Verónica Sforzin 18 de noviembre de 2024 Hora: 13:36
Lo que se oculta bajo la idea de mejorar la eficiencia estatal, la transparencia y achicar gastos innecesarios; es en realidad la avanzada para construir un nuevo Estado al servicio de los intereses de las corporaciones del magnate y sus redes neoconservadoras. Foto: EFE.
Verónica Sforzin [1]
“Ha nacido una estrella: ¡Elon!” [2]
En el último proceso electoral norteamericano las corporaciones del Silicón Valey terminaron de salir de su status de neutralidad, en el cual las mayorías ingenuas todavía los posicionaban. Desde sus inicios, el Valle de Silicio es un territorio para la realización de negocios tecnológicos en donde la crisis del Deep State se manifiesta. Allí el proyecto globalista financiero especulativo choca de frente con el proyecto continentalista neoconservador.
A partir de la última campaña electoral norteamericana, en donde queda cada vez más claro que los CEOS tecnológicos, quienes parecía que habitaban en el Olimpo, están dispuestos a embarrase los pies y a gastar parte de sus fortunas en campañas electoras, para luego influir estructuralmente en la política pública norteamericana. Quizás, a partir de este hecho, cuando los latinoamericanos usemos WhatsApp, veamos una serie en Netflix o miremos videos en Google (Alphabet) hasta el hartazgo; pensemos que hay intereses geopolíticos en juego en cada uno de esos actos privados y cotidianos… quizás.
Las conexiones entre el Departamento de Estado y las grandes corporaciones de la tecnología se establecieron desde sus inicios. Mientras Microsoft siempre estuvo cercano al partido Demócrata, con fuertes conexiones con intereses de Fondos Financieros Globalistas de EE. UU. (BlackRock, Vanguard), Facebook nació en el 2004 bajo el paraguas de la administración de Bush hijo. Podríamos dar innumerables detalles de esos momentos de nacimiento y sus idas y vueltas en sus desarrollos al calor de la geopolítica y la economía norteamericana. Esto dicho y escrito en innumerables artículos, mientras la academia latinoamericana producía miles de papers acerca de la neutralidad de la red y la libertad de expresión posibles gracias a las redes norteamericanas.
En estas elecciones se destacaron Peter Thiel y Elon Musk. Thiel, el viejo inversionista, creador de PayPal, principal accionista de Facebook (Meta) durante décadas. Hace un par de años que dejo el buffet accionario para dedicarse de lleno a la contienda electoral, si bien sigue siendo el dueño de grandes Fondos de Inversión como Clarium.
Su candidato fue antes que Trump, el vicepresidente J. D. Vance, quien trabajó en una de sus firmas de inversión en San Francisco, en el 2016 (a quien conoció después de que éste pronunciara un discurso en Yale, cuando él era estudiante). Del pasaje de Vance por el mundo del capitalismo tecnológico se debió también su red de contactos con David Sacks y Elon Musk [3], lo cual le permitió un gran impulso y asenso en el Partido Republicano.
Mientras Elon Musk invirtió alrededor de 200 millones de dólares en la campaña de Donald Trump, mediante el comité América PAC. Lo más visible de este comité fue el sorteo de un millón de dólares diarios entre los votantes, pero su campaña en redes sociales pasó mucho más desapercibida y ayudó a consolidar el voto republicano en los distritos claves y en la población negra e hispana específicamente.
Sus inversiones fueron retribuidas con la dirección del Departamento de Eficiencia Gubernamental (si bien su compañía de cohetes ya trabaja con el Departamento de Defensa y las agencias de inteligencia). Este organismo es creado a medida de Musk (DOGE, por sus siglas en inglés, también hace referencia a Dogecoin, la criptomoneda que Musk promociona). [4] Todo muy al estilo tecnolibertario, lo que se oculta bajo la idea de mejorar la eficiencia estatal, la transparencia y achicar gastos innecesarios; es en realidad la avanzada para construir un nuevo Estado al servicio de los intereses de las corporaciones del magnate y sus redes neoconservadoras.
En una absurda conjunción de palabras como burocracia, eficiencia y desregulación, Elon Musk intenta confundir a la ciudadanía estadounidense prometiendo una reconstrucción americana que es incompatible con sus propios intereses, con la reducción prometida de las tasas de impuestos corporativos y solo es posible con un Estado fortalecido al servicio de las mayorías, con más regulación y sobre todo capacidad de redistribución.
