunas de ellas debido a las características de su edición es mejor hablar de horas de lectura. Estoy segura que muchas os encantarán y zarandearán tanto como algunas novelas de 500 páginas. O más.

El cuarteto de micro ensayos de Chimamanda Ngozi Adichie

Con un formato muy atractivo y manejable enlataron el discurso más viral de la nigeriana. Así, aunque El peligro de la historia única en vídeo siempre tendrá público – para mí es superior la fuerza de este modo de difundirlo – al que sorprender y remover, desde hace unos años también se puede adquirir en papel, con un tamaño que cabe en cualquier sitio. Su éxito propició que fueran apareciendo los siguientes títulos de lo que hoy conforma un cuarteto. Todos deberíamos ser feministas fue un auténtico best-seller del que el mundo entero habló sin cesar. A la que siguió la carta que escribió a su hija Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo. Finalmente, durante la pandemia el padre de la escritora falleció sin que ella pudiera volar hasta Nigeria para darle su último adiós. Su dolor lo plasmó en Sobre el duelo.

Asesinato entre las yucas de Bai T. Moore

Esta obra, publicada en 1968, parte de un asesinato, el hallazgo del cuerpo mutilado de una joven, Moore nos sumerge en una trama en apariencia sencilla, exenta de visión crítica, que nos sumerge en el tejido liberiano de manera muy realista, proporcionando la sensación de estar dentro de ese mundo. La obsesión amorosa hasta el extremo emerge como fondo de una novela que huye de los tópicos de la literatura de su tiempo.

La fiesta de las máscaras de Sami Tchak

Ambientada en un lugar y un tiempo que no se nos proporciona (aventuramos algún país de Sudamérica por los nombres de los actores de raíz hispana, lo que parece demostrar otra vez una cierta voluntad de huir de estereotipos africanos y trasladarlos fuera del continente), una prostituta está en el centro de la trama. Esta vez Tchak utiliza la sexualidad para mostrar los entresijos del poder corrupto. Mientras, va desfilando la desidia moral de un mundo que está cubierto de máscaras que disfrazan lo que cada uno se rebela a ser, pero a la postre son. En un entorno en el que las personas aparecen como juguetes en manos de los déspotas o de aquellos que, de una manera u otra, en otras subescalas, detentan el poder necesario que les hace poder disponer de las vidas ajenas para sus propios propósitos, sin reparar en los daños causados y sin mostrar un hálito de humanidad.

Camino de la salvación de Aminata Maiga Ka

Tiene esta novela mucho que recuerda a Mi carta más larga. En aquella, Mariama Bâ nos presentaba a una mujer viuda, Ramatoulaye, que iba desgranando su vida en una larga carta escrita a su amiga divorciada, Aïssatou. En esta, la voz desde el más allá de la madre cuenta su tragedia y la de su hija. En ambas, las mujeres de las anteriores generaciones contemplan cómo los nuevos tiempos les traen hijas que no dudan en mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio, luchar por ser independientes e incluso entrar en la política/ejercer de abogadas. En ambas, los hombres usan las tradiciones (injustas) sin tener en cuenta lo que suponen para las mujeres que, libres u obligadas, comparten sus vidas con ellos. La escritora senegalesa escribió esta obra entre 1977 y 1980, pero sus reflexiones siguen teniendo mucha más vigencia de la que creemos.

Cada día es del ladrón de Teju Cole

Un hombre regresa a su Lagos natal y narra lo que se encuentra, tras excavar en sus propios recuerdos. Cole, al que le gusta plasmar imágenes, siembra las páginas del libro de instantáneas en blanco y negro. Lo que va descubriendo le lleva de la mano a través de una Nigeria ganada por la corrupción, moneda de cambio dotada de altas cuotas de normalidad, llámalos extras o sobornos. Radiografía de una ciudad nigeriana que no ha crecido de espaldas al resto del mundo, donde la globalización, el individualismo y el consumismo exacerbado han encontrado campo abonado. Entre medias la necesidad de encontrar aquello que llamamos “hogar” y que con tanta dificultad logramos identificar.

Trópico de la violencia de Nattacha Appanah

Escrita por una mujer, nacida en Mauricio, que supo desde el principio que para contar esta historia no se podían usar paños calientes, se trata de una realidad difícil de poner en papel sin caer en fáciles complacencias o buenismo compasivo. Autora de El último hermano, en la que también indaga en la infancia, Appanah fue a Mayotte con su marido en 2008, permaneciendo en la isla dos años, donde vio la situación que vivían los denominados «menores no acompañados». Impactada quiso contarlo. La trama se deshilvana a través de cinco voces narrativas a través de las cuales se analizan las posturas, acciones e inacciones de diversos agentes sociales y políticos que rodean a estos niños. Dos de ellas, la de dos menores, actúan como el reverso del otro, mostrando cómo se llega a la misma situación de calle desde dos experiencias vitales diferentes. Planteará más de una cuestión que es probable nos cueste contestar.

1 / 9

Buenos días, camaradas de Ondjaki

La mirada de un niño puede ser un recurso para presentar realidades y hechos que bajo el prisma de un adulto costaría más explicar. Su lengua puede transmitir lo que observa sin más peligro que el de recibir una reprimenda de vez en cuando. Angola se adentra en sus primeros años como país independiente y el niño protagonista no entiende cómo puede haber quién estuviera a gusto bajo el dominio de los portugueses. Una obra cargada de ironía que plasma la vida cotidiana desde la mirada infantil aquellos años en una Luanda donde todo es posible.

Estoy solo de Beyrouk

El libro que nos ha abierto las puertas a la literatura mauritana, hasta hoy imposible de leer en castellano, es una historia vibrante que nos transmite decenas de imágenes y reflexiones tras la voz del protagonista. La voz que narra es la de un hombre que se ve obligado a confinarse en una habitación ya que su vida corre peligro. Los yihadistas le esperan fuera para matarle. Así, comienza un soliloquio en el que desgrana pasado y presente, sin que el lector acabe por saber cuánto hay de realidad y cuánto de ficción en sus palabras, como tampoco cuánto hay de verdad y cuánto de mentira en sus recuerdos.

El reverso de los demás de Kaouther Adimi.

Un texto breve pero intenso en el que plasma el monólogo interior de un grupo de personajes que se amurallan frente al dolor. Una narración que acaba dibujando además las preocupaciones y los contrastes de una Argelia contemporánea, sobre todo la más joven, donde se mezclan jóvenes fashion victims con jóvenes «hermanos» imbuidos en la religión. Y donde a pesar de todo el diálogo es sordo.

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