Lo que anteriormente el Deep State hacía puertas adentro, solapadamente, condicionando con lobistas la política pública; hoy se intenta aplicar de una nueva forma novedosa, dando de cara a la ciudadanía el debate cultural e ideológico. Debate basado en la ineficiencia estatal y la crisis de representatividad que el capitalismo financiero y especulador que representa hoy el Estado de los Estados Unidos de América deja como herencia.
El problema estructural al que se va a enfrentar este proyecto, es que los intereses de Elon, no son los intereses del trabajador y la trabajadora norteamericana. Hasta qué punto podrán resolver este antagonismo es quizás el punto central, en el marco de una guerra civil creciente al interior de los Estados Unidos y en el marco del creciente ascenso de China como potencia mundial.
Thiel y Musk son parte de “los nuevos ricos norteamericanos” hijos de la liberación económica y del proteccionismo estatal, aunque pueda parecer contradictorio. La fórmula de sus éxitos es la de un Estado que apostó, mediante grandes beneficios impositivos y grandes inversiones el desarrollo de la tecnología de la información y la comunicación por considerarla estratégica para los asuntos de Estado. Así como les permitió a estas corporaciones el desarrollo monopólico y les dio la posibilidad de “ir por el mundo”. La escala para que estas corporaciones lideren en tecnología es global, y por lo tanto la subordinación de occidente y del mundo a sus intereses corporativos, se entrelaza a los intereses del Estado norteamericano.
La profundización de la crisis interna y la ya desencadenada guerra civil norteamericana puso en jaque a las viejas estructuras políticas, produciéndose nuevos alineamientos. Mientras la mayoría de los altos generantes del Silicón Valley apoyaron a Kamala Harris, algunas corporaciones claves jugaron a favor de Trump, liderados por Thiel y Musk quienes lograron atraer a un conjunto de corporaciones de la tecnología, y neutralizaron a otras.
Facebook jugó más tibiamente para Trump, y Google no hizo demasiado por ninguno de los dos candidatos, lo cual ya es jugar bastante fuerte. Esta estrategia hizo de contrapeso a la histórica influencia demócrata en California y a los históricos multimedios quienes jugaron en contra con la excepción de Fox News. Esto le permitió tener una influencia mayor en el electorado de sectores claves e imponer su campo de ideas, así como neutralizar las noticias falsas y la desinformación en su contra.
Veremos cómo logra aprovechar estos alineamientos corporativos para reconstruir una América del norte en crisis estructural, frente al ascenso de China, quien como contramedida, unos pocos días después de la elección, inaugura el puerto más importante de América Latina en Perú, la ruta marítima de Changay a Shangai ya está lanzada y Trump tiene enfrente esta telaraña de intereses tecnocráticos. Cómo logrará defender los intereses de la clase obrera norteamericana en estos nuevos tiempos esta por verse.
[1] Verónica Sforzin. Dra. en Comunicación y Licenciada en Sociología por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Docente Titular e investigadora de la misma universidad. Investigadora del CIEPE – CLACSO. Autora del libro: “Geopolítica de las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Un análisis desde América Latina y el Caribe” y “Ética, Poder y Tecnologías. Redes sociales e inteligencia artificial desde el sur global” libro ganador del premio Ensayo Pensar Nuestra América con Categorías Propias (de la Editorial CICCUS).
[2] Declaraciones del presidente electo Donald Trump en su fiesta de la noche electoral en Florida.
[3] “Antes de las elecciones intermedias de 2022, Thiel donó 15 millones de dólares para apoyar la campaña de Vance al Senado. Sacks donó un millón a un comité de acción política de apoyo a la carrera del Vance.” Fuente: http://surl.li/xmflau
[4] “En agosto, Musk y Tesla lograron que se desestimara una demanda federal que los acusaba de defraudar inversionistas promoviendo dogecoin y realizando operaciones internas que causaron pérdidas millonarias. Desde el día de las elecciones, dogecoin ha más que duplicado su valor, impulsado por la expectativa de una regulación menos estricta bajo una administración de Trump.” Fuente: http://surl.li/xmflau
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